domingo, 24 de junio de 2018


Continuación de: Vocación de una Reyna.


LA CRUZ Y EL DOLOR
Pero la cruz en el dolor o dolor en la cruz, son igualmente grandes donde el Señor y sirven de antesala a las grandes misiones de las almas.
A la vocación, hay que amarla, hay que darle calor y alegría para que crezca, se alimente y se realice.
Isabel la Católica nació y vivió contemplando a España su Patria, luchando contra los moros hasta llegar ella misma a tomar las armas. Fue testigo de guerras dolorosas dentro de su propia Patria, motivadas por el poder y la soberbia. Siendo aún muy niña, muere su padre; cuando más necesitaba el cariño de su madre, la arranca Enrique IV de sus brazos solo por interés y conveniencia; pierde, aquí en la tierra, a su amado Hermano Alfonso, Heredero de la Corona. Estas tribulaciones la previenen para otras grandes cruces que habrá de afrontar en el camino de su gran vocación.
Toda vocación tiene su propia cruz. Y para llegar al fin hay que beber el cáliz que ya antes Cristo bebió:
La Cruz eleva las almas por encima de toda vulgaridad espiritual, de toda mediocridad; La Cruz nos hace ver la vanidad de la vida y nos mueve al heroísmo. La Cruz purifica, ennoblece. Cuando más grande es la cruz y la recibe el alma, alcanza mayor sublimidad.
Advirtiendo que la Cruz grande o pequeña, asidua o aislada, no es fin, sino punto de partida.
La Cruz es un medio desconcertante, si queremos llegar a Dios.
Dios de la Cruz a la medida del alma y de su vocación.
Los caminos hermosos no llegan lejos: son las espinas del sendero las que con su punzante invitación al heroísmo nos vuelve sabios, creyentes, humanos, comprensivos, delicados y humildes.
Esto la reIna Isabel lo entendió y lo hizo hasta identificarse con el dolor y la renuncia, no solo en una mediana resignación, sino en la aceptación plena, identificando su voluntad con la de Dios: “terribles” desgracias de familia laceraron su corazón: En 1496 perdió a su madre, al año siguiente a su único hijo varón en quien se cifraban las esperanzas de la Monarquia. El 23 de agosto de 1498 su hija Isabel Reina de Portugal Heredera de la Corona de Castilla, lo cual sumió a la Reina en profunda tristeza. Sin embargo; Isabel, ante los consuelos ofrecidos se concretaba a decir: “Dios me lo dio, Dios me lo quitó, sea su Nombre Bendito”. La enfermedad el Rey, la muerte de su nieto Miguel y como si fuera poco los disgustos conyugales de su hija Juana, le infirieron mucho dolor.
Jesucristo, Dios y Hombre Verdadero, nos enseño el camino de la Cruz, llevando la Cruz a cuestas hacia el monte Calvario. No entendemos el dolor de Cristo, pero si lo vemos y le damos crédito, afirmando que el sendero del cristiano es a través de la Cruz y en la medida de la vocación encontramos la medida de la Cruz: “No hay dolor semejante a mi dolor” dice Jeremías (8:18) y aplicamos estas palabras a la Virgen María, cuya vocación de Madre de Dios y Corredentora del hombre no tiene igual.
¡Qué decir de la Santa Madre Iglesia en perpetua ofrenda de Cruz, no solo por la perene pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo mediante el Sacrificio de la Misa, sino por tantas persecuciones!. La Iglesia se ha desarrollado y crecido entre martirios, calumnias y dolores.
Asimismo, Isabel la Católica, enfrentó la Cruz: fue un alma envuelta en dolor, aceptándolo a ciencia y conciencia en pos del ideal.
Fue una vida inundada de grandes cruces, no siempre la vocación es clara para la persona, por lo cuál tuvo que ir alerta, siguiendo la guía del Señor y si ahora mismo pudiera en el Cielo sufrir, derramaría lágrimas de sangre, no por la ingratitud, no por el desprecio, no por la infame traición y calumnia; sino al contemplar a sus amados hijos náufragos con la Identidad perdida hasta llegar otra vez, con malicia, a la obscuridad del neo-paganismo.

Continuará: SU LABOR EN ESPAÑA.

domingo, 3 de junio de 2018

Continuación de: Vocación de una Reyna.



PREPARACIÓN DE ISABEL PARA REALIZAR SU VOCACIÓN
Dios infinitamente justo, da a las almas todos los medios para que realicen su llamado y prepara, desde la eternidad, el camino y condiciones de cada vocación: a las almas grandes, decimos grandes, no por su tamaño, sino por su vocación; ya que les pide resoluciones firmes e inmediatas, esfuerzos, sacrificios, nada comunes, renuncias, etcétera, las asiste de manera especial.
Isabel la Santa es un alma grande, repetimos que no por el tamaño, pues las almas, por ser inmateriales, no tienen cantidad, y aunque esencialmente toda alma es espiritual, libre e inmortal y posee sus propias facultades, Dios, según la misión que les ha de dar, les regala los dones y gracias necesarias para el cumplimiento de la misión.
La reina es concebida en el seno de su madre profundamente cristiana, donde empieza a recibir la influencia de la fe y de las virtudes; llega al mundo en lugar místico por su paisaje, cuyo nombre es sugestivo y encantador, “Madrigal de las Altas Torres” nombre que obedece a las cien torres que coronaban la muralla que las circundaba. Nace un 22 de abril de 1451, iluminando el horizonte e España y América, entonces no conocida por Europa. El nacimiento de aquella Luminaria extinguirá la oscuridad del error, no solo en España y Europa, sino en otro Continente que será iluminado con el resplandor de la justicia y la Fe.
Su padre Juan II Rey de Castilla, descendiente de Fernando III El Santo y de Alfonso X El Sabio, su madre Isabel de Portugal por cuyas venas corría sangre de dos Santas: Isabel Infanta de Aragón e Isabel Reina de Hungría.
Ha enriquecido el Señor a Isabel de muchas gracias, colocándola en un ambiente de gran piedad, de lucha y de entrega. Su madre una gran cristiana ejemplar, ocupada siempre de sus dos pequeños, ordena que estudien antes que nada, Doctrina Cristiana, Historia, Geografía, Música, Poesía; por ser mujer, le agregaba el aprendizaje de hilar y bordar.
Pero también en la propia persona de Isabel, Dios que la ha elegido, la regala de gracias naturales que después, con la ayuda de la Gracia del Espíritu Santo y de su propio esfuerzo, habrá de elevar al orden sobrenatural. La Santa de Castilla no es sólo una mujer de brillante inteligencia; estaba dotada de una gran personalidad: es profunda, abierta, en el buen sentido de la palabra, justa, no justiciera; comprensiva, capaz de volver atrás si descubre en ella alguna equivocación. Es muy sensible y tierna.
De su caracterología podemos afirmar que poseía el más rico de los caracteres. Siendo el Tratado de Luigi Rosseti, la clasificaremos en el Carácter Apasionado con sus propios matices personales y haremos su estudio bajo los lineamientos siguientes:
Ante todo, no entendemos por carácter apasionado el carácter irreflexivo, ciego e instintivo, no: este carácter, repito, con sus propias peculiaridades nos da por resultado una creatura humana de entrega sin medida, consiente, responsable, dispuesta a todo dentro de lo justo y lícito, siempre viendo a Dios y a su Divina Voluntad.
Ya nos dice Grieguer: “se dice apasionado y no pasional porque el Emotivo, Activo, Secundario no se deja dominar por la pasión sino que, al contrario, sustituyen las pasiones por una acentuada aplicación que se convierte en pasión y en el alma de su vida”. Eso lo contemplamos en toda su existencia e incluso desde su niñez.
Por ser Emotiva, lo sentía todo profundamente, el ideal siempre lo relacionaba con el prójimo. Estaba suficientemente capacitada para organizar todas sus actividades. Ella se enriquecía en su interior con las aspiraciones de los demás, buscando por su cuenta colaboración y simpatía.
Por ser Secundaria, nunca olvidaba el pasado, aprovechaba la experiencia orientándola siempre al porvenir, eso le abrió amplios horizontes y le confirió una admirable estimación de miras.
Por ser Emotiva, Activa y Secundaria, la fuerza le llegaba de la secundariedad. Poseía una actividad continua, realizadora; estaba dotada de una comprensión inteligente para cualquier tipo de problemas, era educada, sencilla en sus maneras e indiferente a los placeres de los sentidos, no fue inflexible en su manera de pensar y de obrar, no se encasillaba en su ego, amó con preferencia la vida sencilla, su inteligencia era brillantísima, excepcional, no solo para el aprendizaje de todas las Ciencias, sino para la misma aplicación e incluso para su Gobierno. Esto lo podemos comprobar en todas las acciones de su vida. Ese riquísimo carácter que poseía le daba la decisión, la energía, el proponerse un fin y alcanzarlo infaliblemente, pues ella era capaz de superar cualquier obstáculo que se le presentaba: era rápida y organizada por naturaleza y había nacido para mandar.
Naturalmente comprendida y sentía la necesidad del ideal religioso, le apasionaron siempre los problemas espirituales, poseía la piedad y caridad cristiana.
La Reina encarna maravillosamente en el Carácter Apasionado, que es donde encontramos las mejores disposiciones para aceptar y ser consecuente con los principios que se impone, este carácter no es para una religión teórica o basada simplemente en el sentimiento, sino en esfuerzo continuo y experimenta muy clara la necesidad de un contacto íntimo y vivo con Dios. En la oración, el sujeto se pone enteramente a disposición de Dios, para trabajar por su Reino; ama la meditación, se inclina a la contemplación pues lleva innato el sentido de la grandeza de Dios.
Todo esto y mucho más es aplicable a la Reina de Castilla; el apasionado sabe orientar sus acciones y su misma vida al servicio de Dios, toma con madurez los consejos y orientaciones que le dan y sufre profundamente el peso de los grandes problemas religiosos, es generoso y sobrio en lo que se refiere a los placeres de los sentidos y eso le facilita el progreso en el camino a la ascética. Todo esto, leyendo la vida de la Santa, nos cerciora de identidad con esta Caracterología.
En cuanto a la Castidad ella cumple las prioridades de esta clasificación, pues dentro de su estado conyugal guardó la pureza del matrimonio.
Este carácter, como todos, tiene sus limitaciones, sus defectos… sin embargo es considerado superior, porque entre tanta cualidad y virtud, son pocos los defectos.
Es un carácter privilegiado que generalmente concede Dios a las almas llamadas a grandes obras. Tuvo, indudablemente que haber luchado contra sus grandes defectos, y eso la enaltece, no la rebaja. En su vida exterior, en el trato con los súbditos o iguales, brillan sus virtudes: la justicia, que siempre imparte lo debido a cada quien; la prudencia, madre de todas las virtudes, que es la que equilibra toda acción, palabra o decisión del hombre.
Es solo su Caracterología, pero ella supo elevarlo todo a insospechadas alturas por la vida de la Gracia. Lo dado por Dios a su naturaleza, la condujo hacia la cúspide por la oración continua, por un familiar trato con Dios, por su entrega total, por una aceptación del sufrimiento hasta el culmen de la Cruz.
Y así podemos contemplar en su vida una brillante personalidad, y con ella las grandes Virtudes Teologales: La Fe, La Esperanza y La Caridad.

Continuará: LA CRUZ Y EL DOLOR.   

domingo, 27 de mayo de 2018

Continuación de: Vocación de una Reyna


¿CUÁL FUE, ENTONCES LA VOCACIÓN DE ISABEL LA CATÓLICA?
Isabel fundamentó su vocación de estado, el matrimonio, así como su vocación personal que consistió en el llamado grandioso “del descubrimiento, la conquista y Evangelización de América”, en su Vocación Universal y esta será, el fuego que mueva su vida eterna.
Cada uno de los actos de la Reyna fueron engarzados, jamás desunidos del punto primordial, que constituyo para ella la Vocación Universal: La Santidad.
Y si consideramos a la Reyna extraordinaria, es, no solo por la riqueza de dones que recibió de Dios y su correspondencia, sino por es fuerza que poseía y que emanaba de lo sobrenatural. Si ella no hubiera seguido su camino de Santidad, no hubiéramos visto realizarse el triunfo de Dios en América. Su alma y todo su ser vivió pendiente del prójimo, de su patria; pero no únicamente a nivel natural, sino trascendiendo, elevándose para elevarlos a todos y lograr el conocimiento del único y verdadero Dios.
En cuanto a su vocación de estado, es verdaderamente ejemplar la manera en que elige a su consorte: Alfonso Rey de Portugal, el Duque de Berri y Fernando de Aragón, entre otros, pretenden a Isabel. Ella prefiere a su primo Fernando de Aragón, pero no se precipita y antes de decidir, se pone en oración y manda investigar a los candidatos para descubrir cuál ha de ser, según Dios el verdadero compañero de vida y de sus obras. Y sin pensar en ningún momento en sí misma, sino en el bien de España, se decide, ya considerada la conducta de los tres, por Fernando de Aragón mirando en su momento hacia el futuro: la unión de un sólo Reino, el logro de una Patria Unida.
No se le ve apasionada o inquieta, y no porque fuera una fría mujer, sino porque siendo una joven de oración y virtud, espera que a través del Arzobispo de Toledo, pueda escuchar el Mandato Divino: así se realiza el matrimonio de Isabel con Fernando el 19 de octubre de 1569 en el Palacio que Juan de Vivero poseía en Valladolid. No cabe duda que este matrimonio fue uniendo a España. Con esto Isabel la Santa, nos da muestra de su gran prudencia y perspicacia política y ante todo, sabe actuar en el momento mirando la Gloria de Dios y el bien de las almas. El tiempo y la historia le han dado la razón a Isabel; ya que fue un matrimonio unido para el bien: Fernando no sólo fue apoyo y confidente, sino que respetó en plenitud el camino de Isabel, viviendo su propio camino.
Sin embargo la Reyna Isabel no solo es la conquistadora, andariega y gobernante; es la mujer de su hogar, todo en orden, en paz, nunca se puso el Rey ninguna prenda, que ella no hubiera hilado y cosido. En cuanto al Cuarto Mandamiento como madre, fue ejemplar: a sus cinco hijos los educa en el Amor de Dios, llevando para ellos profesores de Religión, filosofía, historia y humanidades. Suele incluso presidir las lecciones.
Pero su cuidado no se limitaba a los suyos, se extendía a sus doncellas y criados, enseñándoles a vivir las buenas costumbres de las que ella era maestra.
Sin olvidar, que a pesar de que sus biógrafos la consideran, en dotes naturales superior a las de Fernando, ella fue siempre una esposa obediente, dócil, que en todo consultaba a su esposo. Es justo decir algo del Rey Fernando: hombre cristiano, inteligente, de gran valentía y que supo aconsejar y dar apoyo a las empresas de la Reina. Inolvidables son las frases del Rey Fernando  al referirse al Reino de Granada: “yo sabré arrancar los granos uno a uno de esa granada”. Igualmente ofrece el Tesoro de Aragón, si necesario hubiere sido, para el Descubrimiento del Nuevo Mundo.
Volvemos a la Reyna: su vocación personal la encontramos en el Descubrimiento y Evangelización del Nuevo Continente, cualquiera dirá que ella no llegó al Nuevo Mundo, es verdad, pero en los altos juicios de Dios es claro que sin ella, los otros grandes hombres: Colón, Cortés, etcétera, no hubieran logrado lo que el Señor había encargado a Isabel.
Tomando en cuenta que aunque ella no llegó físicamente al Continente, sí trabajó con ardor por esa llegada y por esa Evangelización. Amó entrañablemente a esta nueva raza y por sus sacrificios, Dios en sus misterios dio el triunfo al Nuevo Continente.

Continuará: PREPARACIÓN DE ISABEL PARA REALIZAR SU VOCACIÓN.

domingo, 13 de mayo de 2018


Continuación de: Vocación de una Reyna


VOCACIÓN PERSONAL
Sobre estas tres columnas vocacionales, a las cuales podríamos llamar principios o fundamento, hallamos la vocación personal. ¡El Espíritu Santo se luce en las almas, dándoles, no digo matices, sino gigantescas llamas que asombran al mundo en su infinita variedad!.
La creación es hermosa por su variedad en la unidad de la cual resulta la armonía. La igualdad no enriquece, es monótona y nada creativa, así que el Eterno Padre a quién se le atribuye la creación, nos mantiene asombrados ante la belleza y misterio de su OBRA CREADORA.

El Espíritu Santo, tercera persona de la Santísima Trinidad, de quien reconocemos recibir los medios y el estímulo hacia nuestra santificación, nos arrebata al éxtasis cuando contemplamos en nuestros hermanos la variedad infinita de caminos, de facetas y dones que les otorga para la consecuencia del Fin. Este conjunto de dones que regala a cada persona, son los medios y señales para la realización de su vocación personal.
La Vocación Universal y la Vocación de Estado han de conjugarse con la vocación personal, con la cual, cada hombre vivirá en la sociedad, en la Iglesia, en el mundo su especifica vocación, no de manera aislada sino en Preciosa Comunión con sus hermanos, y así lograr todos la Vocación Universal.
Leemos a través de la Historia a un San Agustín, a un Santo Domingo, los dos religiosos, los dos fundadores, trabajando por el logro de la distinta encomienda personal que Dios ha dado a cada quien. Santa Rita de Casia y Santa Eduviges, las dos casadas, las dos viviendo el mismo Evangelio, pero dentro de su estado matrimonial, en ambas aparece la luz brillante de la Vocación personal.
A los estudios, los oficios, los empleados y demás, podríamos llamar vocaciones relativas, es decir, que favorecen a la vocación universal, de estado y personal: también podemos considerarlas como medios, apoyos, pero no son absolutamente necesarias, si no entran en el plan de la vocación personal del sujeto.
Importante es la vocación para el hombre en sí, como para su relación con la Iglesia, con la familia, con la sociedad, con el mundo y sobre todo con el mismo Dios.
Dios todo lo ordena con transparente y necesaria intensión y siempre con una finalidad: no pierde el tiempo, elige, acomoda, enseña e invita según los planes de su sabiduría Infinita.
A pesar del Pecado Original y de la concupiscencia del hombre, la armonía de la creación se realizaría si cada uno viviera, con rectitud y a la luz de la gracia, su propia vocación.

GRANDES VOCACIONES
Cristo, Dios Y Hombre Verdadero, quien siendo Dios es Hombre y siendo Hombre es Dios por la Unión Hipostática, misteriosamente tuvo su propia vocación en cuanto Hombre, la cual llevó hasta el fin con su absoluta determinación de DIOS-HOMBRE. La más sublime y trascendente de las vocaciones de manera infinita es: la REDENCIÓN del género humano por el camino de la cruz: sin el cumplimiento de esta expectante y misteriosa vocación, no hubiera sido posible que el hombre conociera, aceptara y llevara al éxito el llamado de Dios.
Y esto lo comprendió perfectamente la Virgen María, como Madre de Dios y de los hombres corredentora con Cristo, pues si no clavad en la Cruz, si al pie de la Cruz.
La más grande y sublime vocación de entre toda creatura corresponde a la Santísima Virgen. Después de ella, Reyna de los Cielos y de la Tierra, contemplamos a San José, en su excelsa vocación de Padre Putativo de Jesús.
San Pedro, Primer Papa, cuyo llamado se encuentra en la Revelación Divina y a quien Cristo primero invita a ser discípulo: “ tú eres Simón el hijo de Juan; tú te llamaras Cefas (que significa Pedro o Piedra)” (Juan 1-42).
Posteriormente, el mismo Cristo le profetiza el papado “tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mateo 16-18).
Enseguida, en aquella Santa e inolvidable Cena Pascual, cuando Cristo instituye la Eucaristía y el Sacerdocio Católico, Pedro es ordenado Sacerdote, en unión con los demás Apóstoles: “Haced esto en memoria mía” (Luc.22-19 y 20, 1 Cor. X 24-25).
Y finalmente después de la Pasión y Muerte de Cristo, Él lo confirma como Papa en aquel bellísimo dialogo sobre el amor de todo un Dios en su creatura: “¿me amas Pedro?”. “Señor, Tú sabes que te amo” (Juan 21-15-18).
Notemos, cómo para llegar al termino de la verdadera vocación, hay que dejar que Dios nos haya conducido.
No quiero pasar por alto la gran vocación de Aristóteles, quien aún siendo pagano, con la Asistencia Divina llega al descubrimiento, a través de la razón, de un solo Dios, del alma espiritual, del premio o castigo según las obras…así construye el camino, por designios del Eterno Padre, el Doctor Angélico, quien habrá de realizar parte de su vocación Cristianizando lo Cristianizable de la filosofía Griega.
Em el tiempo y en el espacio se han truncado infinidad de vocaciones, pero igualmente, sin poderlas contar, se han realizado en pos del Arte, de la Ciencia, de la Historia, de la Filosofía, de la Salud, del remedio a la pobreza, de la lucha a favor de la de la verdad y la justicia, en todos sus aspectos. Igualmente de la fundación de nuevas Familias Religiosas, en fin…pero tanto unas como otras, para obtener éxito, primero han de considerar el verdadero llamado de Dios con la intención clara de cimentar la Fe en la familia y en la sociedad; tanto en el orden natural, como en el sobrenatural, y todo esto orientado hacia la Vocación Universal.

Continuará: ¿CUÁL FUE, ENTONCES LA VOCACIÓN DE ISABEL LA CATÓLICA?

domingo, 6 de mayo de 2018

La  Sección Cultural del

“Real Club España”





Presenta la Conferencia

Vocación de una Reyna

Por Sor Clotilde García Espejel E.D.

Sábado 12 de junio de 2003

                                                              Salón Hispano Mexicano





¨Vocación de una Reyna¨

La realidad es que todo ser humano trae su peculiaridad y propia vocación, del mismo modo que tiene su propia alma creada por Dios para ese cuerpo, los cuales alma y cuerpo al unirse substancialmente, logran su personalidad irrepetible y, aunque esencialmente sea igual que todo hombre, en su propio ser es distinto del otro, como lo son entre si Pedro, Pablo, Juan etc. Por lo tanto trae su propio camino hacia un deber que lo ha de conducir hacia su fin terrenal, el cual lo llevara a unirse con sus hermanos para lograr juntos la Bienaventuranza Eterna. Y quien no lo logra, quien no alcanza esa meta, habrá fracasado…pues “ ¿de qué sirve al hombre ganar todo el mundo, si al fin pierde su alma?”.
NATURALEZA DE LA VOCACIÓN
¿Qué es la vocación? La vocación esencialmente es un llamado a vivamos en armonía el camino al que hemos sido invitados. Nominalmente, vocación, del Latín Vocatí, vocare, llamar…y , ¿quién llama? El que llama el que invita es Dios. El que elige a cada alma unida sustancialmente a su propio cuerpo para que entreteja sus vidas en combinación con sus hermanos, desarrollándola de manera personal y sui generis, pero en tal armonía con la Ley de Dios y su naturaleza humana que glorifique al Creador en todo.
Siglos antes, en el tiempo que no es tiempo y que, por tanto no puede contarse: aún no concebida la persona en el vientre materno ya en la mente de Dios, en la perene y eterna estabilidad Divina permanece de alguna forma (futurible) la creatura a su llamado personal.
Concibe la madre, y en ese preciso instante, Dios crea el alma para ese cuerpo, a quien sin saberlo, ya Dios le ha encendido la luz de su camino. Después de haber gozado el seno materno, el niño aparece en este jardín de la tierra, donde será una flor más, pero diferente. Llegando al uso de la razón, el sujeto empieza a vislumbrar y comprender poco a poco el llamado de Dios.
Corresponde a los Padres de Familia, a los Ministros de la Iglesia Católica y a los educadores descubrir, para ayudar, hacia donde señala la brújula del camino del hombre, analizando, inclinaciones, aptitudes posibles, limitaciones, defectos, para orientarlos hacia su verdadero destino.
No olvidemos que somos un compuesto de materia y de espíritu formando un solo ser, pero siempre correlacionados mutuamente y orientados a la elevación de la naturaleza.
VOCACIÓN UNIVERSAL
Hay una vocación que es igual para todo hombre y se le denomina “ Vocación Universal”. Llamase así a aquella que invita a toda la humanidad, de la misma manera y se resume en los sencillos, pero no menos bellos y profundos conceptos del incomparable Catecismo del Padre Jerónimo de Ripalda: “¿para qué fin fue creado el hombre?” Y responde, el mismo Padre “Para amar y servir a Dios en toda su vida y después verle y gozarle en la otra”, cuyo fruto será la Santidad: “seréis pues, vosotros perfectos, cómo vuestro Padre Celestial perfecto” (Mateo V-5,48). ¡El que escapa de las manos de Dios no alcanza su Santificación!
VOCACIÓN DE ESTADO
A ese llamado Universal, se une la vocación de estado: matrimonio, celibato o vida consagrada por los Votos Religiosos u Orientación Sacerdotal. No hay otra vocación de estado.
Esta vocación de estado fundamental, el hombre y la mujer han de elegir su estado de vida, de acuerdo con el llamado de Dios para lograr un matrimonio cristiano y en consecuencia, una familia ideal, una Santa y útil vida de soltería o un ejemplo viviente de Religiosa o Sacerdote.

Continuará…Vocación Personal





domingo, 21 de enero de 2018



II. LA PROBLEMÁTICA ACTUAL SOBRE LA ESCUELA CATOLICA
16. La Iglesia, reflexionando sobre su misión salvífica, considera la Escuela Católica como un ambiente privilegiado para la formación integral de sus hijos y un servicio de suma importancia para todos los hombres. Pero no ignora que, en diversos lugares, se presentan numerosas dudas y objeciones en cuanto a la razón de ser de la misma y en cuanto a su eficacia operativa. En realidad, esta cuestión debe mirarse en el horizonte más amplio de una problemática que atañe a la razón de ser de las instituciones como tales, en una sociedad como la actual, caracterizada por transformaciones cada vez más rápidas y profundas.

Objeciones contra la Escuela Católica
17. En el debate sobre la Escuela Católica se pueden precisar algunos temas, en torno a los cuales se agrupan las objeciones, dificultades, alternativas, que conviene tener presentes para situar atinadamente la reflexión en su contexto concreto, y para considerar todos aquellos aspectos que invitan a los educadores a emprender un vigoroso esfuerzo para poder responder a las exigencias de su misión en el mundo contemporáneo.
18. Conviene tener presente, en primer lugar, que ciertos medios dentro y fuera de la Iglesia Católica, inspirados por un sentido de laicidad mal entendida impugnan la Escuela Católica como institución. No aceptan que la Iglesia pueda ofrecer, además del testimonio individual de sus miembros, el testimonio específico de sus propias instituciones, dedicadas, por ejemplo, a la investigación de la verdad o a las obras de caridad.
19. objetan otros que la Escuela Católica pretende instrumentalizar una institución humana para fines religiosos y confesionales. La educación cristiana puede, a veces, estar expuesta al riesgo del proselitismo, de una concepción parcial de la cultura entendida y actuada erróneamente. Pero también es necesario recordar que la educación integral comprende imprescindiblemente la dimensión religiosa, la cual contribuye eficazmente al desarrollo de otros aspectos de la personalidad en la medida en que se la integre en la educación general.
20. según otros, la Escuela Católica sería una institución anacrónica que, después de haber ejercido su papel de suplencia exigido en el pasado, no tendría ya razón de ser en una época en que la sociedad va tomando a su cargo el servicio de la enseñanza. De hecho, el Estado se encarga cada vez más de la institución educativa escolar, amenazando la supervivencia de las comunidades naturales, fundada sobre una común concepción de la vida, mediante instituciones educativas a nivel nacional, pretendidamente neutras. La Escuela Católica, frente a esta situación, se propone ofrecer una alternativa a la que pudieran recurrir los miembros de la comunidad eclesial que lo desean.
21. Es cierto que, en algunos países, la Escuela Católica se ha visto forzada a reducir en cierta medida su acción educativa a las clases sociales más acomodadas, dando la impresión de querer favorecer con su educación una discriminación socioeconómica; pero esto sucede precisamente allí donde, ignorando las ventajas de su presencia como alternativa en la actual sociedad pluralista, le han creado en consecuencia graves dificultades.
22. Relacionadas  con las precedentes están las objeciones que se refieren a los resultados educativos de la Escuela Católica. Se le achaca incapacidad en la tarea de formar cristianos convencidos, coherentes, preparados en el campo social y político. Semejante riesgo es inseparable del esfuerzo educativo: no hay que desanimarse por fracasos aparentes o reales, porque los elementos que influyen en la formación del educando son múltiples y, muchas veces, los resultados se logran a largo plazo.
23. Antes de concluir estas reflexiones acerca de los cargos que se le hacen a la Escuela Católica no se puede menos de recordar en qué contexto se desarrolla hoy el trabajo escolar en cualquier sitio, pero especialmente en la Iglesia Católica: en la sociedad actual, que se encuentra en estado de rápida evolución, el problema escolar en todas partes se presenta como grave; el Concilio Vaticano II ha promovido aperturas que a veces son interpretadas y realizadas erróneamente; existen, además, serias dificultades para encontrar personal educativo preparado y medio de financiamiento. En tales circunstancias ¿no debiera tal vez la Iglesia -como proponen algunos- renunciar a su misión apostólica en las escuelas católicas y dedicar sus fuerzas a una obra evangelizadora más directa, en sectores considerados prioritarios a más acomodados a su misión espiritual, u orientar sus desvelos pastorales al servicio de las escuelas estatales? Aparte de que semejante solución no estaría de acuerdo con las directivas del Concilio, las consideraciones siguientes quieren hacer ver que no se justifican, precisamente, en virtud de la misión propia de la Iglesia.
Algunos aspectos de la escuela contemporánea
24. La problemática de la Escuela Católica no puede comprenderse en su conjunto si no se la considera en el contexto más amplio de la problemática de la escuela en general. Prescindiendo de las reivindicaciones presentadas por los partidarios de la desescolarización, teoría que parece perder importancia, la escuela está adquiriendo en el mundo contemporáneo un lugar preeminente, debido a la función que le compete, ya sea como ¨escuela de todos y para todos¨(participación de los padres de familia, democratización e igualdad de oportunidades), ya sea porque cada vez se configura más decididamente como ¨escuela de tiempo completo¨, coordinado y, eventualmente, absorbiendo las tareas educativas de otras instituciones, o porque la duración del ciclo escolar tiende a prolongarse.
(Documentos Pontificios 3)


domingo, 7 de enero de 2018

I.LA ESCUELA CATOLICA Y LA MISION SALVIFICA DE LA IGLESIA

Misión salvífica de la Iglesia
5. Dios padre, en su misterioso designio de amor, llegada la plenitud de los tiempos envió a su Hijo Unigénito a inaugurar en la tierra el Reino de Dios y a realizar la obra de la redención de los hombres. Para continuar su obra de salvación, Cristo ha instituido la Iglesia como organismo visible vivificado por el Espíritu.
6. Movida por este Espíritu, la Iglesia profundiza continuamente en la conciencia de sí misma meditando sobre el misterio de su ser y de su misión. Renueva así el descubrimiento de su relación vital con Cristo ¨para encontrar mayor luz, nueva energía y mayor gozo en el cumplimiento de su propia misión, y para determinar los modos más aptos para hacer más cercanos, operantes y benéficos sus contactos con la humanidad, a la que ella pertenece, aunque distinguiéndose por caracteres propios inconfundibles¨, y a cuyo servicio está destinada para que la humanidad alcance su plenitud en Cristo.
7. La misión de la Iglesia es, pues, evangelizar; es decir, proclamar a todos el gozoso anuncio de la salvación, de engendrar con el bautismo nuevas creaturas en Cristo y de educarlas para que vivan conscientemente como hijos de Dios.
Medios al servicio de la misión salvífica de la Iglesia
8. para llevar a cabo su misión salvífica, la Iglesia se sirve principalmente de los medios que Jesucristo mismo le ha confiado, sin omitir otros que, en las diversas épocas y en las varias culturas, sean aptos para conseguir su fin sobrenatural y para promover el desarrollo de la persona. Es deber esencial de la Iglesia desarrollar su misión adaptando los medios a las cambiantes condiciones de los tiempos y a las nuevas necesidades del género humano. Al encontrarse con diversas culturas y frente a las continuas conquistas de la humanidad, la Iglesia, a través del anuncio de la fe, revela ¨al hombre de todos los tiempos el único fin trascendente que da a la vida un sentido más pleno¨. Para llevar a término esta misión, la Iglesia crea sus propias escuelas, porque reconoce en la escuela un medio privilegiado para la formación integral del hombre, en cuanto que ella es un centro donde se elabora y se trasmite una concepción específica el mundo, del hombre y de la historia.
Contribución de la Escuela Católica a la misión salvífica de la Iglesia
9. La Escuela Católica entra de lleno en la misión salvífica de la Iglesia y particularmente en la exigencia de la educación a la fe. Sabiendo que la ¨conciencia Psicológica y moral son llamadas por Cristo a una simultánea plenitud como condición para que el hombre reciba convenientemente los dones divinos de la verdad y de la gracia¨, la Iglesia se siente comprometida a promover en sus hijos la plena conciencia de que han sido regenerados a una vida nueva. El proyecto Educativo de la Escuela Católica se define precisamente por su referencia explícita al Evangelio de Jesucristo, con el intento de arraigarlo en la conciencia y en la vida de los jóvenes, teniendo en cuenta los condicionamientos culturales de hoy.
Compromiso educativo de la Iglesia y pluralismo cultural
10. En el curso de los siglos, la Iglesia buscando ¨incesantemente la plenitud de la verdad divina¨, se ha acercado progresivamente a las fuentes y a los medios de la cultura para adquirir un conocimiento cada vez más profundo de la fe y un fructuoso diálogo con el mundo. Movida por la fe, que la impulsa a creer que quien la conduce es el Espíritu del Señor, la Iglesia intenta discernir en los acontecimientos, en las búsquedas y en las aspiraciones de nuestro tiempo cuáles son las llamadas más urgentes a las que debe responder para realizar el designio de Dios.
11. En la sociedad actual, caracterizada entre otras manifestaciones, por el pluralismo cultural, la Iglesia capta la necesidad urgente de garantizar la presencia del pensamiento cristiano; puesto que éste, en el caos de las concepciones y de los comportamientos, constituye un criterio válido de discernimiento: ¨la referencia a Jesucristo enseña de hecho a discernir los valores que hacen al hombre, y los contravalores que lo degradan¨.
12. El pluralismo cultural invita, pues, a la Iglesia a reforzar su empeño educativo para formar personalidades fuertes, capaces de resistir al relativismo debilitante, y de vivir coherentemente las exigencias propias del bautismo. Además, la apremia a promover auténticas comunidades cristianas que, precisamente, en virtud de su propio cristianismo, vivo y operante, puedan dar en espíritu de diálogo, una contribución original y positiva a la edificación de la ciudad terrena y, con tal fin, la estimula a potenciar sus recursos educativos. Estas mismas finalidades se imponen a la Iglesia frente a otros elementos característicos de la cultura contemporánea, como el materialismo, el pragmatismo y el tecnicismo.
13. para garantizar estos objetivos, como respuesta al pluralismo cultural, la Iglesia sostiene el principio del pluralismo escolar, es decir, la coexistencia y - en cuanto sea posible – la cooperación de las diversas instituciones escolares, que permitan a los jóvenes formarse criterios de valoración fundados en una específica concepción del mundo, prepararse a participar activamente en la construcción de una comunidad y, por medio de ella, en la construcción de la sociedad.
14. Dentro de este panorama corresponde a la Escuela Católica un puesto propio en la organización escolar de las diversas naciones, teniendo en cuenta las modalidades y posibilidades que se presentan en los diversos contextos ambientales. Por medio de esta alternativa la Iglesia trata de responder a las exigencias de cooperación que se manifiestan hoy en un mundo caracterizado por pluralismo cultural. Contribuye así a promover la libertad de enseñanza y, por consiguiente, a sostener y a garantizar la libertad de conciencia y el derecho de los padres de familia a escoger la escuela que mejor responda a su propia concepción educativa.
15. Por último, la Iglesia está plenamente convencida de que la Escuela Católica, al ofrecer su proyecto educativo a los hombres de nuestro tiempo, cumple una tarea eclesial, insustituible y urgente. En ella, de hecho, la Iglesia participa en el diálogo cultural con su aportación original en favor del verdadero progreso y de la formación integral del hombre. La desaparición de la Escuela Católica constituiría una pérdida inmensa para la civilización, para el hombre y para su destino natural y sobrenatural.