viernes, 31 de enero de 2014

La Fe (final).

3.- Las Vanas Observancias.- Se entiende por "Vanas Observancias" al uso de medios desproporcionados para obtener en sí mismo efectos naturales. No trata - como la adivinación- de descubrir cosas ocultas o futuras, sino conseguir un fin natural por medios desproporcionados. V. gr: los "talismanes", Magia, Maleficio, Hipnotismo, Agüero.

a) Magia es el arte de obrar cosas sorprendentes mediante la invocación explícita o implícita del demonio y llamámosle "Magia Negra". No la confundamos con aquella vulgarmente llamada "Magia" y consiste en lograr efectos naturales por medios naturales, sanos, y que prácticamente son "ilusionismo" bajo la pericia de esconder hábilmente lo que después aparece sorpresivamente, tal como sacar de una mascada un animal u objeto. Esto no es pecado, siempre que no sea algo fuera de la moral cristiana. Pero la "Magia Negra" sí es intrínsecamente perversa.

b) Maleficio.- Es el arte de hacer el mal por conducto del demonio .. Lleva consigo. una gran maldad, pues no sólo va contra el mismo Dios, sino también contra la caridad y justicia que se debe al prójimo.

Tanto espiritistas como brujos, aunque no tengan contacto con el demonio, pecan mortalmente porque conducen al hombre al error, lo engañan, lo desvían de la verdad, y estafan hasta lograr muchas veces un enriquecimiento maldito.

c) Hipnotismo: Es el arte de inducir en otro un sueño artificial por las fuerzas de la mente, para lograr algunos efectos conexos. El hipnotismo sólo se justifica cuando hay motivos graves, por ejemplo, para curar una enfermedad psicológica que de otra forma no podría curarse, siempre y cuando se consulte al que ha de ser hipnotizado y se le adviertan todos los peligros que tal técnica lleva consigo. En cambio, es gravemente ilícito cuando fines, medios y circunstancias llevan una intención aviesa, por ejemplo, la inmoralidad, el apoderarse para siempre de la voluntad de la persona hipnotizada, fingir efectos sobrenaturales, etc.

d) Agüeros.- Son pequeñas cosas o acontecimientos que se toman como señal de bienes o males futuros; v. gr: pasar debajo de una escalera, la quiebra de un espejo, el canto de la lechuza, etc. Estas predicciones son imaginarias por no tener fundamento natural ni sobrenatural; y son ilícitas porque la Sagrada Escritura las prohíbe: "No se halle entre vosotros quien observe agüeros" (Deut. XVIIÍ- 10).




XIV.- DECADENCIA Y PÉRDIDA DE LA FE.

"La Fe sin obras es Fe muerta" El proceso que sigue la persona humana, quizá inconscientemente, hacia la decadencia y pérdida de la Fe, generalmente se inicia ante el descuido de una conducta verdaderamente cristiana, convirtiéndose en un círculo vicioso: a mala conducta menos Fe, a menos Fe más relajación en la conducta hasta llegar, comúnmente a la pérdida o desviación de la Fe.

Son diez los mandamientos de la Ley de Dios, cinco los de la Santa Madre Iglesia, siete los Santos Sacramentos Fuente inagotable de Gracia. Tres las Virtudes Teologales, cuatro las Virtudes Cardinales, siete los pecados capitales y en contra de estos pecados siete virtudes.El Gran y único sacrificio, Sacrificio de la Santa Misa donde Cristo Dios es nuevamente inmolado... En fin, todo un programa de Leyes, auxilios, estímulos para ser, saber y conocer a un verdadero cristiano.

Pero... "como hoy son otros tiempos", se da la espalda al único programa de salvación, - salvación que ya no importa - para quedarse con la idea de su dios, su iglesia y poder vivir libertinamente, donde cada quien ha constituido su propia religión, y esto no es exagerado, pues observando y comparando con la auténtica Doctrina Católica concluimos que la Fe verdadera ha sido suplantada por una fe descuadrada, corrompida, muerta e impostora.

"El hombre adquiere la justificación con la caridad y no con la Fe sola".

Sacrilegios, supersticiones, fanatismos, indiferencia religiosa, idolatría, juramentos no sólo falsos, sino verdaderos perjurios; paseos, vino, placer en lugar de asistir al Santo Sacrificio de la Misa, o bien una presencia irrespetuosa, superficial y hasta sacrílega, Comuniones vacías rutinarias.

Padres despreciados, arrinconados humillados, estafados; hijos sin amor y descuidados; ancianos, maestros, superiores ya sin autoridad. Calumnias, crímenes insólitos, robos, infamias, injusticias, avaricia y claudicación.

Lujuria por doquier: noviazgos impúdicos, uniones libres, adulterios, anticonceptivos, incestos, abortos, descuido, destrucción y corrupción de la hermosa inocencia, profanación de la virginidad.

Y todo esto nacido y manejado por la soberbia, el desconocimiento del verdadero Dios y la rebelión contra sus mandatos.

Y así nos decimos católicos, hombres de Fe. Y no me refiero exclusivamente a la gente abiertamente mundana, sino a muchos medianos católicos y hasta "laicos comprometidos".

¿Será posible que viviendo este caos anticristiano, en parte o totalmente nos creamos cristianos? Cuando nuestra Fe ya está enferma, naufraga o está plenamente perdida, ya que "la Fe sin obras está Muerta".

"No todo el que me dice ¡Señor, Señor! entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la Voluntad de mi Padre".

¡CREO, OH SEÑOR!
¡HAZ QUE CREA CON MAYOR FIRMEZA!



Sor Clotilde García Espejel, E. D.




miércoles, 29 de enero de 2014

La Fe (cont).

La Herejía.- Es la negación o alteración voluntaria y pertinaz que hace un bautizado contra alguna o algunas verdades de Fe. También hoy pululan los herejes, siendo su fe tan subjetiva que cada quien tiene su dogma, su moral y su culto; suplen y niegan cuanto les viene en gana, tanto en orden a los Misterios, como en lo relacionado con la moral, y no se diga en cuanto al culto. Toda una institución ha suscitado Satanás en las innumerables sectas protestantes.

El respeto humano y la cobardía hacen a muchos de algún modo apóstatas: vivir una religión a escondidas para poder alternar con la pobre sociedad de hoy ... en nombre de una falsa prudencia y de una dizque caridad, se oculta, a conciencia, la propia convicción.
Las dudas contra la Fe, las cuales nacen de la curiosidad por conocer, y de hablar de todo sin tener la preparación ni fundamento, o bien, de no aceptar las enseñanzas del Magisterio Infalible de la Iglesia.

Poner en peligro la fe.- Esto hacen aquellas personas que, sin una causa de fuerza mayor, tratan voluntaria y gustosamente con herejes e impíos, yoguis, gurúes y toda clase de orientalistas, cientistas, cultivadores de ciencias ocultas, miembros de sociedades prohibidas por su secretismo, el ejercicio absolutamente laico de la profesión, organizaciones sincretistas, esto es, que practican una ensalada de creencias (New Age, por ejemplo: Nueva Era).

Omisión de los Actos de Fe.- La Fe languidece cuando no se cultiva, así como se atrofian los miembros cuando no se ejercitan. Los actos de Fe en los misterios Cristianos robustecen nuestra Fe. Recemos el Credo.

Superstición.- Es pecado gravísimo contra la Religión, que atañe el Primer Mandamiento, pero se relaciona con la virtud teologal de la Fe. La Superstición nace de excesiva credulidad. Reviste variadas formas: 
1) Culto indebido a Dios.- 
2) Idolatría.- 
3) Adivinación.- 
4) Telepatía.- 
5) Espiritismo.- 
6) Maleficio.- 
7) Hipnotismo.- 
8) Magnetismo.- 
9) Tentación a Dios.- 
10) Sacrilegio.- 
11) Simonía.- 
12) Amuletos y Vana Observancia.- 

Todas estas formas son pecados, contra le Fe, aunque algunas quieran disfrazarse de científicas.


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Centremos ahora nuestra atención en dos de los más generalizados pecados contra la Fe: la Superstición y la Irreligiosidad. Se originan y tienen vínculo estrecho en la desviación o negación de la verdadera Fe Católica y siempre lesionan la religiosidad y la piedad.

La superstición conduce al ser humano a dar a Dios un culto excesivo, no porque sea mayor de lo que Dios merece, pues nosotros, finitos, jamás daremos a Dios siquiera un culto completo; sino porque es un culto excedido en los medios, en las formas, en los símbolos.

Mientras que la superstición desvía, falsea el culto, la Irreligiosidad camina en contra del Primer Mandamiento por defecto, es decir, por negación, falta de respeto, abuso, desprecio de lo Sagrado.


I.- Empezaremos por la Superstición.

La palabra "superstición" viene de "super" (sobre) y de "statuens" (= establecer). Significa cualquier exceso en la medida de una cosa. Tomada en sentido estricto para el culto divino; decimos que "superstición" es un vicio que ofrece culto divino a quien no debe (creaturas o falso dios), y a quien debe, pero de modo indebido.

A.- Culto indebido. - De dos formas se ofrece a Dios un culto indebido: 1º, un culto falso, y 2º, un culto superfluo e impropio.

1.- Se honra a Dios con falso culto cuando en el modo de honrarlo hay falsedades; por ejemplo, estructurar una "teología del Espíritu Santo", que en lugar de conducirnos a la contemplación y al silencio para escuchar sus inspiraciones, por ignorancia o conveniencia se lleva al pueblo a un culto que nada tiene que ver con la espiritualidad cristiana, como son bailes, saltos, aplausos, contorsiones epilépticas, aullidos y demás dentro del Templo, dizque para llamar y recibir al Espíritu Santo. Igualmente, en lugar de aceptar la voluntad divina, fingir milagros inexistentes de curaciones corporales: (¿porqué no curan las almas convirtiendo a los pecadores? ¡Farsas de culto a Dios!). Hay también exceso en atribuir a las Reliquias un valor espiritual más allá del verdadero o el atribuir a alguna Imagen el, poder de intercesión que el verdadero Santo a quien representan, no tiene ante Dios. (¡La Sombra de Señor San Pedro para proteger a los ladrones!).

2.- Superuflo e impropio.- Las "limpias" con Imágenes, el uso de Aceite del Santísimo para curar males, oraciones "infalibles" como las "cadenas", y hasta oraciones que piden mal para enemigos ...

B.- Culto a quien no se debe: a las creaturas o a falso dios: Idolatría, Adivinación, Vana Observancia.

1º.- Idolatría. - La Idolatría consiste en dar a la creatura el culto debido a Dios. Cuando hablamos de idolatría pensamos, inmediatamente. en los pueblos bárbaros politeístas, adoradores de ídolos; sin embargo, en un sentido menos estricto sino amplio y general, llamamos idólatras a aquellos que ponen a la creatura en lugar del Creador; por ello dice San Pablo: "... y la avaricia, que es una idolatría ... " (Col.3-5).

Hoy que el hombre ha constituído, imprudente y audaz, su propia religión, su propio dios, sus propias leyes" con una consciencia no sólo laxa sino relajada, creemos y probamos continuamente que el hombre, en el más alto porcentaje, es adorador del poder, del dinero y del placer en todas sus manifestaciones, atropellando así el derecho divino y pisoteando sus deberes y su dignidad. Tal hombre que se dice civilizado, que se cree intelectual, se avergüenza de ser, católico practicante y no quiere ser "fanático"; sin embargo, es un idólatra porque da a las creaturas el culto que sólo debe a Dios, y lo que es peor, se adora a sí mismo: causa de tanto desorden y de tanta infamia particular y universal. (Ej. canciones de amor apasionado).

"Amarás a Dios sobre todas las cosas" dice el Primer Mandamiento de la Ley de Dios; y pregunta el gran Ripalda: ¿Qué es amar a Dios sobre todas las cosas? Y él mismo responde: "querer perderlas todas antes que ofenderle" (Catecismo) Pero hoy, antes que perder cualquier bagatela, se está dispuesto a ofender a Dios, porque el hombre, en su inconsciencia, se siente omnipotente con una omnímoda libertad ... ¡Pobre humanidad!

Yo considero que la idolatría no sólo es pecado mortal, sino que conduce a otros pecados mortales, de donde se convierte en raíz y fuente de toda perversidad.

La ignorancia que de suyo es atrevida, y la soberbia, que obnubila la mente y endurece el corazón, maldice la Conquista de América Hispana, y critica la Evangelización, porque osaron alejamos de la pérfida y material idolatría. Con esto que llevamos dicho deberían convencerse que la idolatría no sólo aparta las almas de su eterna salvación, sino que, en lo temporal y social, retrasa a los pueblos y los degrada. Así también en el individuo que cae bajo la idolatría de sus pasiones no debe desoir la voz de quien le advierte, de quien le abre los ojos para que sacuda ese retraso espiritual y no caiga en la degradación.

2.- Adivinación.- "Predecir el futuro o descubrir cosas ocultas". -Como al tratar de la idolatría, recordaremos nuevamente a aquellos pseudo-intelectualillos que no quieren aceptar la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía, que se burlan de la Transubstanciación, que no creen en el perdón de los pecados, que profanan con su incredulidad la Pureza Virginal de María Santísima, al igual que los herejes e ignorantes. En cambio, sí creen en las predicciones de las "húngaras", en una vivales que echa las cartas, en otra languza que pretende leer el futuro en las líneas de las manos, en la que cómodamente lo estafa "descifrando" en una taza los residuos del café... o bien, se interesa en una adivinación sobrenatural producida por el mismo demonio para hacerlos suyos. Porque la adivinación que ocurre al márgen del mismo Dios se realiza por expresa o tácita invocación de los demonios. 

Veamos:

a) El demonio, si Dios lo permite, puede contestar a través de un ídolo, y llamámosle Oráculo. 
b) Cuando produce una sensación maravillosa, decimos Prestigio. 
c) Pitonismo cuando contesta por medio de brujos y adivinos. 
d) Cuando contesta por la aparente resurrección de un muerto, Nigromancia. 
e) Si es por sueños, llámase Orinomancia 
f) Cuando inexplicablemente aparecen figuras sobre la tierra, decimos Geomancia. 
g) Hidromancia cuando las figuras son en el agua. 
h) Y si son en el aire, Aeromancia. 
i) Y a las figuras que aparecen en el fuego, también por poder diabólico, se dice Piromancia.

Todo esto tiene una directa intervención diabólica. Por tanto, quien participa peca mortalmente: "No ha de haber nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, que practique la adivinación, astrología, hechicería o magia, ningún encantador o consultor de espectros o adivinos, ni evocador de muertos, porque todo el que hace estas cosas es una abominación para Yahvéh tu Dios" (Deut.XVIII-10-12).

Dejamos un lugar especial al Espiritismo por ser tan popular y desgraciadamente aceptado en todas las clases sociales, económicas e intelectuales. El espiritismo es el arte de comunicarse con los espíritus de los muertos y de saber por su medio cosas ocultas. Esta comunicación se realiza generalmente por una persona llamada "Medium", la cual, sumergida en un sueño hipnótico profundo, llega a tener conocimientos extraordinarios de lenguas o de conocimientos futuros. Otras veces el demonio responde por sí mismo o por escrituras misteriosas, o por golpes en algún objeto. Frecuentemente algunas de estas manifestaciones sólo son trucos de vividores que engañan a los incautos, quienes, en lugar de buscar a Dios, pierden el camino y hasta pretenden conjugar el satanismo con el catolicismo. Conocemos también que hay quienes, instruidos en la "Magia Negra" y poseyendo ciertos libros secretos, no sólo realizan el espiritismo diabólico, sino que realizan maleficios y hasta las sacrílegamente infernales "Misas Negras".

Estos últimos no sólo tienen contacto con el demonio, sino que también lo adoran, profanan gravemente al Verdadero Dios, pecan irremisiblemente contra el Espíritu Santo y llevan consigo su propia perdición eterna. 

Conexa a estas malas artes anda el Horóscopo: práctica netamente pagana y tristemente resucitada en nuestros días: es una negación de la libertad humana y de la Divina Providencia.


sábado, 25 de enero de 2014

La Fe (cont).

XIII- PECADOS CONTRA LA FE.

Hoy que, pasada la crisis de Fe, se ha caído en la más escandalosa indiferencia o impiedad, es menester volver a las Fuentes primitivas para vivir la única y verdadera Fe, la de siempre, la Fe Católica.

¿Qué, quién o quienes nos condujeron a esta pérdida de Fe? - Todo y nada; todos o ninguno. Todo, porque el demonio conjugó un cúmulo de armas para combatirnos, y nada, porque, de haber estado preparados en nuestra Sacrosanta Religión y haber permanecido en la oración, todo el embate del demonio se hubiera frustrado y al fin nada hubiera logrado. Todos, pues ya voluntaria y conscientemente, ya involuntaria o inconscientemente pero todos y cada uno de los mortales somos responsables, con mayor o menor culpa, de esta pérdida de la Fe; y ninguno, porque - repetimos lo anterior - de haber estado cultivados en nuestra Doctrina y de haber vivido en Gracia de Dios, ninguno hubiera podido quebrantar nuestra Fe.

Es toda una historia de ataque por parte del que agrede la Fe, y descuido por parte de los agredidos. Así que, para exponer un análisis veraz, profundo, habría que llenar múltiples hojas, lo cual, por ahora, no nos parece necesario ni menos posible. Lo que sí importa es que no confundamos las causas con los efectos y tratemos de enmendar nuestra conducta.

Veamos cuáles son los pecados contra la Fe: ignorancia religiosa, excesiva credulidad, infidelidad, herejía, apostasía, duda contra la Fe , omisión de los Actos de Fe, poner en peligro la Fe y la superstición.

"Según Santo Tomás de Aquino, los pecados que se oponen a la Fe son: la infidelidad o paganismo (II-II-10), que cuando es voluntario es el mayor de los pecados después del odio a Dios (a.3); la herejía, que niega algún dogma revelado en particular o, duda  voluntariamente de él (Ib. 11); la apostasía, que es el abandono total de la Fe cristiana recibida en el Bautismo (Ib. 12); la blasfemia (Ib. 13), sobre todo la que va contra el Espíritu Santo (Ib. 14), y la ceguera del corazón y embotamiento de los sentidos, que se oponen al don del entendimiento (Ib. 15, 1-2), y proceden, sobre todo, de los pecados de la carne (Ib. 3).

El estudio detallado de estos pecados pertenece a la teología moral (P. Antonio Royo Marín, O. P., Teol. Perfecc. 334).

Hoy como nunca, el hombre se angustia por estudiar todo lo que concierne a las ciencias profanas; sin embargo, también hoy como nunca el hombre se ha descuidado del conocimiento de Dios y de sus misterios. Y del mismo modo que el cristiano se descuida de lo único trascendente, el enemigo representado en mil facetas lo ataca y le destruye una Fe ya quebrantada por la ignorancia y por la vida libertina: "...por cuanto no hay ya conocimiento de Dios en la tierra, la maldición y la blasfemia, la mentira y el homicidio, el robo y el adulterio lo han inundado todo". (Os. IV-1-2).

Habla el Profeta Oseas de una ignorancia culpable donde por indolencia -quizás por desprecio- falsa escala de valores, sistemas inadecuados, el hombre desconoce a Dios. Y desconocer a Dios no es desconocer su Nombre; claro que no: pues se puede conocer y creer en la existencia de Dios, entender algo de Él y de sus cosas y hasta realizar algunas prácticas piadosas, y aún así, no conocer a Dios.

Conocer a Dios es conocer especulativamente y con profundidad nuestra Doctrina en su Dogma, su Moral y su Culto; es conocer su voluntad tanto en lo universal como en lo particular, para identificar la nuestra con la Suya. Conocer a Dios es vivir en la convicción de que este destierro es sólo un medio para alcanzar el Fin, que es la vida Eterna; es saber que sólo hemos nacido para conocer, amar y servir a Dios en esta vida y después verle y gozarle en la otra. El que todo esto no sabe, o lo sabe pero no lo vive, es un ignorante en Religión.

Hoy contemplamos un mundo tecnologizado pero alejado de Dios; de tal manera que se cumple lo que dice el profeta Oseas, hasta concluir con las expresiones sapientísimas del Ilustre Pontífice Benedicto XV: "Sostenemos que gran parte de los que se condenan, sufren esta pena sin fin por la ignorancia de los Misterios de la Fe, que debían creer."

Excesiva credulidad. - Indudablemente que la gran ignorancia religiosa conduce, entre otras tantas cosas de peligro para nuestra Fe, a una gran credulidad y a un falso respeto de todo lo que otros crean, aunque sean grandes' errores. Por la gran credulidad se ha llegado a un trueque de Verdades por verdades y toda novedad es bienvenida, como un mosaico y enredo de creencias que ya no sabe uno si es o no católico o si es protestante, o si es mahometano, o bien, budista o rosacruz.

Todo cabe en esa fe libre...liberada y de gran criterio... y desde luego, con la gran anarquía que hoy se vive. Lo mismo da que la Santa Madre Iglesia dé luz verde o que lo prohíba; pues el católico de hoy, tan liberado, es muy "sui géneris".

Pero escuchemos al Discípulo del Amor: "Carísimos, no creáis a cualquier espíritu, sino examinad los espíritus, si son de Dios; porque muchos pseudoprofetas se han levantado en el mundo" (I Jn IV-1) y el dulce y encantador Místico, San Juan de la Cruz, en su "Subida al Monte Carmelo" y "Noche Obscura", nos dice: "El admitir con fácil credulidad - no con Fe- visiones, revelaciones, profecías privadas, suponen falta de Fe, como si no fuera suficiente la divina Revelación Oficial".

Se ha creado una "Fe Sentimental", la cual es instintiva, caprichosa, que busca, no las altas esferas de la oración y el sacrificio, sino el placer de los sentidos, de la emotividad.

La Infidelidad.- No nos referimos a aquel hombre que, por no estar bautizado, carece de Fe; y aunque la infidelidad se extiende a todo pecado canta la Fe, aquí hablamos dé aquella infidelidad que nace del sujeto que por su propia culpa se ha descuidado en instruírse teniendo posibilidad de hacerla, o peor, que rechaza y desprecia la Fe después de conocerla a fondo.

La Indiferencia Religiosa.- Uno de los más fuertes pecados de nuestro tiempo; pecado que constituye un círculo vicioso: tanto es efecto de una Fe que agoniza, como causa de la pérdida de la Fe. Da lo mismo una u otra religión, y hasta el no tenerla; es igual cumplir en miércoles que en domingo, que no asistir a los Oficios Religiosos; pecar que no pecar; respetar el templo que no respetarlo... es lo mismo... ¡Qué horror!

Apostasía.- Es el apartarse o abandonar a Dios... a) Apostasía de la Fe es el abandono de la Fe cristiana recibida en el Bautismo.- b) Apostasía de la Religión es la del religioso profeso de votos perpetuos que ilegítimamente sale de la casa religiosa con ánimo de no volver, o el que, aun saliendo legítimamente, no vuelve a ella con el fin de sustraerse a la vida religiosa. No es de nuestro tema ocupamos de los casos b) ni c), que más bien pertenecen al Derecho Canónico. Hablaremos de a), ya que son muchos los que en la actualidad vuelven la espalda a Dios por un plato de lentejas, y, de uno u otro modo sirven a un falso Dios. Yo diría que en esta época existe una apostasía masiva, y solapada que es peor. Llamamos también apostasía al abandono de la Fe Católica para adherirse a las sectas heréticas, cuales son las protestantes. El Derecho Canónico le da el nombre de herejía; pero el pueblo lo llama apostasía por el hecho de dar la espalda a la Fe Católica. En todo caso, es una apostasía parcial. El Concilio Vaticano II dice que, quienes hacen esto a ciencia y conciencia, exponen su salvación. (L. G. 14).


jueves, 23 de enero de 2014

La Fe (cont).

¿BASTARÁ CON LA FE SOLA?

La Fe es cimiento de la estructura espiritual, pero sin el cultivo de la Esperanza en Dios y en sus promesas se llegará a la indiferencia, y la indiferencia no propicia un buen terreno para la Fe; pues si se torna a indiferente a la Esperanza aquello que debiera esperar con entusiasmo, no podrá la Fe prolongarse su vida por gran tiempo.

La caridad, que es el Amor y la unión con Dios y de ello al prójimo y a toda criatura, mediante la Gracia santificante y la oración es calor ardiente que empuja y entusiasma a la Fe a penetrar con mayor profundidad en los misterios. La Fe sin caridad muere, es inconcebible creer y no amar.

"Si tuviere tanta Fe que trasladara los montes y no tuviere caridad, nada soy" (I Cor. XIII-2). 

"Para Jesucristo no vale la circuncisión, ni la incircuncisión, sino sólo la Fe que obra por la caridad" (Gal. V-6).

El que diga que tiene Fe y no tiene amor de Dios y por ello tibia conducta, está falseando la verdad y carece del verdadero temor de Dios, que es un Don del Espíritu Santo: "El que no tiene temor de Dios no puede ser justificado" (Eclco. I-28).

Pero el cristiano no sólo ha de hacer crecer la Esperanza y la Caridad para conservar y aumentar su Fe: No. Es menester arrojar de sí los vicios y plantar virtudes como la humildad, diligencia, castidad, entrega, prudencia, justicia, fortaleza .....

"La Fe es una ciudad de refugio y las buenas obras son la guarnición que la defienden", (San Jerónimo).

San Agustín nos dice: "La Fe es una planta y las buenas obras son el jugo que las alimenta".

Pero conservar la Fe, la Esperanza y la Caridad, así como hacer nacer y crecer las otras virtudes supone esfuerzo, sacrificio, penitencia, y sin esto no logramos las virtudes, y sin las virtudes no amamantamos la Fe. San Lucas nos dice:" Si no hacéis penitencia pereceréis todos".

"El hombre adquiere la justificación con las obras y no con la Fe sola" (Jac. 11-24).

Si bastara la Fe, ¿para qué hubiera el Padre Eterno dado su Ley y exigir que la cumpliéramos como condición para llegar al cielo?

Convenzámonos que la Fe sola pero sin obras está muerta, del mismo modo que un cuerpo sin alma.

Sea la Fe motivo de nuestro crecimiento espiritual, y nuestras buenas obras alimento de la Fe.


XI.- FE Y GRACIA.

En la medida que el Cristiano vive en la Gracia Saritificante; en esa medida apoya su Fe, la hace crecer y penetrar los misterios.

La Gracia Santificante es un Don de Dios que eleva nuestra simple naturaleza humana a una relación con Dios, ya no sólo de simples creaturas, sino de hijos adoptivos de El. En esa amistad con Dios sucede que si conservamos la Gracia y la aumentamos, hay una unión más íntima y estrecha con el Señor que nos va haciendo triunfar de la muerte del pecado, de la horrible tibieza, de la malas' costumbres, substituyendo la obscuridad por la luz especial de la Gracia.

Como consecuencia lógica de ese trato con Dios por el estado de Gracia, el alma está clara, limpia y, por tanto, la Fe se vuelve nítida, iluminada. Además, como la Fe es una virtud, y Teologal, esa unión con Dios mediante la Gracia, que es jardín de virtudes, no podía, en modo alguno, dejar de ser alimento de la Fe.

Si queremos ser felices aquí en la tierra y posteriormente llegar al Cielo cumpliendo antes nuestra vocación Universal y particular, vivamos la vida de la Gracia mediante los Sacramentos, sobre todo los Sacramentos de la Penitencia y la Sagrada Comunión, y así, viviendo en Gracia, nuestra vida será siempre iluminada por la Luz de la Fe, la cual nos librará de claudicar, de caer en desesperación, y sobre todo, de morir eternamente.


XII.- DEBERES DEL CRISTIANO CON LA FE.

Los deberes para con la Fe, nacen y tienen sus consecuencias en el crecimiento de la misma Fe viva. Si tenemos Fe es necesario conocerla, aumentarla, profesarla, confesarla y preservarla, y si así lo hacemos, nuestra Fe será, inconmovible y perenne. No olvidemos que en la medida en que cumplamos con estos deberes, en esa medida haremos crecer nuestra Fe.

Conocer nuestra Fe, es conocer el don divino de la Fe que es el instrumento con el cual hemos de creer. Conocer nuestra Fe es, también, conocer el objeto de nuestra Fe que es toda la revelación divina, todas las verdades, deberes y acciones de culto que encierra nuestra Religión. Conocer nuestra Fe es conocer a la Santa Madre Iglesia Católica que es la custodia de nuestra Santa Religión y Madre y Maestra de todo bautizado. Conocer nuestra Fe es conocer a Dios mediante los anteriores conocimientos y vivir una vida de piedad.

Profesarla.- Profesar nuestra Fe ya no sólo es creer sino vivir toda verdad revelada de acuerdo con la Santa Madre Iglesia. Ser, por la Fe vivida, un verdadero cristiano.

Confesarla.- con nuestra vida, con nuestros hechos y nuestras palabras sin temor, ni miedo, ni "respetos humanos"; si es posible por confesarla perder la vida. No hemos de temer a quienes matan al cuerpo, sino a aquellos que matan el alma.

Preservarla.- La Fe es un Don divino que ha de conservarse y darle crecimiento, no ha de exponerse al peligro, y sí desarrollado mediante actos de Fe. Los cristianos actuales de pacotilla, que viven una vida libertina en todos los aspectos, aquellos que lo mismo asisten a una reunión masónica que a una Misa; los que se sienten bien en cualquier templo protestante, los que por falsa caridad conviven con los hijos de Lutero, los que prefieren la meditación yogui y no los imperecederos ejercicios de San Ignacio o, por lo menos los pensamientos ciertos, breves y sencillos de algunos autores modernos que se adaptan a la poca reflexión de hoy; los que por adelgazar y conservarse jóvenes se reúnen en las conferencias macrobióticas o vegetarianas que no son sino medios para embaucar a los incautos y caer en las garras de la mentira. Todos estos, es imposible que conserven la Fe, ya que no saben defenderla.

La Fe es delicada y fina y puede hacerse de ella, y con ella una fortaleza, pero si se le abandona, se marchita y muere y al morir ella, ya hemos muerto nosotros.

Conozcamos nuestra Fe, profesémosla, confesémosla, y sobre todo preservémosla, y ella nos conducirá a remotas mansiones espirituales.

Mas no nos conformemos con poseerla, sino propaguemos la Doctrina de la Fe.

Uno de los defensores más entusiastas del hereje Arrio, fue el emperador Valente, que quería atraer al arrianismo al Santo Obispo Basilio. Modesto, prefecto del pretorio, fue encargado de la ejecución. Para ello Modesto se fue a Cesarea y empleó todos los medios de persuación que estaban a mano. A las palabras de Modesto respondió el santo: En mi calidad de guardián puesto y consagrado para velar sobre la Doctrina Católica, yo la defenderé al precio de mi sangre y de mi vida. Id a decirlo al Emperador. Modesto, irritado por tal resistencia, le dijo: Os doy la noche para pensarlo.

Es inútil, respondió Basilio, yo seré mañana lo mismo que soy hoy .- El prefecto recurrió entonces a hacerle grandes promesas, pero todo fue en vano. Vencido por tal resistencia volvió al Emperador y le dijo: "Hemos sido vencidos por ese Obispo, está sobre toda amenaza y promesa."



sábado, 18 de enero de 2014

La Fe (cont).

X.- OTROS ASUNTOS DE LA FE.

La Fe No se opone a la Razón.- Si alguien pregunta a un católico porqué cree en la presencia real de Jesús en la Eucaristía, responderá sin duda que se apoya en la enseñanza infalible de la Iglesia, cuya doctrina es revelada por el mismo Dios y probada con los motivos de credibilidad, que son las profecías y los milagros.

Oigamos a P. Royo Marín: "Los católicos apoyan su fe en la autoridad de Dios que habla en su revelación y cuya revelación se da a conocer por la proposición infalible de la Iglesia Católica, que tiene una autoridad infalible para proponer las verdades de la Fe comprobadas con toda certeza por el Milagro y la Profecía".

Así que el motivo de nuestra Fe se funda en que el Autor de ella es el mismo Dios, que es infinito en toda perfección, y creemos que es Dios el Autor de todo lo revelado, porque la Iglesia, Madre y Maestra, no sólo nos enseña, nos instruye, sino que nos da la seguridad, la certeza de que es Dios quien ha revelado probando su divinidad con el milagro y la profecía. Sólo en nuestra Iglesia Católica existen estos motivos de credibilidad, que son hechos sensibles extraordinarios, que superan las fuerzas de la naturaleza y que se llaman "milagros" (ejemplo: La resurrección de Lázaro, (Jn. XI), e igualmente la Profecía: predicción cierta de un hecho futuro que no se puede conocer naturalmente y que se realiza en la forma de anuncio. (Ejemplo: "la Virgen concebirá" Is. VII-14).

Profecías como Milagros, los encontramos sin número en la Sagrada Escritura. Libro Santo inspirado por Dios y que consigna la historia de modo irrefutable. Aun como hechos simplemente históricos, no habrá persona prudente que se atreva a negarlos; y si dentro de estas narraciones rigurosamente históricas hay hechos milagrosos o profecías profundamente relacionadas con el contexto, ¿podrá alguien atreverse a rechazarlas?

Así que yo, para creer, creo porque, Dios es infinitamente perfecto y su perfección está suficientemente probada: así, como está comprobado que Dios es el Autor de la Revelación y que, por tanto, su Revelación es divina: yo, por mi parte, creo con el Don de la Fe por Él regalado. De aquí concluyo que la Fe no se opone a la razón, antes se apoya en ella. Todos estos razonamientos que nos conducen a aceptar el misterio que no comprendemos con el entendimiento, nos hacen comprender que la Fe en lo sobrenatural se apoya en la razón y la eleva.

El acto de Fe.- Para entender el acto de Fe debemos tener en cuenta sus tres elementos constitutivos: entendimiento, voluntad y Gracia. El 'entendimiento' está creado para la verdad; sin embargo, y a pesar de de sus pretensiones, hay verdades inalcanzables para el entendimiento humano, pues sólo capta lo evidente. Por ello el acto de fe es un acto del entendimiento impulsado por la voluntad; porque como las verdades de Fe no se presentan evidentemente al entendimiento, toca a la voluntad empujar al entendimiento a creer las verdades propuestas por Dios, claras en sí mismas, pero para nosotros suelen ser obscuras y carecer de explicación; y es así como el entendimiento, iluminado por la fe e impulsado por la voluntad movida por la Gracia, acepta seguro las verdades de la Fe.

Dice el Catecismo Romano: "El entendimiento ve razonable dar un sí, porque la autoridad de Dios le ofrece plena garantía; pero no puede darlo si no lo manda la voluntad, porque por sí mismo el entendimiento sólo cede ante la evidencia. Es importantísimo el papel que la voluntad desempeña en el acto de Fe".

Por eso vemos que una vida libertina, inmoral, conduce a la pérdida de la Fe, ya que una voluntad viciada prefiere sus pasiones en lugar de empujar al entendimiento; y también, un entendimiento desviado no estimula a la voluntad. Es por eso que ahora en este mundo sibarita e inmoral, la Fe se extingue y se suplanta por una caricatura de la Fe.


Elementos del Acto de Fe.- 

a) Los motivos de credibilidad (Milagro y Profecía); 
b) apoyo en la autoridad de la Iglesia, que nos propone las verdades de Fe como reveladas por Dios; 
c) de manera formal, la Fe se apoya en la Autoridad de Dios que no puede engañarse ni engañamos;
d) procede simultáneamente, tanto del hombre, como de la Gracia e inspiración de Dios que influye en el entendimiento y la voluntad.

La Fe y la Ciencia.- ¿Se oponen la Ciencia y la Fe? ¡Imposible!. La verdadera ciencia y la auténtica fe jamás se han opuesto, antes al contrario, se completan, e incluso, la fe dirige y eleva a la Ciencia. Si la ciencia y la fe se opusieran, Dios no sería Dios, pues estaría contradiciéndose y contradiciendo, puesto que Él es el Autor de la Fe y el Creador de la Ciencia.

Una verdad de fe es una verdad enseñada por la Iglesia y cuya autenticidad la avala su origen divino; una verdad científica es una verdad comprobada con absoluta certeza por la ciencia. Por otra parte, del mismo modo que una simple opinión teológica, si no está certificada por la Iglesia, aunque venga del más eminente teólogo, no deja de ser una simple opinión; así una hipótesis o teoría, aunque la pronunciara el Premio Nobel de la Ciencia, no pasaría de ser una hipótesis, una teoría... pero jamás una verdad científica.

Los falsos científicos o los falsos filósofos, sea por limitaciones mentales o de formación, o bien por abierta perversidad, han confundido al mundo cuando pretenden obligarlo a reflexionar sobre hipótesis, improbables que se oponen a los dogmas fundamentales. Por ejemplo, el evolucionismo radical darwiniano, simple hipótesis que jamás pudo probarse, que hoy vegeta casi abandonada, se opuso al dogma de la Creación directa del universo por la Causa de las causas, que es Dios.

No hay contradicción entre la verdad de fe y la verdad científica, pero sí puede haberla entre:

Una opinión teológica y una hipótesis o teoría científica, porque ninguna de las dos tiene fundamento evidente.

Igualmente, entre una opinión teológica y una verdad científica; porque la primera no está aprobada y la segunda si está comprobada.

Una verdad teológica y una hipótesis o teoría científica son contradictorias cuando la hipótesis sin fundamento se opone a un dogma. Advirtiendo que, si la hipótesis o la "teoría van por un buen camino, pudieran no oponerse a una verdad de Fe, pues un conocimiento científico generalmente pasa por esas etapas antes de demostrar su evidencia.

Pero entre una verdad teológica y una verdad científica jamás habrá contradicción. Ya dice Bacon: "Si la poca ciencia aparta de Dios, la mucha ciencia conduce siempre a Él". "La Fe no teme a la Ciencia, sino a la ignorancia" (Faría).

Concluyamos aseverando que a la Ciencia no le estorba la Fe; antes al contrario, como dijimos al principio; la Fe es útil y eleva a la Ciencia, pues le da firmeza, la preserva del error, la ilustra... y reconocemos que la ciencia apoya la Fe, no porque la Fe en sí necesite apoyo, sino porque hay que probar lo que se puede probar y es la Ciencia en ese aspecto un,gran auxiliar.


martes, 14 de enero de 2014

La Fe (cont).

VIII.- NACIMIENTO DE LA FE.

Ella nace en el sujeto en el momento de su Bautismo, cuando el mismo Espíritu Santo regala el Don preciado de la Fe envirtud de los méritos de Cristo.

Si el bautizado es un niño queda allí latente el esplendor de la Fe que será regada y cultivada por padres y padrinos, mientras el llega a la edad responsable, con buenos ejemplos y recta educación cristiana.

Todo hombre es un compuesto de espíritu y materia creado por el mismo Dios a su imagen y semejanza, y es por ello que encierra en su ser profundos misterios y uno de esos misterios naturales es el que, desde que es concebido, aunque de manera inconsciente empieza a guardar vivencias en su interior; así que aunque el bautizado sea muy pequeño, es menester tomar en cuenta lo antes explicado para iniciar una formación de la Fe correcta y sólida.



IX- CONSERVACIÓN Y CRECIMIENTO DE LA FE.


La conservación de la Fe supone crecimiento. No puede quedar estática, para conservarla hay que alimentarla, y el alimento la desarrolla. El alma que vive en Gracia, gozando internamente, en sí misma, la dulce y sobrenatural compañía de la Santísima Trinidad, alimento extraordinario de toda virtud y vida Santa, nunca perderá la Fe, sino al contrario, irá en crecimiento.

La Gracia.- Desde luego, para vivir en Gracia es necesario huir del pecado y frecuentar los Sacramentos, fuentes de vida y de vida espiritual y eterna. Hay que confesar los pecados y recibir la absolución en el Sagrado Tribunal de la penitencia, donde es el mismo Cristo quien, a través de su ministro, nos perdona los pecados y nos regala su Gracia, y recibir la Sagrada Eucaristía, donde se nos da Nuestro Señor Jesucristo, el mismo Autor de la Gracia.

La oración vocal y mental con que pedimos, ofrecemos,damos y, sobre todo recibimos bienes espirituales. La oración tiene muchos frutos y, entre. ellos, el aumento de la Fe.

La Piedad, que consiste en tratar con respeto y fervor todo lo Sagrado. Ser reverentes con lo Santo, con lo Sagrado, hace florecer la Fe con juventud y frescura.

Instrucción de la Doctrina Católica que, entrando por los sentidos, llega a la razón; conducida hasta la Fe, donde es iluminada por la misma Fe y absorbida para el crecimiento de esta fundamental Virtud Teologal.

Líbrense de la confusión maléfica que llega a poner en el mismo nivel a nuestra única y verdadera Religión Católica con las falsas religiones y los grupos sectarios.

Amor a la Iglesiá Católica. Que nuestra Fe no sólo se base en la convicción de nuestros antepasados, sino en la propia convicción, y así no resbalar a la indiferencia religiosa.

No sentirse cristianos tan maduros que asistan a lugares donde hay falsas religiones o grupos sectarios, pues el que ama el peligro en el perece.

Y entre otras muchas cosas y circunstancias que nos ayudarían a conservar y hacer crecer la Fe, está la congruencia entre lo que creo, lo que predico y lo que hago.

Propaguemos la excelsitud de nuestra Fe y así, ayudando a nuestros hermanos, nos ayudaremos a nosotros mismos.


martes, 7 de enero de 2014

La Fe (cont).

V.- DIVISIÓN DE LA FE.


Para que no entremos en confusión cuando hablamos de la Fe como virtud Teologal o Fe como el contenido que ha de creerse mediante la virtud Teologal, hagamos esta breve pero útil división:

Llamamos Fe Objetiva a la Doctrina que hay que creer, ejemplo: La presencia Real de Cristo en la Eucaristía; la Encarnación del Verbo Divino en el vientre Virginal de María Santísima; la Consagración del pan y del vino en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, etc. etc.

Decimos Fe Subjetiva a la luz o conocimiento sobrenatural que ilustra al entendimiento para que acepte la Fe Objetiva.

Denominamos Fe Divina, cuando tomamos en cuenta que se acepta la verdad revelada por el testimonio de Dios Perfectísimo que ni se equivoca, ni se engaña, ni engaña.

Y nombramos a la Fe, humana, cuando cualquier verdad profana se acepta por testimonio y autoridad humana.

Lo que se conoce por la propia experiencia no es Fe sino ciencia.


VI.- ELEMENTOS DE LA FE.


Entendemos por elementos de la Fe aquellas partes constitutivas de la Fe, aquello que conforma su estructura y son: Objeto material, objeto formal, motivo y medio.

Objeto Material de la Fe es aquello que creemos, por ejemplo: el extraordinario y embelesador Misterio de la Santísima Trinidad, el Dogma de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, la Presencia Real de Jesucristo en la Sagrada Eucaristía, el Misterio de la Transubstanciación ...; en una palabra, toda la Divina Revelación cuyas Fuentes son la Sagrada Escritura y la Tradición Apostólica.

Objeto Formal de la Fe: es el mismo Dios, que es quien revela.

Motivo de la Fe es la perfección, sabiduría, veracidad, perennidad, inmutabilidad de Dios, que no puede engañarse ni engañarnos.

Medio de la Fe es el camino por donde nos llega la Revelación de Dios, que es la Santa Madre Iglesia, sea por la forma solemne del Magisterio Eclesiástico, sea por la enseñanza común.



VII- PROPIEDADES DE LA FE.


Propiedades de la Fe son sus atributos o cualidades y pueden ser Objetivas y Subjetivas.

Objetivas, cuando se refieren al objeto que en este caso es la misma Fe; y Subjetivas, cuando corresponden al sujeto que es quien posee y ejerce la Fe.

Propiedades Objetivas de la Fe: Sobrenatural, Cierta, Obscura e Infalible.

Es Sobrenatural por su principio, pues siendo la Fe una Virtud Teologal es regalada por Dios al hombre, la cual se acrecienta con medios sobrenaturales: es Sobrenatural por su objeto material, el cual está, constituido por todo el conjunto de verdades, leyes y culto revelados por el mismo Dios; es Sobrenatural por su objeto formal, porque es la Autoridad: de Dios, infinito en toda perfección, quien avala la Fe considerando que Dios, por tanto, no puede engañarse ni engañarnos y es Sobrenatural por el fin; ya que el fin de la Fe es que el hombre logre la vida de la Gracia; glorifique a Dios y pueda gozarlo eternamente.

La Fe es Cierta porque descansa en la autoridad de Dios que es infinito, perfecto, inmutable, sapientísimo.

La Fe es Obscura en razón de su objeto, porque la mayoría de las verdades escapan al razonamiento: "El acto de fe es esencialmente obscuro, porque es un asentimiento intelectual sin evidencia: no vemos con claridad como cuando comprendemos que dos y dos son cuatro, o cuando se nos ofrece un acerto científico" (Catecismo Romano). Sin embargo cuando humilde y voluntariamente sujetamos la razón a la Fe, parece dejar su obscuridad y trascender hacia la luz; y así, en la medida que el hombre acrecienta su Fe, en esa medida se ilumina aún en la misma obscuridad Infalible es la Fe pues no puede equivocarse. La Omnisciencia y veracidad de Dios nos garantiza la infalibilidad, que se hace efectiva en las enseñanzas de la Iglesia por su Magisterio Infalible.

Las Propiedades Subjetivas de la Fe se expresan así: Gratuita, Firme y Razonable, Libre y Meritoria y, Sumisa y Universal.

Gratuita es la Fe; ya que la naturaleza del hombre es racional y el Don de la Fe hace que se eleve de una vida natural a una vida sobrenatural, y esa elevación que Dios hace del hombre es un regalo que el hombre no merece.

Firme y Razonable es la Fe: firme, pues descansa en Dios y en su Palabra y nada hay que nos libre de vacilaciones como la autoridad divina que no puede equivocarse ni engañarse ni engañamos. Razonable, porque el entendimiento acepta naturalmente que es la Fe quien lo conduce a lo sobrenatural, y porqué el mismo entendimiento comprende que Dios le expresa la verdad plena y donde la razón descansa con mayor paz y confianza, porque es la Verdad misma quien revela la verdad. "La Fe descansa en sólidos fundamentos y los que la tachan de irracional, lo hacen por orgullo, ignorancia, sensualidad, y porque sus pasiones los mueven a buscar pretextos para alejarse de ello" (Faria).

Sumisa y universal. El que la Fe sea sumisa no quiere decir que es impuesta, y que, por tanto, no pueda ser ilustrada y libre, como anteriormente vimos. Pero no es posible comprender en absoluto todo lo divino, no porque en sí no sea comprensible, sino porque somos nosotros los incapaces de penetrar lo infinito. Vano sería el esfuerzo humano, y peor aún la curiosidad. El Espíritu Santo nos advierte: "En cosas que rebasan tus fuerzas no te obstines, pues se te ha revelado más de lo que puedes abarcar; ciertamente, a muchos ha engañado su pensamiento, y las malas cavilaciones engañan." (Eclco. III-23-24).

Por ser Infalible es Universal, pues se extiende a todas las verdades que la Iglesia propone. Todas las verdades descansan en un solo motivo: la Autoridad de Dios, certificada por la Iglesia. Basta, pues, negar una sola verdad para desconocer el fundamento en que descansan todas.

La Fe es libre y meritoria. Tenemos libertad física para admitir las verdades reveladas, pero no tenemos libertad moral, es decir, derecho de hacerla. Un hombre mata o roba; puede hacerla, pero no debe hacerla, porque no tiene libertad moral para realizar esas acciones. Es la libertad física la que, pudiendo admitir o no el contenido de la Revelación Divina, prueba que la fe es libre. El hombre (alma y cuerpo substancialmente unidos), cuando opera en estado de Gracia, no separa lo sobrenatural de su humana naturaleza; Fe y Gracia trabajan en el hombre y con el hombre íntegro, completo, elevado al orden sobrenatural: "la Gracia no destruye a la naturaleza, sino que la perfecciona".

Por esto, su elevación a lo sobrenatural por la Gracia, no le quita su libertad, pues violaría esencialmente su naturaleza; tampoco abandona su libertad cuando hace un acto de fe sostenido por la Gracia.

Y de este operar libre en estado de Gracia, se deriva el mérito; por cuanto líbremente ha elegido la Fe cuando pudo elegir el camino contrario; sometióse a la Autoridad Divina, y en eso consiste su mérito y su grandeza.

La grandeza del hombre, su sabiduría y su poder estriban en el humilde acto de Fe. Seamos almas de Fe.


sábado, 4 de enero de 2014

La Fe (cont).

IV.- LA FE ES ABSOLUTAMENTE NECESARIA.

"Sin la Fe es imposible agradar a Dios" (Hebreos XI, 6).

Aun en el orden humano, la dicha terrena la proporciona, en parte, la fe prudente que podamos tener en nuestros semejantes y en las circunstancias de la vida.

Hoy que el mundo ha perdido el sentido de la responsabilidad y del deber, que ha invertido y falseado los valores y que lucha afanosamente, y en muchos casos con poca o nula honradez, por el poder, el placer y el dinero; hoy que somos testigos diariamente de fraudes - en otros tiempos inconcebibles- de infamias que claman a la justicia divina, de crímenes que nos parecen, más que una realidad, una pesadilla; de accidentes cuya causa es la inconciencia, de irresponsabilidades no creíbles y, en fin, de tantos otros acontecimientos... La fe en la humanidad casi se ha extinguido y sentimos el naufragio de la fe humana y con ella la desconfianza de unos y de otros y de unos con otros; de donde se sigue la inseguridad y la angustia; y por tanto, frente a este panorama ya nadie puede hablar de paz, ya que no estando en orden la vida, no podemos gozar de dicha y de paz y menos aún de felicidad.

Esa es ahora nuestra triste realidad, aunque mitigada y disfrazada.

Esto ha de darnos un aspecto muy claro del estado de la persona que no tiene fe y que, si perdiendo la fe humana nuestra vida se convierte en Purgatorio, lógicamente, si nos falta la fe sobrenatural divina, nuestro estado es una tragedia; ya que en su inseguridad vivirá inestable, desosegada, lo cual no sólo será Purgatorio, sino un infierno.

Algo más y muy importante: que mientras la fe humana podemos perderla por las malas acciones de aquellos en quienes la hemos depositado, o bien por culpa nuestra, por carecer de un temperamento adecuado o de un carácter no conformado, o por otras situaciones que no hemos podido superar; no sucede así en la Fe sobrenatural, que es un Don de Dios y que, por tanto, siempre tendrá como objeto y fin lo inconmovible, lo estable, lo perenne, lo eterno como son Dios y su Doctrina con su Dogma, su Moral y su Culto. Además, esa Fe que Dios nos regala el día de nuestro bautismo, va a ser nutrida con la Gracia Santificante mediante otros Sacramentos. Así que si la desperdiciamos o la perdemos, sólo será culpa nuestra que no hicimos el esfuerzo para robustecerla y conservarla.

La Fe divina es un apoyo, es Luz, es fuerza, es calor para la fe humana.

Queda claro que si la pérdida o la carencia de la fe humana nos hace naufragar, el extravío o ausencia de la Fe sobrenatural nos hará desdichados en este mundo y posteriormente en la eternidad; ya que la Fe es una virtud causa y motor de las otras virtudes teologales y unidas todas hacen vivir al cristiano la verdadera y única felicidad.

El cristiano ha de creer verdades dogmáticas, Misterios, que no son fuera de la razón, pero que están sobre la razón misma, es decir, sobre la naturaleza del hombre racional y por lo cual le es necesaria la Fe para alcanzar la salvación. Esto nos lo confirma el Catecismo Romano: "La eterna felicidad propuesta por Dios al hombre como fin, trasciende de tal manera la capacidad de la naturaleza humana, que jamás hubiéramos podido descubrirla con las solas fuerzas de nuestra inteligencia. Fue preciso que el mismo Dios nos lo revelara. Y en la firme adhesión de la mente a este conocimiento, obtenido por la Revelación, consiste precisamente en la Fe. En virtud de ella tenemos como infalible todo cuanto la autoridad de la Santa Madre Iglesia propone como revelado por Dios".

La Fe es indispensable para orar: solo la Fe nos da un verdadero conocimiento sobrenatural de Dios y de su misericordia; sin ese conocimiento que nos da la Fe, ¿cómo podríamos recurrir a Dios? Además de que de esta hermosa y fundamental virtud teologal ha de nacer la confianza que es sostén de la oración y así dice Nuestro Señor:"Todo cuanto pidiéreis en la oración lo recibiréis" (Mat. XXI, 22) Escuchamos al Obispo de Hipona que manifiesta: "Si falta la Fe, pereció la oración" y si falta la Fe y oración, indudablemente que no habrá conducta adecuada a la eterna salvación.

Fe Habitual.- Fe Habitual es la Fe Sobrenatural que nos infundió el Espíritu Santo el día de nuestro Bautismo; es simplemente el Don de la Fe que nos fué regalado en el momento de ser bautizados. Esta Fe Habitual es necesaria con necesidad de medio; decimos necesidad de medio porque sin ella no podemos salvarnos: "Y nadie alcanzará la salvación eterna si no perseverare en ella hasta el fin" (Magisterio Eclesiástico)" Pues el que carece de Fe, carece también de la Gracia y por consiguiente de ninguna manera puede salvarse" (Razón Teológica).

Sin embargo, no imaginemos a un Dios injusto, a una Madre Iglesia dura y rígida, sin corazón; no, de ninguna manera, pues a un pagano o a un infiel a quien no le ha llegado la Luz del Evangelio ni ha sido bautizado, no se le exigirá sino sólo el cumplimiento de la ley Natural en su propio ser y de su propio creer y obrar, siempre que no contradiga su Ley Natural; y así nos hacemos eco del aforismo teológico que afirma: "El que hace lo que puede con la ayuda de la Gracia actual, Dios no le niega jamás su Gracia". Siguiendo a este aforismo el pensamiento de Santo Tomás: "Del hecho de que todos los hombres tengan que creer explícitamente algunas cosas para salvarse, no se sigue inconveniente alguno si alguien ha vivido en las selvas o entre brutos animales. Porque pertenece a la Divina Providencia el proveer cada una de las cosas necesarias para la salvación con tal que no lo impida por su parte." Así pues, si alguno de tal manera educado, llevado de la razón natural, se conduce de tal modo que practica el bien y huye del mal, hay que tener como cosa certísima que Dios le revelará por una inspiración, las cosas que hay que creer necesariamente o le enviará un predicador de la Fe, como envió a San Pedro para Cornelio."

Fe Actual.- Fe Actual es el ejercicio voluntario del cristiano. Mientras la Fe habitual es el hábito que se nos infunde en el Sagrado Bautismo, la fe actual es el acto voluntario de fe que hace el cristiano teniendo como fundamento la Fe Habitual. La Fe habitual recibida en el Bautismo, será acrecentada y perseverante con los actos de Fe actual.

El acto de Fe actual puede ser explícito o implícito. Explícito cuando creemos o confesamos cada verdad en particular; por ejemplo: creo en Dios o creo en la Presencia de Dios Hombre en el Sacramento de la Eucaristía; y es acto de Fe implícito cuando creo en la Iglesia Católica y al creer en ella creo en todo lo que me enseña, o bien, cuando invoco a Dios, lo cual supone que creo en Él.

El creer de modo explícito puede ser de dos formas: a) con necesidad de medio, b) con necesidad de Precepto.

Verdades necesarias de Medio.- Verdades Necesarias de Medio son aquellas cuya aceptación y adhesión es medio absolutamente indispensable para la salvación, por ejemplo: la existencia de Dios y que Dios es remunerador (premia a los buenos y castiga a los malos) "Hay que creer con fe explícita y con necesidad absoluta o de medio, al menos las dos siguientes verdades: que existe Dios y que es remunerador", pues dice San Pablo: "Es necesario que, quien se acerque a Dios, crea que existe y que es remunerador de los que le buscan" (Heb. XI, 6).

Adviértase lo siguiente: creer en estas dos verdades, es solamente la base con la que se salva el que está limitado a los rudimentos de la Ley Natural y la base sobre la que se edifica el edificio de la Fe del cristiano ayudado de la Revelación y de la Iglesia, y la aceptación de estas verdades fundamentales está movida y favorecida por la gracia actual.

Verdades necesarias de precepto son: los doce Artículos del Credo, los Mandamientos de la Ley de Dios (promulgados en el monte Sinaí), el Padre Nuestro y los Sacramentos. Dios no justifica ni salva a los adultos, sino por sus propios actos sobrenaturales realizados bajo la moción e influjo del Espíritu Santo.