domingo, 28 de agosto de 2016

"El Segundo bien: la Fidelidad Conyugal"



EL MATRIMONIO CRISTIANO.
CASTI CONNUBII
Pío XI, 31 de diciembre de 1930.

EL SEGUNDO BIEN:
LA FIDELIDAD CONYUGAL 
         19. – El segundo de los Bienes del Matrimonio, enumerados como dijimos, por San Agustín, es la fidelidad, que consiste en la mutua lealtad de los cónyuges en el cumplimiento del contrato matrimonial, de tal modo que lo que este contrato, sancionado por la Ley Divina, compete a una de las partes, ni a ella le sea negado ni a ningún otro permitido, ni a la comparte se conceda lo que jamás puede ser concebido, por ser contrario a las Divinas Leyes y Derechos y del todo disconforme con la fidelidad del matrimonio.


COMENTARIO
            La fidelidad es una virtud enriquecedora y rica en sí misma. La fidelidad no sólo es para el matrimonio, sino debe practicarse en todos los hechos y circunstancias de la vida.

            El fiel, es constante, es honesto, es perseverante y no es una persona simplemente sensorial; sino razonable y objetiva. Por tanto, en el matrimonio que es un Sacramento instituido por el mismo Cristo y el cual ha de ser para siempre, exige de ambas partes fidelidad y, para ello, hay que buscar la Gracia, estimularse mutuamente en la realidad del matrimonio católico que está pleno de alegrías, gozos, dolor y sufrimiento. No ha de ponerse en peligro de faltar a la fidelidad.



LA UNIDAD ABSOLUTA.

         20. – “Tal finalidad exige, por lo tanto y en primer lugar la absoluta unidad del matrimonio, ya prefigurada por el mismo Creador en el de nuestros primeros padres cuando quiso que no se instituyera sino entre un hombre y una mujer. La Ley Evangélica sin que quede lugar a duda ninguna, restituyó íntegramente aquella primera y perfecta unidad y derogó toda excepción, como lo demuestran, sin sombra de duda, las palabras de Cristo y la Doctrina y practicas constantes de la Iglesia. Con razón, pues, el Santo Concilio de Trento declaro lo siguiente: “Qué, por razón de este vínculo, tan solo dos pueden unirse, lo enseño claramente Cristo Nuestro Señor cuando dijo: “Por tanto, ya no son dos sino una sola carne”. Más no solamente plugo a Cristo Nuestro Señor condenar toda forma de lo que suelen llamar poligamia y poliandria simultanea o sucesiva, o cualquier otro acto deshonesto, externo sino también los mismos pensamientos y deseos voluntarios de todas estas cosas, a fin de guardar inviolado en absoluto el recinto sagrado del matrimonio. “Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer para codiciarla ya adultero en su corazón”. las cuales palabras de Cristo Nuestro Señor ni siquiera con el consentimiento mutuo de las partes puede anularse, pues manifiestan una Ley Natural y Divina que la voluntad de los hombres jamás puede quebrantar ni desviar”.


COMENTARIO


SEGUNDO BIEN DEL MATRIMONIO 

            La fidelidad en el matrimonio pide unidad. Recordemos que ya no son dos, sino los dos en una sola carne. No han de absorberse, ni buscar el dominio, ni querer formar una sola identidad, lo cual es imposible. Han de identificarse que quiere decir abrirse con trasparencia, para conocerse, darse ayuda mutuamente y querer caminar juntos hacia la perfección. Primero cada uno de los cónyuges, ha de buscar la perfección, que pueda alcanzarse con oración.

            No es necesario que anden juntos todo el día, como ciertos matrimonios que, en dependencia mutua, no se dejan crecer ni ser ellos mismos.

            Pero, de ninguna manera cada quien por su lado, pues en está modernidad malsana, hay situaciones muy reprochables para los matrimonios, que no deben dejar invadirse por aquello que pueda romper la unidad.

              Muchas son las causas de tanto divorcio, pero aquí solo señalaremos cuatro brevemente:

1.     – Los noviazgos siguen guardando el término, pero el concepto, desde lo más elemental hasta lo más grave, ya es un escándalo, es una degeneración.

2.     – Ya casados, llevan poca ilusión y, con la pésima moral de hoy, se extra-limitan en sus relaciones, hasta llegar al pecado mortal y a los mismos pecados contra natura.

3.     – A las jóvenes de hoy, ya no hay una madre que les aconseje abnegación, que las ilustre enseñándoles que la vida cuesta, que la felicidad se conquista y que, una mujer virtuosa, llega a gozar de su triunfo ganado a pulso.

Hoy las mamás les dicen: “estudia, aprende, si te va mal te separas y te puedes mantener”.

4.     – Y, este, parece ser el peor, las mujeres trabajando en lo que sea, entre otros hombres, estimuladas en su vanidad y los esposos mirando otras figuras, otros coqueteos, pronto se ilusionan fácilmente con otro o con otra. Sin olvidar que no es necesario traicionar la fidelidad plenamente, basta la curiosidad, el deseo, la imaginación, el estímulo de los sentidos, para pecar mortalmente y de allí a romper con la fidelidad, sólo hay un paso. Como dijimos al principio la fidelidad es fuente de riqueza.

Sor Clotilde


   







domingo, 21 de agosto de 2016

"FIN PRIMARIO DEL MATRIMONIO,LA PROLE"




EL MATRIMONIO CRISTIANO.
CASTI CONNUBII
Pío XI, 31 de diciembre de 1930.

FIN PRIMARIO DEL MATRIMONIO.

        17. – Todo lo cual, porque en otra ocasión tratamos copiosamente de la cristiana educación de la juventud, encerraremos en las citadas palabras de San Agustín: “En orden a la prole se requiere que se reciba con amor y se eduque religiosamente”, y lo mismo dice, con frase enérgica el Código de Derecho canónico: “El fin primario del matrimonio es la procreación y educación de la prole”.
COMENTARIO

En la actualidad, no solo no se recibe con amor a la prole; sino que se usa de todos los medios con el fin de evitar la concepción y, cuando desgraciadamente, se les cuela una vida, la ahogan mediante un asesinato, un crimen…

            “Los mejores padres”, son los que programan a los hijos: “basta uno” o completan con la “parejita”. Ni uno más. Pretexto: para darles lo necesario y educarlos bien.

            Todas las alegatas para no tener hijos son mentiras, sofismas, falsas verdades. Hay una realidad: los enemigos de Dios y de la Iglesia, han propiciado en todo el mundo un ambiente contrastado en lo social, moral y económico (Estos tres últimos conceptos tienen una lejana historia, unos fines obscuros con medios diabólicos) para que el mundo, por un lado sienta las limitaciones y por el otro, el estímulo de poseer más dinero para ser igual que todos, para gozar más, para presumir mucho, por lo cual: a más hijos, dicen, mayor escasez.

            Además, el sexo despierta mucha inquietud, ansias de placer hasta lo prohibido… y los hijos son un estorbo, un obstáculo.

            Y, ¿qué diremos de la Virtud teologal de la fe, así como de la confianza en Dios?  Pues si el matrimonio vive su derecho de entrega y, éllo es para procrear, Dios, en su infinita providencia, sabe cuándo depositar una vida, no siempre, pero sí de acuerdo con las Leyes Naturales: físicas y fisiológicas y con esa vida llega la Providencia Divina. Pero cimentada ya la humanidad en todo poder terreno, sólo confía en la tierra, en la materia y en sí mismo, pues se ha desprendido de Dios y en aras del placer, del libertinaje, del desenfreno, aún en el mismo matrimonio católico, le estorban los hijos.

            Y no consideran que cada hijo que evitan o que asesinan, venía a la tierra con un plan de Dios; con una vocación que era complemento y armonía de la Obra Creadora. Le han negado la vida o se la han destruido, olvidando que al fin la vida es un Don precioso, un derecho básico y vital, para sumergirlo en la niebla. Le han arrebatado, no sólo la vida terrena, sino la posibilidad de ganarse la Vida Celestial.


DIGNIDAD DE LOS PADRES
Y DEL SANTUARIO DE LA VIDA CONYUGAL.

         18. – Por último, no hay que omitir que, por ser de tanta dignidad y de tan capital importancia esta doble función encomendada a los padres para el bien de los hijos, todo honesto ejercicio de la facultad dada por Dios en orden a la procreación de nuevas vidas por prescripción del mismo Creador de la Ley Natural, es derecho y prerrogativa exclusivos del matrimonio y debe absolutamente encerrarse en el santuario de la vida conyugal.

COMENTARIO

            Y ustedes, así mismos, padres de familia, se han negado la dicha de experimentar el gozo de dar y recibir en mutuo amor, lo más puro, el amor de los hijos. No han permitido que su capacidad de padres forje una vida en todos los ámbitos, vida que, después de sembrada por Dios, la sientan y la vean crecer y, posteriormente, expandirse. Y ustedes jardineros en la tierra: cultiven, rieguen, enderecen, ennoblezcan y vean crecer esa bella planta fruto del amor.

            Pero lo que yo escribo suena a poesía; ya que la realidad es cruda, pues lo primero que hayamos en estas últimas épocas, es la creencia equivocada de que estudiar, lograr una carrera académica, es implantar educación.

            No señores. La educación es la formación del criterio, de la voluntad, del corazón, de los principios y valores y todo cimentado y construido en la Fe. Se pueden tener maestrías, doctorados y, al mismo tiempo, ser un hombre deshonesto, tramposo malo y sin Fe ni amor. Es decir, que lo académico es gran parte de la educación; pero no la educación misma.

            Los colegios, las universidades, no sólo no dan la verdadera educación, sino la experiencia nos enseña y, continuamente, que arrebatan la inocencia del educando, la fe del hombre y le trasmutan la verdad por el error. Sobre todo, en los países con una constitución atea que disfrazan con el término de laica.

            Padres de familia, es a ustedes a quien compete, por derecho, educar a los hijos, pero no solo es un derecho, sino una obligación. Sin embargo, en éste tiempo hay mucho descuido de los hijos, empezando que, ya desde que son niños: o se quedan con la abuela, o con la sirvienta o, peor, en una guardería. Muy pequeños experimentan la falta de calor de un hogar, donde la madre debe arropar a los hijos y al esposo. La razón es porque descompuesto y desproporcionado el mundo, hoy la mujer tiene que trabajar, ya sea por necesidad o porque quiere realizarse. Si es por necesidad Dios suple el calor que falte en ese hogar. Pero si es por falsa realización, no querer hacer el quehacer de la casa, o se aburre en ella, está gravemente faltando a su deber.

            Con este criterio de vida: más dinero en casa, pero menos amor; mejores colegios, mayor soledad. “Triunfo” de la mujer con sus propuestas en empleos y en el mismo gobierno; pero fracaso universal: no solo unitario y personal; sino la exposición de una sociedad corrompida desordenada y hasta criminal, fruto del abandono del hogar y de todo valor y principio.

Sor Clotilde


 






domingo, 14 de agosto de 2016

"LOS HIJOS, TESORO RECIBIDO DE DIOS" (CASTI CONNUBII)




EL MATRIMONIO CRISTIANO.
CASTI CONNUBII
Pío XI, 31 de diciembre de 1930.


LOS HIJOS, TESORO RECIBIDO DE DIOS.

        15. – “Considerando estas cosas la madre cristiana, entenderá, sin duda, que, de ella en un sentido más profundo y consolador, dijo nuestro Redentor: “La mujer, una vez que ha dado a luz al infante, ya no se acuerda de su angustia, con el gozo de haber dado un hombre al mundo”; y superando todas las angustias, cuidados y cargas maternales, mucho más justa y santamente que aquella matrona romana, la madre de los Gracos, se gloriará en el Señor de la floridísima corona de sus hijos. Y ambos esposos, recibiendo de la mano de Dios estos hijos con gusto y diligencia, los considerarán como un tesoro que Dios les ha encomendado, no para que los empleen exclusivamente con utilidad propia o de la sociedad humana, sino que lo restituyan al Señor, con provecho, en el día de la cuenta”.


COMENTARIO

         Es urgente y necesario que la madre de familia trate de entender, sobre todo ahora en la modernidad, que para la que ha nacido para el matrimonio, su mayor realización es convertirse en el depósito de la vida humana y, posteriormente, conformar y hacer crecer en toda la plenitud del ser, al hijo de sus entrañas.

         Los padres de familia: padre y madre interiorícense en el fondo de su alma y con gran madurez, que ustedes y nadie más, han sido, no la fuente de la vida, pero si el objeto donde ha sido depositada la vida humana.

         Desde ese ángulo ha de contemplarse la paternidad y la maternidad para aceptar, no sólo el gozo de un hijo; sino el gran compromiso del tesoro que Dios les entrega, y del que han de entregar buenas cuentas. El camino es largo, pero, a través del tiempo cultivarán esa vida nueva positivamente.



DERECHO Y OBLIGACIONES DE EDUCAR A LOS HIJOS.

        16. – No acaba con la procreación el beneficio de la prole, sino que es necesario que a aquélla se añada la debida educación. Porque insuficientemente, en verdad, hubiera previsto Dios, sapientísimo, a los hijos, más aún, a todo género humano, si no hubiese encomendado el derecho y la potestad de engendrar. Porque a nadie se le oculta que la prole no se basta ni se puede proveer a sí misma, no ya en las cosas pertenecientes a la vida natural pero menos en lo que dice relacionado con el orden sobrenatural, sino que, durante muchos años, necesitan tal auxilio de la institución y de la educación de los demás. Y está bien claro, según lo que exigen Dios y la Naturaleza, que este derecho y obligación de educar a la prole pertenece, en primer lugar, a quienes, al engendrar, incoaron la obra de la Naturaleza, y, habiéndola dejado imperfecta, les está totalmente prohibido exponerla a una ruina segura. Ahora bien: en el matrimonio es donde se proveyó mejor a esta tan necesaria educación de los hijos, pues, estando los padres unidos entre sí con vínculo indisoluble, siempre se haya a mano su cooperación y mutuo auxilio.
  
COMENTARIO

        Tomar a cuestas la satisfacción de una vida humana y, con cierta pertenencia, muy personal de los padres, y no entregarla a quien no le corresponde, ni permitir que invadan los parientes, o algún otro sector de la sociedad y, menos el mal gobierno, en la formación y educación de sus propios hijos. Esto no se entienda como un poder de absorción o manipuleo sobre los hijos. Recuerden que esa vida no es de ustedes: ustedes son administradores de esas almas, para entregarlas en su tiempo, a su Creador. ¡Cuidado con el exceso de posesión, porque destruyen una vida y quizá la salvación!

        Recuerden que muchos enemigos nos acechan. No es la radio, no es la televisión, no es el internet, no son los medios de comunicación, no son los espectáculos lo que deben educar a sus hijos, ni el mismo colegio, que sí es un auxilio en la educación de los hijos mediante el conocimiento académico. Pero menos puede educar un mal gobierno, con leyes ateas que rompe “paradigmas…” tratando de unificar el lodo mundial que destruye leyes, que sí son éticas: leyes emanadas de la naturaleza misma del hombre y de la Ley Positiva proclamada por el mismo Dios, para imponer el desorden y el desajuste mundial.

        La Iglesia, respetuosa de los padres, no se introduce directamente, sino educando a los padres y enseñando a los hijos la Doctrina de Cristo Dios y Hombre Verdadero, es fuerza vital y definitiva para educar a los hijos.


Sor Clotilde


















 








"EL ÁNGEL DE LA GUARDA" Lección 26



Lección 26

“Probemos su existencia”
(Continuación)

EL ÁNGEL DE LA GUARDA

195.– Los Ángeles Guardianes, es verdad que están prestos a darnos protección contra todos los males del Alma y del cuerpo;

196. – Pero los males y su remedio, no dependen de la sola intervención del Ángel Custodio, sino de varios factores, incluyendo, y es muy importante, la libertad humana que elige bienes falsos o no quiere salir de ellos.

197. – De manera fundamental, quien da la última palabra sapientísima, es Dios a través de su Providencia. Desde luego, no hace ni quiere el mal, pero lo permite, respetando el libre albedrío del ser humano y sacando bienes de los males.

198. – No esperemos una protección del Ángel Guardián fuera de la armonía creadora y creada, pues sí Dios, por respeto a la libertad, no puede, digámoslo así, remediar todos los males, no pidamos, no exijamos que nuestro Ángel nos libre de todo mal, sin esfuerzo nuestro.

199. – El Ángel de la Guarda no es una hada madrina, no es un amuleto, ni mucho menos un falso metafísico. El Ángel de la Guarda es un ser extraordinario, una creatura sobrenatural, condicionada a la voluntad y al poder Divino, para guiar al hombre a su destino eterno.

200. – Para el Ángel Custodio, lo más importante es que su custodiado salga con aprobación del Juez Supremo, Jesucristo, cuando se presente en la eternidad.

201. – El dolor moral, la enfermedad, la muerte, son el efecto del pecado original, pero el mundo, a pesar de haber sido redimido, cada vez peca más y no hace uso de la Gracia Santificante, ni de todas las Gracias con que Dios no auxilia.

202. – Por otro lado, todas las almas, y sobre todo, aquellas que tienen Fe, han de saber que el dolor, el sufrimiento, es propio de los redimidos por Cristo, quien nos redimió siendo azotado y clavado en la Cruz. ¿Qué esperamos nosotros?

203.- - El dolor es purificador, el dolor es redentor, el dolor hace crecer a las almas. ¡Amemos al dolor, amemos al sufrimiento!

204. – Pidámosle a Nuestro Ángel Custodio que esté con nosotros en nuestras penas, y que sea nuestro consuelo. “Y al llamarnos Dios de este mundo a la eternidad, él sea nuestro gran auxilio, pues es en el momento decisivo cuando más lo necesitamos”.

205. – Así como un Ángel vino a asistir a Cristo en su agonía del Huerto; así nos asistirá nuestro Ángel en la hora final.

206. – El Ángel conducirá al alma al cielo o al purgatorio, como lo hizo con el Mendigo Lázaro” (Los Padres de la Iglesia).

207. – Y después de la muerte, nos consolará en el purgatorio y nos acompañará en el cielo, cuidando, al mismo tiempo, de nuestro cuerpo en el sepulcro, hasta que, llegada la resurrección de los muertos, juntos, otra vez, nuestras almas y nuestros cuerpos, unidos con nuestro Ángel Guardián vayamos a alabar por siempre, al Misterio de los Misterios: El Misterio de la Santísima Trinidad, para cantarle por siempre: Santo, Santo, Santo…   
 
208. – Todo esto debe servir a nuestra Fe para identificarnos con nuestro Ángel: Saberlo presente, comunicarnos con él, tomarlo como intercesor y, al mismo tiempo, modificar nuestra vida venciendo las pasiones y haciendo el bien.

Sor Clotilde
  





jueves, 11 de agosto de 2016

"Los engendra de nuevo la Iglesia por el Bautismo"




EL MATRIMONIO CRISTIANO.
CASTI CONNUBII
Pío XI, 31 de diciembre de 1930.


LOS ENGENDRA DE NUEVO LA IGLESIA POR EL BAUTISMO.

        14. – “Tengan, por tanto, en cuenta los padres cristianos que no están destinados únicamente a la propagación y conservación del género humano en la tierra; más aún, ni siquiera a educar cualquier clase de adoradores del Dios verdadero, sino a injertar nueva descendencia en la Iglesia de Cristo, a procrear conciudadanos de los santos y domésticos de Dios, a fin de que crezca cada día el pueblo dedicado al culto de Dios y de nuestro Salvador. Y con ser cierto que los cónyuges cristianos, aun cuando ellos estén justificados no pueden transmitir la justificación a sus hijos, sino que, por el contrario, la natural generación de la vida es el camino de la muerte, pues el que se comunica a la prole el pecado original, con que todo, en alguna manera, participan de aquel primitivo matrimonio del paraíso, pues a ellos toca ofrecer a la Iglesia sus propios hijos, a fin de que esta fecundísima madre de los hijos de Dios los engendre de nuevo a justicia sobrenatural por el agua del bautismo y se hagan miembros vivos de Cristo, partícipes de la vida inmortal y herederos, en fin de la gloria eterna, que de todo corazón anhelamos.”


COMENTARIO

         En el matrimonio sacramental deben tener en cuenta ambos, que no sólo les corresponde la propagación y conservación del género humano; sino la gran responsabilidad y obligación de injertarlos a la Iglesia, mediante el Bautismo lo más pronto posible, para que una vez Bautizados se les pueda iniciar el cultivo oportuno y adecuado, para guiarlos hacia los otros Sacramentos y se integren consciente, y de manera formal, como miembros de la Iglesia Católica.

Los padres de familia, con cuidado y oración, orienten a su vástago para encaminarlo a la vocación universal de todo hombre, que es la Gloria de Dios y la salvación de su alma. Y en ello, no olvidar la vocación secundaria y de estado, que bien escogida y realizada conduce al cumplimiento de la vocación universal.

La vocación secundaria es el oficio o profesión que habrá de tomar en su vida y que, sí esta adecuada y bien escogida, triunfará. La de estado es consultar, vigilar, observar… si pretende el sacerdocio o vida religiosa, el matrimonio o el celibato.

         Todo ello bien escogido, encaminado y vivido, lo llevara a la convicción de que ha de ser gran ciudadano de la Iglesia y buen miembro de su familia y de la sociedad.

         Orará, adquirirá la Gracia para que, en todos los menesteres, trabajos, luchas, alegrías, triunfos de la vida… perciba la presencia del Dios, todo Soberano.

         Actualmente hemos llegado al colmo de que los Bauticen meses o años después en espera de un padrino o de tener dinero para la fiesta, o porque ya es muy cómodo. A otros pobrecitos niños, nunca los Bautizan, porque esperan, ignorante e imprudentemente, a que el niño decida su religión.

         De la misma manera se les exigen en los estudios que saquen buenas calificaciones; no importan los Valores Morales y que sólo practiquen una religión a medias o que no tengan ninguna.

         Formando un verdadero cristiano, formarán una Gran Persona quien, en cualquier profesión u oficio, o carrera académica será lo que debe ser.

Sor Clotilde

domingo, 7 de agosto de 2016

"Bienes del Matrimonio"



EL MATRIMONIO CRISTIANO.
CASTI CONNUBII
Pío XI, 31 de diciembre de 1930.


I.            BIENES DEL MATRIMONIO CRISTIANO


DOCTRINA DE SAN AGUSTÍN.

11. – “Comenzando ahora a exponer, venerables hermanos, cuáles y cuán grandes sean los bienes concedidos por Dios al verdadero matrimonio, se nos ocurren las palabras de aquel preclarísimo doctor de la Iglesia a quien recientemente ensalzamos en Nuestra Encíclica “AD SALUTEM”, dada con ocasión del XV centenarios de su muerte: “Esto -dice San Agustín- son bienes por los cuales son buenas las nupcias: la PROLE, la FIDELIDAD, el SACRAMENTO”. De qué modo estos tres capítulos contengan, con razón, una síntesis fecunda de toda la doctrina acerca del matrimonio cristiano, lo declara expresamente el mismo santo doctor cuando dice: “En la FIDELIDAD se atiende a que fuera del vínculo conyugal, no se una con otro o con otra; en la PROLE, a que esta se reciba con amor, se críe con benignidad, y se eduque religiosamente; en el SACRAMENTO, a que el matrimonio no se disuelva y a que el repudiado  o repudiada no se una a otro ni aún por razón de prole. Esta es una como regla del matrimonio, con el cual o se embellece la fecundidad de la naturaleza o se reprime el desorden de la incontinencia”.


LOS HIJOS PRIMER BIEN.

        12. – “La PROLE, por lo tanto, ocupa el primer lugar entre los bienes del matrimonio. Y por cierto que el mismo creador del linaje humano, que quiso benignamente usar de los hombres como cooperadores en la propagación de la vida, lo enseñó así cuando, al instituir el matrimonio en el paraíso, dijo a nuestros primeros padres, y por ellos a todos los futuros cónyuges: “Creced y multiplicaos y llenad la tierra”. Lo cual también bellamente deduce San Agustín de las palabras del Apóstol San Pablo a Timoteo, cuando dice: “Que se celebre el matrimonio con el fin de engendrar”, lo testifica así el Apóstol: “Quiero -dice- que las que son jóvenes se casen”. Y como se le preguntara: “¿Con qué fin?”, añade en seguida: “Para que críen hijos, para que sean madres de familia”.

         Frente a la exposición de San Agustín y los ilustrísimos comentarios del Santo Padre Pío XI, yo sólo puedo tomar la palabra para acentuar y lograr que quede claro el Primer Bien del Matrimonio. El primer Bien del Matrimonio que son los hijos, no sólo hacen crecer y feliz a la familia, sino que su expansión influye en la sociedad y en el mundo. ¿Qué sería de los matrimonios sino floreciera allí la paternidad y la maternidad? ¿Qué objeto trascendente tendría un matrimonio sino hubiera retoños humanos? No se puede pensar en un mundo sin seres humanos. ¿De qué serviría la belleza de la tierra con todo y su flora, su fauna, sus astros y sus estrellas sino hubiera hombres? Recordemos como Nuestro Señor primero creo todo lo creable y bello, pero siempre en funciones del rey de la creación, el hombre. Cuando el hombre es creado, ya antes Dios había preparado todo un mundo de belleza y servicio para esperarlo. Así es el Plan de Dios: “Creced y multiplicaos y llenad la tierra” dice el Apóstol San Pablo: “Quiero que las que son jóvenes se casen, para que críen hijos, para que sean madres de familia”. Es un Mandato Divino.

         Si los seres humanos guardaran su matrimonio con castidad y fueran fieles y, además, sólo procrearan dentro del sacramento y en la edad adecuada, la tierra se poblaría ordenadamente, sin exceso.

                   
NACEN POR LA VIRTUD DE DIOS

        13. – “Cuán grande sea este beneficio de Dios y bien del matrimonio, se deduce de la dignidad y altísimo fin del hombre, quien en virtud de la preeminencia de su naturaleza racional, supera a todas las restantes criaturas visibles. Dios, además, quiere que sean engendrados los hombres, no solamente para que vivan y llenen la tierra, sino muy principalmente para que sean adoradores suyos, le conozcan y le amen, y, finalmente, lo gocen para siempre en los cielos fin que supera, por la admirable elevación del hombre, hecha por Dios, al orden sobrenatural, cuando el ojo vio y el oído oyó y ha entrado al corazón del hombre. De donde fácilmente aparece cuán gran don de la divina bondad y cuán egregio fruto del matrimonio sean los hijos, que vienen a este mundo, por la virtud omnipotente de Dios, con la cooperación de los esposos”.

         Tomaremos ahora los últimos dos reglones de esta Encíclica: “Que vienen a este mundo por la virtud omnipotente de Dios con la cooperación de los esposos”. Es muy importante que se reflexione con profundidad sobre estos últimos conceptos: “La cooperación de los esposos” los esposos no son los que dan la vida, son los que se prestan con su propio recipiente para que Dios omnipotente, deposite allí la vida a través de un alma creada por Él. La creación no ha terminado, ni en tiempo ni en espacio. Dios sigue creando día con día infinidad de almas, para depositarlas en los cuerpos que, a través de un proceso físico y fisiológico y de un acto mandado por Él, los padres de familia presentan a un cuerpo en potencia. He aquí el maravilloso misterio de la procreación donde el hombre se presta y Dios regala el Don de la Vida.

         Retrocedemos al párrafo 13 para aclarar que la finalidad de Dios inspirada en el matrimonio sobre la PROLE, no es únicamente para vivir y ocupar un espacio, sino fundamentalmente para que le den Gloria a Dios a través del conocimiento y le busquen con amor y Dios, al final, les dará el Cielo. Por tanto, esas vidas nuevas deben orientarse para que alcancen su felicidad terrena y eterna.

Sor Clotilde