martes, 10 de mayo de 2016





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                                 La Madre Santísima de la Luz.

El 8 de octubre de 1902, fué coronada con magnífica pompa la prodigiosa imagen de la Madre Santísima de la Luz, que se venera en la catedral de León. En presencia de cinco arzobispos, once obispos, centenares de sacerdotes y más de cien mil fieles, el Prelado de la diócesis, doctor don Leopoldo Ruiz, puso delante del precioso cuadro de la Señora una corona de oro macizo, verdadera joya por su valor material y más aún por su mérito artístico. Fue fabricada en Nueva York, importando unos diez mil quinientos pesos. Se reparó además la catedral, que es un edificio de orden dórico de 72 metros de largo, y se construyó el altar mayor, que tiene 16’50 metros de altura, todo de mármol de Carrara, llegando su importe a la respetable suma de cincuenta mil pesos, sin contar el trabajo de mampostería.
Origen.-
El origen de esta venerada imagen es el siguiente: A consecuencia de repetidos trastornos políticos, la fe y las buenas costumbres habían decaído extraordinariamente a principios del siglo XVIII en la isla de Sicilia y sobre todo en su capital, la hermosa ciudad de Palermo. Varios celosos misioneros se consagraron a predicar la palabra de Dios, llamando las almas a penitencia; pero se desconsolaban al ver el escasísimo fruto de sus fatigas. Uno de estos varones apostólicos, el P. Juan Antonio Genovesi, ilustre miembro de la Compañía de Jesús, juzgó que sería medio eficaz para convertir a los pecadores, llevar por los pueblos una imagen de la Santísima Virgen, y al efecto encargó a una santa religiosa que alcanzase  de la misma Reina del cielo se dignase de algún modo la forma en que le agradaría se pintara una imagen que, llevada a las misiones, les asegurase el triunfo.
Un día en que esta santa religiosa estaba en oración, quedó aprobada en éxtasis y se le apareció la augusta Señora, vestida con regia magnificencia. Estaba circundada de un inmenso nimbo de gloria, dentro del cual bullían millares de serafines tanto más hermosos y resplandecientes cuanto más cercanos a la incomparable Virgen, que parecía un foco de divina luz. Notábase en ellos una grande emulación por servir a su dulcísima Reina; volaban unos a colocársele debajo de los pies, sostenían otros respetuosamente una rica y brillante corona sobre su cabeza, otro se postraba obsequiosamente para presentarle un cestillo de corazones, que el divino Niño, reclinado en el cuello de tan gloriosa Madre, iba tomando uno a uno como objetos de su predilección. Un cinto esmaltado de estrellas sujetaba el vestido de la excelsa Reina, y de sus hombros pendía un manto azul. Entretanto hacia la derecha se observa un incidente que infunde espanto y consuelo a la vez: un horrendo dragón abre sus fauces poderosas para engullir un alma pecadora; pero María con su poderosa mano la levanta y la salva. Tal era el cuadro que la feliz religiosa contemplaba, y en cuya contemplación permaneciera gozosamente sin término, si la Virgen no diera fin a tan singular favor. ¨Anda ahora, le dijo, y haz que la pintura se ejecute representándome tal como me has visto. Bajo esta forma quiero ser invocada, con el título de Madre Santísima de la Luz¨.
Encargóse la obra a un diestro y piadoso artista que la primera vez no estuvo feliz en la interpretación de la idea; pero después, asistido e iluminado por inspiración superior, trazó un cuadro tan bello y exacto, que la misma Virgen Santísima lo aprobó y bendijo con sus virginales manos en prenda de los prodigios que mediante él se designaría obrar. Y, efectivamente, luego que el padre Genovesi salió a las misiones, llevando consigo el precioso talismán, los pueblos se movían como impulsados por fuerza misteriosa, los pecadores se convertían a millares y los favores, aun del orden temporal, no tenían número. Entre éstos deben contarse la paz que luego vino a la isla, habiendo logrado Isabel Farnesio, reina de España, coronar a su hijo Carlos por rey de Sicilia.
Muerto el padre Genovesi, otro ilustre hijo de San Ignacio, el R. Padre José María Genovese, deseando con vivas ansias que fuera venerada en Nueva España como lo había sido en Sicilia, resolvió regalarla a una de las iglesias que tenía la Compañía de Jesús. Pero, ¿Cuál había de ser preferida? Sin dejarse llevar por ninguna inclinación natural, quiso que el cielo decidiese por medio de la suerte. Sorteáronse, pues, todas las iglesias de la Compañía de Jesús en la provincia de Méjico, y cayó la suerte al novísimo hospicio de León. Segunda y tercera vez fueron sorteadas, y en todas ellas la iglesia de León fué la única favorecida. Fue, pues, acatada con todo rendimiento la voluntad santísima de Dios, y quedó por León la venerable imagen de la Madre Santísima de la Luz.
El 2 de julio de 1732 entró triunfalmente en León, siendo recibida con un entusiasmo indescriptible. Fue colocada al principio en la iglesia vieja de la Compañía, llamada después Santa Escuela, hoy derruída, y en el solar que ella ocupaba, los Misioneros del Corazón de María han levantado un soberbio templo a su excelsa Titular. La santa imagen fue trasladada posteriormente a la Iglesia Catedral, donde sin cesar la obsequian los fieles y devotos leoneses, y la Madre Santísima de la Luz dispensa singulares favores y los seguirá dispensando ¨mientras haya corazones devotos en el cestillo que le ofrece el ángel postrado a sus pies¨.
De un modo especial los leoneses su protección es casos de rayos, sequías y epidemias. Es famoso el siguiente prodigio: El domingo 18 de junio de 1876, a las doce menos cuarto de la mañana, estando la Catedral llena de gente para oír misa, cayó de súbito la clave del arco, sin que ninguna persona quedara herida ni contusa, favor atribuído a la Madre Santísima de la Luz, por lo cual diariamente se celebra misa de doce.
En 1849 el clero, las autoridades y el pueblo eligieron solemnemente por Patrona principal a la Madre Santísima de la Luz, aprobándolo la Santa Sede en 18 de diciembre de 1851. Erigida la diócesis, se la propuso también por su titular y Patrona, y la S.C. de Ritos así lo aprobó en 19 de septiembre de 1872.
Historia original del libro ¨REINA Y MADRE¨ (explicación del catecismo de la Santísima Virgen por EDELVIVES)                   

                                                                         Sor Clotilde.





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