TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA
“También sí eres humilde y actúas con modestia, con
este proceder encontraras no menos de cuanto hemos dicho hasta aquí un modo de
destruir el pecado: de ello tienes un ejemplo en el publicano, que, si bien no
pudo recordar ante Dios su buena conducta en lugar de buenas obras presentó su
humildad y se vio liberado del gran peso de sus innumerables
pecados. Resumiendo: te he recordado, pues, cinco caminos de penitencia: Primero, la
confesión de los pecados; Segundo, el perdonar las ofensas de nuestro prójimo;
Tercero, la oración, Cuarto, la limosna; y Quinto la humildad. No permanezcas,
por lo tanto, ocioso, más bien procura caminar cada día por la senda de estos
senderos; esto, en efecto, resulta fácil y no te puedes excusar aduciendo tu
pobreza, porque aún, si vivieras en la gran penuria podrías deponer tu ira y
mostrarte humilde, podrías orar asiduamente y confesar tus pecados; la pobreza
no es obstáculo para dedicarte a estas prácticas. Pero, ¿Qué estoy diciendo? La
pobreza no impide de ninguna manera andar por aquel camino de penitencia que
consiste en seguir el mandato del Señor, distribuyendo los propios bienes
-hablo de la limosna- pues esto lo realizó aquella viuda pobre que dio sus dos
pequeñas monedas. Ya que has aprendido con estas palabras a sanar heridas,
decídete a usar estas medicinas y así, recuperada ya tu salud, podrás acercarte
confiado a la Mesa Santa y salir con gran dicha al encuentro del Señor, Rey de
la Gloria, y alcanzar los bienes eternos. Por
la Gracia, la Misericordia y la benignidad del Salvador” (San Juan Crisóstomo -347-407. Homilía 2.
Sobre el Diablo tentador).
Esta breve homilía del gran predicador San Juan
Crisóstomo sírvanos para entender el concepto de la Divina Misericordia,
Infinita y Eterna; universal en tiempo espacio y ser humano. Pero también
entendamos las condiciones para alcanzar la Misericordia del Señor y no
convirtamos el concepto en un pregón o lo que es peor un común slogan. A
reserva de mi próximo artículo sobre la Misericordia, he expuesto el texto de
San Juan Crisóstomo para que mediten sobre su propia conversión.
Sor Clotilde
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