jueves, 9 de febrero de 2017

ERRORES MODERNOS. (Encíclica “Humani Generis”) Pío XII





ERRORES MODERNOS.
(Encíclica “Humani Generis”)
Pío XII
 

 

        19. – Hay algunos que de propósito desconocen cuanto los Romanos Pontífices han expuesto en las Encíclicas sobre el carácter y la constitución de la Iglesia, a fin de hacer prevalecer un concepto vago, que ellos profesan y dicen haber sacado de los antiguos Padres, sobre todo de los griegos. Porque los Sumos Pontífices, dicen ellos, no quieren determinar nada en las opiniones disputadas entre los teólogos; y así hay que volver a las fuentes primitivas, y con los escritos de los antiguos explicar las modernas constituciones y decretos del Magisterio.
         20. – Este lenguaje puede parecer elocuente pero no carece de falacia. Pues es verdad que los Romanos Pontífices en general conceden libertad a los teólogos en las cuestiones disputadas entre los más acreditados doctores: pero la historia enseña que muchas cuestiones que en un tiempo fueron objeto de libre discusión, no pueden ya ser discutidas.
         21. – Ni hay que creer que las enseñanzas de las Encíclicas no exijan de suyo el asentimiento, por razón de que los Romanos Pontífices no ejercen en ellas la suprema potestad de su Magisterio. Pues son enseñanzas del Magisterio ordinario, del cual valen también aquellas palabras: <El que a vosotros oye, a Mi me oye>; y la mayor parte de las veces, lo que se propone e involucra en las Encíclicas, ya por otras razones pertenece al patrimonio de la doctrina católica. Y si los Sumos Pontífices en sus constituciones de propósito pronuncian una sentencia en materia disputada, es evidente que, según la intención y voluntad de los mismos Pontífices, esa cuestión no se puede tener ya como de libre discusión entre los teólogos.
         22. – Es también verdad que los teólogos deben siempre volver a las fuentes de la revelación; pues a ellos toca indicar de qué manera <Se encuentra explícita o implícitamente> en la Sagrada Escritura y en la divina Tradición, lo que enseña el Magisterio vivo. Además, las dos fuentes de la doctrina revelada contienen tantos y tan sublimes tesoros de verdad, que nunca realmente se agotan. Por eso con el estudio de las fuentes sagradas se rejuvenecen continuamente las sagradas ciencias; mientras que, por el contrario, una especulación que deje ya de investigar el depósito de la fe, se hace estéril, como vemos por experiencia. Pero esto no autoriza a hacer de la teología, aun de la positiva, una ciencia meramente histórica. Porque, junto con esas sagradas fuentes, Dios ha dado a su Iglesia el Magisterio vivo, para ilustrar también y declarar lo que en el depósito de la fe no se contiene más que oscura y como implícitamente. Y el Divino Redentor no ha confiado la interpretación auténtica de este depósito a cada uno de los fieles ni aun a los teólogos, sino sólo al Magisterio de la Iglesia. Y si la Iglesia ejerce este su oficio (como con frecuencia lo ha hecho en el curso de los siglos, con el ejercicio ya ordinario ya extraordinario del mismo oficio), es evidentemente falso el método que trata de explicar lo claro por lo oscuro; antes es menester que todos sigan el orden inverso. Por lo cual Nuestro Predecesor de inmortal memoria Pío IX, al enseñar que es deber nobilísimo de la teología el mostrar cómo una doctrina definida por la Iglesia se contiene en las fuentes, no sin grave motivo añadió aquellas palabras: <con el mismo sentido con que ha sido definida por la Iglesia>.
        

martes, 7 de febrero de 2017

Igualdad y desigualdad de derechos, Derechos civiles de la mujer, El verdadero amor y El matrimonio, verdadero Sacramento




CASTI CONNUBII
Pío XI, 31 de diciembre de 1930.
 
 






IGUALDAD Y DESIGUALDAD DE DERECHOS.

75 –  La igualdad de derechos, que se amplifica y exagera, debe, sin duda alguna, admitirse en cuanto atañe a la persona y dignidad humanas y en las cosas que se derivan del pacto nupcial y van añejas al matrimonio, porque en este campo ambos cónyuges gozan de los mismos derechos y están sujetos a las mismas obligaciones; en los demás ha de reinar cierta desigualdad y moderación, como exigen el bienestar de la familia y la debida unidad y firmeza del orden y sociedad domésticos.

DERECHOS CIVILES DE LA MUJER.

76 – Y si en parte, por razón de los cambios experimentados en los usos y costumbres del comercio humanos, deben mudarse algún tanto las condiciones sociales y económicas de la mujer casada, toca a la autoridad pública acomodar los derechos civiles de la mujer a las necesidades y exigencias de estos tiempos, teniendo siempre en cuenta lo que reclama la natural y diversa índole del sexo femenino, la pureza de las costumbres y bien de la familia; y esto contando siempre con que quede a salvo el orden esencial de la sociedad doméstica, el cual ha sido establecido por autoridad más excelsa que la humana; esto es, por la divina, no pudiendo, consiguientemente, cambiarse ni por las públicas leyes ni por privados gustos.
EL VERDADERO AMOR.
77 – Avanza aún más los modernos enemigos del matrimonio, sustituyendo el genuino y constante amor base de la felicidad conyugal y de la dulce intimidad, por cierta conveniencia ciega de caracteres y conformidad de genios, a lo cual llaman simpatía, lo cual, al cesar, debilita y hasta del todo destruye el único vínculo que unía las almas. ¿Qué es esto sino edificar una casa sobre la arena? Y ya de ella dijo Nuestro Señor Jesucristo que el primer soplo de la adversidad la haría cuartearse y caer: “Y soplaron los vientos y dieron con ímpetu contra ella, y se desplomó y fue grande su ruina”. Mientras que, por el contrario, el edificio levantado sobre la roca, es decir, sobre la mutua caridad conyugal, y consolidado por la unión deliberada y constante de las almas, ni se cuarteará ni será derribado por la adversidad.

EL MATRIMONIO, VERDADERO SACRAMENTO.


78 – Hemos definido hasta aquí, venerables hermanos, los dos primeros y por cierto muy excelentes beneficios del matrimonio cristiano. Mas porque excede con mucho a estos dos el tercero, o sea el de sacramento, nada tiene de extraño que veamos a los enemigos del mismo impugnar, ante todo y con mayor saña, su excelencia. Afirman, en primer lugar, ser el matrimonio una cosa del todo profana y exclusivamente civil, la cual en modo alguno ha de ser encomendad a la Iglesia de Cristo, sociedad religiosa, sino tan sólo a la sociedad civil, añadiendo que es preciso examinar el contrato matrimonial de todo vínculo indisoluble por medio de divorcios, que la ley habrá no solamente de tolerar, sino de sancionar, con lo que el matrimonio, despojado de toda santidad, quedará relegado al número de las cosas profanas y civiles.

jueves, 2 de febrero de 2017

Errores Modernos (Encíclica "Humani Generis") Pío XII





ERRORES MODERNOS.
(Encíclica “Humani Generis”)
Pío XII




         16. - De lo dicho es evidente que estos conatos, no sólo llevan al relativismo dogmático, sino ya de hecho lo contienen; pues el desprecio de la doctrina tradicional y de su terminología favorece ese relativismo y lo fomenta. Nadie ignora que los términos empleados, tanto en la enseñanza de la teología, como por el mismo Magisterio de la Iglesia, para expresar tales conceptos, pueden ser perfeccionados y perfilados. Se sabe también que la Iglesia no ha sido siempre constante en el uso de unos mismos términos. Es evidente además que la Iglesia no puede ligarse a cualquier efímero sistema  filosófico; pero las nociones y los términos que los doctores católicos, con general aprobación, han ido componiendo durante el espacio de varios siglos, para llegar a obtener alguna inteligencia del dogma, no se fundan realmente en principios y nociones deducidas del verdadero conocimiento de las cosas creadas; deducción realizada a la luz de la verdad revelada, que, por medio de la Iglesia, iluminaba, como una estrella, la mente humana. Por eso no hay admirarse que algunas de estas nociones hayan sido, no sólo empleadas, sino también sancionadas por los Concilios Ecuménicos; de suerte que no es lícito apartarse de ellas.
         17. – Abandonar, pues, o rechazar o privar de valor tantas y tan importantes nociones y expresiones, que hombres de ingenio y santidad no comunes, con esfuerzo multisecular, bajo la vigilancia del sagrado Magisterio y con la luz y guía del espíritu Santo, han concebido, expresado y perfeccionado para expresar las verdades de fe cada vez con mayor exactitud, y sustituirlas con nociones hipotéticas y expresiones fluctuantes y vagas de una moderna filosofía que como la flor del campo hoy existe y mañana caerá, no sólo es suma imprudencia, sino que convierte el dogma en una caña agitada por el viento. El desprecio de los términos y las nociones que suelen emplear los teólogos escolásticos, lleva naturalmente a enervar la teología especulativa, la cual, por fundarse en razones teológicas, ellos juzgan carecer de verdadera certeza.

         18. – Por desgracia estos amigos de novedades fácilmente pasan del desprecio de la teología escolástica a tener en menos y aun a despreciar también el mismo Magisterio de la Iglesia, que tanto peso ha dado con su autoridad a aquella teología. Presentan este Magisterio como impedimento del progreso y obstáculo de la ciencia; y hay ya a católicos, que lo consideran como un freno injusto, que impide el que algunos teólogos más cultos renueven la teología. Y aunque este Sagrado Magisterio, en las cuestiones de la fe y costumbres, debe ser para todo teólogo la norma próxima y universal de la verdad (ya que a él ha confiado Nuestro Señor Jesucristo la custodia, la defensa y la interpretación del depósito de la fe, o sea de las Sagradas Escrituras y de la Tradición Divina); sin embargo, a veces se ignora, como si no existiese, la obligación que tienen todos los fieles de huir aun de aquellos errores que más o menos se acercan a la herejía, y por tanto <de observar también las constituciones y decretos, en que la Santa Sede ha proscrito y prohibido las tales opiniones falsas>.