Reciban saludos todas las personas que me hacen el favor de leer mis publicaciones.
Por causas de fuerza mayor tuve que suspender temporalmente los artículos que normalmente subía a ésta red social, les informo que continuaré con mis publicaciones en días próximos, gracias.
Tedeum
El Tedeum ha sido atribuido
sucesivamente a Hilario, Ambrosio y Agustín. G. Morin y A. Burn han tratado de
demostrar que es de Niceta, obispo de Remesiana, un amigo de Paulino de Nola,
muerto en 414. Este célebre canto puede ser también el resultado de diversas
composiciones reunidas.
A Ti, ¡oh Dios!, alabamos; como Señor te confesamos.
A Ti, Padre eterno, la tierra toda te venera.
A Ti todos los ángeles, a Ti los cielos y todas las Potestades,
A Ti los querubines y los serafines te proclaman con voz que
no cesa:
Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los Ejércitos,
Llenos están los cielos y la tierra de la majestad de tu
gloria.
A Ti, el glorioso coro de los Apóstoles,
A Ti la venerable multitud de los profetas,
A Ti el ilustre ejército de los mártires te alaba.
La Santa Iglesia te confiesa por todo el orbe de la tierra,
Padre de inmensa majestad,
Y venerable tu único verdadero Hijo
Y también el Espíritu Santo consolador.
Tú ¡oh Cristo! Eres el rey de la gloria,
Hijo Eterno del Padre.
Te hiciste hombre para liberarle y encarnaste sin desdén en
el seno de una Virgen.
Tú, roto el aguijón de la muerte, abriste a los creyentes el
reino de los cielos.
Tú estás sentado a la diestra de Dios en la gloria del
Padre.
Creemos que vendrás como Juez y te rogamos que socorras a
tus siervos, a los que redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna nos contemos entre tus santos.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice tu heredad,
Y rígelo y protégelo eternamente.
Todos los días te bendecimos
Y alabamos tu nombre por los siglos y por los siglos de los
siglos.
Dígnate, Señor en este día custodiarnos sin pecado.
Ten misericordia de nosotros, Señor; ten misericordia de
nosotros.
De la misma manera que hemos esperado en Ti, haz, Señor que
tu misericordia descienda sobre nosotros.
En Ti, Señor, esperé no sea yo eternamente confundido.
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