sábado, 29 de marzo de 2014

Desequilibrio del hombre por el pecado (cont).

CLASIFICACIÓN DEL PECADO.


El pecado original; Pecado actual; habitual; externo; interno; mortal y venial.

El pecado original es el pecado que cometieron nuestros Primeros Padres Adán y Eva. Este pecado fue heredado a la humanidad de todos los tiempos, hasta el fin del mundo, y se borra únicamente con el Bautismo.

¿Qué sabe este mundo presente de la clasificación del pecado, si no cree en su existencia?

División del pecado: 

a) interno si sólo se comete interiormente con las facultades del alma; 

b) externo: miradas, palabras, obras; 

c) actual es cada pecado aislado, cada transgresión de la Ley, sea de acción u omisión;

d) habitual es el estado de pecado, la aceptación implícita de vivir en pecado: los criminales, los mafiosos, los adúlteros, los que viven en unión libre, los homosexuales, las mujeres de mal vivir, el rencoroso, etc. etc. o cualquier otro pecado que se hace parte de la vida. 

El pecado actual interno o externo puede ser mortal o venial.

e) Pecado mortal es la transgresión deliberada de la Ley en materia grave, y tres son las condiciones para que lo haya: que la materia del pecado sea grave, que se conozca su gravedad y que se cometa con pleno consentimiento; si falta una de estas condiciones la falta no es grave.

f) Pecado venial, es la transgresión leve de la Ley de Dios. El pecado venial lo es fundamentalmente porque la falta es leve, aunque advertido y consentido. Si la materia fuera grave, pero no se advirtiera y se consintiera, sigue siendo pecado venial.

Ojalá pudiéramos olvidarnos de esta distinción y consideráramos que el pecado en sí, es una ofensa a Dios, un quebrantamiento personal que rompe con el equilibrio del hombre: "Los que cometen el pecado, y la iniquidad son enemigos de su propia alma" (Tobías 12,10).

Y ¿quién pudo resistir a Dios y quedar en paz? (Job 9, 4). Una penitente, preguntaba al confesor, si el pecado que había declarado era venial o mortal, y el confesor respondió:

"¿Qué importa si es mortal o venial?, lo que debe interesarte es que todo pecado es una ofensa a tu Creador".

El pecado ofende a Dios, pues desobedece sus mandatos, desprecia su infinita perfección, paga con ingratitudes a su Creador que lo ha colmado de tantos y tan excelentes beneficios.

"El pecador repite el grito de rebeldía: No obedeceré" (Jer. 2. 20) Dios por su parte se queja por boca del profeta: "Has abandonado al que te formó y te olvidaste del Señor Creador tuyo" (Deut. 32, 18).

"El pecado ofende a Dios, pues si el pecado no ofendiera a Dios; tendríamos que pensar que Dios no nos quiere; si Dios nos ama es lógico que le duela la falta de amor, lo mismo que le agradaría mi amor, le desagrada mi desprecio. Hablo de un modo antropológico, es necesario hacerla así para entendernos: si Dios quedara insensible ante mí y mostrara desprecio sería señal que no me ama, que le soy indiferente; a mí no me duele el desprecio de un desconocido, pero sí me duele el de una persona a quien amo. No es que dañemos a Dios, pero a Dios le duele a la manera de Dios mi falta de amor" (M. L.).

Así que, aunque nuestras ofensas no le hieran porque es inmutable, y no afecten a su naturaleza divina, de suyo, el hecho mismo de rebeldía es un enfrentamiento, y para que dejemos este Misterio con cierta claridad, tomaremos en cuenta, con respecto al sufrimiento de un Dios por el pecado, lo siguiente:

1.- Ya sufrió viva y dolorosamente nuestras ingratitudes en la Pasión cuando, por redimirnos, quiso sujetarse al dolor: todos los pecados pasados, presentes y futuros gravitaron sobre él en un sufrimiento indescriptible: "Si es posible que pase de mi este Cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya"; "¡Dios mío, Dios mío! ¿porqué me has desamparado? Ya antes el Profeta hablaba del "Varón de dolores".

2.- Pensemos que la ofensa que hacemos a Dios manifiesta nuestra rebeldía ante la sumisión y adoración que debemos tributarle; y, en consecuencia, le restamos, por lo pronto la gloria debida a su Majestad y le obligamos a poner castigos dolorosos para compensar, de algún modo, en esta vida o en la otra, la gloria que le hemos negado.



LA MORAL.


"La Moral, en general, es la Ciencia que guía nuestros actos y ordena nuestra conducta de acuerdo con una determinada norma de obrar, para conducirnos a un fin".

Es una Ciencia esencialmente práctica que orienta nuestra conducta, enseñándonos la norma que ha de iluminarnos para conocer lo que es bueno y realizarlo, y lo que es malo para evitarle.

La Moral natural, guía nuestros actos bajo la pura luz de la razón, pero no de una "luz" o "razón" independiente o libertina; sino fundamentada en valores y principios universales.

La Moral Cristiana, llamada también sobrenatural o Revelada, no contradice a la Natural, sino la eleva y perfecciona y le da una firmeza inconmovible.

La Moral Revelada, guía nuestros actos al último Fin sobrenatural, pero siempre de acuerdo con la razón, con la naturaleza humana y las verdades y preceptos revelados.

LA MORAL LAICA prescinde de Dios, de todo principio y, más aún, de todo fin ultraterreno, confundiendo conceptos esenciales, que en su oscuridad han arrastrado al hombre a la barbarie.

Quisiera preguntar: ¿cuál es la moral de hoy, según los efectos de esta época? ¿cuál es la norma de obrar en esta sin igual anarquía? ¿cuál es el fin que persigue el hombre de hoy con esa moral laica, bien dicho materialista?

La relajación, el libertinaje, probar los más sucios placeres, lograr mucho dinero, y, de ser posible, alcanzar mayor poder.



miércoles, 26 de marzo de 2014

Desequilibrio del hombre por el pecado (cont).

Para este mundo, en las cosas, hechos o circunstancias, etc. no existe ni lo malo ni lo bueno, las cosas en sí, no son valorables, sino sólo en relación con el gusto o el disgusto, el querer o el no querer del individuo.

Sin embargo, lo que es malo es malo y lo que es bueno es bueno; no depende de mi concepción o de lo que yo quiera hacer para convertir lo bueno en malo o lo malo en bueno. La bondad o malicia de las acciones, palabras o pensamientos, reside en la esencia de las cosas, en el ser de todo lo abstracto o concreto y, por tanto, es imposible sustituir.

En estos equivocados juicios que hace el mundo de hoy y que se han convertido en errores universales, falta la más elemental reflexión lógica. ¡Bendita lógica que nos conduce a la verdad! Hace falta contemplar la naturaleza entera a la luz de Dios y comunicarse con EL, para encontrar la VERDAD ETERNA, que nos conduce, sin esfuerzo, a toda verdad.

"¿Cuándo, Dios mío, conocerá el hombre que el pecado que tiene contra Vos lo entorpece? ¿Cuando entenderá que lo que en miles de años, no ha podido convertir en su provecho, lo haría desde el momento en que buscase todas las cosas en Vos?" (José Pallés)


PECADO.


El que el hombre desconozca el mal, en consecuencia el pecado, no quiere decir que éste no exista; "Casi toda la Biblia habla de esta realidad a la que llamamos pecado. Los términos con los que designa el pecado el A.T. son múltiples y están tomados de ordinario de las relaciones humanas: mal, falta, iniquidad, rebelión, injusticia. El judaísmo añadirá el de deuda, del que también usará el N.T., pero mas generalmente se presenta al pecador como el que hace el mal ante los ojos de Dios" (León Dufourt).

"El pecado es un Misterio, tiene un sentido profundamente religioso porque para conocerlo necesitamos la luz de la Revelación Divina, el pecado escapa a la razón y ni la Antropología, ni la Historia, ni la Psicología, ni la ética, ni las Ciencias sociales pueden penetrar su profundidad".

¡Cómo entonces el hombre de hoy, tan lejos de Dios, va a entender lo que es pecado! Vuelvo a lo que dije al principio: para el hombre, el mal es aquello que le afecte a su persona, a su materia, algo que dañe real o aparentemente lo suyo: Eso es lo que entiende como mal, como malo.



¿QUE ES EL PECADO?


"El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta ... Pero, sobre todo es la falta al Amor verdadero de Dios y del prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. "Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana" (San Agustín) y el mismo Santo resume: "como una palabra, como un acto o un deseo de hacerse como "dioses" pretendiendo conocer y determinar el bien y el mal" (Gn.III,5).

El pecado es así; "amor de sí hasta el desprecio de Dios" (ibid cid, 1, 14,28).

"Por esta exaltación orgullosa de sí, el pecado es diametralmente opuesto a la obediencia de Jesús que realiza la salvación (cf. Flp. 2,6,9.).


"Contrarios a la Ley Eterna"

El pecado es una ofensa a Dios; "Contra Ti sólo he pecado, lo malo a tus ojos cometí" (Salmo 51, 6).

El pecado, en general puede definirse también: "el pecado es una transgresión a la Ley de Dios.

"Pecado es toda acción u omisión voluntaria contra la Ley de Dios que consiste en hacer, pensar o desear algo contra los Mandamientos de la Ley de Dios o de la Iglesia, o faltar al cumplimiento del propio deber ..."

El pecado es la rebeldía contra el mismo Dios: cualquier acción, cualquier pensamiento, cualquier deseo que vaya en contra de las Leyes de Dios, sea de las Leyes naturales impresas en la conciencia del hombre o bien, en contra de las escritas, por el mismo Dios en las tablas de la Ley entregadas a Moisés, se llama pecado.

Por lo que, quien se guarda de hacer el mal y no peca es agradable a los ojos de Dios:

"Tú no eres Señor, un Dios al que pudiera la maldad agradarle, ni el malvado es tu huésped, ni ante TI puede estar el arrogante.

Al malhechor detestas y destruyes, Señor, al embustero; aborreces al hombre sanguinario y a quien es traicionero.

Que se alegren con júbilo eterno los que se acogen a Ti, protégelos, que se regocijen los que te aman" (Del Salmo No. 5).

Hoy se llama retrógrado, ignorante, fanático... al que guarda la Ley de Dios, es decente y su vida es una coherencia entre lo que cree y lo que vive.

Cuando, que, ciertamente, los retrógrados, e insensatos, son aquellos que sin juicio alguno, siguen las modalidades del pensamiento y de la acción sin descubrir sus fatales consecuencias. Hablan de la época Medieval, sin conocer a fondo la Historia, sino que su documentación y toda su "ciencia" esta fundada en las historietas propaladas por los enemigos de Dios y de la humanidad.

Después de todas estas definiciones del pecado, de las que unas pueden ser mas cortas, otras mas largas y cuya forma parece diferente; la verdad es que en esencia, todas definen de igual manera; el pecado rompe con la Ley de Dios y, en consecuencia, se enfrenta al mismo Dios.

Invito a los lectores a que leyendo en calma y con reflexión todas estas definiciones del pecado, se enfrenten a la verdad y concluyan:

a) si el pecado ya no existe, 

b) si el mal no es pecado, y sobre todo, ¿cuánto pecas tú?




LO QUE FUE PECADO, LO ES Y LO SERÁ.


Igualmente en el año 200 antes de Cristo, como ahora, en el 2002 después de Cristo, lo que se consideró pecado, lo es hoy, y lo será siempre. Dios no ha dictado una nueva Ley. Su ley es eterna.

Así como la verdad existe, podamos aprehenderla o no. Así como la verdad puede abstraerse, entenderse ó expresarse, pero, jamás hacerse, ni darle consistencia propia, 'Ni podríamos, sin error, sostener que la verdad es relativa y que cada quien puede concebir del mismo hecho, circunstancia o cosa, su propia verdad, porque es la verdad la que da cuerpo e ilumina a nuestro entendimiento y no nuestro entendimiento quien da luz a una verdad que no existe; asimismo la moral y las leyes, tienen su propia esencia, y quien rompe con la Ley o la moral, ¡peca indudablemente!, ya que lo bueno y lo malo aunque sean abstractos los conceptos tienen su propia esencia, aplicable a pensamientos, obras y deseos. Y no depende del juicio equivocado del ser humano, calificar a su arbitrio lo que quebranta la Ley o no la quebranta. Solamente juzgando a la Luz de la fe y con la Ley divina en la mano, podemos resolver lo que es pecado.

Pero el hombre, en su precipitada carrera y lleno de soberbia, va implantando su propio credo, sus particulares leyes y un culto singular y corrompido, al dios que en su conveniencia ha 
concebido.

Sin embargo, Dios no ha cambiado las leyes, porque es sabio y no se equivoca; porque es inmutable y no cambiante, porque las leyes dadas en el Monte Sinaí, tienen como fundamento la voluntad de Dios eterno y son aplicadas al hombre, para quien fueron promulgadas, y el hombre creatura de Dios es esencialmente el mismo.

La naturaleza de toda criatura, desde la Creación hasta el momento presente, es la misma, podrán cambiar los accidentes, pero no su esencia o naturaleza; y si en los animales, vegetales y minerales, no hay ni habrá cambio esencial, mucho menos lo habrá en el hombre, y si el hombre por esencia y naturaleza es siempre el mismo, las leyes naturales y positivas aplicadas al hombre, será imposible cambiarlas.

Así que si el hombre rompe con las Leyes de Dios, comete pecado y, aunque la Ciencia, la tecnología y toda la degradación actual, lo haga sentirse prepotente, la omnipotencia corresponde sólo a Dios.

"Si no te humillas, tú que no sabes esparcir ni producir mas que la muerte, tu mismo destruirás y reducirás a la nada lo que ahora es motivo para que te engrías y se crea un Dios la criatura mas pecadora y diminuta".

"La exaltación, el triunfo de la raza humana, la gloria del porvenir esta en nuestra mano. Postrémonos a las plantas de Jesús nuestro Salvador, adoremos su divino Corazón y pidamos, todos los auxilios necesarios" (José Pallés).

viernes, 21 de marzo de 2014

Desequilibrio del hombre por el pecado.

Desequilibrio del hombre por el pecado.


Por Sor Clotilde García Espejel, E.D.



Este folleto contiene tres platicas de un Retiro Espiritual que dimos el año pasado, sin embargo al revisarlo, hemos procurado actualizar el escrito con algunos conceptos y ejemplos del momento presente.


INTRODUCCIÓN.


"En el grave caos que miro en torno mío, me esfuerzo en buscar un rayo de Esperanza. Cuando doy una mirada por la tierra me estremezco y me pregunto: ¿Dónde está la paz, dónde está el AMOR (pero el verdadero AMOR, no el " amor"); ¿dónde está la virtud? ¡Sólo el vacío existe en torno mío! ¿Dónde se fueron las virtudes que embellecían la existencia de nuestros mayores? ¿Dónde está la Fe que formaba una celeste aurora de gloria junto al lugar de su reposo? ¡Lo hermoso ha desaparecido de la tierra; lo bueno, lo santo, hace en mucho retirado de los hombres, arrebatados por el orgullo, la soberbia, el poder, el placer, el dinero!

La tierra, esta obra preciosa del Amor del VERBO de DIOS, ya no es un lugar fácil para santificarse, ahora es la sentina del averno, es el punto donde se recogen los más obscuros y denigrantes ejemplos". (José Pallés).

Hermosa y profunda prosa de una alma acongojada, que sin perder el rumbo y contemplando, desde la luz de la VERDAD ÚNICA e INMUTABLE, no exagera; sino canta su dolor al ver a Dios ofendido y a la humanidad naufragante.

Existen aún muchas almas, no sólo buenas, sino santas, que son quienes en el silencio, el sacrificio, la oración, o sus auténticas obras apostólicas, detienen la justicia divina. Pero en alto porcentaje el mundo ha perdido en gran parte su fe, haciendo convivir la virtud con el pecado; el error con la verdad; la bondad con la malicia; el falso honor con el deshonor. La humanidad, si no está del todo perdida, sí está ciertamente equivocada; unos por ignorancia y otros por malicia, pero ya han perdido el sendero.

La causa próxima, así como remota de este gran naufragio, la encontramos en haberse el hombre desligado del Amor de Dios y de sus Leyes y, por tanto, únicamente volviendo a Dios, recuperará el mundo su propio equilibrio temporal y eterno.

Nada que hagan los gobernantes, las autoridades, las sociedades especializadas, los educadores, los Padres de Familia, los psicólogos, aún con la mejor intención, volverá al hombre al orden, si no se le vuelve a Dios, al Dios verdadero: "Nos hiciste Señor, para Tí, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Tí (San Agustín).

El hombre, criatura hecha a imagen y semejanza de Dios y que de EL viene y a EL va, si se le arranca ese ideal trascendente, ese sentido de su vida, acaba por derrumbarse en el abismo.

Y cuando digo: "si le arrancan el ideal trascendente" me refiero a lo siguiente: "Existen en el mundo dos ciudades; LA CIUDAD DE DIOS Y LA CIUDAD DE SATÁN, reina entre las dos una lucha sin tregua. El hombre ha de combatir o por Dios o por Satanás, por el bien, o por el mal, por la verdad o por la mentira.

En todas las épocas, la Ciudad de Satanás se ha opuesto a la Iglesia, Ciudad de Dios. ERRORES Y EJÉRCITOS, lo han combatido siempre y lo mismo acontece en los tiempos modernos.

La ciudad de Satán tiene una Doctrina que se opone al Evangelio; y que el Concilio Vaticano I llama racionalismo o naturalismo con todos los errores afines.

"En todas las épocas, la Ciudad de Satán se ha opuesto a la Iglesia" (La Religión Demostrada del Padre Hillairé).

Este combate de LA CIUDAD DE SATÁN, contra la CIUDAD DE DIOS, en todos los tiempos, en todas las formas, directa, o indirectamente, ha causado día a día que el hombre se haya alejado de su Creador.

Desgraciadamente el ser humano, no sólo se aleja de Dios mental o afectivamente; sino que una vez perdido el lazo que lo unía a su Dios, rompe con toda ley, hace las propias suyas y vive de manera insólita todo crimen y placer ....

Con el descubrimiento de la tecnología, con los logros materiales, con el avance de algunas Ciencias como la medicina y en medio de sofistas y agoreros, dice a su Dios: "No te serviré", "Yo puedo ser como Tu" y va sintiéndose grande y su vana prepotencia, la confunde con omnipotencia.

"Eres hombre y no Dios, y te crees tan sabio como Dios".

Tu corazón se ha ensoberbecido y has dicho: Soy Dios, estoy sentado en el trono de Dios, en medio de los mares; pero eres hombre y no Dios, y te crees tan sabio como Dios; pretendes ser más inteligente que Daniel y conocer todos los secretos; con tu sabiduría terrena te has hecho rico, has amontonado oro y plata en tus tesoros; con astucia de comerciante has aumentado tus riquezas y te has ensoberbecido por tu fortuna.

Por eso dice el Señor: "¡Porque te has creído tan sabio como Dios, por eso mandaré contra ti a los más feroces de los pueblos extranjeros, que desenvainarán su espada contra tu esplendor y tu sabiduría y acabarán con tu falsa grandeza. Ellos te matarán y el mar será tu sepultura!

¿Ante la mano misma de tus verdugos te atreverás a afirmar todavía que eres Dios, cuando no eres mas que un hombre? Morirás como un pagano a manos de extranjeros, porque así lo digo yo el Señor Dios" ( Ezequiel 28-1,19).

No cabe la menor duda que la Palabra de Dios expresada a través de la Sagrada Escritura es de ayer, de hoy y de siempre. Si nosotros meditamos en esta lectura, entenderemos que nos habla a nosotros, ahora, en este tiempo.

"¿Dónde vamos a parar? Hombre que lo quieres ser todo; hombre que piensas serlo todo; hombre que te jactas de estar en posesión de la verdad cuando tú y tu vida están fincadas en la mentira y son una mentira?

Desde que dices saberlo todo, desde que dices serlo todo, ¿has criado algo? ¿has hecho nada nuevo? ¿los adelantos que tanto te enorgullecen reconocen acaso por base tu potencia y tu saber?

¿Qué eres, dime, en medio de tu soberbia, sino un niño audaz que, habiendo aprendido unos versos en algún libro, los recita mal al mismo autor, y al recitarlos, asegura formalmente, ser composición propia" (José Pallés).

Al cambiar de criterio la humanidad -por las razones ya antes consideradas- y caer en la confusión de una libertad omnímoda, sin leyes, ni obligaciones; de creerse con todos los derechos propios y sin límites; desconociendo deberes, así como derechos de Dios y del prójimo. Ante la neblina de no saber distinguir entre la luz de la razón, la fuerza de la voluntad y la animalidad del instinto; así como de vivir a sus anchas el efímero placer, sin buscar y trabajar por la felicidad; concluye que lo bueno es aquello que le satisface en cualquier circunstancia y medida; así rompa, atropelle toda ley incluso, y, ante todo, las Leyes de Dios. Malo para él es todo aquello que lo contradiga en el pensamiento o en la acción.

domingo, 2 de marzo de 2014

Del ego a la donación. San Felipe de Jesús (final).

Quiso Jesucristo padecer para alentamos en los padecimientos y, ¿quién ignora cuál fue la vida de Jesucristo? Vida de ignominia y de trabajos. Le vio en espíritu el Profeta y le llamó "el desecho de los hombres", "varón de dolores".

Por ello los Santos abrazaban con Amor el padecer, pues ya decía San Vicente de Paul que era una desgracia no padecer nada en este mundo, y que una Congregación o persona que no padece y a quien todos aplauden, está a punto de caer".

Y el dulce Francisco de Asís, el día que se le pasaba sin sufrir algo por Dios, temía que Dios le hubiese olvidado.

San Juan Crisóstomo antepone al padecer por Cristo, que el poder de hacer milagros.

"Las llagas del Redentor son otras tantas bocas que nos enseñan cómo debemos padecer por Cristo. El padecer constantemente por Jesucristo es la Ciencia de los Santos y por este medio se llegará pronto a Santo, así consideraba San Francisco de Sales".

Vio San Juan a todos los Santos vestidos con ropaje blanco y con palmas en las manos (Apoc. VII - 9). La Palma es el emblema del martirio y no todos los Santos han sido martirizados, ¿Porqué llevan, entonces todos la palma? Porque todos los Santos, responde San Gregorio, han sido mártires o por el hierro, o por la paciencia; hemos de ser mártires de uno o de otro modo. "Estuve más gozoso y di más gracias a Dios por la paciencia que me concedió en el Cautiverio que si hubiese conquistado toda la tierra" alegre decía San Luis Rey de Francia.

Y al contemplar a Jesucristo crucificado decía una Santa; se me hace tan amable la Cruz, que me parece no puedo ser feliz sin padecer, el Amor de Jesucristo me basta para todo.

Y Santa Catalina de Génova: "Para llegar a la Unión con Dios, decía, es menester pasar por el crisol de la adversidad; en este crisol es donde destruye Dios todo lo malo que hay en nosotros".

Por todo ello y más consideramos al primer Santo mexicano unido a Cristo a María y a toda la Iglesia Triunfante, Purgante y militante, en el padecer que es la vida del que realmente sirve a Cristo. Ya San Felipe olvidado de sí y del mundo en entrega generosa, con sus labios místicamente ensangrentados, pronuncia ahora las palabras de sus votos, ofreciéndose a Dios en Holocausto, firmando su sentencia redentora. Cual otro Cristo, se ofrecía cautivo para redimir al género humano.

Abraza amorosamente su cruz, Cruz que para darle el triunfo final se convertirá en una Cruz de madera que simbolizará no sólo la Cruz de su vida, sino la de su Jesús, por quien vive, ama, sufre y muere al mundo, para que pronto, muy pronto, muera en la tierra para llegar al Cielo.

Y me pregunto con el Poeta:

¿Será más meritoria
la Victoria sin lucha, así lograda,
que la Santa victoria
con Lágrimas y Sangre conquistada?
¡Oh no; no vale tanto!
No se llega al Dios tres veces Santo,
No se llega hasta vos, ¡Oh, Dios divino!
Por caminos de flores alfombrados.
¡Se llega con los pies ensangrentados
por las duras espinas del camino!

Y en esa fusión del Amor y del dolor contemplamos al Santo, ya con el triunfo del Amor sobre el Dolor que, es cuando el alma ama sólo por el amor, al Amor mismo que es Dios, Espíritu de dulzura y de Bondad.

Y después de ese proceso de conversión: cuyo trabajo es destruir al ego, desprenderse del mundo, entregarse a Dios, entender y amar el padecer y, todo ello, mediante la Gracia, la Oración, los Sacramentos; encontramos a un Felipe en plena donación al Ser Supremo, como preludio de su pronto holocausto.

Porque así, como no es lo mismo ver que mirar, y oír que escuchar, así la entrega y la donación, aunque llevan el mismo sendero, no son la misma acción: entregarse es decir: "Aquí Estoy", pero el Aquí estoy, conduce a una perfección mística cuando pronuncia el "Tuyo Soy" que es la donación plena y perfecta aquí en la tierra. Y Dios gozoso recibe tal donación y apresura el HOLOCAUSTO.

El Primer Santo de la Nueva España, de acuerdo con sus Superiores; decide volver a México con el fin de ordenarse Sacerdote, seguramente, deseaba dar alegría y satisfacción a sus padres, sobre todo a su Madre que tanto había sufrido, confiado y orado por él; así como dar testimonio de su conversión para bien de las almas, pero la Providencia Divina, que veía lo ya maduro para el Cielo y, sobre todo, que desde la eternidad lo había elegido para ser luz y estrella de América, cambia los planes del mártir y enviando una tempestad lo arroja a las costas del Japón en noviembre de 1596 y el 8 de diciembre del mismo año, el Gobernador de Osaka ordenaba su encarcelamiento con otros misioneros y 20 japoneses.

Antes de considerar el martirio de San Felipe me parece útil exponer este, párrafo histórico sacado del Año Cristiano tomo 1 de la BAC:

En noviembre de 1596, el Galeón Español, en ruta desde Manila a nueva España, tuvo un arribo forzoso; en las Costas de Urando, empujado por una tormenta y el 8 de diciembre de 1596 ordenaba el gobernador de Osaka el encarcelamiento de los misioneros y de sus adeptos.

La promulgación del nuevo edicto en Meako y Osaka produjo una impresión desconcertante entre los millones de paganos, que no entendían la nueva y extraña manera de comportarse de estos "Perros Cristianos", pues según todas las Crónicas, más parecía que se había publicado un edicto de coronación y gloria que de muerte. Las calles se llenaban de grupos de Cristianos que, con extraordinarias muestras de alegría, corrían a las casas custodiadas de los misioneros para ponerse a sus órdenes, ofreciendo sus bienes y sus vidas, orgullosos de poder confesar con su sangre la Fe de Cristo.

Como escribía San Pedro Bautista OFM. Superior de los Franciscanos en el Japón y uno de los mártires: "Bendito sea Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo por hacernos esta merced de padecer con alegría por su amor. El Señor de a V. C. Su divino Espíritu porque no hay lugar de escribir más ..." al poco tiempo moria crucificado.

Hasta los niños no se acobardaban de ver la fortaleza de los mayores. En Nagasaki un niño preguntó a un misionero si todos los Cristianos deberían morir: Sí - contestó el misionero - y ¿que harás tú cuando se enteren que eres cristiano?

Así - contestó el pequeño, poniéndose de rodillas y bajando la cabeza.

Y, -¿ qué le dirás al verdugo, cuando vaya a matarte? La pobre criatura se echó a llorar porque creía que era necesario decir algo especial y él no sabía, de pronto para de llorar y exclama: diré ¡Jesús, María y José! Hasta que me hayan cortado la cabeza. El día 3 de enero los mártires fueron conducidos a la parte inferior de la Ciudad de Meako y se les cortó la mitad de la oreja izquierda obligándoles a recorrer las calles de la ciudad.

El 5 de febrero en la Colina de Tateyamo cerca de la ciudad y hoy colina de los Mártires, sonaron las voces gloriosas de los testigos de Cristo quienes llegaron a la muerte con un solemne Te Deum. ¡TE DEUM! ¡Acción de Gracias! ¡Locuras de los Santos que viven de la FE! Porque perciben la presencia de la Excelsa Trinidad en plena inhabitación en el Alma del Mártir; porque María, la madre, está presente apoyando y animando al hijo de su Dolor. Yo aseguro que los Ángeles, Arcángeles, Querubines y Serafines entonan, en ese instante, su más espléndido canto y, nosotros los mortales, en una fusión de alegría y tristeza gozamos del triunfo sobrenatural de Dios.

Entre ellos iba Nuestro Felipe de Jesús, cantando las Glorias del Señor, porque ahora le da la oportunidad de mostrarle su Amor inmolando con su vida, todos sus proyectos y, entre ellos, el más grande, el de Ordenarse Sacerdote.

Y llega a la colina del holocausto, y de todos, es el primero en ser elegido para que a semejanza de su Jesús muera en la Cruz por el Amado.

¡Cuánto le amaba Dios!

Ya por fin en la Cruz por descuido del verdugo, el cuerpo de San Felipe, colgado de cinco argollas por el cuello, brazos y pies, quedó suspenso de la garganta como para ahogarse, enmedío de la grande congoja repitió tres veces la palabra Jesús, Jesús, Jesús; Jesús, el Amor de su vida, quien lo conquistó, para el Cielo y para que más semejanza tuviera con el divino Maestro, el Juez mandó darle, antes que expirase tres lanzadas. Con la primera acabó de entregar su alma a Dios y de su cuerpo brotaron arroyos de sangre. ¡Qué maravilla! ¡Qué regalo de Dios y de la Virgen Santísima de Guadalupe, darnos, en la temprana Historia del mexicano, estas bellas primicias de Santidad!

¡Bendita sea España, que generosamente nos dio patria, lengua, religión y con ello a nuestro Joven Santo, modelo, no sólo de jóvenes, sino de toda la humanidad.



Sor Clotilde García Espejel, E.D.

Del ego a la donación. San Felipe de Jesús (cont).

Claro que de nada serviría dejarlo todo, sin dejarse así, pues la esencia y éxito de todo desprendimiento lo descubriremos en el querer de la voluntad mas que en el carecer realmente de las cosas creadas. Los tres votos del religioso: pobreza, castidad y obediencia que lo llevan a despojarse de todo materialmente, tiene mérito y no avanza, si además del voto no posee la virtud, es decir, que es necesario un desprendimiento formal afectivo que consiste en el desapego de la voluntad con o sin objetos exteriores.

Pero ya iniciado el camino no hay razón para volver atrás, hay que seguir las huellas de Jesús en la unión con el padre y apoyados en la solicitud amorosa del Espíritu Santo quien fortalece y da la gracia y la virtud. San Felipe de Jesús ha dejado su ego, ha logrado su yo y ha despreciado al mundo para entregarse a Dios.

Despojado de todo dice: "aquí estoy, oh Dios para hacer tu voluntad", y evocando a la Madre Universal, la Virgen Santísima, repite: "hágase en mi según tu palabra", es decir cúmplase mi vocación, tómame, oh Dios, y has de mí lo que desde la eternidad escogiste para mí, e invocando, a su padre San Francisco, repetirá con el: "mi Dios y mi todo", desde ahora tu voluntad, oh Dios será la mía, e insistirá con San Pablo: "ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí".

Hermosos conceptos, pero difícil realizados y, sobre todo perseverar en ellos, no sabemos, no imaginamos cual haya sido para Felipe de las Casas el martirio místico, anterior, al martirio físico, al martirio real, pues toda entrega nace, crece y fructifica en el amor y no hay auténtico amor si no hay dolor; ya nos lo ha probado el mismo Jesucristo con su encarnación, su vida, su pasión y muerte, pues la medida del amor, es la medida del dolor; además, si nuestro santo murió tan joven, tan cercano a su conversión, es de asegurar que ya estaba maduro para el cielo.

El sufrimiento en toda su variedad y magnitud nos llega como consecuencia, del pecado original y como fruto del pecado actual; pero este suele convertirse en verdadera, dádiva cuando el alma redimida comprende su misión particular y universal, conducente a su fin temporal y eterno.

Nadie pasa por este mundo sin probar el sufrimiento. Acéptelo o no ha de sufrir, porque la vida así es, pues, así nos lo demostró Jesucristo y, aunque el sufrimiento no es siempre castigo, sí, en cambio siempre es un don, que a unos convierte y a otros purifica; algunos perfecciona; a varios inmola y eleva; pero eso sí, siempre está unido a la Redención por el pecado.

El sufrimiento no es desdicha; la desdicha la trae la desesperación, la conformidad en el dolor, nos identifica con nuestro Redentor: el dolor tranquilo, aceptado, eleva la naturaleza del hombre y lo hace feliz, el que identifica su voluntad con la de Dios ha encontrado la paz y saboreará el dolor con los Santos, admitiendo en el fondo, aunque no se atreve a repetir con palabras el "padecer o morir". Y fueron los Santos, quien más se inmolaron, quien más se renunciaron, y por ello los más perfectamente llenos y realizados. Ellos alcanzaron en pleno la felicidad terrena y eterna diciendo con San Pablo: ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿Tribulación? ¿Angustia? ¿Persecución? ¿Hambre? ¿Desnudez? ¿Peligro? ¿Espada? Ninguna creatura será capaz de apartamos del amor de Dios que está en Cristo Jesús Señor Nuestro (Rom. VII 35-39).

El único verdadero dolor, el sin igual fracaso, no se dá en ninguna de las penas o negaciones de la vida, sino únicamente, en desviar el camino, en perder la Esperanza, en abandonar la empresa que nos lleva a nuestro fin temporal, que a su vez es conducente al fin eterno.

Ningún Santo - canonizado o no - logra su maduración, si no se identifica con su propia Cruz, y sabiendo la medida de la vocación, se toma la medida del amor y del dolor, porque el dolor es parte constitutiva del Amor.

Y, ¿qué infinita misión que la de Cristo, Dios y hombre verdadero, quien viene a arrancarnos de las manos del demonio, para entregarnos al seno del Padre Eterno?

Y, por tanto, ¿qué más grande Amor existe que lleva a un Dios a hacerse hombre para sufrir por la salvación del hombre? ¡Inexplicable! ¡Místeríoso! Pero real, real ante los ojos, los oídos, el tacto, la mente y el corazón. Real suplicio por amor ante los cielos y la tierra. Y después de Cristo, ¿qué diremos de la Reina de los Cielos y la Tierra, Madre de Dios y Madre nuestra, quien nos anima e invita cuando nos dice: "¿Hay dolor semejante a mi dolor?" grande como el amor fue su amargura en la Pasión de Cristo, inmensa es la pena que experimenta en su Calvario, porque es Madre y Madre de Dios en quien se manifiesta la Caridad de su hijo Jesucristo.

Y como es el sufrimiento parte integral en la vida del hombre, quiso Cristo enseñarnos con su ejemplo, que sólo la Cruz es camino del hombre y, pues la vida sobre la tierra es el tiempo de merecer y por tanto de sufrir. "Si quieres venir en pos de mi, toma tu cruz y sígueme".

El Verbo descendió a la tierra para enseñarnos con su ejemplo a soportar con paciencia las cruces que nos envía "Cristo, decía San Pedro, padeció por nosotros, dándonos ejemplo para que sigáis sus pisadas" (I Pedro 11 - 21).