IGLESIA SÓLO HAY UNA Y NADIE PUEDE FUNDAR OTRA.
“ECUMENISMO”
¡CUIDADO!
Entre
los innumerables errores que ha provocado en los católicos, la falsa
interpretación de “LA LIBERTAD RELIGIOSA”, está en creer y enseñar: “QUE TODAS
LA RELIGIONES SON BUENAS, QUE TODAS LAS RELIGIONES NOS CONDUCEN A DIOS”.
Esto
proclaman personas incrédulas, medio creyentes, aunque también, para dolor y
confusión nuestra, lo escuchamos con tristeza y decepción, de labios de
católicos, incluso de aquellos que frecuentan la Comunión Sacramental y que
rezan diariamente el Santo Rosario. Añadiendo que son católicos con cierta preparación
religiosa. En cambio, no se realiza esa traición en los integrantes de las
Sectas o falsas religiones. Increíblemente, los que están en el error son más
celosos de él, que nosotros de la Verdad Eterna.
Con
gran sorpresa hemos descubierto católicos que se asocian a sectas protestantes
para “conocer mejor a Dios” ¿A cuál dios? Mientras tanto los hijos de Lutero, directos
o de los divididos por el libre examen, se aprovechan para llevarse de la luz a
las tinieblas a nuestros frágiles católicos.
Según
lo expuesto, el mundo inverso y confuso de hoy, concibe por libertad religiosa
el derecho absoluto de escoger, de seguir cualquier religión que le convenga, y
asocia ese derecho a la seguridad de la salvación eterna, -eso si aún cree en
la existencia de las postrimerías- Por consiguiente, el que intente disuadirlo
de su error, es calificado de falto de respeto a la persona humana y a la
libertad religiosa.
¡Espantosa
y grave concepción! quizá una de las más trascendentes de nuestra era, pues es,
por su importancia, una de las que más trastorna el criterio y la fe del hombre
de nuestro tiempo.
Empecemos
por entender que no hay libertad absoluta. Absoluto sólo Dios, pues el absoluto
que usamos para lo creado y en lo creado, sólo es figura, analogía o
relatividad.
La
perfección de la libertad reside en que ésta goza de derechos y tiene deberes
que cumplir. La libertad no se obstaculiza o limita con los deberes, ni se hace
omnímoda con los derechos… Repito: estos deberes y derechos la conducen a la
perfección y a una elevación que, lógicamente, enaltece y perfecciona al
hombre. Por tanto, la libertad religiosa, para ser autentica, necesita surgir de
la luz y tender hacia ella y no emerger de la obscuridad, buscando en las
tinieblas la luz e ir en busca de la verdad y no de la mentira y la ambigüedad.
El hombre únicamente se realiza, llega a su fin, en consecución del bien y de
la verdad. ¿Y dónde mejor ha de encontrar el auténtico Bien y la Eterna Verdad,
sino en la Religión Católica fundada por Nuestros Señor Jesucristo?
La
verdad religiosa indudablemente que lleva a la libertad, no absoluta, pero sí proporcionalmente
plena. Decimos no absoluta en cuanto que, como creaturas, no tenemos capacidad
de asimilar lo eterno plenamente; pero sí proporcionalmente absoluta, porque
siendo creaturas participamos de la Única Doctrina de la Verdad Absoluta, que
es Dios.
A
mayor esclavitud, menor libertad; y si cualquier dependencia o pasión coarta la
libertad, ¿Cuánto más lo hará el ser esclavo del error, que contradice a la
verdad fundamental, la cual lleva al hombre a la plenitud de su realización,
concibiendo la verdad eterna?
Ciertamente
no podemos, no debemos obligar a nadie en ninguna forma a practicar alguna
religión o la verdadera Religión, porque simplemente no la practicaría; ya que,
si exteriormente se manifestara religioso, interiormente carecería de intención
y, por tanto, todo sería ficticio, incluso una falsa motivación en la cual no
se usa la fuerza, pero si la coacción moral, el chantaje que compromete al
sujeto, haciéndole ceder ante una situación embarazosa, no es lícita. Con esto
aludimos a los protestantes quienes son mercaderes de la fe, negociantes de su
falsa religión en cuyo proselitismo van creando apóstatas, herejes, fanáticos,
amargados y fariseos.
Sí,
en cambio, sería obligación enseñar, instruír, probar, convencer cuál es la
verdadera Fe y dónde se halla. ¡Gozar de nuestra excelsa religión y no luchar y
trabajar porque nuestros hermanos gocen de ella, es no tener la verdadera
caridad que nace de la Fuente Divina del Corazón de Jesús y que debe trascender
hasta el más pequeño de nuestros hermanos! Es carecer del celo de la gloria de
Dios y de la salvación de las almas. Considerar que es respeto a la persona
humana el no ayudarlo a saborear la dulzura de nuestra Religión Católica y
dejarlo que pierda la felicidad temporal y quizá la eterna, es no entender el
Evangelio. La concepción que el hombre actual tiene de la “libertad religiosa”
le relaja la conciencia, lo convierte en inestable e inseguro: le relaja la
conciencia, porque si todas las religiones son buenas y todas nos llevan a
Dios, puedo escoger la que me convenga, aquella cuya ley me acomode mejor en
esta vida moderna y puedo llegar a Él por el camino que me parezca más fácil y,
por tanto, habría que preguntarme: ¿Qué vida llevo con respecto a Dios, a mi
prójimo y a mí mismo? Además, lo hace inestable e inseguro. De otra manera, si
Dios se contradice y en una religión tiene un dogma, una moral y un culto y en
otra hay cambios, entonces… no es un dios seguro, es un dios que se contradice;
y si la verdad no existe, entonces… ¿Qué existe?
Esta
comprensión equivocada de la libertad religiosa es fruto de falsas
predicaciones, de pésimos ejemplos, de equivocadas interpretaciones, de
conveniencias muy especiales y, sobre todo, del deseo de vivir relajada y de
manera libertina, lo que ha traído como consecuencia, un indiferentismo
religioso que, encerrado en un círculo vicioso, es a veces causa y otros
efectos. En ese flujo y reflujo del hombre, aún en el más ignorante o el más
pecador, que cree hablar sensatamente, con gran actualización exclama: “TODAS
LAS RELIGIONES SON BUENAS, TODAS CONDUCEN A DIOS”.
¡Cuánta
falsedad! ¡Terrible equivocación, deja a su prójimo que cambie, aunque eso le
cueste su felicidad terrena y su Vida Eterna! Respeta sus devaneos y
languideces, pero no pretenda tocar lo suyo, porque se olvida del gran respeto
y lo deshace.
Qué
equivocado está el mundo desde que hizo su propia religión. No hemos de guiarlo
a la verdadera luz, porque eso es faltarle al respeto: que tenga al Dios
verdadero o uno falso, es cosa suya.
Eso
que se exclama y se clama que: “TODAS LAS RELIGIONES SON BUENAS Y QUE TODAS NOS
CONDUCEN A DIOS”.
Es
un grito desesperado de aquellos que no tienen convicciones y que no quieren
sujetarse a las leyes que armonizan y unifican la fe y las costumbres.
Pregunto:
¿Cuántos credos hay? Hablando de Doctrina sólo hay un Credo, el Credo católico.
Y la variedad que encontramos, no trata de cambio de esencia doctrinal, sino de
términos, formas y síntesis de la presentación exterior. Pero el Credo es el
mismo, el único y si las sectas o falsas religiones o sociedades con errónea
filosofía, encuentran a dios, indudable que no es el de los cristianos-católicos.
Porque
Dios es Uno y una es su Doctrina, unas son sus Leyes.
“Creo
en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra”.
¿Los
masones, los budistas, los musulmanes aceptan esta verdad? ¡Imposible!
¿Los
científicos ateos, cuya ciencia es su dios y en ella encuentran el origen de
todo lo existente, negando una causa superior, podrán tener a nuestro mismo
Dios?
“Creo
en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de
todos los siglos”.
¿Los
herejes Testigos de Jehová, no niegan acaso la Divinidad de Cristo? Algo
esencial, como es la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo que siendo negada,
no se puede creer en el mismo Dios.
¿Los
comunistas y otros falsos filósofos que nos marca la historia, no aseveran
acaso que Cristo fue el primer comunista? ¿Esos creen en el mismo Dios en el
que yo, católico creo?
Qué
entienden todos éstos de: “Creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios,
nacido del Padre, antes de todos los siglos; Dios de Dios, Luz de Luz, Dios
verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, consubstancial al Padre”.
¿Entenderán
estos socios del mal y de la mentira, la Consubstancialidad?
Y
brincándonos un poco el Credo decimos: “Y por nuestra salvación bajó del cielo,
aunque ahora… (sólo se diga que bajó por los pobres) la verdad es que se hizo
hombre en el vientre Virginal de la Santísima Virgen María, por obra y Gracia
el Espíritu Santo, para arrancarnos de las manos del demonio quien nos tenía
sujetos desde que pecaron Adán y Eva.
¿Acaso
los Testigos de Jehová no niegan al también al Espíritu Santo y a sus obras?
Y
todas las sectas protestantes no aceptan la Virginidad de María, niegan
rotundamente que sea la Madre de Dios. No creen en la ordenación sacerdotal con
todos sus dones y gracias como son: los sacramentos, negando ellos justamente,
la vida de la Gracia. No reconocen el esencial único y extraordinario
Sacrificio de la Santa Misa, dónde Jesucristo mística, pero realmente, vuelve a
sufrir la Pasión Redentora.
No
se diga de la Santísima Trinidad, bello, grandioso misterio y fundamento de
todo el catolicismo. Rompamos con la Santísima Trinidad y todo ha terminado: no
hay Religión, no hay Dios, no hay Doctrina. Siendo esta la herejía principal de
la materialista secta protestante de los Testigos de Jehová.
“Creo
en la Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica”.
Actualmente
ya ni los católicos entienden bien el concepto Iglesia. Confunden la esencia,
la santidad, la inmutabilidad de la Institución, la Revelación Divina, el dogma,
moral y culto que es inmutable e inconmovible, con el cuerpo místico, que somos
nosotros y que formamos la parte externa y terrena de la misma Iglesia.
La
Iglesia es una, no son varias Iglesias. Es UNA
con un solo Dios, con una sola Cabeza invisible Jesucristo, con una sola cabeza
visible el Papa, una sola Alma el Espíritu Santo y el cuidado y providencia de
la Primera Persona de la Santísima Trinidad.
La
Santa Madre Iglesia es: Una sola doctrina, una sola moral, un solo culto.
Aunque ahora le hemos dado al concepto Iglesia muchas interpretaciones, que
confunden al mundo y rebajan a la Iglesia Católica.
¿Cómo
haremos para creer que éste mi Dios, deambula y trabaja entre errores,
traiciones, soberbia, amoralidad, cultos y rituales equivocados y que se
relaciona familiarmente con los enemigos de Él y de sus Obras quienes siembran
la duda en los seres humanos hasta desconectarlos plenamente con la verdad;
particularmente refiriéndonos a la diabólica y mal sana Nueva Era?
¿Y
qué diremos de la vida del mundo futuro que empieza en la tierra con la muerte,
continua en la Eternidad, con el juicio concluyendo con el premio o castigo que
son, o el Cielo o el Infierno, cuando dicen que el infierno está en la tierra, que
Dios es pura misericordia (un bonachón), que a todos se lleva a gozar al cielo?
Y
algo que le conviene mucho al maligno, es negar su existencia. Para el mundo el
diablo ya no existe, es decir, nunca ha existido.
Podríamos
decir tanto, pero hay otros muchos temas urgentes.
Hoy.
Hoy hay una Religión nueva: “Todos, en todas partes, aun en el pecado, en la
herejía, en la apostasía, dicen tener el mismo Dios”.
Enemigos
de Dios y de la Iglesia, gente víctima del error, grandes pecadores que han
perdido ya la Fe, católicos medianos y sincretistas con una religión plural,
sólo hay un Dios, sólo hay una Fe, sólo hay una Doctrina, sólo hay una Ley y
sólo un culto.
Que
todo lo que emerge desde la creación, hasta la fundación de su Iglesia, de su
sacerdocio, y toda Verdad Doctrinal: Dios, su Trinidad de Personas, su
sabiduría y su amor, lo encontraremos únicamente en la Religión Católica,
Apostólica y Romana, no hay otra. Y Dios no camina en el error ni apapacha el
error.
Sectarios,
ateos, grupos de falsas religiones, católicos mediocres dicen que no está la
unión en la verdad del criterio sino en el amor. Es decir, que todos nos amemos,
aunque veamos con alegría el error, la mentira, la maldad, el vicio…. “Pero si
nos amamos ya no importa que cada quien crea en lo que quiera viva como quiera,
haga todo el mal que pueda hacer porque al fin nos une el amor.
El
tema del amor es un tema sublime y delicado para el que guardo un lugar
especial, mientras tanto, les diré que el Amor no es el fruto de la
complicidad, del disimulo, de la indiferencia, ni puede encontrarse el Amor entre
el odio, el rencor y un cúmulo de pasiones fruto, no del Amor, sino de la
relajación.
Todo
buen católico ha de amar universalmente a su prójimo, pero no visceralmente, que
sería tanto como expresar: animalmente. No; hemos de amar desde las facultades
humanas pletóricas de Fe fundadas en la voluntad de Dios, que quiere la
salvación de todo hombre, más no en relaciones forzadas, palabras falsas, pues
no se puede, es imposible, unir el error, la relajación y la mentira en un
falso amor que además es corruptor.
Imposible
practicar la plenitud del Amor, que se origina en Dios, para convivir
placenteramente en el pecado, en el vicio y la mentira.
La
fuerza, la solidez, la firmeza, la ecuanimidad, se gestan y nacen sólo
fundamentados en una verdad inconmovible. Por tanto, una cosa es que
comprendamos a quienes sin culpa propia no poseen la luz de la verdad, y otra
que justifiquemos la mezcolanza del error con la verdad, y queramos, además,
exaltar el error restándole autenticidad a la verdad con el fin de complacer a
los que, de buena o mala fe, persisten en vivir a obscuras.
La
Religión Católica es expresión perenne de la Santa madre Iglesia fundada por
Nuestro Señor Jesucristo: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificare mi
Iglesia” (Mat. XVI-18). Ella nos ofrece la inconmovilidad, la seguridad; ya que
está fundada en la Verdad de las verdades, Jesucristo Nuestro Señor, Dios y
Hombre verdadero: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn. XIV-6) y esa
inconmovilidad y seguridad se funda en sus tres columnas: Revelación, Iglesia y
Magisterio. Estas tres columnas hacen incomovible e inrrefutable, que la Única
Religión Verdadera es la Religión Católica y, por ser la Verdadera, es el Único
Camino, la única Luz que puede conducirnos directamente a Dios, a nuestro fin
temporal y eterno y la única Verdad que llenará todo nuestro ser en el tiempo y
en la Eternidad.
¿Qué
es la Revelación? Es la manifestación que Dios hace a los hombres de lo
sobrenatural, para que alcancen el fin para el que fueron creados, que es la gloria de Dios y su salvación
eterna, mediante la perfección propia y universal de su naturaleza humana,
elevada por la Gracia a lo sobrenatural y a su perfección personal, según su
propia vocación.
“Cuando
Dios habla saliendo de su arcano, entonces nos manifiesta Él su secreto; esto
se llama Revelación Divina Pública”.
La
Divina Revelación la encontramos en las fuentes llenas por el manantial divino:
la Biblia y la Tradición Apostólica. La Biblia o Sagrada Escritura es palabra
de Dios revelada a través de los Patriarcas, Profetas, Apóstoles y Nuestro
Señor Jesucristo y llegada hasta nosotros por escrito, a través del Magisterio
Eclesiástico.
La
Tradición Apostólica llegó hasta nosotros transmitida de boca a oído, de
generación en generación, de la cual, pasando por los Padres Apostólicos, Concilios
y Doctores de la Iglesia, la encontramos resumida bellamente en el Credo, en el
cual, de manera explícita e implícita, hallamos esta fuente de Revelación: La
Tradición Apostólica.
Así
se comprueba que el Espíritu Santo es quien ha conservado dentro de la Iglesia,
lo que los apóstoles entregaron de palabra.
Ahora
¿Qué es la Iglesia? Es la Sociedad Espiritual y a la vez visible, de todos los
bautizados que profesan la fe de Cristo, bajo su Autoridad ejercida en la
tierra por San Pedro y sus Sucesores. Pero bien considerada la Iglesia, es una
la Institución sobrenatural fundada por Jesucristo con su doctrina, sus
mandamientos, su culto a Dios y su Magisterio. Es la Iglesia a la que llamamos
Una Santa Católica y Apostólica, que por Santa es impecable, porque aun cuando
los cristianos que pertenecemos al cuerpo de esa Iglesia pecamos, no llegamos a
rozar ni con la sombra del pecado a la Santa Madre Iglesia; de la misma manera
que Cristo, quien murió para redimirnos del pecado original, jamás fue manchado
ni por la millonésima gota de algún pecado.
¿Ahora,
después de tanta consideración, seguirán repitiendo: “QUE TODAS LAS RELIGIONES
SON BUENAS, QUE TODAS NOS CONDUCEN A DIOS”?
Si
insisten les diré: ¿Conque todas las religiones son buenas y todas nos llevan a
Dios? ¿A Dios? ¿A cuál dios? ¡Pues que dios tan pluralista y tan falsamente
universal!, pues oír “Dogma”, es pensar, sin reparo, en algo perenne e inmutable.
Dogma, decimos, es la revelación de una verdad; es la parte de la ciencia de la
Religión que nos enseña a Dios Eterno, Justo, Inmutable, Infinito, Omnisciente,
Sapientísimo, Veraz, Fiel, Omnipotente, Inmenso, Uno y con Él, toda la Verdad Revelada.
Y
Dios Inmutable, Sabio, Veraz, Fiel, que lo es por esencia, y no por accidente,
por no ser cualidades que se le atribuyen, sino perfecciones de su Esencia
Divina ¿Es Él quien ha permitido un maremágnum de religiones, y quien garantiza
que cualquiera de ellas conduce a Él? ¿Dónde quedó el Único Camino, la Única
Verdad, la Única Vida, si se convierte en varios caminos, verdades y vidas?
¿Dónde
está el Dios Veraz, con varias contradicciones verdades sobre su propia
esencia, su creación y su palabra? ¿Dónde está el Dios Inmutable si varía, y promete
lo mismo para la Religión fundada por Él y las que por error, malicia,
soberbia, espíritu de contradicción o maldad, han estructurado los hombres?
El
Dios fiel a su palabra, ¿así jugará con los conceptos?
Si
así fuera, ¿qué objeto tendría luchar por la verdad, si aparte existiera otra
“verdad”, la que cada religión se adjudica para sí?
Lo
mismo daría ser “Testigo de Jehová” negando el fundamental, extraordinario y
embelesador Misterio de la Santísima Trinidad, que vivir en Gracia gozando de
la Inhabitación de la Santísima Trinidad.
Lo
mismo daría creer en la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Dios y Hombre
verdadero, que decir que fue el primer comunista, que fue otro profeta como
Mahoma, que es superhombre, pero no Dios… Lo mismo sería afirmar que iría al Cielo
el hombre casto santamente casado, con su única esposa e igualmente que el
degenerado mormón con su harém. Llegaríamos a nuestro fin Último adorando a
Jesús Sacramentado; tanto, como si negáramos rabiosamente su Presencia real en
la Santísima Eucaristía; y sería lo mismo prender una veladora al repugnante
ídolo de Buda, que adorar al Padre en Espíritu y en Verdad.
¡Ay…!
¡Qué horror perder la identidad católica, para naufragar en un sincretísmo
religioso o para ser un solapador servil de todas las que se dicen
“religiones”! Y de otras, que ni siquiera pueden autonombrarse religiones, pues
son nidos de ateos (no de los que dan “gracia a dios” de serlo, sino de
verdaderos ateos), entre los cuáles, quienes usan hoy de su astucia y sutileza.
Pero hoy, negando la caridad para los propios, la prodigamos a los extraños y
nos convertimos en cómplices y camaradas de todo hombre, aunque estos vuelvan
la espalda a Dios.
Reflexionemos
en estos contrastes y contradicciones, si serán de buena fe los que dicen que
todas las religiones son buenas y todas nos llevan a Dios.
Es
insólito que el mundo de hoy pueda ver con indiferencia la confusión que muchos
propician entre la verdad objetiva y el error, y peor, aún, entre la verdad y
la mentira. Tratar de conciliar estos términos y vivir en aparente paz, es
desconocer el principio, la naturaleza y el fin del hombre, cuya felicidad sólo
puede vivirla en el encuentro con la Verdad y en el abrazo con el Bien.
Que
el Espíritu Santo, unido al Padre Eterno y a Jesucristo Nuestro Señor, nos
guarde de perder la fe, aunque todos crean que tenemos perdida la cabeza.
Sor Clotilde
¡ALERTA! Que no te engañen ni te
engañes. Dios sólo es Uno con su Doctrina, Moral y Culto. Sólo hay una vida
para salvar el Alma. No te equivoques, puedes perderte tu Eternidad feliz.
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