¿CUÁL FUE, ENTONCES LA VOCACIÓN DE ISABEL LA CATÓLICA?
Isabel fundamentó su vocación de
estado, el matrimonio, así como su vocación personal que consistió en el
llamado grandioso “del descubrimiento,
la conquista y Evangelización de América”, en su Vocación Universal y esta
será, el fuego que mueva su vida eterna.
Cada uno de los actos de la Reyna
fueron engarzados, jamás desunidos del punto primordial, que constituyo para
ella la Vocación Universal: La Santidad.
Y si consideramos a la Reyna
extraordinaria, es, no solo por la riqueza de dones que recibió de Dios y su
correspondencia, sino por es fuerza que poseía y que emanaba de lo
sobrenatural. Si ella no hubiera seguido su camino de Santidad, no hubiéramos visto
realizarse el triunfo de Dios en América. Su alma y todo su ser vivió pendiente
del prójimo, de su patria; pero no únicamente a nivel natural, sino
trascendiendo, elevándose para elevarlos a todos y lograr el conocimiento del
único y verdadero Dios.
En cuanto a su vocación de
estado, es verdaderamente ejemplar la manera en que elige a su consorte:
Alfonso Rey de Portugal, el Duque de Berri y Fernando de Aragón, entre otros,
pretenden a Isabel. Ella prefiere a su primo Fernando de Aragón, pero no se
precipita y antes de decidir, se pone en oración y manda investigar a los
candidatos para descubrir cuál ha de ser, según Dios el verdadero compañero de
vida y de sus obras. Y sin pensar en ningún momento en sí misma, sino en el bien
de España, se decide, ya considerada la conducta de los tres, por Fernando de
Aragón mirando en su momento hacia el futuro: la unión de un sólo Reino, el
logro de una Patria Unida.
No se le ve apasionada o inquieta,
y no porque fuera una fría mujer, sino porque siendo una joven de oración y
virtud, espera que a través del Arzobispo de Toledo, pueda escuchar el Mandato
Divino: así se realiza el matrimonio de Isabel con Fernando el 19 de octubre de
1569 en el Palacio que Juan de Vivero poseía en Valladolid. No cabe duda que
este matrimonio fue uniendo a España. Con esto Isabel la Santa, nos da muestra
de su gran prudencia y perspicacia política y ante todo, sabe actuar en el
momento mirando la Gloria de Dios y el bien de las almas. El tiempo y la
historia le han dado la razón a Isabel; ya que fue un matrimonio unido para el
bien: Fernando no sólo fue apoyo y confidente, sino que respetó en plenitud el
camino de Isabel, viviendo su propio camino.
Sin embargo la Reyna Isabel no
solo es la conquistadora, andariega y gobernante; es la mujer de su hogar, todo
en orden, en paz, nunca se puso el Rey ninguna prenda, que ella no hubiera
hilado y cosido. En cuanto al Cuarto Mandamiento como madre, fue ejemplar: a
sus cinco hijos los educa en el Amor de Dios, llevando para ellos profesores de
Religión, filosofía, historia y humanidades. Suele incluso presidir las
lecciones.
Pero su cuidado no se limitaba a
los suyos, se extendía a sus doncellas y criados, enseñándoles a vivir las
buenas costumbres de las que ella era maestra.
Sin olvidar, que a pesar de que
sus biógrafos la consideran, en dotes naturales superior a las de Fernando,
ella fue siempre una esposa obediente, dócil, que en todo consultaba a su
esposo. Es justo decir algo del Rey Fernando: hombre cristiano, inteligente, de
gran valentía y que supo aconsejar y dar apoyo a las empresas de la Reina. Inolvidables
son las frases del Rey Fernando al
referirse al Reino de Granada: “yo sabré
arrancar los granos uno a uno de esa granada”. Igualmente ofrece el Tesoro
de Aragón, si necesario hubiere sido, para el Descubrimiento del Nuevo Mundo.
Volvemos a la Reyna: su vocación
personal la encontramos en el Descubrimiento y Evangelización del Nuevo
Continente, cualquiera dirá que ella no llegó al Nuevo Mundo, es verdad, pero
en los altos juicios de Dios es claro que sin ella, los otros grandes hombres:
Colón, Cortés, etcétera, no hubieran logrado lo que el Señor había encargado a
Isabel.
Tomando en cuenta que aunque ella
no llegó físicamente al Continente, sí trabajó con ardor por esa llegada y por
esa Evangelización. Amó entrañablemente a esta nueva raza y por sus
sacrificios, Dios en sus misterios dio el triunfo al Nuevo Continente.
Continuará: PREPARACIÓN DE ISABEL
PARA REALIZAR SU VOCACIÓN.