miércoles, 27 de noviembre de 2013

¿Todas las religiones son iguales? ¿Todas las religiones nos conducen a Dios? (cont).

PERPETUA

La perpetuidad de la Iglesia consiste en que sus elementos esenciales y constitutivos, su Fe, su Jerarquía, su autoridad y Misión, su realidad social, deben durar hasta el fin del mundo.

La Iglesia es el Reino de Cristo en la tierra -anticipo y medio del que gozaremos eternamente con El- donde todos los bautizados beben de su fuente el conocimiento de Dios y son transformados por la Gracia para vivir vida sobrenatural. En ella se da gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

La Iglesia tiene por cabeza en el Cielo, a su mismo Fundador Jesucristo, y es vitalizada e impulsada por el Espíritu Santo, que a manera de alma o principio vital, la informa. En nombre de Cristo y como cabeza visible, el Papa estructura a la Iglesia, que con todos los bautizados es el cuerpo Místico de Cristo.

Así se convierte en Sacramento de salvación, como afirma el Concilio, pues siendo visible, entraña realidades invisibles y quien a Ella se acoge, encuentra una barca segura, la única garantía de salvación.

Es el Templo universal, majestuoso, donde conociendo, amando y obedeciendo a Dios, el hombre logra la paz en esta vida y después la bienaventuranza eterna.

La Iglesia existe para la salvación de los hombres; por tanto, es necesario que perdure mientras el hombre exista y haya de salvarse; pues Cristo, Cabeza y Fundador de la Iglesia, "es la Luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo" (Jn 1-9). El mismo que, al retornar al Padre, aseguró a los Apóstoles: "Yo estaré con vosotros todos los días, hasta la consumación de los siglos" (Mt XXVIII-20).

Sí. Permanecerá como cabeza invisible de la Iglesia, asistiéndola para que no yerre, consolando e irradiando luz en este pequeño Gran Sagrario; sufriendo mística pero realmente, todos los días, en todas partes del mundo en el Santo Sacrificio de la Misa, santificando con su Gracia a los hombres, perdonando los pecados a través del Sacerdote en el extraordinario Sacramento de la Confesión, dándose a los hombres en la Sagrada Comunión con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad.

Evidente es la perpetuidad de la Iglesia ... perpetuidad que suena a tiempo, pero que se antoja a eternidad ... que suena a Cielo, pero que sabe anticipadamente a Bienaventuranza...

Esta perpetuidad trascenderá hasta el Reino del Padre cuando, terminado el universo, concluyan los aspectos militante y purgante de la Iglesia y persista para siempre su aspecto triunfante, para cantar eternamente en el Cielo: Gloria a la Augusta Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

No sé si los católicos de hoy, incluso aquellos que, al estilo bastante protestante, no cejan en "La Biblia y solo la Biblia" olvidándose de la Tradición Apostólica; no sé si sepan lo que es la Comunión de los Santos. Es un Dogma de nuestra Fe, y consiste en la comunicación de bienes espirituales que recíprocamente fluyen entre la Iglesia Militante, la Purgante y la Triunfante.

Ahora bien, quienes forman la Iglesia Triunfante son los Bienaventurados; la Iglesia Purgante, las almas de aquellos que se purifican en el Purgatorio, y la Iglesia Militante la formamos nosotros los vivos, que aún luchamos, militamos dentro de la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana.

Según esto, ¿no será perpetua la Iglesia que trasciende hasta la Eternidad?


viernes, 22 de noviembre de 2013

¿Todas las religiones son iguales? ¿Todas las religiones nos conducen a Dios? (cont).

Así que la Iglesia ha de ser Una, Santa, Católica y Apostólica:

Es UNA, porque Jesucristo no quiso formar sino una sola Iglesia con una sola doctrina y un solo Jefe. El mismo prometió a San Pedro que sobre él edificaría su Iglesia; no sus Iglesias. Expresa su deseo de que todos los hombres formen "un solo rebaño bajo un solo Pastor" (Jn X-16) y manifiesta que todo reino dividido en facciones contrarias será desolado (Mt XII-25).

Y San Pablo, recomendando a los fieles de Éfeso una estricta unidad, escribe: "Un solo Señor, una sola Fe, un solo Bautismo" (IV-5); de donde se infiere el triple aspecto de la unidad: el de la doctrina (= una sola fe); el del gobierno (= un solo Señor) y el del culto (= un solo bautismo).

Es SANTA, porque su fundador Jesucristo, es Santísimo y fundó su Iglesia para Santificar a los hombres. Jesucristo manifestó la fuerza unificadora de su doctrina: "Yo les he comunicado tu palabra ... santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad" (Jn XVII-17) "Jesucristo amó a la Iglesia y se entregó a Sí mismo por Ella para santificarla purificándola con el baño del agua por la palabra, a fin de hacer comparecer ante Sí, gloriosa a la Iglesia, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada" (Ef V-25-27); a pesar de las miserias de los que indignamente conformamos el cuerpo místico de Cristo.

CATOLICA, porque Cristo la estableció para todos los pueblos y para todos los tiempos. "Id y enseñad a todas las naciones" (Mt XXVIII-19); "Yo estaré con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos" (XXVIII-20); "Seréis mis testigos ...hasta los confines del mundo" (He I-8).

APOSTOLICA, porque sólo a los apóstoles y a sus legítimos Sucesores confió Cristo poder enseñar, santificar y gobernar. "Como mi padre me envió, así yo os envío a vosotros" (Jn XX-21) "Quien a vosotros oye, a Mí me oye" (Lc X-16) y San Pablo: "Estáis edificados sobre el fundamento de los Apóstoles y Profetas, siendo la Piedra Angular el mismo Cristo Jesús" (Ef II-20).

La Iglesia Católica Romana, y sólo Ella, es quien por institución posee estas cuatro notas distintivas. Luego es la UNICA VERDADERA, pero no sólo posee esas ricas notas, sino que además Jesucristo su Fundador la adornó con cuatro espléndidas cualidades: Visible, Perpetua, Invariable e Infalible.

Estas cuatro cualidades dan a la Iglesia, en sus relaciones, comunicabilidad, perennidad, seguridad y estabilidad.


VISIBLE

A pesar de ser una Sociedad fundada para llevar al hombre al Cielo y ser depositaria de los más altos y sublimes Misterios, posee la cualidad de ser patente y perceptible a los sentidos. Por esta cualidad de la Iglesia, el hombre es llevado, de lo visible a lo invisible, y por medios visibles trasciende a las realidades invisibles y sobrenaturales.

Los siete Sacramentos instituidos por Nuestro Señor Jesucristo, son manantiales de Gracia que nos elevan en esta vida natural al orden sobrenatural y nos hacen trascender, después de esta vida, a la Eterna Gloria. Ellos son, no digo trasparentes, sino visibles. Pues ¿qué son los Sacramentos, sino medios visibles instituidos por Nuestro Señor Jesucristo para darnos la Gracia?

Con la Fe gozamos del misterio traspasando lo físico y hasta lo metafísico, con base en los sentidos apoyados por la razón.

Estos nos hacen palpar la forma exterior de cada Sacramento: vemos al ministro que lo aplica, al sujeto a quien se le administra, percibimos la materia y la forma, necesarias para la realización de este Sacramento.

En el Bautismo, el Ministro es el Sacerdote; el sujeto es el bautizado, la materia es el agua y la forma son las palabras intencionadas, indispensables para que sea Sacramento y surta sus efectos sobrenaturales.

La Santa Misa, que en su esencia es el mismo Sacrificio de Cristo en al Calvario, pero incruento, y que, además, une a la tierra con el Cielo y permite que el hombre, unido a Cristo, tenga comunicación con el Padre Celestial en el Espíritu Santo, es eminentemente visible: vemos, sentimos, palpamos y, si recibimos la Comunión gustamos; solo que todo ese conjunto de percepciones sensoriales, son elevadas por la razón, iluminadas por la Fe e impulsadas por la Gracia a regiones sobrenaturales.

No vemos el misterio, pero presenciamos toda la belleza exterior del Santo Sacrificio de la Misa y la riqueza embelesadora de la Liturgia, cuyos ritos hacen lo que significan.

La Iglesia es visible; pero ¡ay de quien sólo se quedara en la visibilidad y no se transportara con la Gracia y la Fe al fondo y a la altura del misterio sobrenatural!

Somos criaturas visibles, compuestas de cuerpo y alma: materia y espíritu unidos substancialmente, y creados para llegar al Cielo. Por tanto, nuestra Iglesia es sobrenatural, y a la vez visible.



martes, 19 de noviembre de 2013

¿Todas las religiones son iguales? ¿Todas las religiones nos conducen a Dios? (cont).

SEGUNDA PARTE


La fuerza, la solidez, la firmeza, la ecuanimidad, se gestan y nacen sólo fundamentados en una verdad inconmovible. Por tanto, una cosa es que comprendamos a quienes sin culpa propia no poseen la luz de la verdad, y otra que justifiquemos la mezcolanza del error con la verdad y queramos, además, exaltar el error, restándole autenticidad a la verdad, con el fin de complacer a los que de buena o mala fe persisten en vivir a obscuras.

La Religión Católica es expresión perenne de la Santa Madre Iglesia fundada por Nuestro señor Jesucristo: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" (Mat XVI-18) Ella nos ofrece la estabilidad, la seguridad, ya que está fundamentada en la Verdad de las verdades, Jesucristo Nuestro Señor, Dios y Hombre verdadero: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn XIV-6) y esa inconmovilidad y seguridad se fundan en sus tres columnas: Revelación, Iglesia y Magisterio. Estas tres columnas hacen inconmovible e irrefutable que la Única Religión Verdadera es la Religión Católica y, por ser la Verdadera, es el único camino, la única luz que puede conducirnos directamente a Dios, a nuestro fin temporal y eterno.

¿Qué es la Revelación? Es la manifestación que Dios hace a los hombres de lo sobrenatural, para que alcancen el fin para el que fueron creados, que es la gloria de Dios y su salvación eterna; mediante la perfección propia y universal de su naturaleza humana, elevada por la Gracia a lo sobrenatural y a su perfección personal según su propia vocación.

"Cuando Dios habla saliendo de su arcano, entonces nos manifiesta El su secreto; esto se llama Revelación divina Pública"

La divina revelación la encontramos en las fuentes llenas por el manantial divino: La Biblia y la Tradición Apostólica; la Biblia o Sagrada Escritura, es palabra de Dios revelada a través de los Patriarcas, Profetas, Apóstoles y Nuestro Señor Jesucristo y llegada hasta nosotros por escrito a través del Magisterio Eclesiástico.

La Tradición Apostólica llegó hasta nosotros transmitida de boca a oído, de generación en generación, de la cual pasando por los Padres Apostólicos, Concilios y Doctores de la Iglesia, la encontramos resumida bellamente en el Credo, en el cual, de manera explícita e implícita, hallamos esta fuente de revelación: La Tradición Apostólica.

Así se comprueba que el Espíritu Santo es quien ha conservado dentro de la Iglesia, lo que los apóstoles entregaron de palabra.

Ahora ¿Qué es la Iglesia? Es la Sociedad Espiritual y a la vez visible, de todos los bautizados que profesan la fe de Cristo, bajo su Autoridad ejercida en la tierra por San Pedro y sus Sucesores.

Uso estas definiciones, porque en ellas descubrimos la visibilidad indisolublemente unida a la invisibilidad de fines y medios espirituales.

Las condiciones para pertenecer a la Iglesia son: ser bautizado, profesar por la fe y las obras la doctrina de Cristo y reconocer al Papa como Vicario de Cristo.

Sabemos que esta Iglesia es verdadera, porque además de ser fundada por el mismo redentor del Mundo, "tú eres Pedro ..." posee cuatro notas que la hacen veraz, única e insustituible. Estas notas son: UNIDAD, SANTIDAD, CATOLICIDAD y APOSTOLICIDAD; advirtiendo que estas Notas las señaló el mismo Espíritu Santo en el Sagrado Libro del Apocalipsis (Cap. XXI Unidad: Versículos 2; 9-10, Santidad: 10-11-27, Catolicidad: 12,24-36, Apostolicidad: 14).



miércoles, 13 de noviembre de 2013

¿Todas las religiones son iguales? ¿Todas las religiones nos conducen a Dios? (cont).

La indiferencia religiosa ha llegado al "yo", suplantando el "YO" a Dios: Primero el hombre, luego dios; por lo mismo, el hombre se ha vuelto "abierto", "comprensivo", "humano", capaz de aceptar todo error y toda inmoralidad con el pretexto de no contradecir a su "hermano".

¡Cuánta falsedad! ¡Terrible equivocación!. Deja a su prójimo que camine por donde sea -aunque eso le cueste su felicidad terrena y su vida eterna-; respeta sus devaneos y languideces; ¡Ah! Pero que no pretenda tocar sus propiedades, porque se olvida del gran respeto y lo deshace. ¡Qué equivocado está el mundo desde que hizo su propia religión! No hemos de guiarlo a la verdadera luz, porque eso es faltarle al respeto: que tenga al Dios verdadero o uno falso es cosa suya; pero sí se le "honra", se le "dignifica" corrompiéndolo con la asquerosa televisión cuyos programas y noveluchas plagadas de sexo degenerado, crimen, asaltos, secuestros, intrigas ... logran que abuelos, padres y nietos contemplen y escuchen ávidos esta ensarta de pecados que no sólo rompen la Ley Positiva (mandamientos de la Ley de Dios) y la Ley Natural inserta en el hombre que suplen con un criterio no sólo equivocado, sino abiertamente oscuro y pecaminoso ... o los antros inundados de drogas, de toda clase de vicios donde adultos y jóvenes pierden lo poco que pudieran tener de bueno y positivo y los niños alguna sombra de inocencia que pudiera quedarles en este mundo soez y crudo, advirtiendo que la mayoría de padres y maestros habiendo perdido ya el sentido cristiano, la decencia y la más elemental responsabilidad aprueban para sus hijos esa clase de lugares donde se vuelve a clavar a Jesucristo. Pierden todo valor y se complacen con el mundo olvidando la salvación eterna de su propia alma ... basta que dichos antros paguen sus impuestos, que el crimen y el pecado a la autoridad no le importa.

Ahora, y ¿qué decir del internet? Fruto de la tecnología y que pudiendo hacer mucho bien no sólo ha limitado inteligencias, capacidades humanas, sino ha desvirtuado todo valor moral, toda virtud, todo empeño por el bien y miles de veces peor que la misma televisión, ha dividido familias. Ya no hay comunicación entre esposos, padres e hijos, hermanos, amigos, pues el amigo del hombre es uno virtual, que encuentra a través del internet y que lo conduce al adulterio, a una falsa vanidad, a una vida pública aún de lo más secreto de su cuerpo y de su alma. Pendiendo del amor universal auténtico y sus propios frutos. 

La equivocada utilización de toda la tecnología, pero especialmente del internet, ha conducido al hombre a tal estado que ya no es hombre, pero tampoco animal, queda en un término medio, usar de sus facultades superiores para hacer reinar los sentidos.

A los pecadores se les respeta, dejándolos en su error y su pecado, pero no se considera el alma nacida para el Cielo y se destruye el hombre con el alcohol, la lujuria, la drogadicción y otras cosas que me daría vergüenza pronunciar.

Época de calumnias, de fraudes, de injusticias, de agresiones, de luchas en todos los niveles, en todos los lugares, desde las más grandes empresas, hasta lo más recóndito y miserable y, no digo todo lo que quisiera decir.

¿Nosotros somos, ante este panorama, los que respetamos a nuestros hermanos y a su libertad? ¡Mentira! Lo que sucede es que ya no nos importa DIOS, sino "mi dios", no amamos al prójimo ni esperamos una vida después de ésta.

Pobres, pobres de fe y faltos de la auténtica caridad, vivimos una gran indiferencia religiosa.

"Todas las religiones son buenas, todas las religiones nos llevan a Dios".

Esta clase de católicos de nombre, me parece que ya han dejado de serlo, pues sin conocimientos ni reflexión identifican la verdad con el error y niegan la existencia del mal reuniendo la luz con las tinieblas; han obscurecido los conceptos básicos en la formación del verdadero católico, que se esfuerza en conocer, amar y servir a Dios y así llegar al Cielo.

Ahora hagamos este necesario distingo: Es verdad que, quienes han nacido en una falsa religión, y son fieles a la Ley Natural y a las leyes de su religión que sean realmente morales, y viven haciendo el bien y evitando el mal, no han tenido oportunidad de encontrarse con la Verdad, alcanzarán la Vida Eterna. Pero advirtamos que no es esa falsa religión por sí misma la que ofrece y da la salvación; sino que es nuestro Dios misericordiosísimo, quien, conociendo determinadas circunstancias, acepta el esfuerzo, hace eficaces los deseos y otorga la salvación. Conste que en esto operan el mismo Dios y el débil esfuerzo del hombre, que es elevado por la misericordia divina; pero esa salvación no debe ser atribuida a la falsa religión.

Pero esta misericordia que -salva reverencia- pudiéramos llamar elemental, no la aplica Dios a quienes llamó al pleno conocimiento de la verdad, pues "al que mucho se le dio, mucho se le exigirá" (Lc. XII-48), y será juzgado conforme a la exigencia de la Gracia Santificante, tasándose de ingratitud y traición el desperdicio y la indiferencia que se hace de la verdadera Religión.

Están comprendidos en este contexto los que, por su mala vida, han perdido la Fe; los que han hecho convenientemente su religión a su manera creyéndose hijos predilectos de Dios porque "van a evangelizar" a antros de vicio. Los que, en aras de su salud, esbeltez y belleza, de una pseudo-paz, buscan ejercicios y filosofías orientales, en lugar de encontrar la paz auténtica ante el Sagrario, en el Santo Sacrificio de la Misa y en la Gracia Santificante: el que ama el peligro, en él perece. Los que encienden una veladora a Dios y otra al diablo cuando recurren a los brujos, hechiceros y espiritistas, plagados de supersticiones y trato indirecto con el diablo, a fin de conseguir salud, dinero y amor. Los que consultan el horóscopo, la baraja, el café, la arena y toda clase de supercherías impropias de este "tiempo de superación", y altamente ofensivas a Su Divina Majestad. Frutos primero ocultos y ahora ya desde hace algún tiempo propagados de manera agresiva y cínica por la diabólica "Nueva Era" con toda su ensarta de mentiras diabólica, pues Satanás es el padre de la mentira.

No es ciencia, no es religión, no es una filosofía, es un enjambre de enredos y mentiras conformadas por la Teosofía o Teosofismo. El Teosofismo es una mezcla informe y vacía de pseudo-ciencia, pseudo-filosofía y pseudo-religión, con base en el panteísmo y en el ocultismo.

Igualmente los que, confundiendo lo sensible con lo místico y, deseosos más de sus caprichos que de vivir con Dios, andan en busca de milagros patentes, de carismas que los hagan notables y de una salud más corporal que espiritual. Los católicos modernos autosuficientes que comulgan sin confesarse, tienen discretos adulterios, calumnian, difaman, roban "decentemente" y llevan un catolicismo hipócrita.

Todos los antes citados, caen fácilmente en el error, porque habiendo nacido en la Verdad, andan buscando la verdad en la mentira, se desarrollan en apariencias, y eso ya no es permisión divina de circunstancias no culpables, sino medios puestos por ellos mismos, que al final resbalan a los abismos de otras religiones.

¿TODAS LAS RELIGIONES SON BUENAS; TODAS LAS RELIGIONES NOS LLEVANA DIOS?

Reflexionemos: ¿Acaso todas las cosas tienen el mismo valor? ¿con la misma cantidad de dinero podríamos comprar objetos diferentes? ¿todas las profesiones nos llevan a curar enfermos? ¿todos los caminos nos conducen al mismo sitio? ¡IMPOSIBLE! Pues si en estas cosas tan secundarias y tan insulsas, la Lógica perecería, antes que aceptarlas, desvirtuando así su exactitud; ¿qué diremos de nuestra Religión Católica fundada por Nuestro Señor Jesucristo, donde no sólo la Lógica protestaría, sino la excelsa Teología dejaría de ser antes que identificarse con ese falso concepto, de que todas las religiones son buenas, todas nos llevan a Dios; cuando muchas no sólo no nos llevan a Dios, sino que nos desvían y son fuente de corrupción y condenación eterna.



jueves, 7 de noviembre de 2013

¿Todas las religiones son iguales? ¿Todas las religiones nos conducen a Dios?

¿Todas las religiones son iguales? ¿Todas las religiones nos conducen a Dios?


Sor Clotilde Gacía Espejel.



NIHIL OBSTAT
Petrus Ma. Galván, M.J.
Censor

IMPRIMATUR
+Fr. Philipus a Jesu Cueto, O.F.M.
Episcopus Tlanepantlanus



A quienes han perdido la Esperanza víctimas de este mundo materialista;




¿Todas las Religiones son Buenas? ¿Todas las Religiones nos conducen a Dios?



PRIMERA PARTE


Entre los innumerables errores que ha provocado en los católicos de nuestro tiempo, la falsa interpretación de "LA LIBERTAD RELIGIOSA", está el creer y enseñar, "QUE TODAS LAS RELIGIONES SON BUENAS; QUE TODAS LAS RELIGIONES NOS CONDUCEN A DIOS".

Esto proclaman personas incrédulas o medio creyentes, aunque también y seguido, para dolor y confusión nuestra lo escuchamos con tristeza y decepción de labios de católicos, incluso de aquellos que frecuentan la Comunión Sacramental y que rezan diariamente el Santo Rosario. Añadiendo que son católicos con cierta preparación religiosa. En cambio, no se escucha tal error en los integrantes de otras "religiones", pues, increíblemente, los que están en el error, son más celosos de él, que nosotros de la Verdad Eterna.

Con gran sorpresa, hemos descubierto católicos que se asocian a sectas protestantes, para "conocer mejor a Dios". ¿A cuál dios? Mientras tanto, los hijos de Lutero, ya sean directos, ya de los divididos por el libre examen, aprovechan esta situación para llevarse de la luz a las tinieblas a nuestros frágiles 
católicos.

Según lo expuesto, el mundo inverso y confuso de hoy, concibe por libertad religiosa el derecho absoluto de escoger, de seguir cualquier religión que le convenga, y asocia ese derecho a la seguridad de la salvación eterna -eso si aún cree en la existencia de las postrimerías-. Por consiguiente, el que intente disuadirlo del error, es calificado de falto de respeto a la persona humana y a la libertad religiosa.

¡Espantosa y grave concepción, quizá una de las más trascendentes de nuestra era, pues es, por su importancia, una de las que más trastornan el criterio y la fe del hombre de nuestro tiempo!

Empecemos por entender que no hay libertad absoluta. Absoluto sólo dios, pues el Absoluto que usamos para lo creado y en lo creado, sólo es figura, analogía o relatividad.

La perfección de la libertad reside en que ésta goza de derechos y tiene deberes que cumplir. La libertad no se obstaculiza o limita con los deberes, ni se hace omnímoda con los derechos ... repito: estos deberes y derechos la conducen a la perfección y a una gran elevación que, lógicamente, enaltece y perfecciona al hombre. Por tanto, la libertad religiosa, para ser auténtica, necesita surgir de la luz y tender hacia ella y no emerger de la obscuridad buscando en las tinieblas la luz; ir en busca de la verdad y no de la mentira y la ambigüedad. El hombre únicamente se realiza, llega a su fin, en la consecución del bien y de la verdad. ¿y dónde mejor ha de encontrar el auténtico Bien y la eterna verdad, sino en la Religión Católica fundada por N.S Jesucristo?

La verdad religiosa, indudablemente que lleva a la libertad, no absoluta, pero sí proporcionalmente plena. Decimos no absoluta, en cuanto que, como creaturas, no tenemos capacidad de asimilar lo eterno plenamente; pero sí proporcionalmente absoluta, porque, siendo creaturas, participamos por analogía de la Única Doctrina de la Verdad Absoluta, que es Dios.

A mayor esclavitud, menor libertad; y si cualquier dependencia o pasión coarta la libertad, ¿cuánto más lo hará el ser esclavo del error, que contradice a la verdad fundamental, la cual lleva al hombre a la plenitud de su realización concibiendo la Verdad Eterna?

Ciertamente, no podemos, no debemos obligar a nadie, en ninguna forma a practicar alguna religión o la verdadera Religión, porque simplemente no la practicaría; ya que si exteriormente se manifestara religioso, interiormente carecería de intención y, por tanto, todo sería ficticio. Incluso, una falsa motivación en la cual no se usa la fuerza, pero sí la coacción moral, el chantaje que compromete al sujeto haciéndole ceder ante una situación embarazosa, no es lícita. Con esto aludimos a los protestantes, quienes son mercaderes de la fe, negociantes de una falsa religión, en cuyo proselitismo van creando apóstatas, herejes, fanáticos, amargados y fariseos.

Sí, en cambio, es obligación seria, enseñar, instruir, probar, convencer, cuál es la verdadera fe y dónde se halla. ¡Gozar de nuestra excelsa Religión y no luchar y trabajar porque nuestros hermanos gocen de ella, es no tener la verdadera caridad que nace de la Fuente Divina del Corazón de Jesús y que debe trascender hasta el más pequeño de nuestros hermanos; es carecer del celo de la gloria de Dios y de la 
salvación de las almas! ¡Considerar que es respeto a la persona humana el no ayudarlo a saborear la dulzura de nuestra Religión Católica y dejarlo que pierda la felicidad temporal y quizá la eterna, es no entender el Evangelio!.

La concepción que el hombre actual tiene de la "libertad religiosa" le relaja la conciencia, lo convierte en inestable e inseguro, relaja la conciencia porque si todas las religiones son buenas y todas nos llevan a Dios, puedo escoger la que me convenga, aquella cuya ley me acomode mejor en esta vida moderna, y puedo llegar a Él por el camino que me parezca más fácil y, por tanto, habría que preguntarme: ¿qué vida llevo con respecto a Dios, a mi prójimo y a mí mismo?

Lo hace inestable e inseguro: si dios se contradice y en una religión tiene un dogma, una moral y un culto y en otra cambia mediana o plenamente, entonces, no es un dios seguro, es un dios que se contradice; y si la verdad no existe, ¿entonces qué existe?

Esta comprensión equivocada de la libertad religiosa es fruto de falsas predicaciones, de pésimos ejemplos, de equivocadas interpretaciones, de conveniencias muy especiales y, sobre todo, del deseo de vivir relajada y libertinamente, lo que ha traído un indiferentismo religioso que, encerrado en un círculo vicioso, es a veces causa y a veces efecto y en ese flujo y reflujo el hombre, aún el más ignorante o el más pecador, cree hablar sensatamente, con gran actualización, cuando exclama: "TODAs LAS RELIGIONES SON BUENAS,TODAS CONDUCEN A DIOS".



martes, 5 de noviembre de 2013

¿Eres Cristiano? (catequecis)

¿ERES CRISTIANO?



¿Eres cristiano?- Sí soy cristiano por la gracia de Nuestro Señor Jesucristo.

¿Qué quiere decir cristiano? - Hombre que profesa la religión de Cristo, cuyo carácter regenerador le fue comunicado en el Bautismo.

Etimológicamente, "cristiano" viene de Cristo, que significa "ungido". Nosotros participamos de la unción de Cristo, ungido por el Espíritu Santo, y conservamos esa unción manteniendo esa fe con alma pura.

¿Y qué es ser Cristiano?

El ser cristiano lo recibimos en el Santo Bautismo, allí se nos imprime para tener  siempre el carácter de cristiano. Pero como la finalidad de nuestra vida consiste  en ganarnos el Cielo, glorificando a Dios, en el cumplimiento de su voluntad, el verdadero cristiano tiene la obligación, no sólo de vivir la Fe, la esperanza y la caridad: virtudes teologales que recibimos en el bautismo; sino de acrecentarlas en el curso de la vida para lo cual tendrá que recibir los Santos Sacramentos, especialmente la Confesión y la Sagrada Comunión; asistir y participar del Santo Sacrificio de la Misa, orar y con esa fuerza espiritual lograr el cumplimiento de los mandamientos de la Ley de Dios y de los de la Iglesia. Porque no se puede ser cristiano a medias: "Quien no está conmigo está contra mí, y quien no recoge conmigo desparrama" (Luc. XI-23).

La vida del hombre en este destierro es lucha perpetua contra el demonio,contra el mundo y contra nuestras malas inclinaciones; pues aunque el Bautismo borra el pecado original, no destruye la concupiscencia, es la que nos da la oportunidad de forjar con esfuerzo nuestra propia salvación: "El reino de los cielos se alcanza a viva fuerza, y los esforzados lo conquistan" (Mt. XI·12).

Así el verdadero Cristiano no lo es únicamente por estar Bautizado, sino porque además lucha por asemejarse a Cristo viviendo el Evangelio mediante el conocimiento  de la Doctrina de Cristo, del cumplimiento de sus mandatos y del uso de todos los medios que dejó en la Santa Madre Iglesia para alabar a Dios y vivir Sanamente hasta llegar a la perfección que le ha sido Señalada por Dios y que ha de realizar mientras viva. Ya Cristo en el sermón de la montaña nos exhorta: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto": (Mt. V-48). Esto quiere decir que si Dios, como Dios, es infinitamente perfecto, nosotros como criaturas humanas tenemos obligación de alcanzar la perfección que corresponde a nuestra propia naturaleza y vocación en toda nuestra vida interna y externa y no condicionando a Dios a nuestra vida y a los tiempos, sino adecuando nuestra existencia y nuestro ser a los mandatos divinos que son de ayer, de hoy y de siempre.

El verdadero cristiano no navega en todas las aguas, sino que firme, y a pesar de sus miserias, levántase para estar de pie junto a la Cruz de Cristo, porque como dice el Apóstol: "Sabemos también nosotros que todas las cosas cooperan al bien de los que aman a Dios" (Rom. VIII-28).

El verdadero cristiano no claudica ni en las más grandes pruebas y dolores de la vida, pues entiende que es parte del misterio de la vida y de la cruz y canta con el apóstol San Pablo: ¿Quién podrá apartarme del amor de Cristo? ¿La aflicción? ¿La angustia? ¿La persecución? ¿El hambre? ¿La desnudez? ¿El peligro? ¿La espada? "Todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado" (Rm.8,35,37).

Son cristianos pero sin vida de Dios, en la monotonía de su ser:

a) Los que ciertamente fueron bautizados, pero ya han olvidado toda doctrina y práctica referente al Cristianismo.

b) Otros igualmente bautizados y que están conscientes de ello, pero cuya vida en la práctica, es totalmente contradictoria.

c) Otros - la mayoría - que ciertamente son cristianos, están bautizados, confirmados, hicieron la Primera Comunión, respetan y aman al Santo Padre y todo lo que concierne a la Santa Madre Iglesia, prenden su veladora todos los días primeros de mes, asisten a peregrinaciones ...Pero nunca van a Misa los domingos y fiestas de guardar, o sólo van "cuando les nace de corazón" o tienen tiempo. Algunos se confiesan en determinada ocasión, otros nunca. Hay quienes prefieren no comprometerse al Sacramento del Matrimonio "por prudencia" y viven tranquilos en unión libre, o, en su caso únicamente, justifican con razones humanas su estado de ¡solapado adulterio! Y todos estos se dicen católicos.

d) Un porcentaje más pequeño asiste a Misa, comulga, hasta parece que cumple, pero la verdad es que viven como paganos, aparentando por fuera y traicionando interiormente sus conciencias, inmersos en un mundo de placer y de soberbia.

Y es que en este destierro ya nadie se siente desterrado, sino aquel que carece de la materia; pues nada le importa, ya que ha perdido la luz para distinguir entre el bien y el mal. Lo que quiero, lo que me gusta, ese es el bien perseguido.

Sin embargo, y, a pesar de todo, tenemos un gran número de auténticos y sólidos cristianos, que viven la Doctrina de Cristo como ha de vivirse en todos los tiempos, ya que ella es como el Cristo de ayer, de hoy y de siempre. Estos Santos sufren el desenfreno de la época, que viven en el mundo pero que no se involucran en él, creo son victimas que detienen a la Justicia Divina.

ORGULLO DE SER CRISTIANO

Santa Agueda, procedente de las más relevantes prendas, pertenecía a una ilustre familia de Sicilia. En la persecución de Desio, denunciada como cristiana, compareció ante el Tribunal del Pretor Quinciano: ¿No tienes vergüenza, - le dijo el magistrado -, tu que eres de sangre tan ilustre, de ser cristiana? Respondiendo Agueda: "La abyección y la humildad cristiana son más gloriosas que la grandeza y fasto de los reyes".

Claro, no hay nobleza que alcance a la nobleza del verdadero cristiano cuyo nombre habla de la nobleza infinita eterna de Cristo.

COMO SE DESARROLLÓ EL NOMBRE DE CRISTIANO

Los que siguieron a Cristo no siempre se llamaron Cristianos, Jesucristo los llamaba sus Discípulos, sus ovejas... después de la Ascención, ellos mismos se llamaban creyentes, fieles, hermanos, santos... Los judíos los llamaron Nazarenos, por seguir a Jesús de Nazareth, galileos por ser galileos los principales.

Hacia el año 40 se formó en Antioquía la primera comunidad de gentiles convertidos, y a esos por el año 43 empezaron a llamarlos cristianos por primera vez. Y al principio aunque éste parecía un nombre despectivo, sin embargo se conserva en la Santa Iglesia como el nombre más honorífico de un creyente, el más adecuado a lo que somos (Explicación sinóptica y literal del Catecismo de Ripalda por el Padre Luis Vega).

No te conformes con estar bautizado y confirmado para sentirte Cristiano, sino ¡ama a la Iglesia Católica y conócela! profundiza la doctrina, Vive santamente, ama a la Santísima Virgen y a los Santos, cumple con tus deberes y no te guíes por la masa que ha perdido los valores y así serás verdadero cristiano.

Sor Clotilde Garcia Espejel.