LA CUARESMA
1.
– La Cuaresma es un
tiempo de preparación para la Celebración de la Pascua.
2.
-Cuaresma (De
cuadragésima) significa “Cuarenta Días”. Es un período destinado a honrar e
imitar el Ayuno de Cuarenta Días que Cristo Realizó en el Desierto (Léase San.
Mateo IV,1-2); tiempo de preparación para vivir y penetrar, como hijos de la
Cruz, la Semana Santa ó Mayor, durante la cual contemplaremos, con dolor y
profundo arrepentimiento, la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, para
gozar en seguida la alegría de la Resurrección.
3.
– Actualmente, un
alto porcentaje de cristianos, olvidados de su verdadero significado y de las
obligaciones que tenemos para con Nuestro Señor, aprovechan estas fechas, no sólo
para pasear y gozar, sino para vivir una vida de pecado, agradeciendo así a
Jesucristo, su infinito padecer para salvarnos.
4.
– El alma, el espíritu
de la Cuaresma, nació del cristianismo primitivo; aunque las formas, el modo y
desarrollo actual en la liturgia, fueron restructurándose a través del tiempo. Después
del Concilio de Nicea (Año 325) se fue generalizando.
5.
– De todas la Épocas
Litúrgicas, es la más Antigua, la mejor organizada y la más rica en elementos litúrgicos.
6.
– Obligaciones:
obligan, bajo de pena de pecado mortal, el ayuno y la abstinencia.
a) El ayuno: Miércoles de Ceniza y Viernes Santo. En el ayuno ha de tomar medio desayuno y media
cena, la comida es completa, pero no se debe tomar nada entre los alimentos; sí,
en cambio, se puede tomar el agua necesaria. ¿A quién corresponde el ayuno?, a
toda persona desde los 18 años hasta los 59 cumplidos.
b) La Abstinencia: Miércoles de Ceniza, todos y cada
uno de los Viernes de Cuaresma y Viernes Santo. No ha de comer carne roja, ni
de puerco, ni de pollo, ni sus caldos. Esta abstinencia obliga desde los 14
años, hasta siempre. Sin embargo, los enfermos, los débiles, los ancianos
limitados en su comida u otras circunstancias están dispensados, pues no
olvidemos que la Iglesia es Madre. En causas extraordinarias recurramos al
Sacerdote para lograr la dispensa.
7.
– En estos tiempos
de un dios a mi manera y sujeto a mi placer y conveniencias, no hay ya cuidado
de las vigilias y menos del ayuno. Es menester que por el deseo del cielo y por
amor a Nuestro Señor Jesucristo, que padeció y murió por nosotros, cumplamos
con su Ley Divina, no como una ley que nos obliga; sino como un amor que nos
conquista. Consideremos que en América Latina se ha reducido al mínimun de días
esta ley general de penitencia; sin embargo, en “Nuestro Pobre México”, la
gente goza en los grandes restaurantes, pululan los puestos de carnitas, y en
ellos se apiñan los mexicanos, cristianos todos, bautizados todos, pero de
aquellos de quienes decía San Pablo: “Cuyo dios es el vientre…” (Philip 4-19).
8.
– Es muy saludable
para el alma aprovechar la Cuaresma asistiendo a los Santos Ejercicios. Hay que
pararse un poco en la vida y reflexionar sobre nuestras acciones y sobre
nuestras relaciones para con Dios, ¿Y qué mejor que este tiempo? La Santa Madre
Iglesia manda, bajo pena de pecado mortal, sino lo hace, confesarse por lo
menos una vez al año. ¿Qué mejor tiempo para cumplir que en este de penitencia,
para aquellas personas que no frecuentan seguido los Sacramentos?
Miércoles de Ceniza
“La
Iglesia abre la Cuaresma con la imposición de Ceniza a los fieles, es el
recuerdo de nuestra condición mortal y la afirmación de que la penitencia es
necesaria”.
En
los primeros tiempos de las Iglesia, se organizaba una penitencia colectiva
para los grandes pecadores públicos e iba, al mismo tiempo, acompañada de la
preparación de los Catecúmenos al Bautismo que se administraría el Día de
Pascua. El Obispo al inicio de la Cuaresma, bendecía los instrumentos de
penitencia y la Ceniza y la imponía a todos los penitentes, quienes, durante
cuarenta días expiaban públicamente sus pecados, esperando el Jueves Santo para
ser introducidos al Templo y reconciliarse con Dios y con la Iglesia, mediante
la recepción de los Santos Sacramentos.
La
imposición de la Ceniza, así como en la actualidad se impone, no es sino una extensión
y trasposición de aquella penitencia pública. Lo que antiguamente afectó sólo a los
pecadores públicos, acabó por aplicarse a todos los fieles sin excepción, lo
cual se convierte en una forma de remedio contra nuestra dependencia de la
materia y contra nuestro olvido de la Eternidad.
Fue
el Papa Urbano VIII quien, en el Concilio de Benevento, año 1091, prescribió la
imposición de la Ceniza a todos los fieles.
Que
la Ceniza sea para nosotros, la convicción de nuestra nada, la revelación de
nuestra dependencia al Padre Eterno, nuestra convicción de amor para con
Nuestro Señor Jesucristo, quien con el Espíritu Santo labora en nuestras almas
nuestra eterna salvación.
Quiera
Dios que la recepción de este Sacramental no sea un acto frio, ni rutinario, ni
fanático.
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Agrego
unos párrafos del Reverendo Padre Manuel Robledo Gutiérrez para concluir con
este resumen de la Cuaresma:
1. – Reconocer que la Ceniza es un Sacramental.
“Los Sacramentales son cosas o acciones de las que
suele servirse la Iglesia, lo mismo -en cierto modo- que, de los Sacramentos,
para conseguir por su impetración efectos principalmente espirituales” (Cánon
1144). Explicando, es una oración, bendición, un objeto o elemento bendecido
por la Iglesia y que, por los ruegos de la misma Iglesia, alcanza sólo gracias
actuales en favor de quienes lo usan, lo practican o lo llevan devotamente.
2. – Pensar que la Iglesia impone esta Ceniza
solemnemente bendecida, para:
a) Recordarnos nuestro precario origen de la tierra y
nuestro triste fin por la destrucción de nuestro cuerpo:” Recuerda, hombre, que
polvo eres y al polvo tornaras” (Cf. Gen. Art. 13,19).
b) Así como para llamarnos a penitencia animada de la
fe: “Arrepiéntete y cree en el Evangelio” (Cf. Mc. I,15).
3. – Considerar que este signo de penitencia nos da fuerza
sobrenatural para emprender con ánimo y espíritu las practicas Cuaresmales y así
disponernos a los Frutos Gloriosos de la Pascua.
4. – Meditar que la Cuaresma que comienza con este
acto penitencial de la Ceniza, bien llevada, purifica nuestra alma, nos prepara
a una santa muerte y, en tanto que esta llega, nos dispone a recibir gracias
mayores por la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
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Que estas breves reflexiones del Reverendo Padre
Robledo que en paz descanse y de una servidora cooperen en su alma para vivir
la Cuaresma hasta la Pascua y la Gloriosa resurrección de Cristo.
Sor Clotilde.
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