TERCER DOMINGO DE ADVIENTO
“Regocijaos el Señor está Cerca”
lvador.
Celebración que nos recuerda aquel feliz día para toda la creación; sobre todo,
y con precisión, para la creatura humana hecha a Imagen y Semejanza de Dios, y,
por quien, siendo Dios se hizo hombre para salvarlo de la esclavitud del
demonio, del pecado y, en consecuencia, de la enemistad con Dios.
Así que deseamos que para vivir aquel irrepetible momento
de un Dios que baja del cielo a la tierra, nos pongamos a través del Sacramento
de la Confesión en Gracia Santificante y, así, en la Santa Misa de Navidad
hagamos real, presente el Nacimiento del Niño Dios en nuestras almas mediante
la Sagrada Comunión, donde Jesucristo nos visitará con su Cuerpo, con su
Sangre, con su Alma y con su Divinidad. Y nosotros plenos de amor y gratitud
podamos ofrecerle nuestras vidas, a cambio de la vida que Él entregó por
nosotros. Sin descuidar que hoy, igualmente, hemos de reflexionar en su Segunda
Venida, que próxima o lejana, pero se realizará.
Ahora terminaremos con una parte de los bellísimos sermones
de aquel gran e inolvidable predicador: San
Juan Crisóstomo y cuyo sermón nos es muy adecuado, no solo para la
Navidad, sino para esta época en que el mundo naufraga en el error, en el
pecado, en la disolución absoluta de la moral, hasta las peores acciones y el mismo
e infamante crimen.
“Yo los exhorto a que se despierten y a que
levanten sus ojos hacia el sol de la justicia. Quien duerme no puede contemplar
el sol ni recrear sus ojos con la visión bajo la belleza de sus rayos. Todo lo
que ve, lo ve entre sueños. Por esto necesitamos confesar nuestros pecados y
derramar muchas lágrimas, porque estamos pecando sin remordimiento, porque
nuestras faltas son grandes y no merecen perdón. Muchos de los que me están escuchando
son testigos de que no miento. Sin embargo, aunque no merezcamos perdón, convirtámonos
y obtendremos una corona. Yo llamo “Convertirse” no solo apartarse del mal
pasado, sino en practicar en adelante el bien –lo que es mucho mejor- el
precursor de Nuestro Redentor dice: “Hagan frutos dignos de conversión”. ¿Cómo
los haremos? Practiquemos las acciones contrarias. Como si dijera: ¿Has robado
lo ajeno? entonces ahora da hasta lo que te pertenece. Para nuestra salvación
no basta con arrancar el aguijón, también hay que aplicar la medicina sobre la
herida. ¿En el tiempo pasado te has entregado a la gula y a la embriaguez? Ahora
ayuna y bebe agua. Trata de evitar el daño que te ha venido por eso”. (San Juan
Crisóstomo 344-407. Homilías sobre el Evangelio de San Mateo).
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Almas
que viven en gracia…
Almas
que buscan a Dios…
Almas
que naufragan…
Almas
todas:
En la
reflexión y a través de la interiorización, hallaremos siempre la luz y el
camino de la verdad que son:
EL PADRE, EL HIJO Y EL
ESPÍRITU SANTO
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