miércoles, 13 de noviembre de 2013

¿Todas las religiones son iguales? ¿Todas las religiones nos conducen a Dios? (cont).

La indiferencia religiosa ha llegado al "yo", suplantando el "YO" a Dios: Primero el hombre, luego dios; por lo mismo, el hombre se ha vuelto "abierto", "comprensivo", "humano", capaz de aceptar todo error y toda inmoralidad con el pretexto de no contradecir a su "hermano".

¡Cuánta falsedad! ¡Terrible equivocación!. Deja a su prójimo que camine por donde sea -aunque eso le cueste su felicidad terrena y su vida eterna-; respeta sus devaneos y languideces; ¡Ah! Pero que no pretenda tocar sus propiedades, porque se olvida del gran respeto y lo deshace. ¡Qué equivocado está el mundo desde que hizo su propia religión! No hemos de guiarlo a la verdadera luz, porque eso es faltarle al respeto: que tenga al Dios verdadero o uno falso es cosa suya; pero sí se le "honra", se le "dignifica" corrompiéndolo con la asquerosa televisión cuyos programas y noveluchas plagadas de sexo degenerado, crimen, asaltos, secuestros, intrigas ... logran que abuelos, padres y nietos contemplen y escuchen ávidos esta ensarta de pecados que no sólo rompen la Ley Positiva (mandamientos de la Ley de Dios) y la Ley Natural inserta en el hombre que suplen con un criterio no sólo equivocado, sino abiertamente oscuro y pecaminoso ... o los antros inundados de drogas, de toda clase de vicios donde adultos y jóvenes pierden lo poco que pudieran tener de bueno y positivo y los niños alguna sombra de inocencia que pudiera quedarles en este mundo soez y crudo, advirtiendo que la mayoría de padres y maestros habiendo perdido ya el sentido cristiano, la decencia y la más elemental responsabilidad aprueban para sus hijos esa clase de lugares donde se vuelve a clavar a Jesucristo. Pierden todo valor y se complacen con el mundo olvidando la salvación eterna de su propia alma ... basta que dichos antros paguen sus impuestos, que el crimen y el pecado a la autoridad no le importa.

Ahora, y ¿qué decir del internet? Fruto de la tecnología y que pudiendo hacer mucho bien no sólo ha limitado inteligencias, capacidades humanas, sino ha desvirtuado todo valor moral, toda virtud, todo empeño por el bien y miles de veces peor que la misma televisión, ha dividido familias. Ya no hay comunicación entre esposos, padres e hijos, hermanos, amigos, pues el amigo del hombre es uno virtual, que encuentra a través del internet y que lo conduce al adulterio, a una falsa vanidad, a una vida pública aún de lo más secreto de su cuerpo y de su alma. Pendiendo del amor universal auténtico y sus propios frutos. 

La equivocada utilización de toda la tecnología, pero especialmente del internet, ha conducido al hombre a tal estado que ya no es hombre, pero tampoco animal, queda en un término medio, usar de sus facultades superiores para hacer reinar los sentidos.

A los pecadores se les respeta, dejándolos en su error y su pecado, pero no se considera el alma nacida para el Cielo y se destruye el hombre con el alcohol, la lujuria, la drogadicción y otras cosas que me daría vergüenza pronunciar.

Época de calumnias, de fraudes, de injusticias, de agresiones, de luchas en todos los niveles, en todos los lugares, desde las más grandes empresas, hasta lo más recóndito y miserable y, no digo todo lo que quisiera decir.

¿Nosotros somos, ante este panorama, los que respetamos a nuestros hermanos y a su libertad? ¡Mentira! Lo que sucede es que ya no nos importa DIOS, sino "mi dios", no amamos al prójimo ni esperamos una vida después de ésta.

Pobres, pobres de fe y faltos de la auténtica caridad, vivimos una gran indiferencia religiosa.

"Todas las religiones son buenas, todas las religiones nos llevan a Dios".

Esta clase de católicos de nombre, me parece que ya han dejado de serlo, pues sin conocimientos ni reflexión identifican la verdad con el error y niegan la existencia del mal reuniendo la luz con las tinieblas; han obscurecido los conceptos básicos en la formación del verdadero católico, que se esfuerza en conocer, amar y servir a Dios y así llegar al Cielo.

Ahora hagamos este necesario distingo: Es verdad que, quienes han nacido en una falsa religión, y son fieles a la Ley Natural y a las leyes de su religión que sean realmente morales, y viven haciendo el bien y evitando el mal, no han tenido oportunidad de encontrarse con la Verdad, alcanzarán la Vida Eterna. Pero advirtamos que no es esa falsa religión por sí misma la que ofrece y da la salvación; sino que es nuestro Dios misericordiosísimo, quien, conociendo determinadas circunstancias, acepta el esfuerzo, hace eficaces los deseos y otorga la salvación. Conste que en esto operan el mismo Dios y el débil esfuerzo del hombre, que es elevado por la misericordia divina; pero esa salvación no debe ser atribuida a la falsa religión.

Pero esta misericordia que -salva reverencia- pudiéramos llamar elemental, no la aplica Dios a quienes llamó al pleno conocimiento de la verdad, pues "al que mucho se le dio, mucho se le exigirá" (Lc. XII-48), y será juzgado conforme a la exigencia de la Gracia Santificante, tasándose de ingratitud y traición el desperdicio y la indiferencia que se hace de la verdadera Religión.

Están comprendidos en este contexto los que, por su mala vida, han perdido la Fe; los que han hecho convenientemente su religión a su manera creyéndose hijos predilectos de Dios porque "van a evangelizar" a antros de vicio. Los que, en aras de su salud, esbeltez y belleza, de una pseudo-paz, buscan ejercicios y filosofías orientales, en lugar de encontrar la paz auténtica ante el Sagrario, en el Santo Sacrificio de la Misa y en la Gracia Santificante: el que ama el peligro, en él perece. Los que encienden una veladora a Dios y otra al diablo cuando recurren a los brujos, hechiceros y espiritistas, plagados de supersticiones y trato indirecto con el diablo, a fin de conseguir salud, dinero y amor. Los que consultan el horóscopo, la baraja, el café, la arena y toda clase de supercherías impropias de este "tiempo de superación", y altamente ofensivas a Su Divina Majestad. Frutos primero ocultos y ahora ya desde hace algún tiempo propagados de manera agresiva y cínica por la diabólica "Nueva Era" con toda su ensarta de mentiras diabólica, pues Satanás es el padre de la mentira.

No es ciencia, no es religión, no es una filosofía, es un enjambre de enredos y mentiras conformadas por la Teosofía o Teosofismo. El Teosofismo es una mezcla informe y vacía de pseudo-ciencia, pseudo-filosofía y pseudo-religión, con base en el panteísmo y en el ocultismo.

Igualmente los que, confundiendo lo sensible con lo místico y, deseosos más de sus caprichos que de vivir con Dios, andan en busca de milagros patentes, de carismas que los hagan notables y de una salud más corporal que espiritual. Los católicos modernos autosuficientes que comulgan sin confesarse, tienen discretos adulterios, calumnian, difaman, roban "decentemente" y llevan un catolicismo hipócrita.

Todos los antes citados, caen fácilmente en el error, porque habiendo nacido en la Verdad, andan buscando la verdad en la mentira, se desarrollan en apariencias, y eso ya no es permisión divina de circunstancias no culpables, sino medios puestos por ellos mismos, que al final resbalan a los abismos de otras religiones.

¿TODAS LAS RELIGIONES SON BUENAS; TODAS LAS RELIGIONES NOS LLEVANA DIOS?

Reflexionemos: ¿Acaso todas las cosas tienen el mismo valor? ¿con la misma cantidad de dinero podríamos comprar objetos diferentes? ¿todas las profesiones nos llevan a curar enfermos? ¿todos los caminos nos conducen al mismo sitio? ¡IMPOSIBLE! Pues si en estas cosas tan secundarias y tan insulsas, la Lógica perecería, antes que aceptarlas, desvirtuando así su exactitud; ¿qué diremos de nuestra Religión Católica fundada por Nuestro Señor Jesucristo, donde no sólo la Lógica protestaría, sino la excelsa Teología dejaría de ser antes que identificarse con ese falso concepto, de que todas las religiones son buenas, todas nos llevan a Dios; cuando muchas no sólo no nos llevan a Dios, sino que nos desvían y son fuente de corrupción y condenación eterna.



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