jueves, 3 de diciembre de 2015

"Sabios Pensamientos y algo de Adviento"

Sabios Pensamientos

“Despreciar el mundo es una manera de alcanzar el cielo” (John Buyan)

Amar al prójimo debe ser tan natural como vivir y respirar” (Beata Teresa de Calcuta).

Como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta” (Apóstol Santiago 2,17).

“El alma es un vaso que sólo se llena con eternidad” (Amado Nervo).

 “Si no eres hombre de oración, no creó en la rectitud de tus intenciones, cuando dices que trabajas por Cristo” (Escrivá de Balaguer).
 












UN POCO DE HISTORIA SOBRE EL ADVIENTO


            Al declarar al Adviento su carácter de “Misterio”, como expresamos en el artículo anterior de fecha 28 de noviembre del año en curso, la liturgia universal asemejó la Navidad en su debida y proporcionada subordinación, a la solemnidad y universalidad de la Pascua.
            La Pascua fue preparada con un tiempo penitencial desde mucho antes del Primer Concilio Ecuménico el de Nicea, celebrado el año 325, ya para los tiempos de San Gregorio había tomado su estructura definitiva de cuarenta días preparatorios.
            De modo semejante, inspirada la Iglesia por el Espíritu Santo fijó un tiempo preparatorio para Navidad, al cual denominaron Adviento, tratando, de significar con este concepto la ya Secular expectación por la llegada del Verbo en carne mortal.
            Tal vez la piedad primitiva ya lo tendría por costumbre, pues se calcula que es cierto que, en pleno siglo cuarto, tiempo antes de las fervientes predicaciones de San León, en Roma los fieles dedicaban un tiempo indeterminado a preparar el Divino Alumbramiento. En la “Historia de los Francos”, narra San Gregorio de Tours que el Obispo San Perpetuo ya había señalado un triple ayuno semanal, tres semanas antes de la Navidad. Perpetuo quien gobernaba su diócesis en 480; pero 100 años ante –en 380- el Concilio de Zaragoza había decretado algo semejante. Disposiciones muy parecidas salieron de los Concilio de Tours y Macon en Siglo VI señalando, además, que los ayunos fueran los días lunes, miércoles y viernes tomando, como inicio, la fiesta de San Martin hasta Navidad.
            Muy notable es que en Roma se viviera una especie de cuaresma antes de la Navidad, como lo vemos en el Sacramentario Gelaciano, y fue San Gregorio quien determinó que tal preparación durara cuatro semanas.
            Queriendo, además, la Iglesia, dejar impreso en el año litúrgico una secuencia histórica, cambio el principio del año eclesiástico al comienzo del Adviento. Anteriormente, la celebración de la Pascua era la que daba principio al ciclo litúrgico, tomando en cuenta sobre todo el 25 de marzo por creer que en ese día fue creado el mundo. Más los resplandores del día en que comenzó a brillar en el mundo la Eterna Luz Jesucristo Nuestro Señor, los movieron a fijar la mirada de los fieles al Adviento, a fin de iniciar en tal época una lógica secuencia histórica dentro del simbolismo litúrgico, empezando por vivir místicamente el espíritu del Antiguo Testamento.



 

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