martes, 13 de junio de 2017

Casti Connubii "Formación en la verdadera Doctrina,Voluntad firme y decidida, Dignidad del Sacramento y Cooperación a la Gracia.





EL MATRIMONIO CRISTIANO.
CASTI CONNUBII
Pío XI, 31 de diciembre de 1930.






FORMACIÓN EN LA VERDADERA DOCTRINA.
114. – Por lo cual hacemos nuestras con sumo agrado, venerables hermanos, aquellas palabras que nuestro predecesor León XIII, de feliz memoria, dirigía a los Obispos de todo el orbe en su carta-encíclica sobre el matrimonio cristiano: “Procurad con todo el esfuerzo y toda la autoridad que podáis conservar en los fieles que están encomendados a vuestro cuidado, íntegra e incorrupta la doctrina que nos han comunicado Cristo Nuestro Señor y los Apóstoles, intérpretes de la voluntad divina, y que la Iglesia católica religiosamente ha conservado, imponiendo en todos los tiempos su cumplimiento a todos los cristianos”.

VOLUNTAD FIRME Y DECIDIDA.
115. – Más como la instrucción religiosa, por buena que sea, no basta sola para conformar de nuevo el matrimonio con la ley de Dios, a la instrucción de la inteligencia es necesario añadir, por parte de los cónyuges, una voluntad firme y decidida de guardar las leyes santas que Dios y la Naturaleza han establecido sobre el matrimonio. Sea cual fuere lo que otros, ya de palabra, ya por escrito, quieren afirmar y propagar, se decreta y sanciona para los cónyuges lo siguiente, a saber: que en todo lo que al matrimonio se refiere se sometan a las disposiciones divinas; en prestarse mutuos auxilios, siempre con caridad; en guardar la fidelidad en la castidad; en no atentar contra la indisolubilidad del vínculo; en usar siempre de los derechos adquiridos por el matrimonio, a los cuales no han de apegarse sino cristiana y santamente, sobre todo al principio del matrimonio, a fin de que, si las circunstancias exigiesen después la continencia, una vez acostumbrados, les sea más fácil guardarla a cualquiera de los dos.

DIGNIDAD DEL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO.
116. – Mucho les ayudará para conseguir, conservar y poner en práctica esa voluntad decidida, la frecuente consideración de su estado y la memoria práctica del sacramento recibido. Recuerden siempre que para la dignidad y los deberes de dicho estado han sido santificados y fortalecidos con un sacramento peculiar, cuya eficacia persevera siempre, aun cuando no imprima carácter. A este fin, mediten estas palabras verdaderamente consoladoras del santo cardenal Roberto Belarmino, el cual, con otros teólogos de gran nota, así piensa y escribe: “Se puede considerar de dos maneras el sacramento del matrimonio: o mientras se celebra, o en cuanto permanece después de su celebración. Porque este sacramento es como la Eucaristía, que no solamente es sacramento mientras se confecciona, sino todo el tiempo que permanece, pues mientras viven los cónyuges es siempre su sociedad sacramento de Cristo y de la Iglesia”.

COOPERACIÓN A LA GRACIA.

117. – Mas para que la gracia del mismo produzca todo su efecto, como ya hemos advertido, es necesaria la cooperación de los cónyuges, y éste consiste en que con trabajo y diligencia sinceramente procuren cumplir sus deberes, poniendo todo el empeño que esté de su parte. Pues, así como en el orden natural para que las fuerzas que Dios ha dado desarrollen todo su vigor es necesario que los hombres apliquen su trabajo y su industria, abandonando lo cual jamás se obtendrá provecho alguno, así también las fuerzas de la gracia que, provenientes del sacramento, yacen escondidas en el fondo del alma, han de desarrollarse por el cuidado propio y el propio trabajo. No desprecien, por tanto, los esposos la gracia del sacramento que hay en ellos, porque después de haber emprendido la constante observancia de sus obligaciones, aunque sea laboriosa, experimentarán cada día su fuerza con más eficacia. 

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