domingo, 28 de mayo de 2017

Instrucción sólida sobre el matrimonio, Acción de la Iglesia y apostolado seglar y Exageradas doctrinas fisiológicas.





EL MATRIMONIO CRISTIANO.
CASTI CONNUBII
Pío XI, 31 de diciembre de 1930.
 





  


INSTRUCCIÓN SÓLIDA SOBRE EL MATRIMONIO.

111. – Debiéndose, pues, ajustar todas las cosas a la ley y a las ideas divinas, para que se obtenga la restauración universal y permanente del matrimonio, es de la mayor importancia que se instruya bien sobre el mismo a los fieles; y esto de palabra y por escrito, no rara vez y por encima, sino a menudo y con solidez, con razones profundas y claras, para conseguir de este modo que estas verdades rindan las inteligencias y penetren hasta lo íntimo de los corazones. Sepan y mediten con frecuencia cuán grande sabiduría, santidad y bondad mostró Dios hacia los hombres, tanto al instituir el matrimonio como al protegerlo con leyes sagradas; y mucho más al elevarlo a la admirable dignidad de sacramento, por el cual se abre a los esposos cristianos tan copiosa fuente de gracia, para que casta y fielmente realicen los elevados fines del matrimonio, en provecho propio y de sus hijos y de toda la sociedad civil y consorcio humano.


ACCIÓN DE LA IGLESIA Y APOSTOLADO SEGLAR.

112. – Y ya que los nuevos enemigos del matrimonio trabajan con todas sus fuerzas, lo mismo de palabra que con libros, folletos y otros mil medios, para pervertir la inteligencia, corromper los corazones, ridiculizar la castidad del matrimonial y enaltecer los vicios más inmundos, con mucha más razón vosotros, venerables hermanos, a quienes “el Espíritu Santo ha instituido Obispos para regir la Iglesia de Dios, que ha ganado Él con su propia sangre”, debéis hacer cuanto esté de vuestra parte, ya por vosotros mismos y por vuestros sacerdotes, ya también por medio de seglares escogidos afiliados a la Acción Católica, tan vivamente por Nos deseada y recomendada como auxiliar del apostolado jerárquico, a fin de que, poniendo en juego todos los medios razonables, opongáis al error la verdad, a la torpeza del vicio los esplendores de la castidad, a la servidumbre de las pasiones la libertad de los hijos de Dios, a la inicua facilidad del divorcio la perennidad de la genuina castidad del matrimonio y el inolvidable sacramento de fidelidad prometida hasta la muerte. Así, los fieles rendirán con toda el alma incesantes gracias a Dios por haberles ligado con sus preceptos y haberles movido suavemente a rehuir en absoluto innoble a que les sujetaría el placer. Asimismo, mirarán con terror y evitarán con diligencia suma aquellas máximas, se divulgan en nuestros días, mediante la palabra y la pluma, amparadas con el nombre de “matrimonio perfecto”, el cual, al fin y al cabo, no es otra cosa, según esas máximas, sino un “matrimonio depravado”.


EXAGERADAS DOCTRINAS FISIOLÓGICAS.

113. – Esta saludable instrucción y ordenación religiosa sobre el matrimonio cristiano dista mucho de las exageradas doctrinas fisiológicas por medio de las cuales algunos reformadores de la vida conyugal pretenden hoy auxiliar a los esposos hablándoles de aquellas materias fisiológicas con las cuales, sin embargo, aprenden más bien el arte de pecar con refinamiento que la virtud de vivir castamente.



martes, 23 de mayo de 2017

ERRORES MODERNOS. (Encíclica “Humani Generis”) Pío XII




ERRORES MODERNOS.
(Encíclica “Humani Generis”)
Pío XII



43. – Sepan cuantos enseñan en institutos eclesiásticos que no pueden en conciencia ejercer el oficio de enseñar que les ha sido concedido, si no reciben religiosamente las normas que hemos dado y si no las cumplen escrupulosamente en la formación de sus discípulos. Y procuren infundir en las mentes y en los corazones de los mismos aquella reverencia y obediencia que ellos en su asidua labor deben profesar al magisterio de la iglesia.

44. – Esfuércense con todo aliento y emulación por hacer avanzar las ciencias que profesan; pero eviten también el traspasar los límites por Nos establecidos para salvaguardar la verdad de la fe y de la doctrina católica. A las nuevas cuestiones que la moderna cultura, y el progreso del tiempo han suscitado, apliquen su más diligente investigación, pero con la conveniente prudencia y cautela; y, finalmente, no crean, cediendo a un falso <<irenismo>>, que los descendientes y los que están en el error puedan ser atraídos con buen suceso, si la verdad íntegra que vige en la Iglesia no es enseñada por todos sinceramente, sin corrupción ni disminución alguna.

45. – Fundados en esta esperanza, que vuestra pastoral solicitud aumentará todavía, impartimos con todo amor, como prenda de los dones celestiales y en señal de Nuestra paterna benevolencia, a todos vosotros, Venerables Hermanos, a vuestro clero y a vuestro pueblo la Bendición Apostólica.
         Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 12 de agosto de 1950, año duodécimo de Nuestro Pontificado.


PIUS PP. XII.

sábado, 20 de mayo de 2017

Casti Connubii "Sumisión a la Iglesia y Falsa autonomía"





EL MATRIMONIO CRISTIANO.
CASTI CONNUBII
Pío XI, 31 de diciembre de 1930.
 








SUMISIÓN A LA IGLESIA.

109. – Por lo cual, a fin de que ninguna ficción ni corrupción de dicha ley divina, sino el verdadero y genuino ilumine el entendimiento de los hombres y dirija sus costumbres, es menester que se junte con la devoción hacia Dios y el deseo de servirle una humilde y filial obediencia para con la Iglesia. Cristo Nuestro Señor constituyó a la Iglesia maestra de la verdad, incluso en lo que se refiere al orden y gobierno de las costumbres, aun cuando muchas de ellas estén al alcance del entendimiento humano. Porque así como Dios, vino en auxilio de la razón humana por medio de la revelación a fin de que el hombre, “aun en la actual condición en que se encuentra, pueda conocer fácilmente con plena certidumbre y sin mezcla de error alguno” las mismas verdades naturales que tienen por objeto la religión y las costumbres, así y para idéntico fin, constituyó a su Iglesia depositaria y maestra de todas las verdades religiosas y morales, por tanto, obedezcan los fieles y rindan su  inteligencia y voluntad a la Iglesia, si quieren que su entendimiento se vea inmune del error y libres de corrupción sus costumbres; obediencia que se ha de extender, para gozar plenamente del auxilio tan liberalmente ofrecido por Dios, no sólo a las definiciones solemnes de la Iglesia, sino también en la debida proporción, a las Constituciones y Decretos que reprueban y condenan algunas opiniones como peligrosas y perversas.


FALSA AUTONOMÍA DE LA RAZÓN.

110. – Tengan, por tanto, cuidado los fieles cristianos de no caer en una exagerada independencia de su propio juicio y en una falsa “autonomía” de la razón, incluso en estas cuestiones que hoy se agitan acerca del matrimonio. Es muy impropio de todo verdadero cristiano confiar con tanta osadía en el poder de su inteligencia que únicamente preste asentimiento a lo que conoce por razones internas; creer que la Iglesia, desconoce por razones internas; creer que la Iglesia, destinada por Dios para enseñar y regir a todos los pueblos, no está bien enterada de las condiciones y cosas actuales, o limitan su consentimiento y obediencia a las definiciones que arriba llamamos solemnes, como si las restantes decisiones de aquella pudieran ser falsas o no ofrecer motivos suficientes de verdad y honestidad. Por el contrario, es propio de todo verdadero discípulo de Jesucristo, sea sabio o ignorantes, dejarse gobernar y conducir en todo lo que se refiere a la fe y a las costumbres por la Santa Madre Iglesia, por su supremo Pasto el romano Pontífice, a quien rige el mismo Jesucristo Señor Nuestro.



sábado, 13 de mayo de 2017

Casti Connubii La piedad es necesaria, Deber de los Pastores de Almas, No bastan los medios naturales, Las Leyes del matrimonio cristiano




EL MATRIMONIO CRISTIANO.
CASTI CONNUBII
Pío XI, 31 de diciembre de 1930.

  



   


LA PIEDAD NECESARIA.

105. – Luego si de ninguna manera se pueden refrenar como se quieren estos ímpetus indomables, si el alma primero no rinde humilde obsequio de piedad y reverencia a su Creador, es, ante todo, y muy necesario, que quienes se unen con el vínculo santo del matrimonio estén animados de una piedad íntima y sólida hacia Dios, la cual informe toda su vida y llene su inteligencia y su voluntad de acatamiento profundo para con su Majestad Infinita.

DEBER DE LOS PASTORES DE ALMAS.

106. – Obran, pues, con entera rectitud y del todo conforme a las normas del sentido cristiano los pastores de las almas que, para que no se aparten en el matrimonio de la divina ley, exhortan en primer lugar a los cónyuges a los ejercicios de piedad, a entregarse por completo a Dios, a implorar su ayuda continuamente, a frecuentar los sacramentos, a manera de fomentar siempre y en todas las cosas una devota sumisión a Dios.

NO BASTAN LOS MEDIOS NATURALES.

107. – Se engañan en absoluto los que creen que, posponiendo o menospreciando los medios que exceden a la naturaleza, pueden inducir a los hombres a imponer su freno a los apetitos de la carne con el empleo y los inventos de las ciencias naturales (como son biología, la ciencia de la transmisión hereditaria y otras similares). Lo cual no quiere decir que se han de tener en poco los medios naturales que no sean deshonestos, porque uno mismo es el autor de la Naturaleza y de la gracia, Dios, el cual ha destinado los bienes de ambos órdenes para uso y utilidad de los hombres. Pueden y deben, por lo tanto, los fieles ayudarse también de los medios naturales. Pero yerran los que opinan que bastan los mismos para afianzar la castidad del estado conyugal o les atribuyen más eficacia que al socorro de la gracia sobrenatural.

LAS LEYES DEL MATRIMONIO CRISTIANO.

108. – Esta conformidad de las nupcias y de las costumbres con las leyes del matrimonio, sin la cual no pueden ser eficaz su restauración, supone que todos pueden discernir con facilidad, con firme certeza y sin mezcla de error, cuáles son esas leyes. Ahora bien; no hay quien no vea a cuántos sofismas se abriría camino y cuántos errores se mezclarían con la verdad revelada. Y si esto vale para muchas otras verdades del orden moral, particularmente se ha de tener en cuenta en lo que se refiere al matrimonio, donde el deleite libidinoso fácilmente puede abrirse paso en la frágil naturaleza engañándola y seduciéndola; y esto tanto más cuanto que, para observar la ley divina, los esposos han de hacer a veces sacrificios difíciles y duraderos, de los cuales se sirve el hombre frágil, según consta por la experiencia, como de otros tantos argumentos para excusarse de cumplir la ley divina.


"Errores Modernos (Encíclica "Humani Generis)" Pío XII



ERRORES MODERNOS.
(Encíclica “Humani Generis”)
Pío XII
 
    



  
39. – Del mismo modo que en las ciencias biológicas y antropológicas, hay algunos que también en las históricas traspasan audazmente los límites y las cautelas establecidos por la Iglesia. Y de un modo particular es deplorable el modo extraordinariamente libre de interpretar los libros históricos del Antiguo Testamento. Los fautores de esta tendencia, para defender su causa, invocan indebidamente la Carta que no se hace mucho tiempo la Comisión Pontificia para los Estudios Bíblicos envió al arzobispo de parís. Esta carta advierte claramente que los once primeros capítulos del Génesis, aunque propiamente no concuerdan con el método histórico usado por los eximios historiadores grecolatinos y modernos, no obstante pertenecen al género histórico en un sentido verdadero, que los exégetas han de investigar y precisar; y aunque los mismos capítulos con estilo sencillo y figurado, acomodado a la mente del pueblo poco culto, contienen las verdades principales y fundamentales en que se apoya nuestra propia salvación, y también una descripción popular del origen del género humano y del pueblo escogido. Más si los antiguos hagiógrafos tomaron algo de las tradiciones populares (lo cual puede ciertamente concederse), nunca hay que olvidar que ellos obraron así ayudados por el soplo de la divina inspiración, la cual los hacía inmunes de todo error al elegir y juzgar aquellos documentos.

40. – Empero lo que se insertó en la Sagrada Escritura, sacándolo de las narraciones populares, en modo alguno debe compararse con las mitologías u otras narraciones de tal género, las cuales más proceden de una ilimitada imaginación que de aquel amor a la simplicidad y a la verdad, que tanto resplandece aun en los libros del Antiguo Testamento, hasta el punto que nuestros hagiógrafos deben ser tenidos en esta parte como claramente superiores a los antiguos escritores profanos.

41. – Sabemos, es verdad, que la mayoría de los doctores católicos que con sumo fruto trabajan en las universidades, en los seminarios y en los colegios religiosos, están muy lejos de estos errores que hoy abierta u ocultamente se divulgan o por cierto afán de novedades o por un inmoderado deseo de apostolado. Pero sabemos también que tales nuevas opiniones pueden atraer a los incautos, y por lo mismo preferimos oponernos a los comienzos que no ofrecer un remedio a una enfermedad.

42. – Por lo cual, después de meditarlo y considéralo largamente delante del Señor, para no faltar a Nuestro sagrado deber, mandamos a los Obispos y a los Superiores religiosos, onerando gravísimamente sus conciencias, que con la mayor diligencia procuren que ni en las clases, ni en las reuniones, ni en escritos de ningún género, se expongan tales opiniones en modo algunos ni a los clérigos ni a los fieles cristianos.


sábado, 6 de mayo de 2017

Casti Connubii: Volver a la razón divina, La ley inviolable de Dios,La razón divina del Matrimonio, Someterse a la voluntad divina




EL MATRIMONIO CRISTIANO.
CASTI CONNUBII
Pío XI, 31 de diciembre de 1930.



    


VOLVER A LA RAZÓN DIVINA.

100. – Para lo cual nos parece conveniente, en primer lugar, traer a la memoria aquel dictamen que, en la sana filosofía, y por lo mismo, en la teología sagrada es solemne, según el cual todo lo que se ha desviado de su recta colocación no tiene otro camino para tomar el primitivo estado exigido por su naturaleza sino volver a la razón divina, que (como enseña el Doctor Angélico) es el ejemplar de toda rectitud.


LA LEY INVIOLABLE DE DIOS.

101. – Por lo cual, nuestro predecesor León XIII, de santa memoria, con razón urgía a los naturalistas con estas gravísimas palabras: “La ley ha sido providentemente establecida por Dios de tal modo, que las instituciones divinas y naturales se nos hagan tanto más útiles y saludables cuanto más permanecen íntegras e inmutables en su estado nativo, puesto que Dios, autor de todas las cosas, bien sabe qué es lo que más conviene a su naturaleza y conservación y todas las ordenó de tal manera, que su inteligencia y voluntad, que cada una ha de obtener su fin de un modo conveniente. Y si la audacia y la impiedad de los hombres quisieran torcer y perturbar el orden de las cosas, con tanta providencia establecido, entonces lo mismo que ha sido tan sabia y provechosamente determinado, empezará a ser obstáculo y dejará de ser útil, sea porque pierda con el cambio su condición de ayuda, sea porque Dios mismo quiera castigar la soberbia y temeridad de los hombres”.


LA RAZÓN DIVINA DEL MATRIMONIO.

102. – Es conveniente, pues, que todos consideren atentamente la razón divina del matrimonio y procuren conformarse con ella, a fin de restituirlo al debido orden.


SOMETERSE A LA VOLUNTAD DIVINA.

103. –   Mas como en esta diligencia se opone principalmente la fuerza de la pasión desenfrenada, que es en realidad la razón principal por la cual se falta contra las santas leyes del matrimonio, y como el hombre no puede sujetar sus pasiones si él no se sujeta ante Dios, esto es lo que primeramente se ha de procurar, conforme al orden establecido por Dios. Porque es la ley constante que quien se somete a Dios conseguirá refrenar, con la gracia divina, sus pasiones y su concupiscencia; mas quien fuere rebelde a Dios tendrá que dolerse al experimentar que sus apetitos desenfrenados le hacen guerra interior. San Agustín expone de este modo con cuánta sabiduría se haya esto así establecido. “Es conveniente -dice- que el inferior se sujete al superior; que aquel que desea se le sujete lo que le es inferior se someta él a quien le es superior. ¡Reconoce el orden, busca la paz! “¡Tú a Dios; la carne a ti!”. ¿Qué más justo? “¿Qué más bello?” Tú al mayor y el menor a ti; sirve tú a quien te hizo para que te sirva lo que se hizo por ti. No reconocemos en verdad, ni recomendamos este orden: “¡A ti carne y tú a Dios!”, sino: “Tú a Dios y a ti carne!”. Y si tú desprecias lo primero, es decir, “tú a Dios”, no conseguirás lo segundo; esto es, “la carne a ti”. Tú que obedeces al Señor, serás atormentado por el esclavo”.


TESTIMONIO DE SAN PABLO.

104. – Y el mismo bienaventurado Apóstol de las gentes, inspirado por el Espíritu Santo, atestigua también este orden, pues, al recordar a los antiguos sabios, que, habiendo más que suficientemente conocido al autor de todo lo creado, tuvieron a menos adorarle y reverenciarle, dice: “Por lo cual los entregó Dios a los deseos de su corazón, a la impureza, de tal manera que deshonrasen ellos mismos sus propios cuerpos”, y añadiendo: “¡Por esto los entregó a sus pasiones infames!” “Porque Dios resiste a los soberbios y da a los humildes la gracia”, sin la cual, como enseña el mismo Apóstol, el hombre es incapaz de refrenar la concupiscencia rebelde.


jueves, 4 de mayo de 2017

Errores Modernos (Encíclica "Humani Generi") Pío XII




ERRORES MODERNOS.
(Encíclica “Humani Generis”)
Pío XII

  






         34. – Por fin achacan a la filosofía que se enseña en nuestras escuelas el defecto de atender sólo a la inteligencia en el proceso del conocimiento sin reparar en el oficio de la voluntad y de los sentimientos. Lo cual no es verdad, ciertamente; pues la filosofía cristiana nunca negó la utilidad y la eficacia de las buenas disposiciones de toda el alma para conocer y abrazar plenamente los principios religiosos y morales; más aún, siempre enseñó que la falta de tales disposiciones puede ser la causa de que el entendimiento, ahogado por las pasiones y por la mala voluntad, de tal manera se oscurezca que no vea cual conviene. Y el Doctor Común cree que el entendimiento puede percibir de algún modo los más altos bienes correspondientes al orden moral, tanto natural como sobrenatural, en cuanto experimente en el ánimo cierta afectiva <<connaturalidad>> con esos mismos bienes, ya sea natural, ya sea por medio de la gracia divina; y claro aparece cuánto ese conocimiento subconsciente, por así decir, ayude a las investigaciones de la razón. Pero una cosa es reconocer la fuerza de los sentimientos para ayudar a la razón a alcanzar un conocimiento más cierto y más seguro de las cosas morales, y otra lo que intentan estos novadores, es decir, atribuir a las facultades volitiva y afectiva cierto poder de intuición, y afirmar que el hombre, cuando con el discurso de la razón no puede discernir, que es lo que ha de abrazar como verdadero, acude a la voluntad, mediante la cual elige libremente entre las opiniones opuestas, con una mezcla inaceptable de conocimiento y de voluntad.

         35. – Ni hay que admirarse de que con estas nuevas opiniones se ponga en peligro a dos disciplinas filosóficas que por su misma naturaleza están estrechamente relacionadas con la doctrina católica, a saber, la teodicea y la ética, cuyo oficio creen que no es demostrar con certeza algo acerca de Dios o cualquier otro ser trascendente, sino más bien mostrar que lo que la fe enseña acerca de Dios personal y de sus preceptos, es enteramente conforme a las necesidades de la vida, y que por lo mismo todos deben abrazarlo para evitar la desesperación y alcanzar la salvación eterna; todo lo cual se opone abiertamente a los documentos de Nuestros Predecesores León XIII y Pío X y no puede conciliarse con los decretos de Concilio Vaticano. No habría, ciertamente, que deplorar tales desviaciones de la verdad si aun en el campo filosóficas todos mirasen con la reverencia que conviene al Magisterio de la Iglesia, al cual corresponde por divina institución no sólo cuestionar e interpretar el depósito de la verdad revelada, sino también vigilar sobre las disciplinas filosóficas para que los dogmas católicos no sufran detrimento alguno de las opiniones no rectas.

36. – Réstanos ahora decir algo acerca de algunas cuestiones que, aunque pertenezcan a las disciplinas que suelen llamarse positivas, sin embargo, se entrelazan más o menos con las verdades de la fe cristiana. No pocos ruegan instantemente que la religión católica atienda lo más posible a tales disciplinas; lo cual es ciertamente digno de alabanza cuando se trata de hechos realmente demostrados, empero se ha de admitir con cautela más bien se trate de hipótesis, aunque de algún modo apoyadas en la ciencia humana, que rozan con la doctrina contenida en la sagrada Escritura o en la tradición. Si tales conjeturas opinables se oponen directa o indirectamente a la doctrina que Dios ha revelado, entonces tal postulado no puede admitirse en modo alguno.

37. – Por esos el Magisterio de la Iglesia no prohíbe que en investigaciones y disputas entre los hombres doctos de entrambos campos se trate de la doctrina del evolucionismo, la cual busca el origen del cuerpo humano en una materia viva preexistente (pues la fe católica nos obliga a retener que las almas son creadas inmediatamente por Dios), según el estado actual de las ciencias humanas y de la sagrada teología, de modo que las razones de una y otra opinión, es decir de lo que defiende o pugnan tal doctrina, sean sopesadas y juzgadas con la debida gravedad, moderación y templanza; con tal que todos estén dispuestos a obedecer al dictamen de la Iglesia, a quien Cristo confió el encargo de interpretar automáticamente las Sagradas Escrituras y de defender los dogmas de la fe. Empero algunos, con temeraria audacia, traspasan esta libertad de discusión, obrando como si el origen mismo del cuerpo humano de una materia viva prexistente fuese ya absolutamente cierto y demostrado por los inicios hasta el presente hallados y por los raciocinios en ellos fundados, y cual si nada hubiese en las fuentes de la revelación que exija una máxima moderación y cautela en esta materia.

38. – Más tratándose de otra hipótesis, es a saber, del poligenismo, los hijos de la Iglesia no gozan de la misma libertad, pues los fieles cristianos no pueden abrazar la teoría de que después de Adán hubo en la tierra verdaderos hombres no procedentes del mismo protoparente por natural generación, o bien de que Adán significa el conjunto de los primeros padres; ya que no se ve claro cómo tal sentencia pueda compaginarse con lo que las fuentes de la verdad y los documentos del Magisterio de la Iglesia enseñan acerca del pecado original, que procede del pecado verdaderamente cometido por un solo Adán y que, difundiéndose a todos los hombres por la generación, es propio de cada uno de ellos.