jueves, 13 de febrero de 2014

De las tinieblas a la luz (cont).

Es el mismo Dios quien dispone la muerte del hombre y a esto se llama: CAUSA PRIMARIA REMOTA Y TRASCENDENTE:

"De la Ciencia del Bien y del Mal no comas, porque el día que de él comieres morirás" (Gen. 2,17) "por haber comido del árbol del que te prohibí comer. .. con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra de la que has sido tomado, pues polvo eres y al polvo volverás" (Gen. 17,19) "Así pues y como por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte y así pasó la muerte a todos los hombres, por cuanto todos habrían pecado (Rom. 15,22)". Pues la paga del pecado es la muerte" (Rom 6,23).

Es el mismo Dios, como acabamos de comprobarlo con los textos escriturísticos quien ha condenado al género humano a la muerte, en castigo del Pecado Original; pues a pesar de que, como se ha explicado, el cuerpo del hombre es naturalmente mortal, Dios, que ama sus obras y cuya bondad y generosidad infinitas no tienen límite, regaló al hombre, entre otros dones el Don inmortalidad; sin embargo, fue el mismo hombre quien con su soberbia e ingratitud provocó el castigo de Dios, tomando contra todo obediencia y conocimiento y querer, del fruto prohibido, deseando audaz y temerariamente ser como Dios ...

Escuchemos ahora al Espíritu Santo a través del Magisterio Eclesiástico quien nos ilumina con sus enseñanzas ...

Si alguno dijere que el primer hombre, fue creado mortal, de tal suerte, que tanto si pecaba, como si no pecaba, sufriría la muerte, corporal, o sea que saldría del cuerpo, no en castigo del pecado, sino por necesidad de la naturaleza, sea anatema" (Concilio de Cartago: Denz. 101).

"Si alguno no confiesa que el primer hombre Adán, cuando quebrantó el mandamiento de Dios en el paraíso, perdió al instante la santidad y justicia en la que había sido constituido, e incurrió por la ofensa de semejante prevaricación en la ira e indignación de Dios, y por lo mismo en la muerte, con la que anteriormente le había amenazado Dios... sea anatema (Concilio de Trento: Denz. 788).

"Si alguno afirmare que la prevaricación de Adán le perjudicó únicamente a él y no a sus descendientes, y que solamente para él y no también para nosotros perdió la santidad y justicia recibida de Dios, o que inficionado él por el pecado de desobediencia, transmitió a todo el género humano únicamente la muerte y las penas del cuerpo, pero no el mismo pecado que es la muerte del alma, sea anatema" (Concilio de Trento Dentz 789).

Santo Tomás se propone a sí mismo ciertas dificultades sobre esta tesis de "Dios, el pecado, el hombre y la muerte", y logra responder con claridad a sus interrogantes. Vamos a exponer exclusivamente las respuestas en número y orden que clasificó el Doctor Angélico y veremos con diáfana luz no sólo el "Por qué de la muerte" si no advertiremos la unidad en la verdad de la Doctrina dela Sagrada Escritura, del Magisterio Eclesiástico y de la Razón Teológica.

1.- Ya hemos dicho que la muerte es natural por la condición del corruptible del cuerpo humano, pero es pena, por la pérdida del Don preternatural de la inmortalidad acarreada por el pecado.

2.- En los animales la muerte es un fenómeno puramente natural, pero en el hombre, es además, castigo del pecado, porque el hombre puede pecar y pecó de hecho.

3.- Nuestros primeros padres fueron creados por Dios, no solo como personas particulares, sino también como cabeza y fuente de todo el género humano, al que debían transmitir todos los dones recibidos de Dios, por eso, al perderlos para sí, los perdieron para nosotros.

4.- El hecho mismo de sufrir la muerte, afecta a todos por igual, ya que siendo una mera privación, no admite grados: o se muere o no se muere. Pero el que a ciertos hombres afecte la muerte más tempranamente o de manera más dolorosa, obedece a causas distintas, del pecado original, y así, unas veces representar{a un castigo para los padres pecadores que se quedan sin su hijo, otras por el bien espiritual del que muere tempranamente obteniendo la salvación, que acaso no obtendría más tarde, o aumentándole el grado de Gloria Eterna por esos sufrimientos eternos o por razones similares.

5.- La muerte puede considerarse de dos modos distintos. En primer lugar, en cuanto es cierto mal de la naturaleza humana; y en este sentido no viene de Dios, sino de la culpa del hombre. En segundo lugar, en cuanto posee cierta razón de bien, ya que la muerte es una pena justa y en este sentido viene de Dios. Por eso dice San Agustín, que Dios no es el autor de la muerte, sino en cuanto es una pena justamente merecida.

6.- Como dice hermosamente San Agustín ( y se dice: De Chivitate Dei, 13,5), así como los malos usan mal hasta de los mismos bienes (abusando, por ejemplo, de la Ley,que es una cosa buena), así los buenos saben usar bien hasta de los mismos males. Por eso es meritoria la muerte de los Santos por haberla puesto al servicio de Dios. Podría responderse también que la muerte del mártir no es propiamente meritoria por sí misma, sino por el amor de caridad que le mueve a dar su vida por Dios.

7.- La muerte no puede ser aflictiva en sí misma, es decir, considerada como privación de la vida, pero puede serio en los dolores y alteraciones que inmediatamente le preceden. Así como el dolor de la próxima separación y de tantas cosas que se quisieron hacer, y que no fue posible lograrlas. Pudiera presentarse la mirada de la orfandad en que quedan los que eran su responsabilidad. La muerte es un castigo que sólo se convierte en eterno, si nosotros no hemos llevado una conducta adecuada para recibir el regalo del Cielo. Desde el rompimiento con la amistad divina y en que quedaron sin remedio sometidos a la muerte.

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