viernes, 21 de marzo de 2014

Desequilibrio del hombre por el pecado.

Desequilibrio del hombre por el pecado.


Por Sor Clotilde García Espejel, E.D.



Este folleto contiene tres platicas de un Retiro Espiritual que dimos el año pasado, sin embargo al revisarlo, hemos procurado actualizar el escrito con algunos conceptos y ejemplos del momento presente.


INTRODUCCIÓN.


"En el grave caos que miro en torno mío, me esfuerzo en buscar un rayo de Esperanza. Cuando doy una mirada por la tierra me estremezco y me pregunto: ¿Dónde está la paz, dónde está el AMOR (pero el verdadero AMOR, no el " amor"); ¿dónde está la virtud? ¡Sólo el vacío existe en torno mío! ¿Dónde se fueron las virtudes que embellecían la existencia de nuestros mayores? ¿Dónde está la Fe que formaba una celeste aurora de gloria junto al lugar de su reposo? ¡Lo hermoso ha desaparecido de la tierra; lo bueno, lo santo, hace en mucho retirado de los hombres, arrebatados por el orgullo, la soberbia, el poder, el placer, el dinero!

La tierra, esta obra preciosa del Amor del VERBO de DIOS, ya no es un lugar fácil para santificarse, ahora es la sentina del averno, es el punto donde se recogen los más obscuros y denigrantes ejemplos". (José Pallés).

Hermosa y profunda prosa de una alma acongojada, que sin perder el rumbo y contemplando, desde la luz de la VERDAD ÚNICA e INMUTABLE, no exagera; sino canta su dolor al ver a Dios ofendido y a la humanidad naufragante.

Existen aún muchas almas, no sólo buenas, sino santas, que son quienes en el silencio, el sacrificio, la oración, o sus auténticas obras apostólicas, detienen la justicia divina. Pero en alto porcentaje el mundo ha perdido en gran parte su fe, haciendo convivir la virtud con el pecado; el error con la verdad; la bondad con la malicia; el falso honor con el deshonor. La humanidad, si no está del todo perdida, sí está ciertamente equivocada; unos por ignorancia y otros por malicia, pero ya han perdido el sendero.

La causa próxima, así como remota de este gran naufragio, la encontramos en haberse el hombre desligado del Amor de Dios y de sus Leyes y, por tanto, únicamente volviendo a Dios, recuperará el mundo su propio equilibrio temporal y eterno.

Nada que hagan los gobernantes, las autoridades, las sociedades especializadas, los educadores, los Padres de Familia, los psicólogos, aún con la mejor intención, volverá al hombre al orden, si no se le vuelve a Dios, al Dios verdadero: "Nos hiciste Señor, para Tí, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Tí (San Agustín).

El hombre, criatura hecha a imagen y semejanza de Dios y que de EL viene y a EL va, si se le arranca ese ideal trascendente, ese sentido de su vida, acaba por derrumbarse en el abismo.

Y cuando digo: "si le arrancan el ideal trascendente" me refiero a lo siguiente: "Existen en el mundo dos ciudades; LA CIUDAD DE DIOS Y LA CIUDAD DE SATÁN, reina entre las dos una lucha sin tregua. El hombre ha de combatir o por Dios o por Satanás, por el bien, o por el mal, por la verdad o por la mentira.

En todas las épocas, la Ciudad de Satanás se ha opuesto a la Iglesia, Ciudad de Dios. ERRORES Y EJÉRCITOS, lo han combatido siempre y lo mismo acontece en los tiempos modernos.

La ciudad de Satán tiene una Doctrina que se opone al Evangelio; y que el Concilio Vaticano I llama racionalismo o naturalismo con todos los errores afines.

"En todas las épocas, la Ciudad de Satán se ha opuesto a la Iglesia" (La Religión Demostrada del Padre Hillairé).

Este combate de LA CIUDAD DE SATÁN, contra la CIUDAD DE DIOS, en todos los tiempos, en todas las formas, directa, o indirectamente, ha causado día a día que el hombre se haya alejado de su Creador.

Desgraciadamente el ser humano, no sólo se aleja de Dios mental o afectivamente; sino que una vez perdido el lazo que lo unía a su Dios, rompe con toda ley, hace las propias suyas y vive de manera insólita todo crimen y placer ....

Con el descubrimiento de la tecnología, con los logros materiales, con el avance de algunas Ciencias como la medicina y en medio de sofistas y agoreros, dice a su Dios: "No te serviré", "Yo puedo ser como Tu" y va sintiéndose grande y su vana prepotencia, la confunde con omnipotencia.

"Eres hombre y no Dios, y te crees tan sabio como Dios".

Tu corazón se ha ensoberbecido y has dicho: Soy Dios, estoy sentado en el trono de Dios, en medio de los mares; pero eres hombre y no Dios, y te crees tan sabio como Dios; pretendes ser más inteligente que Daniel y conocer todos los secretos; con tu sabiduría terrena te has hecho rico, has amontonado oro y plata en tus tesoros; con astucia de comerciante has aumentado tus riquezas y te has ensoberbecido por tu fortuna.

Por eso dice el Señor: "¡Porque te has creído tan sabio como Dios, por eso mandaré contra ti a los más feroces de los pueblos extranjeros, que desenvainarán su espada contra tu esplendor y tu sabiduría y acabarán con tu falsa grandeza. Ellos te matarán y el mar será tu sepultura!

¿Ante la mano misma de tus verdugos te atreverás a afirmar todavía que eres Dios, cuando no eres mas que un hombre? Morirás como un pagano a manos de extranjeros, porque así lo digo yo el Señor Dios" ( Ezequiel 28-1,19).

No cabe la menor duda que la Palabra de Dios expresada a través de la Sagrada Escritura es de ayer, de hoy y de siempre. Si nosotros meditamos en esta lectura, entenderemos que nos habla a nosotros, ahora, en este tiempo.

"¿Dónde vamos a parar? Hombre que lo quieres ser todo; hombre que piensas serlo todo; hombre que te jactas de estar en posesión de la verdad cuando tú y tu vida están fincadas en la mentira y son una mentira?

Desde que dices saberlo todo, desde que dices serlo todo, ¿has criado algo? ¿has hecho nada nuevo? ¿los adelantos que tanto te enorgullecen reconocen acaso por base tu potencia y tu saber?

¿Qué eres, dime, en medio de tu soberbia, sino un niño audaz que, habiendo aprendido unos versos en algún libro, los recita mal al mismo autor, y al recitarlos, asegura formalmente, ser composición propia" (José Pallés).

Al cambiar de criterio la humanidad -por las razones ya antes consideradas- y caer en la confusión de una libertad omnímoda, sin leyes, ni obligaciones; de creerse con todos los derechos propios y sin límites; desconociendo deberes, así como derechos de Dios y del prójimo. Ante la neblina de no saber distinguir entre la luz de la razón, la fuerza de la voluntad y la animalidad del instinto; así como de vivir a sus anchas el efímero placer, sin buscar y trabajar por la felicidad; concluye que lo bueno es aquello que le satisface en cualquier circunstancia y medida; así rompa, atropelle toda ley incluso, y, ante todo, las Leyes de Dios. Malo para él es todo aquello que lo contradiga en el pensamiento o en la acción.

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