martes, 24 de septiembre de 2013

El Padre Nuestro.

Hola, presentaremos una reflexión sobre el Padre nuestro por Sor Clotilde García Espejel, Eremita de Dios.

Esta reflexión será presentada en partes para que pueda meditarse y que sea de fácil lectura. Esperamos que sea de su agrado y que sirva para evangelizar.

He aquí la primera parte del texto.



"EL PADRE NUESTRO"

Por Sor Clotilde García Espejel, E.D.


Constantemente oímos quejas dolorosas por los grandes sufrimientos que afligen a los hombres y que son fruto del pecado original y actual que ha desequilibrado a la humanidad, haciéndole perder la armonía que es la raíz de una sólida felicidad. El sufrimiento tomado con amor y profundidad, ya sea buscado por nosotros mismos consciente e inconscientemente, ya sea llegado por otras causas, siempre es permitido por Dios; y si sabemos abrazarnos a él, encontraremos grandes bienes temporales, así como la salud eterna. Sin embargo,
aunque nos unamos amorosamente al dolor, fortalecidos por la gracia, no queramos, por eso, descartar nuestras peticiones a Dios implorándole que nos libre de la prueba si El lo ve necesario y conveniente; y esa petición hemos de hacerla mediante la oración.


Mas la oración no sólo es consuelo o remedio en los dolores o necesidades, también aumento de gracias, fortaleza, paz y alegría. Desperdiciamos nuestra vida cuando, en lugar de encontrar en Dios lo que buscamos, queremos encontrar oro donde sólo hay cobre, comunicándolo todo a nuestros pobres hermanos de peregrinación quienes también padecen en este valle de lágrimas y viven en ciertas tinieblas.


No quiero decir que esté prohibido comunicar nuestras cosas interiores a nuestros hermanos de camino, sobre todo, si, sabiendo escoger, elegimos almas íntegras en la extensión de la palabra, y menos todavía, que olvidemos que la comunicación con los Ministros del Señor y con las almas consagradas, no sean beneficiosas, y seríamos necios si negáramos el valor sobrenatural y psicológico que da el Confesor en el confesionario. Lo que queremos es animar a todo el mundo a que conozca el consuelo y el fruto de la oración y, sobre todo, la necesidad, inserta en nuestra naturaleza de creaturas, de vivir en relación con nuestro Creador en alabanza, adoración y gloria.


La Oración es una comunicación con Dios, es una elevación espiritual hacia el Creador para honrarlo, alabarlo, amarlo, hacernos presentes y pedirle mercedes. "Es una ascensión del alma hacia Dios" (San Juan Damasceno); "es una afectuosa tendencia del alma a Dios" (San Agustín); "Es una conversación y plática con Dios" (San Gregorio Niseno).


La Oración puede ser mental, la cual consiste en dirigirnos a Dios interiormente, mediante la reflexión y los afectos. Es vocal cuando los pensamientos y los afectos se traducen en palabras, de las cuales las más excelentes son las dictadas por el Espíritu Santo en los Salmos; o bien orando con la Liturgia, con las fórmulas que otros compusieron y con nuestras propias y espontáneas oraciones.compusieron y con nuestras propias y espontáneas oraciones.


Los fines de la Oración: 
a) adoración y reconocimiento a Dios como Creador, Ser Supremo; 
b) acción de gracias por sus beneficios; 
c) la demanda del perdón por los pecados; 
d) la petición de gracias y favores; 
e) la necesidad que, como creaturas, tenemos de comunicarnos con Dios y vivir en Él, con Él y para Él.


La Oración es urgente y necesaria: sin ella, la vida del alma, la paz, etc. naufragan y perecen.


¡Cuánta paz en medio de los grandes sufrimientos tendríamos si recurriéramos a la oración amorosa y confiada! No busquemos el remedio en los seres contingentes, pues creaturas son como nosotros; recurramos a Nuestro Padre Dios mediante la oración.


Si buscáramos lugar para orar, cuando menos cinco minutos diarios, veríamos, con sorpresa, la transformación de nuestras vidas, y, aunque no lográramos el remedio total a nuestras necesidades, sí, en cambio, encontraríamos la paz, la cual no tiene precio.


¡Qué distinto sería el mundo si un manto de oración lo envolviera! ¡Qué diferente la vida del hombre si viviera en comunicación con Dios! "Es necesario orar siempre y no desfallecer" (Luc. XVIII-1). "Sed constantes en la Oración" (Rom. XII-12).


Oremos, esos cinco minutos que arriba propongo, y será como un comienzo a una vida nueva y, poco a poco, se nos despertará la necesidad de tal comunicación, y por lo mismo, iremos aumentando esa unión hasta vivir con el Señor en perenne diálogo directo por la conversación e indirecto por nuestras acciones: "Orad sin interrupción" (Tes. XV·17).

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