sábado, 30 de abril de 2016




                                             La Ascensión del Señor.

Pasó la cuaresma, tiempo de reflexión y oportunidad para introducirse en el fondo del alma, para descubrir las grandes miserias que hay en nosotros, así como la pasión que nos domina y escudriñar, si de algún modo, hemos tenido un cambio positivo en nuestra conducta, en nuestras relaciones con Dios. Finalmente hacemos, cada uno de nosotros, los debidos propósitos para un avance en la conversión.
Pero finaliza la Cuaresma con el inicio de la Semana Santa, entrando así a la más bella Semana del Año Litúrgico: días santos donde contemplamos, con palmas en las manos, el triunfo pasajero de Cristo, el Domingo de Ramos en que se lee en la Santa Misa toda la pasión de Cristo.
Lunes, martes y miércoles, tres días en que la Liturgia nos interna a sentir la Pasión.
Jueves Santo: La Cena Pascual y despedida del Señor. Jueves inolvidable en el que Cristo Nuestro Señor, derrama sobre sus Apóstoles, y en ellos, al mundo entero, su incomparable Amor y, en ese exceso de Amor, instituye el Sacramento Eucarístico para alimentarnos espiritualmente y quedarse con nosotros en el sagrario, con su Cuerpo, con su Sangre, con su Alma y con su Divinidad, hasta el fin del mundo. En su sabiduría conoce la necesidad urgente del Sacerdocio Católico y, así, le abre el camino con su poder y su bendición. El Sacerdocio Católico es insustituible y necesario para repartir la Gracia Santificante, iniciando con el Sacramento del Bautismo, recorriendo los otros sacramentos y finalizando con la Extremaunción. El Sacerdocio Católico, con la repartición de la Gracia a dado muchos mártires y santos.
Viernes Santo… el crudo, el irrepetible dolor de Jesucristo-Dios para redimirnos del pecado, volvernos a la amistad con Dios y santificarnos si aprovechamos la Redención y sus frutos. Viernes Santo: horas de un dolor contemplativo que remueve las entrañas y lacera el corazón, y hace sentir el remordimiento ante la infinita generosidad de Dios.
Por fin la Resurrección: celebrada en el esplendor de una liturgia llena de luz y color cimentada en la Fe, la Esperanza y la Caridad. Y en una emotividad sobrenatural acompañamos al Resucitado, Jesucristo Nuestro Señor, queriendo resucitar con El.
Ahora vivimos la resurrección con una pascua que, para los auténticos católicos, es una pascua alegre: Cristo vivirá muchos días entre nosotros, después de su Resurrección. Y así lo hace sentir la Iglesia Católica.
Por fin llega un momento muy bello, pleno de nostalgia: La Iglesia con su liturgia nos ha hecho sentir, de una u otra forma que Cristo después de su Resurrección y, antes de la Ascensión, ha vivido entre nosotros.
La Ascensión: vivimos, contemplamos y sentimos la partida de nuestro Señor Jesucristo hacia el Cielo, para aposentarse a la derecha del Padre Celestial. Ojalá a todos nos conmueva el sentimiento y la necesidad urgente, de llegar un día a contemplar, no solo al salvador, si no a la Santísima Trinidad y podamos ahora despegarnos de la tierra y de nosotros mismos.
¨Al final de su vida terrestre sube Jesús triunfante a los cielos y le aclama la Iglesia en su Santa Humanidad, admitida a sentarse a la derecha del Padre y a participar de su Gloria¨
La Ascensión de Jesús es prenda de la nuestra. Sublimada la Iglesia por una esperanza inmensa, levanta sus ojos hacia su jefe que le ha precedido a la Patria Celestial y le ha introducido ahí en su propia Persona: ¨Porque el hijo de Dios, después de haber incorporado a los que la envidia del diablo había arrojado del paraíso terrenal, los lleva consigo a subir con su Padre ( San León, en Maitines ).
Toda la vida de la Iglesia se sitúa entre la Ascensión del Señor y su vuelta al fin de los tiempos. Segura de no engañarse con su espera propaga por todas partes el mensaje de Cristo y derrama sin cesar su Gracia, hasta el día en que vuelva Él definitivamente a introducir en la Gloria de su Padre a todos los que arrebataron al poder de satanás ( misal diario latino-español ).

                                              Sor Clotilde García Espejel.







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