Así que la Iglesia ha de ser Una, Santa, Católica y Apostólica:
Es UNA, porque Jesucristo no quiso formar sino una sola Iglesia con una sola doctrina y un solo Jefe. El mismo prometió a San Pedro que sobre él edificaría su Iglesia; no sus Iglesias. Expresa su deseo de que todos los hombres formen "un solo rebaño bajo un solo Pastor" (Jn X-16) y manifiesta que todo reino dividido en facciones contrarias será desolado (Mt XII-25).
Y San Pablo, recomendando a los fieles de Éfeso una estricta unidad, escribe: "Un solo Señor, una sola Fe, un solo Bautismo" (IV-5); de donde se infiere el triple aspecto de la unidad: el de la doctrina (= una sola fe); el del gobierno (= un solo Señor) y el del culto (= un solo bautismo).
Es SANTA, porque su fundador Jesucristo, es Santísimo y fundó su Iglesia para Santificar a los hombres. Jesucristo manifestó la fuerza unificadora de su doctrina: "Yo les he comunicado tu palabra ... santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad" (Jn XVII-17) "Jesucristo amó a la Iglesia y se entregó a Sí mismo por Ella para santificarla purificándola con el baño del agua por la palabra, a fin de hacer comparecer ante Sí, gloriosa a la Iglesia, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada" (Ef V-25-27); a pesar de las miserias de los que indignamente conformamos el cuerpo místico de Cristo.
CATOLICA, porque Cristo la estableció para todos los pueblos y para todos los tiempos. "Id y enseñad a todas las naciones" (Mt XXVIII-19); "Yo estaré con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos" (XXVIII-20); "Seréis mis testigos ...hasta los confines del mundo" (He I-8).
APOSTOLICA, porque sólo a los apóstoles y a sus legítimos Sucesores confió Cristo poder enseñar, santificar y gobernar. "Como mi padre me envió, así yo os envío a vosotros" (Jn XX-21) "Quien a vosotros oye, a Mí me oye" (Lc X-16) y San Pablo: "Estáis edificados sobre el fundamento de los Apóstoles y Profetas, siendo la Piedra Angular el mismo Cristo Jesús" (Ef II-20).
La Iglesia Católica Romana, y sólo Ella, es quien por institución posee estas cuatro notas distintivas. Luego es la UNICA VERDADERA, pero no sólo posee esas ricas notas, sino que además Jesucristo su Fundador la adornó con cuatro espléndidas cualidades: Visible, Perpetua, Invariable e Infalible.
Estas cuatro cualidades dan a la Iglesia, en sus relaciones, comunicabilidad, perennidad, seguridad y estabilidad.
VISIBLE
A pesar de ser una Sociedad fundada para llevar al hombre al Cielo y ser depositaria de los más altos y sublimes Misterios, posee la cualidad de ser patente y perceptible a los sentidos. Por esta cualidad de la Iglesia, el hombre es llevado, de lo visible a lo invisible, y por medios visibles trasciende a las realidades invisibles y sobrenaturales.
Los siete Sacramentos instituidos por Nuestro Señor Jesucristo, son manantiales de Gracia que nos elevan en esta vida natural al orden sobrenatural y nos hacen trascender, después de esta vida, a la Eterna Gloria. Ellos son, no digo trasparentes, sino visibles. Pues ¿qué son los Sacramentos, sino medios visibles instituidos por Nuestro Señor Jesucristo para darnos la Gracia?
Con la Fe gozamos del misterio traspasando lo físico y hasta lo metafísico, con base en los sentidos apoyados por la razón.
Estos nos hacen palpar la forma exterior de cada Sacramento: vemos al ministro que lo aplica, al sujeto a quien se le administra, percibimos la materia y la forma, necesarias para la realización de este Sacramento.
En el Bautismo, el Ministro es el Sacerdote; el sujeto es el bautizado, la materia es el agua y la forma son las palabras intencionadas, indispensables para que sea Sacramento y surta sus efectos sobrenaturales.
La Santa Misa, que en su esencia es el mismo Sacrificio de Cristo en al Calvario, pero incruento, y que, además, une a la tierra con el Cielo y permite que el hombre, unido a Cristo, tenga comunicación con el Padre Celestial en el Espíritu Santo, es eminentemente visible: vemos, sentimos, palpamos y, si recibimos la Comunión gustamos; solo que todo ese conjunto de percepciones sensoriales, son elevadas por la razón, iluminadas por la Fe e impulsadas por la Gracia a regiones sobrenaturales.
No vemos el misterio, pero presenciamos toda la belleza exterior del Santo Sacrificio de la Misa y la riqueza embelesadora de la Liturgia, cuyos ritos hacen lo que significan.
La Iglesia es visible; pero ¡ay de quien sólo se quedara en la visibilidad y no se transportara con la Gracia y la Fe al fondo y a la altura del misterio sobrenatural!
Somos criaturas visibles, compuestas de cuerpo y alma: materia y espíritu unidos substancialmente, y creados para llegar al Cielo. Por tanto, nuestra Iglesia es sobrenatural, y a la vez visible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario