LA IGLESIA Y
EL MATRIMONIO
En este
momento en que se está hablando de matrimonio e iglesia, voy a presentar
algunos textos de libros aprobados, que darán luz en estas horas de confusión
y, a veces, de tinieblas. Antes de dar a conocer los libros que han de
probarnos sus aseveraciones con respecto al matrimonio, quiero exponer algo que
servirá de introducción:
1.- La
iglesia lleva la maternidad en su misma naturaleza, aunada a su infinita
sabiduría, pues no olvidemos que -Jesucristo Dios y Hombre verdadero- es el
fundador y cabeza invisible de la Iglesia y que, en Pentecostés, el Espíritu
Santo, Tercera Persona de la Santísima Trinidad y alma de la Institución,
declara oficialmente, ante el mundo, a la Iglesia como Institución universal de
guía y salvación para los seres humanos.
Por tanto,
todo en Cristo y por Cristo con el Espíritu Santo. Unión que derrama ríos de
amor, de comprensión para la Creatúra humana, quien fue sacada de la nada, por
la Primera Persona de la Santísima Trinidad y hecha a imagen y semejanza del
mismo Dios: ¨Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra¨.
Pero no solo
lo conoce como su Creatúra; si no Dios, como nadie, entiende el estado de
nuestros primeros padres después del pecado original. Pecado que selló a toda
la humanidad con el pecado original, el cual solo sería borrado por el bautismo,
pero que, aun borrado, le quedó la lacra de la concupiscencia con la que hemos
de luchar por siempre hasta morir.
Jesucristo,
por tanto, no fundó una Institución tirana, si no salvadora.
El párrafo
anterior se sintetiza: ¨en el infinito Amor de Dios y en la pobre miseria del
hombre¨
Por lo cual
sostengo que la santa madre iglesia, nunca, jamás abandona al pecador, tanto en
la oración como en la misma acción. En ningún momento se han cerrado las
puertas a los separados, casados por la iglesia y vueltos a juntar con otra
persona. E igualmente a los simplemente amancebados, ni a los mismos
homosexuales. Esto de que hasta hoy, se comprende, se aconseja y se trata de convertir
a estas personas, es falso. La Iglesia: ¨madre y maestra¨ solo quiere a través
del amor y la comprensión que todos nos salvemos.
2.-Es
necesario aclarar y hacer distinciones:
a) Quienes
solo se han casado por lo civil, se divorcian y se vuelven a casar por lo
civil, solo cambian de persona, pero su estado es el mismo, viven en pecado
mortal, no son esposos eclesialmente, porque no hay sacramento y, es claro que
no pueden recibir los sacramentos de la confesión y la sagrada comunión.
b) Ahora, si
dos personas, hombre y mujer se han casado por lo civil y por la iglesia y se
separan o se divorcian (el divorcio solo puede existir por lo civil) por serias
circunstancias o no vuelven a juntarse o casarse por lo civil con otra persona,
viviendo una vida edificante,: guardando respeto a su condición sacramental, si pueden recibir los sacramentos y
permanecer normalmente en todas las situaciones necesarias dentro de la iglesia
católica.
c) pero si ese casado o casada por la Iglesia o por lo civil, se divorcian y uno de los dos se vuelven a casar o
juntar por lo civil, cometen adulterio, porque el vínculo matrimonial del
sacramento, jamás se rompe. Y nadie, absolutamente nadie, ni la más alta
autoridad eclesiástica puede romper un matrimonio: ¨lo que Dios a unido que no
lo separe el hombre¨
3.- Lo que la iglesia hace lo ha
hecho siempre y lo hará hasta el final, que no es ignorarlos, despreciarlos o
portarse farisaica; no; lo que pretende la iglesia es salvarlos del pecado para
que lleguen al cielo y para ello, usa las condiciones adecuadas en que han de
vivir en esta situación. Un amancebado, o un adultero, no pueden recibir los
sacramentos de la penitencia, pues no puede darse la absolución a la persona
que, aunque le duela su pecado, no rompe con él y, por lo mismo, el no queda en
la gracia santificante para poder recibir el sacramento de la comunión, que es
sacramento de vivos, es decir, de almas que están en gracia y no en pecado.
En cuanto a la sagrada comunión o
sacramento de la eucaristía, si se da a estas personas, no se les ayuda, si no
se les aumenta su desgracia con el sacrilegio de comulgar en pecado mortal, lo
cual los hará cada día más insensibles a la conversión.
4.-Eso de fomentar y acariciar el
amasiato y el adulterio, no es signo de misericordia, si no de un común
sentimentalismo equivocado que no permite que las almas despierten de su falso
sueño y de su gran oscuridad.
Aquí no se trata de sensorialidad, la Iglesia vive de fe. Las almas se juegan su salvación y, si es verdad que amamos
a nuestro prójimo, hemos de ayudarlo amorosamente a renunciar al pecado y no
perder la vida eterna: ¨aquí corta Señor, aquí quema, aquí castiga…con tal de
que en la otra vida me perdones¨ ( San Agustín ).
5.-Ellos pueden asistir a misa, a las
grandes celebraciones litúrgicas, a platicas apropiadas, a conversar con los
sacerdotes, a que estén sus hijos en escuelas católicas, a darles a los hijos
los sacramentos. Pero no pueden ser padrinos de ningún sacramento y menos del
bautismo que tiene condiciones necesarias y lógicas. Imposible que viviendo en
ese estado apadrinaran un matrimonio católico o a un sacerdote que recibe las
sagradas órdenes.
La iglesia tiene en su estructura
condiciones de vida, para evitar que de un pecado se haga costumbre, para no
dejar que el estado de una pareja, no solo escandalice, si no con su mal
ejemplo dé ocasión a que se repitan los mismos actos.
Hechas estas aclaraciones,
empezaremos mañana a presentar los textos anunciados.
Sor Clotilde García Espejel
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