lunes, 30 de septiembre de 2013

Padre nuestro (cont.)

Esta bella Oración encierra siete peticiones, de las cuales tres son para glorificar a Dios directamente y cuatro para alcanzar bienes corporales y espirituales para nosotros mismos.


VEAMOS:


"Padre Nuestro que estás en los Cielos", es una entrada amorosa y plena, que nos abre las puertas del Corazón del Padre para hacer consecuentemente nuestras peticiones:

l.- Para glorificar a Dios: 
    a) "Santificado sea el tu Nombre"; 
    b)"Venga a nos tu Reino";
    c) "Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo".

2.- Para provecho corporal y espiritual: 
      a) "El pan nuestro de     cada día dánosle hoy";
      b) "Y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores"; 
      c) "Y no nos dejes caer en tentación"; 
      d) Mas líbranos del mal". Amén.


Esta singular Oración que deberíamos recitar dulce y armoniosamente, y que, al repetirla habría de sevirnos de profunda meditación, es algo que pronunciamos por costumbre y sin reflexión. Actualmente descubre uno con sorpresa, que, a pesar de rezarse en español, en la Santa Misa, muchas personas adultas e incluso jóvenes y niños no la saben ni siquiera de memoria.

Es cierto que la Iglesiaen aras de alabar a nos tiene y nos enseña bellas oraciones; sin embargo, ninguna, como aquélla, que brotó no sólo de los labios del mismo Jesucristo, sino de su Corazón y de todo su Sér, para alabar al Padre Eterno y alcanzar mercedes. ¡Es tan corta y tan completa, lo dice todo en tan breves palabras! Siendo en su cortedad, además de excelsa, un libro abierto para sumergirse en profundas meditaciones. ¡Lástima que la recemos tan superficialmente! ¡Qué tristeza que no sepamos comprenderla y vivirla!

MEDITEMOS:

Padre: Nuestro Señor Jesucristo llamó muchas veces a Dios como Padre: "Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto" (Mat. V-48). "Uno es vuestro Padre, el cual está en los cielos". (San Mateo XXIII-9). "Tu Padre que ve en lo oculto te retribuirá". (Mat. VI-6). "Ora a tu Padre en la soledad",  (Mat.VI-6). "Así oraréis: Padre Nuestro .. ". (Mat. VI-9) (c.f. Luc. XI-2). "Subo a mi Padre y vuestro
Padre". (Jn. XIX-17).

¡Padre, amoroso y dulce Nombre! ¿A quién podemos llamarle, con toda verdad, absoluta confianza, y pleno amor Padre, sino, a Dios a quien debemos todo?¿Quién puede y sabe amarnos como El y solo Él? Se dice en la vida de ciertos Santos que al rezar el Padre Nuestro se quedaban absortos en la Palabra: "¡Padre!". Ojalá supiéramos saborear tan sublime concepto y adentrarnos en tal forma en él, que al decir Padre experimentáramos amor, gratitud, confianza, fortaleza, descanso en el Padre de los padres: Nuestro Padre del Cielo, Dios.

Somos hijos de Dios por el ser de naturaleza y gracia que de el recibimos. Decimos que tenemos de El el ser de naturaleza porque El nos ha sacado de la nada: "¿Por ventura no es El tu Padre que te rescató, te hizo y te creó?" (Deut. XXXII-6). Dios ha creado nuestro cuerpo, con toda su perfección física, fisiológica, y a nuestra alma, con todas sus facultades; teniendo Dios, Nuestro Padre, la incomparable delicadeza que sólo a Él compete, de hacerla a imagen y semejanza suya. Dióle a esta alma poder y  señorío sobre toda la Creación.

Por él ser de Gracia que de Él recibimos. En el Bautismo, al recibir la Gracia se nos da el ser de Cristianos; y en los Sacramentos también se nos dá la Gracia, la cual es un Ser Divino que nos hace Hijos de Dios y herederos de su gloria. "No recibisteis espíritu de servidumbre... sino el de adopción de hijos en el cual clamamos: ¡Abba!, es decir ¡Oh. Padre!" (Rom. VIII-15).

Ante esta magnanimidad de un Dios para sus creaturas, tenemos obligación de amarlo, glorificarlo, dándole honor, imitación y obediencia, como dice Santo Tomás.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Padre nuestro (cont.)

(Parte dos)


Y hablando de oración, ¿qué oración más bella y completa y que comprenda tanto la vocal como la mental, que el Padre Nuestro?

"Así mismo cuando oréis, no habéis de ser como los hipócritas, que de propósito se ponen a orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Tú, al contrario, cuando hubieres de orar, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora en secreto a tu Padre, y tu Padre, que ve lo secreto, te premiará. En la oración no afectéis hablar mucho, como hacen los gentiles, que se imaginan haber de ser oídos a fuerza de palabras. No queráis, pues, imitarlos; que bien sabe vuestro Padre lo que habéis menester antes de pedírselo. Ved, pues, cómo habéis de orar:

PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS: SANTIFICADO
SEA TU NOMBRE. VENGA A NOS TU REINO. HÁGASE TU VOLUNTAD,
ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO. EL PAN NUESTRO
DE CADA DIA DÁNOSLE HOY. Y PERDÓNANOS NUESTRAS DEUDAS,
ASÍ COMO NOSOTROS PERDONAMOS A NUESTROS DEUDORES.
Y NO NOS DEJES CAER EN TENTACIÓN. MAS LÍBRANOS
DEL MAL. AMEN (Mt, VI·5·13).

[Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la
tentación, y líbranos del mal.] (Forma actual).

"Un día estando Jesús orando en cierto lugar, acabada la oracíón, díjole uno de sus discípulos: Señor, enséñanos a orar como enseñó también Juan a sus discípulos. Y Jesús les respondió: Cuando os pongáis
a orar, habéis de decir, PADRE, SEA SANTIFICADO TU NOMBRE. VENGA A NOS TU REINO. EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA DÁNOSLE HOY. Y PERDÓNANOS NUESTROS PECADOS, PUESTO QUE TAMBIEN NOSOTROS PERDONAMOS A NUESTROS DEUDORES. Y NO NOS DEJES CAER EN TENTACION. (Luc, XI-1,4).

Encontramos en la Sagrada Escritura que en dos ocasiones Nuestro Señor Jesucristo nos enseña el Padre Nuestro y nos aconseja rezarlo: públicamente en el Sermón de la Montaña, ante una gran multitud, y es el que corresponde a San Mateo y el que siempre hemos rezado tanto en la Santa Misa como en la oración particular. Y el de San Lucas Cap, XI del 1 al 4, pidiéndole los Apóstoles que les enseñara a orar, Nuestro Señor les enseña el Padre Nuestro. Tanto el de San Mateo como el de San Lucas son exactamente lo mismo; aunque en el de San Lucas encontraremos que faltan dos peticiones que son la tercera y la séptima; sin embargo la tercera "hágase tu voluntad" está implícitamente contenida en las dos primeras peticiones, pues santificando el Nombre de Dios y dejándolo reinar en nosotros se supone que hacemos su voluntad. Y la séptima: "líbranos del mal"; está contenida en "perdónanos nuestras deudas", "no nos dejes caer en tentación".

La Oración del "Padre Nuestro" es la más sencilla, sublime, excelente y completa; ya que la compuso el mismo Jesucristo y por venir de la Sabiduría misma encierra con claridad todo lo que necesitamos pedir para el alma y para el cuerpo, para nosotros y para nuestros prójimos.

martes, 24 de septiembre de 2013

El Padre Nuestro.

Hola, presentaremos una reflexión sobre el Padre nuestro por Sor Clotilde García Espejel, Eremita de Dios.

Esta reflexión será presentada en partes para que pueda meditarse y que sea de fácil lectura. Esperamos que sea de su agrado y que sirva para evangelizar.

He aquí la primera parte del texto.



"EL PADRE NUESTRO"

Por Sor Clotilde García Espejel, E.D.


Constantemente oímos quejas dolorosas por los grandes sufrimientos que afligen a los hombres y que son fruto del pecado original y actual que ha desequilibrado a la humanidad, haciéndole perder la armonía que es la raíz de una sólida felicidad. El sufrimiento tomado con amor y profundidad, ya sea buscado por nosotros mismos consciente e inconscientemente, ya sea llegado por otras causas, siempre es permitido por Dios; y si sabemos abrazarnos a él, encontraremos grandes bienes temporales, así como la salud eterna. Sin embargo,
aunque nos unamos amorosamente al dolor, fortalecidos por la gracia, no queramos, por eso, descartar nuestras peticiones a Dios implorándole que nos libre de la prueba si El lo ve necesario y conveniente; y esa petición hemos de hacerla mediante la oración.


Mas la oración no sólo es consuelo o remedio en los dolores o necesidades, también aumento de gracias, fortaleza, paz y alegría. Desperdiciamos nuestra vida cuando, en lugar de encontrar en Dios lo que buscamos, queremos encontrar oro donde sólo hay cobre, comunicándolo todo a nuestros pobres hermanos de peregrinación quienes también padecen en este valle de lágrimas y viven en ciertas tinieblas.


No quiero decir que esté prohibido comunicar nuestras cosas interiores a nuestros hermanos de camino, sobre todo, si, sabiendo escoger, elegimos almas íntegras en la extensión de la palabra, y menos todavía, que olvidemos que la comunicación con los Ministros del Señor y con las almas consagradas, no sean beneficiosas, y seríamos necios si negáramos el valor sobrenatural y psicológico que da el Confesor en el confesionario. Lo que queremos es animar a todo el mundo a que conozca el consuelo y el fruto de la oración y, sobre todo, la necesidad, inserta en nuestra naturaleza de creaturas, de vivir en relación con nuestro Creador en alabanza, adoración y gloria.


La Oración es una comunicación con Dios, es una elevación espiritual hacia el Creador para honrarlo, alabarlo, amarlo, hacernos presentes y pedirle mercedes. "Es una ascensión del alma hacia Dios" (San Juan Damasceno); "es una afectuosa tendencia del alma a Dios" (San Agustín); "Es una conversación y plática con Dios" (San Gregorio Niseno).


La Oración puede ser mental, la cual consiste en dirigirnos a Dios interiormente, mediante la reflexión y los afectos. Es vocal cuando los pensamientos y los afectos se traducen en palabras, de las cuales las más excelentes son las dictadas por el Espíritu Santo en los Salmos; o bien orando con la Liturgia, con las fórmulas que otros compusieron y con nuestras propias y espontáneas oraciones.compusieron y con nuestras propias y espontáneas oraciones.


Los fines de la Oración: 
a) adoración y reconocimiento a Dios como Creador, Ser Supremo; 
b) acción de gracias por sus beneficios; 
c) la demanda del perdón por los pecados; 
d) la petición de gracias y favores; 
e) la necesidad que, como creaturas, tenemos de comunicarnos con Dios y vivir en Él, con Él y para Él.


La Oración es urgente y necesaria: sin ella, la vida del alma, la paz, etc. naufragan y perecen.


¡Cuánta paz en medio de los grandes sufrimientos tendríamos si recurriéramos a la oración amorosa y confiada! No busquemos el remedio en los seres contingentes, pues creaturas son como nosotros; recurramos a Nuestro Padre Dios mediante la oración.


Si buscáramos lugar para orar, cuando menos cinco minutos diarios, veríamos, con sorpresa, la transformación de nuestras vidas, y, aunque no lográramos el remedio total a nuestras necesidades, sí, en cambio, encontraríamos la paz, la cual no tiene precio.


¡Qué distinto sería el mundo si un manto de oración lo envolviera! ¡Qué diferente la vida del hombre si viviera en comunicación con Dios! "Es necesario orar siempre y no desfallecer" (Luc. XVIII-1). "Sed constantes en la Oración" (Rom. XII-12).


Oremos, esos cinco minutos que arriba propongo, y será como un comienzo a una vida nueva y, poco a poco, se nos despertará la necesidad de tal comunicación, y por lo mismo, iremos aumentando esa unión hasta vivir con el Señor en perenne diálogo directo por la conversación e indirecto por nuestras acciones: "Orad sin interrupción" (Tes. XV·17).