sábado, 14 de mayo de 2016




                        La venida del Espíritu Santo.


                                    ¨Pentecostés¨

        ¨SE HA BORRADO DE LAS ALMAS EL AMOR, YA NO HAY AMOR.¨

El ser humano ha construido su propia religión con su dios singular. Ha dejado atrás al verdadero Dios y, con ello, a la auténtica Religión. Al separase del único y verdadero Dios, ha perdido el calor del Amor. ¡Lo increíble…!, lo ha substituido, en concepto y acción, por las pasiones sexuales que es donde ha cifrado el principio y el desarrollo del amor.
                                     ¡Qué pobreza, qué grave desviación!
                                                     ¨DIOS ES AMOR¨.

El Amor, el verdadero Amor, la inspiración y directriz de todos los amores, es el Amor de Dios. ¨la Caridad (el Amor) es la obra única y multiforme de toda fe viva¨ (Galatas 56-22). Sin fundarse en el Amor Divino, todos los demás ¨amores¨ serán falsas imitaciones: el amor de esposa, de novios, de hermanos, de amigos, de padres, de hijos, de la humanidad entera, no se da sólido y auténtico cuando no lo apoyamos en el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Contemplamos un mundo pecador, criminal, desarticulado, náufrago, desquiciante…y recurrimos a la tierra para que ésta purifique a la misma tierra. Estamos equivocados, ninguna potestad humana, ningún medio masivo tranquilo o violento, ninguna magia o engaño, nada nos volverá la paz. Sólo volviendo a Dios, aprendiendo de Él a amar, podremos transformar al mundo.

¿por qué hay tanto anciano en los asilos y tanto niño en las guarderías?
¿por qué hay, no solo muchos crímenes, si no crímenes espeluznantes y masivos?
¿por qué se envenena con droga a niños jóvenes y adultos?
¿por qué se ha perdido la inocencia de los niños?
¿por qué los divorcios y los niños separados del padre o de la madre?
¿por qué el homosexualismo degenerado y ya reconocido?
¿por qué tanta tiranía de las autoridades y de todo gobierno?
¿por qué tanto odio, venganza y rencor?
¿por qué hay tanto niño asesinado en el vientre de su madre?
¿por qué el patrón esclaviza y el trabajador estáfa?
¿por qué están llenas las cárceles y, en ellas, muchos inocentes?
¿por qué los ancianos no son respetados y los niños escandalizados?
¿por qué el narcotráfico?
¿por qué el comercio con la misma persona humana?
¿por qué tanta madre soltera?
¿por qué se pelea por un plato de lentejas?
¿por qué tanta calumnia y difamación?
¿por qué tanta deshonra y destrucción?
¿por qué se humilla y desprecia al necesitado?
¿por qué se pierde el tiempo y el dinero?
¿por qué el olvido del alma?
¿Por qué se brinca de la verdadera Religión a las sectas?
¿por qué se traiciona a Dios?
¿por qué se huye de la cruz y se busca el remedio en las malas artes?

Hoy se dice que hemos nacido para ser felices y olvidamos la Gloria de Dios.
A todas estas preguntas solo hay una respuesta:

                                    Porque ya no hay Amor.

 ¨aún cuando yo habláre todas las lenguas de los hombres y el lenguaje de los ángeles, si no tuviera Caridad, vengo a ser como un metal que resuena, o campana que retiñe. Y aún cuando tuviere el don de profecía, y penetrase todos los misterios, y poseyese todas las ciencias, y tuviera toda la fe posible, de manera que trasladase de una a otra parte los montes, no teniendo caridad, soy nada. Aún cuando yo distribuyese todos mis bienes para sustento de los pobres, y entregara mi cuerpo a las llamas, si la caridad me falta, todo lo dicho no me sirve de nada¨. (San Pablo a los Corintios)

                                  ¿y por qué ya no hay amor?

Porque la humanidad sacó de sí a Dios y Dios que respeta nuestra libertad, nos va dejando resbalar con nuestro propio y falso dios.
Hoy se habla mucho de Misericordia, pero es lógico qué si no se practíca el Amor verdadero, no puede haber Misericordia: ¨Un nuevo Mandamiento os doy: que os améis los unos a los otros como yo os he amado¨.
No nos engañemos, si no hay Dios, no hay Amor y si no amamos, no podemos tener Misericordia. La Misericordia es fruto del Amor, de la Caridad de la que habla San Pablo. No nos creamos misericordiosos porque damos una limosna o un donativo generoso. La Misericordia está inserta en el Amor y, no solo sabe perdonar, si no compadece, abraza al que sufre, llora con él, lo acompaña y lo ayuda a resolver sus problemas; pues repito, la Misericordia no es sólo el perdón para el que me ha herido, sino compasión, piedad para todo prójimo. La Misericordia es una forma excelsa del Amor. Pero ahora, sin Dios, sin Amor: ¡cuánta crueldad, cuánta injusticia, cuánta impiedad, aún de los que se dicen católicos practicantes!
Hoy no hay tiempo para amar, ni a Dios ni al prójimo, el tiempo se ocupa para amarse a sí mismo, a lo suyo y a los suyos; aunque en realidad no los ama, los quiere por sentirlos su propiedad y gozarse en ellos.
            
            El egoísmo y la egolatría son marcas del mundo de hoy.

                                                  ¨Amaras al Señor tu Dios, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y a tu prójimo como a ti mismo. Amén¨

¨tu amas todo cuanto existe y nada aborreces de cuanto has hecho¨

¨El amor de Dios a las creaturas es Amor de complacencia lo cual quiere decir que Dios ama a las creaturas porque éstas participan, en forma limitada de las perfecciones divinas y porque tienen en Dios la finalidad suprema del ser. El Amor de Dios a las creaturas es, además, Amor de benevolencia, y esto quiere decir que Dios ama a las creaturas no con Amor interesado, pues nada recibe de ellas, sino con suma generosidad y desinterés. El Amor de Dios no recibe estímulo de la bondad de las creaturas sino que el mismo es causa de esta bondad: ¨en eso está la Caridad, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó primero¨. ( San Pablo)

Dios tan grande, tan puro, se ha abajado a amar al hombre pequeño y pecador. Y si Dios tiene la condescendencia de amar al hombre ¿Cómo podrá el hombre corresponder a ese Amor?

                           Amando a Dios y en El, a todo prójimo:

El amor del prójimo aparece indispensable del que dice que ama a Dios: ¨¿cómo puede decir que ama a Dios, si no ama a su prójimo; si al prójimo que ve no le ama, como puede amar a Dios que no ve? (San Juan Evangelista).

Toda esta introducción del Amor es para hablar de la gran celebración del Espíritu Santo (PENTECOSTÉS). El Espíritu Santo, el alma de la Iglesia. León XIII declaró en su encíclica Divinum Illud 1897: ¨sea suficiente decir ésta sola frase: Cristo es la Cabeza de la Iglesia y el Espíritu Santo es su alma¨ Pio XII corroboró esta misma doctrina en la encíclica Mystici Corporis, significa esta sentencia que, así como el alma es en el cuerpo el principio del ser y de la vida; de manera parecida lo es también el Espíritu Santo en la Iglesia. El Espíritu Santo es quien une entre sí y con Cristo-Cabeza de la Iglesia-los miembros de la Iglesia porque se haya todo Él en la Cabeza y todo Él en los miembros del Cuerpo Místico. Él es quien asiste a la jerarquía eclesiástica en desempeño de su Ministerio:  enseñar, gobernar y santificar. Él es quien mueve y acompaña con su Gracia toda acción saludable de los miembros del Cuerpo Místico¨ (Ludwig ott Manual de Teología Dogmática).

¨toda la vida y todo el crecimiento del Cuerpo Místico, parte de ese principio de la Vida Divina que mora en la Iglesia. Cf. Vaticano II.

Ya los profetas habían anunciado para los tiempos del Mesías, el Don del Espíritu. El envío del Espíritu Santo sobre los apóstoles abre una nueva etapa: La Iglesia está fundada y se le da el Espíritu de Cristo para la faz de la tierra.

El relato de los Hechos recuerda los acontecimientos del día de Pentecostés: La Venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y los fenómenos que la acompañan; en particular el milagro del don de lenguas, símbolo de la Misión Universal de los Apóstoles. Todas las naciones son llamadas a la proclamación de la nueva etapa. Pero no confundamos el verdadero Don de Lenguas que se reconoce porque el predicador habla en su propia lengua y los que escuchan, aunque tengan distintos idiomas, oyen claramente cada uno como si le hablaran en su propia lengua. No es don de lenguas el balbucear, remedar o tartamudear. Ese es un engaño y una ridiculés.

A esta presencia del Espíritu Santo que inspira y dirige al Cuerpo de la Iglesia en su misión de predicar el Evangelio hasta en los confines de la tierra, se añade otra presencia y más personal que hace a los discípulos hombres nuevos, transformándolos en su mismo ser. Ésta es la doble acción del Espíritu Santo en la Iglesia y en las almas de los creyentes. Y así, como transforma a los Apóstoles, puede hacer de nosotros unos santos si cumplimos la voluntad de Jesucristo:  ¨sed santos como mi Padre es Santo¨. Desde luego distinguiendo la Santidad eterna e infinita de Dios, con la pequeña santidad alcanzada por la creatura humana, y siempre asistida por el Espíritu Santo.
En el estandarte del Espíritu Santo, encontramos:

            El Amor, la Cruz, la Fortaleza, la Luz, la Alegría y la Paz.

¨Ven a reinar Espíritu de Amor, ven Amor, dulce Amor a enseñar al mundo el precio del dolor. Ser de Jesús es toda mi ambición. Úneme a Él Espíritu Divino, quiero ser Cruz para atraerte a mí y con Jesús vivir crucificado. Ven Amor, dulce Amor a enseñar al mundo el precio del dolor. (letra de un hermoso canto antiguo al Espíritu Santo)

Pero…no hay Cruz sin Amor; ni un verdadero Amor sin Cruz. Cruz que no se parece a ninguna porque es el Amor de Dios quien la sostiene.
La cruz sin Amor pesa, duele, se arrastra y muchos la maldicen. El Amor sin Cruz no es verdadero Amor, porque nosotros, como hijos de la Cruz, no sólo hemos de amar a Cristo crucificado; sino a su Cruz y si no tenemos la dicha de ser cirineos, cuando menos estemos al pie de la cruz.

Pero toda Cruz está proporcionada a la vocación de cada ser humano, por tanto cada uno llevará su propio peso; sin embargo, la unión íntima con el Espíritu Santo nos dará una Fortaleza sobrenatural. Y junto con esa Fortaleza gozaremos de la Paz y la Alegría que da el Espíritu Santo, el cuál, con su Luz nos iluminara haciéndonos ver con claridad, no solo la Revelación Divina; sino nuestro camino personal y, sobre todo, la Luz que ilumina lo divino y que nos llena de nostalgia por la eternidad, donde habremos de contemplar para siempre a la Santísima Trinidad.

Para ello es necesaria una vida íntima, de momentos de recogimiento con la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Recordemos, que tanto en la vida de la Virgen, como en la de todos los santos o bien de las almas muy espirituales, el Espíritu Santo entra en lo íntimo del ser, por el Silencio y la Paz.

Hoy poco adelanta el hombre en la vida de Dios porque vive entre ruidos y carreras, angustias, no solo en el mundo, sino cuando visita los templos y, en la misma celebración eucarística todo es canto, aplausos, brincos, aleluyas…todo hacia fuera y nada hacia dentro. Busquemos en la intimidad del silencio al Maestro de la vida espiritual, al regalador de los Dones y de los Carismas. Los Dones del Espíritu Santo los recibimos a través de la Gracia que derraman los sacramentos y de nuestro esfuerzo, y es necesario que los logremos para nuestra santificación.

Los Dones:

El Don de Entendimiento nos aprovecha para entender las verdades de fe.
El Don de Sabiduría nos da la certeza de saber distinguir entre lo verdadero y lo falso el error y la mentira y penetrar al fondo de la religión.
El Don de Consejo es la dirección personal que el Espíritu Santo realiza en el alma y, la capacidad sobrenatural de esa alma para dirigir a otras, en la verdad y el Bien.
El Don de Ciencia nos asiste para penetrar la ciencia verdadera de Dios.
El Don de Piedad va uniendo al alma con Dios.
El Don de Temor teme ofender a Dios, por ser quien es. No confundamos temor con miedo.
El Don de Fortaleza nos lleva a enfrentar con ánimo las tentaciones y los pequeños y grandes sufrimientos de la vida, hasta el martirio.

Quien cultiva en la práctica estos Dones tiene como frutos del Espíritu Santo: la Caridad, la Paz, la Longanimidad, la Benignidad, la Fe, la Continencia, el Gozo Espiritual, la Paciencia, la Bondad, la Mansedumbre, la Modestia y la Castidad.
Los carismas, en cambio, no son para todos, ni son para el propio beneficio; sino para beneficio de otros y, no son necesarios para nuestra salvación.
Gocemos grandemente en la unión y el silencio la Venida del Espíritu Santo que llegará, no solo a la Iglesia en su conjunto, sino personalmente a cada uno de nosotros.

Terminémos este escrito con esta antiquísima y hermosa secuencia del Arzobispo de Cantorbery + Esteban Langton 1228.

                                          
1.Ven, Espíritu Santo, y envía                        6.Sin tu ayuda, nada hay en el
Desde el cielo un rayo de  tu                          hombre, nada que sea inocente.
Luz.                                                                7.Lava lo que está manchado,
2.Ven padre de los pobres;                             riega lo que es árido, cura lo
Ven, dador de las gracias; ven,                      que está enfermo.
lumbre de los corazones.                               8.Doblega lo que es rígido,      
3.Consolador optimo, dulce                          calienta lo que es frío, dirige lo
huésped del alma, dulce refri-                       que está extraviado.
gerio                                                               9.Concéde a tus fieles, que en ti
4.Descanso en el trabajo en el                       confían, tus siete sagrados dones.
ardor tranquilidad, consuelo en                     10.Dales el mérito de la virtud,
el llanto.                                                         Dales el puerto de la salvación,
5.¡oh luz santísima!, llena lo                         dales el eterno gozo. Amén.
mas íntimo de los corazones de                    Aleluya.

tus fieles.         







                                                  

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