PERPETUA
La perpetuidad de la Iglesia consiste en que sus elementos esenciales y constitutivos, su Fe, su Jerarquía, su autoridad y Misión, su realidad social, deben durar hasta el fin del mundo.
La Iglesia es el Reino de Cristo en la tierra -anticipo y medio del que gozaremos eternamente con El- donde todos los bautizados beben de su fuente el conocimiento de Dios y son transformados por la Gracia para vivir vida sobrenatural. En ella se da gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
La Iglesia tiene por cabeza en el Cielo, a su mismo Fundador Jesucristo, y es vitalizada e impulsada por el Espíritu Santo, que a manera de alma o principio vital, la informa. En nombre de Cristo y como cabeza visible, el Papa estructura a la Iglesia, que con todos los bautizados es el cuerpo Místico de Cristo.
Así se convierte en Sacramento de salvación, como afirma el Concilio, pues siendo visible, entraña realidades invisibles y quien a Ella se acoge, encuentra una barca segura, la única garantía de salvación.
Es el Templo universal, majestuoso, donde conociendo, amando y obedeciendo a Dios, el hombre logra la paz en esta vida y después la bienaventuranza eterna.
La Iglesia existe para la salvación de los hombres; por tanto, es necesario que perdure mientras el hombre exista y haya de salvarse; pues Cristo, Cabeza y Fundador de la Iglesia, "es la Luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo" (Jn 1-9). El mismo que, al retornar al Padre, aseguró a los Apóstoles: "Yo estaré con vosotros todos los días, hasta la consumación de los siglos" (Mt XXVIII-20).
Sí. Permanecerá como cabeza invisible de la Iglesia, asistiéndola para que no yerre, consolando e irradiando luz en este pequeño Gran Sagrario; sufriendo mística pero realmente, todos los días, en todas partes del mundo en el Santo Sacrificio de la Misa, santificando con su Gracia a los hombres, perdonando los pecados a través del Sacerdote en el extraordinario Sacramento de la Confesión, dándose a los hombres en la Sagrada Comunión con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad.
Evidente es la perpetuidad de la Iglesia ... perpetuidad que suena a tiempo, pero que se antoja a eternidad ... que suena a Cielo, pero que sabe anticipadamente a Bienaventuranza...
Esta perpetuidad trascenderá hasta el Reino del Padre cuando, terminado el universo, concluyan los aspectos militante y purgante de la Iglesia y persista para siempre su aspecto triunfante, para cantar eternamente en el Cielo: Gloria a la Augusta Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
No sé si los católicos de hoy, incluso aquellos que, al estilo bastante protestante, no cejan en "La Biblia y solo la Biblia" olvidándose de la Tradición Apostólica; no sé si sepan lo que es la Comunión de los Santos. Es un Dogma de nuestra Fe, y consiste en la comunicación de bienes espirituales que recíprocamente fluyen entre la Iglesia Militante, la Purgante y la Triunfante.
Ahora bien, quienes forman la Iglesia Triunfante son los Bienaventurados; la Iglesia Purgante, las almas de aquellos que se purifican en el Purgatorio, y la Iglesia Militante la formamos nosotros los vivos, que aún luchamos, militamos dentro de la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana.
Según esto, ¿no será perpetua la Iglesia que trasciende hasta la Eternidad?
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