Continuación de: Vocación de una Reyna
VOCACIÓN PERSONAL
Sobre estas tres columnas
vocacionales, a las cuales podríamos llamar principios o fundamento, hallamos
la vocación personal. ¡El Espíritu Santo se luce en las almas, dándoles, no
digo matices, sino gigantescas llamas que asombran al mundo en su infinita
variedad!.
La creación es hermosa por su
variedad en la unidad de la cual resulta la armonía. La igualdad no enriquece,
es monótona y nada creativa, así que el Eterno Padre a quién se le atribuye la
creación, nos mantiene asombrados ante la belleza y misterio de su OBRA CREADORA.
El Espíritu Santo, tercera
persona de la Santísima Trinidad, de quien reconocemos recibir los medios y el
estímulo hacia nuestra santificación, nos arrebata al éxtasis cuando
contemplamos en nuestros hermanos la variedad infinita de caminos, de facetas y
dones que les otorga para la consecuencia del Fin. Este conjunto de dones que
regala a cada persona, son los medios y señales para la realización de su
vocación personal.
La Vocación Universal y la
Vocación de Estado han de conjugarse con la vocación personal, con la cual,
cada hombre vivirá en la sociedad, en la Iglesia, en el mundo su especifica
vocación, no de manera aislada sino en Preciosa Comunión con sus hermanos, y
así lograr todos la Vocación Universal.
Leemos a través de la Historia a
un San Agustín, a un Santo Domingo, los dos religiosos, los dos fundadores,
trabajando por el logro de la distinta encomienda personal que Dios ha dado a
cada quien. Santa Rita de Casia y Santa Eduviges, las dos casadas, las dos
viviendo el mismo Evangelio, pero dentro de su estado matrimonial, en ambas
aparece la luz brillante de la Vocación personal.
A los estudios, los oficios, los
empleados y demás, podríamos llamar vocaciones relativas, es decir, que
favorecen a la vocación universal, de estado y personal: también podemos
considerarlas como medios, apoyos, pero no son absolutamente necesarias, si no
entran en el plan de la vocación personal del sujeto.
Importante es la vocación para el
hombre en sí, como para su relación con la Iglesia, con la familia, con la
sociedad, con el mundo y sobre todo con el mismo Dios.
Dios todo lo ordena con transparente
y necesaria intensión y siempre con una finalidad: no pierde el tiempo, elige,
acomoda, enseña e invita según los planes de su sabiduría Infinita.
A pesar del Pecado Original y de
la concupiscencia del hombre, la armonía de la creación se realizaría si cada
uno viviera, con rectitud y a la luz de la gracia, su propia vocación.
GRANDES VOCACIONES
Cristo, Dios Y Hombre Verdadero,
quien siendo Dios es Hombre y siendo Hombre es Dios por la Unión Hipostática,
misteriosamente tuvo su propia vocación en cuanto Hombre, la cual llevó hasta
el fin con su absoluta determinación de DIOS-HOMBRE.
La más sublime y trascendente de las vocaciones de manera infinita es: la REDENCIÓN del género humano por el
camino de la cruz: sin el cumplimiento de esta expectante y misteriosa
vocación, no hubiera sido posible que el hombre conociera, aceptara y llevara
al éxito el llamado de Dios.
Y esto lo comprendió
perfectamente la Virgen María, como Madre de Dios y de los hombres corredentora
con Cristo, pues si no clavad en la Cruz, si al pie de la Cruz.
La más grande y sublime vocación
de entre toda creatura corresponde a la Santísima Virgen. Después de ella,
Reyna de los Cielos y de la Tierra, contemplamos a San José, en su excelsa
vocación de Padre Putativo de Jesús.
San Pedro, Primer Papa, cuyo
llamado se encuentra en la Revelación Divina y a quien Cristo primero invita a
ser discípulo: “ tú eres Simón el hijo
de Juan; tú te llamaras Cefas (que significa Pedro o Piedra)” (Juan 1-42).
Posteriormente, el mismo Cristo
le profetiza el papado “tú eres Pedro y
sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mateo 16-18).
Enseguida, en aquella Santa e
inolvidable Cena Pascual, cuando Cristo instituye la Eucaristía y el Sacerdocio
Católico, Pedro es ordenado Sacerdote, en unión con los demás Apóstoles: “Haced esto en memoria mía” (Luc.22-19 y
20, 1 Cor. X 24-25).
Y finalmente después de la Pasión
y Muerte de Cristo, Él lo confirma como Papa en aquel bellísimo dialogo sobre
el amor de todo un Dios en su creatura: “¿me
amas Pedro?”. “Señor, Tú sabes que te amo” (Juan 21-15-18).
Notemos, cómo para llegar al
termino de la verdadera vocación, hay que dejar que Dios nos haya conducido.
No quiero pasar por alto la gran
vocación de Aristóteles, quien aún siendo pagano, con la Asistencia Divina
llega al descubrimiento, a través de la razón, de un solo Dios, del alma espiritual,
del premio o castigo según las obras…así construye el camino, por designios del
Eterno Padre, el Doctor Angélico, quien habrá de realizar parte de su vocación
Cristianizando lo Cristianizable de la filosofía Griega.
Em el tiempo y en el espacio se
han truncado infinidad de vocaciones, pero igualmente, sin poderlas contar, se
han realizado en pos del Arte, de la Ciencia, de la Historia, de la Filosofía,
de la Salud, del remedio a la pobreza, de la lucha a favor de la de la verdad y
la justicia, en todos sus aspectos. Igualmente de la fundación de nuevas
Familias Religiosas, en fin…pero tanto unas como otras, para obtener éxito,
primero han de considerar el verdadero llamado de Dios con la intención clara
de cimentar la Fe en la familia y en la sociedad; tanto en el orden natural,
como en el sobrenatural, y todo esto orientado hacia la Vocación Universal.
Continuará: ¿CUÁL FUE, ENTONCES
LA VOCACIÓN DE ISABEL LA CATÓLICA?
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