LA INMACULADA CONCEPCION
¡Toda pulcra es ¡
¡Toda hermosa eres María!
¡No
hay en Ti mancha de pecado original!
Este
grito de admiración con que comienza el oficio de la Inmaculada Concepción,
responde muy bien al sentimiento de la humanidad, que lleva en si la mancha del
pecado, ante la pureza Inmaculada de la Virgen María.
¿Qué
entendemos por Inmaculada Concepción?
El
privilegio que Dios concede a una creatura excepcional. Una Niña Hermosa que es
concebida, como todos los seres humanos, pero SIN LA HERENCIA DEL PECADO ORIGINAL ni su efecto, LA CONCUPISCENCIA- tendencia al placer
y al pecado-.
Así
nace una bella infante Hija de Santa Ana y San Joaquín. Pero no solo es
concebida sin pecado original, sino regalada, de parte del mismo Dios, con los
más elevados dones de perfección física, psicológica, espiritual y sobrenatural
con que pueda donarse a una creatura y, a los que la Niña, María Inmaculada,
supo corresponder y convirtió sus donen en virtudes excelsas; además, conservó
y aumentó todo bien.
“Y
habiendo decretado desde toda la Eternidad hacer de María la Madre del Verbo
Encarnado, la vistió Dios con vestiduras de Santidad e hizo de su alma, morada
digna para su Hijo”.
¿Porqué
regalo así el Señor a la Santísima Virgen?
Porque
había de ser la madre del Redentor, del Verbo, de la Segunda Persona de la
Santísima Trinidad. Pues del mismo modo que para recibir a Jesucristo Sacramentado
hemos de estar en Gracia Santificante, y que un Sagrario debe estar bendito y
consagrado para que allí se guarde a Cristo Sacramentado con su Cuerpo, con su
Sangre, con su Alma y con su Divinidad y que solo las manos consagradas del
sacerdote, pueden tocarla; así la Santísima Virgen ha de ser pura e inmaculada
para concebir al Verbo, al Hijo de Dios, quien habría de vivir nueve meses en
su seno puro y limpio como toda ella.
Solo
con tan grandes dones y muy bien aprovechados, llegó la Santísima Virgen a ser
la máxima corredentora con Cristo, en su Vida, Pasión y Muerte, para salvar al
hombre del PECADO ORIGINAL.
“Aclarando
que la Redención total desde la Concepción de la Virgen la preservo de toda
mancha incluyendo siempre el PECADO
ORIGINAL”.
Cuando la Virgen Santísima en su escasa edad recibe
al Arcángel Gabriel, da un SÍ, un
hágase en mí la voluntad de Dios; ya advierte la Pasión dolorosa que le espera.
La fiesta de la Inmaculada Concepción anuncia los esplendores de la Encarnación
Redentora hasta la Natividad del Señor.
Esta
preciosa fiesta que nos presenta el Dogma y Misterio de la Inmaculada
Concepción, fue instituida por Pío IX con motivo de la proclamación universal
el ocho de diciembre del 1854.
Desde
el siglo octavo se celebraba en Oriente una fiesta de la Concepción Inmaculada
de la Virgen, fiesta que volveremos a encontrar en el siglo noveno en Irlanda y
España y en el siglo once en Inglaterra.
Estas
fiestas antiguas dan testimonio de un culto tradicional de la Pureza Inmaculada
de la Virgen María hasta la SOLEMNE
DEFINICIÓN DOGMATICA DE PÍO IX. Esta definición ex cátedra, no hizo más que
precisar su sentido y afirmar como verdad de fe La Inmaculada Concepción de
María.
Poder,
presencia Eterna en el pensamiento de Dios, solicitud por los hombres que,
escuchándola, encuentran el camino de la Salvación: He allí los atributos de la
Sabiduría que la Iglesia aplica a la Santísima Virgen, lo mismo que a
Jesucristo, su Hijo. ¡Tan íntimamente se haya asociada a Él en la realización
de los grandes designios de Dios!
ORACIÓN
“¡Oh,
Dios!, que, por la Inmaculada Concepción de la Virgen, has preparado digna
morada a tu Hijo; te suplicamos que, así como por la muerte prevista de este Tú
Hijo la has preservado de toda mancha, nos concedas también, por la
intersección de María, llegar puros hasta Ti. Por el mismo Cristo Nuestro Señor
Amén”.
CON GRAN AMOR Y FE A LA MADRE DE DIOS Y MADRE NUESTRA
Sor Clotilde.
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