La Santísima Trinidad.
El próximo domingo 22 de mayo es la celebración litúrgica en la
Iglesia, del fundamental Misterio de la Religión Católica. Sin este Misterio no
podríamos entender La Creación de todo el universo, realizada por el Padre
Eterno; ni la Redención del Verbo Hecho Hombre, ni la existencia de la Iglesia,
ni su santificación unida a la de las almas, por el Espíritu Santo. Sin este Misterio
no podríamos comprender los grandes Misterios que guarda el tesoro de la Iglesia.
El Misterio de la Santísima Trinidad consiste, como nos lo
enseñaron desde niños: ¨TRES PERSONAS DISTINTAS Y UN SOLO DIOS VERDADERO¨. Sin
embargo, la Persona del Padre, no es la Persona del Hijo ni la del Espíritu
Santo; la Persona del Verbo (Hijo), no es la Persona del Padre ni la del
Espíritu Santo y la Persona del Espíritu Santo, no es ni la del Padre ni la del
Hijo; aunque sabemos que las tres Divinas Personas son un solo Dios.
La Santísima Trinidad es Uno y Trino. Uno por ser un solo
Dios; Trino porque son tres Personas.
Las tres Divinas Personas no se distinguen ni por su
naturaleza, ni por sus perfecciones, ni por sus obras exteriores. Se distinguen
solamente por su origen.
No se distinguen por su Naturaleza, porque es exactamente la
misma Naturaleza Divina; no se distinguen por sus perfecciones, porque las Tres
Divinas Personas por ser un solo Dios, son infinitas, eternas, misericordiosas,
etc. Tampoco se distinguen por sus obras exteriores, porque teniendo las Tres
la misma omnipotencia, lo que obre una respecto a las creaturas, lo obran las
otras dos. Porque, aunque son Tres personas distintas, si no fueran el mismo y
un solo Dios, no podrían realizarlas.
Sí se distinguen por su origen, porque aunque el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo son Tres Personas y un solo Dios:
El Padre no procede de ninguna otra Persona.
El Verbo (Hijo) es engendrado por el Padre, por vía de
entendimiento.
Y el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo por vía de
Voluntad y de Amor.
Advirtiendo que las Tres Divinas Personas, aunque hablemos de
engendrar y de proceder, las Tres son eternas e infinitas y que, este Misterio Trinitario
es eterno e infinito, no es algo del pasado, sino un perpetuo presente.
Lo más hermoso es, que este bello y sin igual Misterio, por ser
eterno, por ser perpetuo, la Santísima Trinidad lo realiza viviendo en el alma
del justo que vive en Gracia: el Padre se contempla y engendra al Hijo; el
Verbo y el Padre se aman y de ese Amor procede el Espíritu Santo.
A este encanto de la Trinidad en el alma del justo, le
llamamos In-habitación Trinitaria.
Deseo ahora presentarles el prefacio de un pequeño libro del
padre Philippon, O.P. ¨La Trinidad en mi vida¨.
Es aparentemente pequeño, pero inmenso, grande y profundo por
el tema y la sublime forma de hablar del Misterio de la Santísima Trinidad:
¨La Trinidad no pasará. La Trinidad es lo único necesario. El
valor supremo que coloca cada cosa en su lugar en el universo. La empresa de
toda vida humana es la Trinidad lograda o perdida para siempre¨.
La historia del mundo es un drama de Redención; ¡todo
concluirá para algunos en la visión de Dios, para otros en una eterna
desesperanza!. Lo había juzgado así San Juan, bajo su verdadera luz, en una
reflexión trastornadora. Cristo ha muerto ¨no solo por una Nación ¨, sino para
traer a la unidad a todos los hijos de Dios dispersos. ¨Jesús mismo nos ha dado
la luz definitiva, en este punto capital, en esta última oración: ¨Padre, que
todos los hombres sean consumados en nosotros, en la unidad¨.
¿Por qué esta verdad fundamental no llena de luz todos los
instantes de nuestra vida? ¡cómo cambiarían todas las cosas si nosotros
supiésemos comprender que a través de nuestras menores acciones se continúa la
ascensión de las almas hacia la Inmutable Trinidad!. Sería necesario colocar,
junto a todas las encrucijadas de nuestras grandes ciudades, un policía o una
flecha indicadora recordándonos el por qué de nuestro mundo y nuestra vida. Un
único sentido: La Trinidad.
¿Por qué providencial coincidencia he sido puesto yo para
lanzar a Nueva York este mensaje Trinitario?. Hundido en este inmenso
hormiguero humano, ¡cómo no cruzar con angustia todos estos rostros de hombres
y mujeres que corren a sus trabajos o a sus placeres aplastados por los
gigantescos edificios o rascacielos!, sin embargo, toda alma humana, a ciertas
horas, paladea esta nostalgia de lo absoluto, esta necesidad de evadirse hacia
lo eterno y lo divino. ¿cómo no ha de elevarse nuestra oración suplicante y
fuerte como un clamor redentor por tantos hermanos nuestros que no tienen la luz?.
Se desearía hacer comprender a todas estas mazas humanas la advertencia de Cristo:
¨el Cielo y la Tierra pasarán, mis palabras permanecerán eternamente¨.
¨Pasarán todas nuestras grandes capitales modernas. ¡Nueva
York pasará, pero la Trinidad jamás pasará!¨
22 de Octubre de 1956.
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E imitando al Padre Philippon yo diré: ¨México con toda su
belleza arquitectónica, su bella flora y fauna, sus grandes vertientes, ríos y
mares y los placeres y horribles pecados de los hombres, pasará. Pero la
Santísima Trinidad jamás pasará.
Un segundo de historia: aunque introducida en el siglo IX la fiesta de la Santísima
Trinidad no se extendió a la Iglesia universal hasta el siglo XIV, no obstante,
el culto a la Santísima Trinidad aflora por doquier en toda la litúrgia. En el
Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo comenzamos y terminamos la
Misa y el Oficio Divino y se confieren todos los sacramentos. Todos los salmos
terminan con el Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, los signos, con
una doxología, y las oraciones, con una conclusión en honor de las Tres Divinas
Personas. Continuamente pues, nos hace alabar y adorar la Iglesia al Dios Tres
veces Santo, que tanta Misericordia ha tenido de nosotros, pues nos ha dado el
participar de su propia vida.
Y ahora del mismo libro del Padre Philippon nos consagraremos
a la Santísima Trinidad por las manos de María, en unión con el Verbo
encarnado, abrazados del Espíritu Santo y nos ofrecemos como hostia de la
Trinidad.
Acto de Consagración a la SANTÍSIMA Trinidad.
Oh silenciosa y beatificante trinidad, suprema fuente de luz,
y de Amor y de inmutable Paz, todo está ordenado a la alabanza de vuestro
nombre, en el Cielo, sobre la Tierra y hasta en los infiernos.
Para unirme a la incesante alabanza de Verbo, que sube a Vos
desde las profundidades del alma de Cristo, me ofrezco a través de Él, y en Él,
a imitación de la Virgen de la Encarnación y por sus manos purísimas, como
Hostia de la Trinidad.
Padre amadísimo, la Gracia del Bautismo me ha convertido en
Hijo vuestro Cobijadme. Que ninguna falta voluntaria venga a ensombrecer, ni
ligeramente siquiera, la pureza de mi alma; sino que mi vida se eleve a Vos,
cada día más y más fiel, en el abandono filial y sin límites del hijo que se sabe
amado por la ternura de un Padre Todopoderoso.
Oh Verbo, pensamiento eterno de mi Dios, figura de su Substancia
y Esplendor de su Gloria, no quiero más luz que Vos. Iluminad con vuestra luz
de vida mis tinieblas. Que yo marche, firme en la fe, cada vez más dócil a las
iluminaciones de vuestra sabiduría, de vuestra inteligencia y de vuestra
ciencia, en espera del día en que toda otra luz se desvanecerá ante la
fulgurante claridad de vuestro Rostro Divino.
Espíritu Santo, que unís al Padre y al Hijo en una felicidad
sin fin, enseñadme a vivir todos los instantes y a través de todas las cosas en
la intimidad de mi Dios, consumada más y más en la unidad de la Trinidad. Sí,
por encima de todo, dadme vuestro espíritu de Amor para animar con vuestra
Santidad hasta los menores actos de vida, a fin de que yo sea en verdad en
vuestra Iglesia, para la redención de las almas y la Gloria del Padre, UNA
HOSTIA DE AMOR EN ALABANZA DE LA TRINIDAD.
PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO, TRINIDAD ARDIENTE Y CREADORA,
QUE CONDUCÍS A TODOS LOS SERES DEL UNIVERSO CON FUERZA Y SUAVIDAD HACIA LOS
ETERNOS DESTINOS, ASOCIADME A LA FECUNDIDAD DE VUESTRA ACCIÓN. DADME UN ALMA DE
CRISTO REDENTOR.
Que mi vida se desarrolle enteramente EN EL PLAN DE LA
REDENCIÓN, con la conciencia plena de que a través de los más minúsculos
detalles de una existencia humana se realizan vuestros eternos designios. Y a
la luz de vuestras inspiraciones y con el apoyo de vuestra Gracia, yo escoja
ser, en el lugar en que Vos me habéis colocado, Redentor con Cristo, colaborador
con él en la acción maravillosamente fecunda de vuestra Trinidad en el mundo.
Que todos mis actos estén impregnados de vuestra Justicia,
que salvaguarda, ante todo, los derechos de Dios, para que sea Él, el ¨Primero
Servido¨, en todas las circunstancias. Que todos mis actos estén animados de
ese sentimiento fraternal para con todos los hombres que da a cada uno lo que
le es debido, mas con la sonrisa de la caridad, como conviene a hijos de un
padre común que a todos nos espera en los cielos.
Dadme una invencible Fortaleza de Alma. Que mi amor a vos sea
más fuerte que la muerte. Que jamás vacile mi voluntad ante el deber. Que nada
enfríe mi ardor en vuestro servicio. Inspiradme la audacia de las grandes
empresas y dadme la fuerza de realizarlas, si es necesario, hasta el martirio,
para la mayor Gloria de Vuestro Nombre.
Os pido un ALMA CON LIMPIEZA DE CRISTAL, digna de ser un
templo vivo de la Trinidad. Dios Santo, guarda mi alma junto a Cristo, en la
unidad, con todo su poder de amar, ávida de comulgar sin cesar con vuestra
infinita pureza. Que mi alma atraviese este mundo corrompido, santa e
inmaculada en el amor, en vuestra sola presencia, bajo vuestra sola mirada, sin
la menor mancha que venga a ensombrecer en ella el brillo de vuestra dicha.
Y Vos OH VIRGEN PURISIMA, Madre de Dios y del Cristo total,
que cada día tenéis la misión esencial de entregar a Jesús al mundo, PLASMAD EN
MÍ UN ALMA DE CRISTO. Que yo pueda, asociado como vos a todos los sentimientos
del verbo encarnado, expresar a Cristo en cada uno mis actos ante los ojos del
Padre.
Como vos, yo quiero ser Hostia por la Iglesia, amándola hasta
dar mi vida por Ella, amándola con el mismo Amor que Cristo.
Hija del Padre, Madre del Hijo, Esposa del Espíritu Santo,
unidme en la medida en que sea capaz mi alma, al misterio de vuestra propia
vida identificada con la de Cristo. Sois el modelo de toda Santidad, después de
Cristo; el ideal de todas las almas que quieren ser en la Iglesia, para la
redención el mundo y al mayor Gloria de Dios, Hostias de la Trinidad.
Después de este mundo que pasa, cuando se hayan desvanecido
para mí las sombras de esta tierra, que mi vida de eternidad transcurra en la
faz de la Trinidad, en la incesante alabanza de la Gloria de Dios Padre, Hijo y
Espíritu Santo.
UN SOLO FIN: LA TRINIDAD.
UN SOLO CAMINO: CRISTO.
UN SOLO MOVIL: EL AMOR.
Y,
COMO ESTRELLA: MARÍA.
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Esta preciosa consagración a la Santísima Trinidad que
presenta el Padre Philippon en su libro, es de una profunda Teología Trinitaria,
de una belleza literaria muy singular, así como de una claridad nítida,
transparente.
Esta consagración es para almas que han vencido, de alguna
forma su egoísmo y amor propio, que no trabajan para Dios con el fin de ser
vistas y alabadas; sino que intrépidas se arrojan con la cruz a luchar con
Cristo por la Iglesia y por las almas.
Sor Clotilde García Espejel.
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