CLASIFICACIÓN DEL PECADO.
El pecado original; Pecado actual; habitual; externo; interno; mortal y venial.
El pecado original es el pecado que cometieron nuestros Primeros Padres Adán y Eva. Este pecado fue heredado a la humanidad de todos los tiempos, hasta el fin del mundo, y se borra únicamente con el Bautismo.
¿Qué sabe este mundo presente de la clasificación del pecado, si no cree en su existencia?
División del pecado:
a) interno si sólo se comete interiormente con las facultades del alma;
b) externo: miradas, palabras, obras;
c) actual es cada pecado aislado, cada transgresión de la Ley, sea de acción u omisión;
d) habitual es el estado de pecado, la aceptación implícita de vivir en pecado: los criminales, los mafiosos, los adúlteros, los que viven en unión libre, los homosexuales, las mujeres de mal vivir, el rencoroso, etc. etc. o cualquier otro pecado que se hace parte de la vida.
El pecado actual interno o externo puede ser mortal o venial.
e) Pecado mortal es la transgresión deliberada de la Ley en materia grave, y tres son las condiciones para que lo haya: que la materia del pecado sea grave, que se conozca su gravedad y que se cometa con pleno consentimiento; si falta una de estas condiciones la falta no es grave.
f) Pecado venial, es la transgresión leve de la Ley de Dios. El pecado venial lo es fundamentalmente porque la falta es leve, aunque advertido y consentido. Si la materia fuera grave, pero no se advirtiera y se consintiera, sigue siendo pecado venial.
Ojalá pudiéramos olvidarnos de esta distinción y consideráramos que el pecado en sí, es una ofensa a Dios, un quebrantamiento personal que rompe con el equilibrio del hombre: "Los que cometen el pecado, y la iniquidad son enemigos de su propia alma" (Tobías 12,10).
Y ¿quién pudo resistir a Dios y quedar en paz? (Job 9, 4). Una penitente, preguntaba al confesor, si el pecado que había declarado era venial o mortal, y el confesor respondió:
"¿Qué importa si es mortal o venial?, lo que debe interesarte es que todo pecado es una ofensa a tu Creador".
El pecado ofende a Dios, pues desobedece sus mandatos, desprecia su infinita perfección, paga con ingratitudes a su Creador que lo ha colmado de tantos y tan excelentes beneficios.
"El pecador repite el grito de rebeldía: No obedeceré" (Jer. 2. 20) Dios por su parte se queja por boca del profeta: "Has abandonado al que te formó y te olvidaste del Señor Creador tuyo" (Deut. 32, 18).
"El pecado ofende a Dios, pues si el pecado no ofendiera a Dios; tendríamos que pensar que Dios no nos quiere; si Dios nos ama es lógico que le duela la falta de amor, lo mismo que le agradaría mi amor, le desagrada mi desprecio. Hablo de un modo antropológico, es necesario hacerla así para entendernos: si Dios quedara insensible ante mí y mostrara desprecio sería señal que no me ama, que le soy indiferente; a mí no me duele el desprecio de un desconocido, pero sí me duele el de una persona a quien amo. No es que dañemos a Dios, pero a Dios le duele a la manera de Dios mi falta de amor" (M. L.).
Así que, aunque nuestras ofensas no le hieran porque es inmutable, y no afecten a su naturaleza divina, de suyo, el hecho mismo de rebeldía es un enfrentamiento, y para que dejemos este Misterio con cierta claridad, tomaremos en cuenta, con respecto al sufrimiento de un Dios por el pecado, lo siguiente:
1.- Ya sufrió viva y dolorosamente nuestras ingratitudes en la Pasión cuando, por redimirnos, quiso sujetarse al dolor: todos los pecados pasados, presentes y futuros gravitaron sobre él en un sufrimiento indescriptible: "Si es posible que pase de mi este Cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya"; "¡Dios mío, Dios mío! ¿porqué me has desamparado? Ya antes el Profeta hablaba del "Varón de dolores".
2.- Pensemos que la ofensa que hacemos a Dios manifiesta nuestra rebeldía ante la sumisión y adoración que debemos tributarle; y, en consecuencia, le restamos, por lo pronto la gloria debida a su Majestad y le obligamos a poner castigos dolorosos para compensar, de algún modo, en esta vida o en la otra, la gloria que le hemos negado.
LA MORAL.
"La Moral, en general, es la Ciencia que guía nuestros actos y ordena nuestra conducta de acuerdo con una determinada norma de obrar, para conducirnos a un fin".
Es una Ciencia esencialmente práctica que orienta nuestra conducta, enseñándonos la norma que ha de iluminarnos para conocer lo que es bueno y realizarlo, y lo que es malo para evitarle.
La Moral natural, guía nuestros actos bajo la pura luz de la razón, pero no de una "luz" o "razón" independiente o libertina; sino fundamentada en valores y principios universales.
La Moral Cristiana, llamada también sobrenatural o Revelada, no contradice a la Natural, sino la eleva y perfecciona y le da una firmeza inconmovible.
La Moral Revelada, guía nuestros actos al último Fin sobrenatural, pero siempre de acuerdo con la razón, con la naturaleza humana y las verdades y preceptos revelados.
LA MORAL LAICA prescinde de Dios, de todo principio y, más aún, de todo fin ultraterreno, confundiendo conceptos esenciales, que en su oscuridad han arrastrado al hombre a la barbarie.
Quisiera preguntar: ¿cuál es la moral de hoy, según los efectos de esta época? ¿cuál es la norma de obrar en esta sin igual anarquía? ¿cuál es el fin que persigue el hombre de hoy con esa moral laica, bien dicho materialista?
La relajación, el libertinaje, probar los más sucios placeres, lograr mucho dinero, y, de ser posible, alcanzar mayor poder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario