martes, 19 de noviembre de 2013

¿Todas las religiones son iguales? ¿Todas las religiones nos conducen a Dios? (cont).

SEGUNDA PARTE


La fuerza, la solidez, la firmeza, la ecuanimidad, se gestan y nacen sólo fundamentados en una verdad inconmovible. Por tanto, una cosa es que comprendamos a quienes sin culpa propia no poseen la luz de la verdad, y otra que justifiquemos la mezcolanza del error con la verdad y queramos, además, exaltar el error, restándole autenticidad a la verdad, con el fin de complacer a los que de buena o mala fe persisten en vivir a obscuras.

La Religión Católica es expresión perenne de la Santa Madre Iglesia fundada por Nuestro señor Jesucristo: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" (Mat XVI-18) Ella nos ofrece la estabilidad, la seguridad, ya que está fundamentada en la Verdad de las verdades, Jesucristo Nuestro Señor, Dios y Hombre verdadero: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn XIV-6) y esa inconmovilidad y seguridad se fundan en sus tres columnas: Revelación, Iglesia y Magisterio. Estas tres columnas hacen inconmovible e irrefutable que la Única Religión Verdadera es la Religión Católica y, por ser la Verdadera, es el único camino, la única luz que puede conducirnos directamente a Dios, a nuestro fin temporal y eterno.

¿Qué es la Revelación? Es la manifestación que Dios hace a los hombres de lo sobrenatural, para que alcancen el fin para el que fueron creados, que es la gloria de Dios y su salvación eterna; mediante la perfección propia y universal de su naturaleza humana, elevada por la Gracia a lo sobrenatural y a su perfección personal según su propia vocación.

"Cuando Dios habla saliendo de su arcano, entonces nos manifiesta El su secreto; esto se llama Revelación divina Pública"

La divina revelación la encontramos en las fuentes llenas por el manantial divino: La Biblia y la Tradición Apostólica; la Biblia o Sagrada Escritura, es palabra de Dios revelada a través de los Patriarcas, Profetas, Apóstoles y Nuestro Señor Jesucristo y llegada hasta nosotros por escrito a través del Magisterio Eclesiástico.

La Tradición Apostólica llegó hasta nosotros transmitida de boca a oído, de generación en generación, de la cual pasando por los Padres Apostólicos, Concilios y Doctores de la Iglesia, la encontramos resumida bellamente en el Credo, en el cual, de manera explícita e implícita, hallamos esta fuente de revelación: La Tradición Apostólica.

Así se comprueba que el Espíritu Santo es quien ha conservado dentro de la Iglesia, lo que los apóstoles entregaron de palabra.

Ahora ¿Qué es la Iglesia? Es la Sociedad Espiritual y a la vez visible, de todos los bautizados que profesan la fe de Cristo, bajo su Autoridad ejercida en la tierra por San Pedro y sus Sucesores.

Uso estas definiciones, porque en ellas descubrimos la visibilidad indisolublemente unida a la invisibilidad de fines y medios espirituales.

Las condiciones para pertenecer a la Iglesia son: ser bautizado, profesar por la fe y las obras la doctrina de Cristo y reconocer al Papa como Vicario de Cristo.

Sabemos que esta Iglesia es verdadera, porque además de ser fundada por el mismo redentor del Mundo, "tú eres Pedro ..." posee cuatro notas que la hacen veraz, única e insustituible. Estas notas son: UNIDAD, SANTIDAD, CATOLICIDAD y APOSTOLICIDAD; advirtiendo que estas Notas las señaló el mismo Espíritu Santo en el Sagrado Libro del Apocalipsis (Cap. XXI Unidad: Versículos 2; 9-10, Santidad: 10-11-27, Catolicidad: 12,24-36, Apostolicidad: 14).



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