martes, 19 de agosto de 2014

Espiritualidad y convivencia en el matrimonio (final).

3.-- Aceptación: Aceptación no quiere decir complicidad, consentimiento o pesimismo. La aceptación del cónyuge con todos los defectos y cualidades, vicios y virtudes, capacidades y limitaciones, consiste en considerar con sabiduría que se tiene enfrente a un ser humano capaz de hundirse o de elevarse; y así debe quererse, así debe amarse, ese es verdadero amor. Esa aceptación llega a convertirse en comprensión; comprensión que hará que por el cónyuge se trabaje incansablemente para ayudarlo en la superación de sus defectos: que se trabaje por la realización plena en aras de la felicidad.

4.-- Comprensión: diríamos que es la perfección de la aceptación, pues el que acepta sabe acomodarse, adaptarse, renunciarse en bien del esposo o esposa, siempre con el fin de elevarlo y de darle una vida llena de paz y seguridad, fundamentada en los verdaderos valores.

5.-- Respeto Mutuo:
a) El que sean esposos, y como se dice hoy vulgarmente "una pareja", no quiere decir nulidad de alguno de los dos; cada uno con su propia psicología, con sus propios valores, tendrá que enriquecer esa unión; por consiguiente, cada uno guardará su propia identidad como persona humana distinta e incomunicable;

b) Cuidado con la absorción, enemigo acérrimo de la libertad del hombre y del desarrollo de la persona humana. Absorción malsana que olvida que su cónyuge tiene libre albedrío y un crecimiento propio. Deben identificarse pero no imponerse.

c) muerte a una servil dependencia; la elevación del hombre, el encuentro sorprendente con su yo, su realización plena, absoluta sólo se alcanza sin serviles dependencias: sin someterse a un hombre tirano o a una mujer mandona y dominante. Toda dependencia ha de ser legítima, concorde, humana, consciente, necesaria; el ignorante, el cobarde, el flojo sentimental, el inmaduro, además de no dejar crecer ni madurar su personalidad, se convierte en maniquí de un absolutista o de una estatua absorbente.

d) Así como no se ha de ser servil, tampoco un irresponsable libertino, pues una cosa es que ambos cónyuges se ayuden a crecer individualmente y respeten su intimidad, y otra es el libertinaje de los hombres que olvidan sus responsabilidades creyendo que aún son solteros o portándose como tales; o de las mujeres insulsas y ligeras que, creyéndose "liberadas", cometen en nombre de la estúpida "liberación femenina" las más atroces irresponsabilidades.

e) No han de gastarse bromas ofensivas, de mal gusto o morbosas: recuerden que están en un hogar y no en un burdel. Ninguna demostración pública que ofenda al pudor o escandalice.

f) Si desgraciadamente llegaran a reñir, no usen palabras hirientes u ofensivas, las cuales sólo van zanjando distancias y engendrando resentimientos.

g) Nunca ofendan a los familiares del cónyuge, pues eso además de ser corriente, es muy peligroso con respecto a las relaciones de ambos. A la familia se le respeta, pues el compromiso ha sido pactado voluntariamente entre ambos cónyuges solos.

6.-- Unificación de ideales: No imposición, sino unificación en los anhelos de cómo educar a los hijos, cómo lograr una vida más estable y mejor, cómo llegar a ser mejores cristianos, cómo practicar el amor en los hijos y cómo enseñarlos a amar.

7.-- Diálogo: El diálogo bien realizado solucionaría muchos problemas surgidos en el ambiente familiar.

Para el diálogo se necesita ir sin prevenciones, sin deseos de imponer el propio criterio, dispuestos a ceder si es necesario; el único afán que ha de animarlo ha de ser el descubrir la verdad, poner en claro todo y llegar a un arreglo. Porque si se cree que el diálogo sirve para que vean que yo tenía razón", o bien, para discutir y triunfar sean cuales fueren las circunstancias, no se llegará a ningún arreglo. Deben exponerse razones, nunca respirar ofensas u objeciones; siempre en privado, sin enterar a los circunstantes, ni mucho menos escandalizar a los hijos.

8.-- Entender juntos que la autenticidad del amor tiene su propia esencia y que no ha de fincarse en el sexo, ni en la juventud, ni en la belleza; porque además de que todo esto, solo es algo complementario en el ser humano, no hay que olvidar que todo se termina y demuestra su vanidad. En cambio, si el hombre sabe regir su vida y sublimarla con la abnegación y la virtud, a medida que van pasando los años irá adquiriendo interiormente mayor belleza con la experiencia y las buenas obras, ya que el alma virtuosa rejuvenece con los años, mientras que el cuerpo envejece.

9.-- La Familia de ambos en las Relaciones Humanas de los Matrimonios.

a) Se debe amar y respetar.

b) Si los padres son ancianos o personas realmente necesitadas, es obligación amorosa de los hijos el ayudarlas de la manera que las circunstancias lo pidan y de apoyarlos moral y afectivamente.

c) Y, aunque no necesiten ayuda económica ni otros cuidados, el haberse desposado no es motivo para olvidarlos y tal vez hasta despreciarlos.

d) Recuerden que también ustedes llegarán a viejos y entonces, del mismo modo, necesitarán por lo menos del afecto y comprensión que esa edad pide y que a veces tristemente tienen que implorar porque los hijos son muy ingratos.

e) El quererlos, el cuidarlos, no ha de ser sólo pretexto para olvidar sus obligaciones conyugales o para establecer divisiones.

f) Los padres en el sitio de honor que merecen, y el cónyuge en otro sitio, el cual aunque diferente, ha de ser sublime.

g) No obliguen con palabras, actitudes o astucias al cónyuge a dividirse de sus padres y familiares. Del seno de una familia lo extrajeron y ese origen debe respetarse.

h) Pero hay que procurar que los familiares no intervengan ni en las diferencias, pleitos o elecciones de los esposos. Escuchar las sugerencias, los consejos, pero jamás admitir que tomen partido o den disposiciones.

i) Este es un nuevo hogar y aunque no puede desconocerse la raíz, este hogar es un tronco distinto con otras ramas.

Si los nuevos cónyuges ponen en práctica estos consejos, yo les auguro paz y tranquilidad en su hogar, lo cual trascenderá a los nuevos seres, quienes tienen derecho a la Paz y al Amor.

Afectuosamente y pidiendo a Dios les colme de Gracia.


Sor Clotilde García Espejel, E. D.

Espiritualidad y convivencia en el matrimonio (cont.).

II.- RELACIONES HUMANAS EN EL MATRIMONIO
Su Naturaleza.
Su Desarrollo.


1.- Una vida de Piedad.
2.- Conocimiento.
3.- Aceptación.
4.- Comprensión.
5.- Respeto Mutuo.
6.- Unificación de ideales.
7.- Diálogo.
8.- Entender juntos la autenticidad del Amor.
9.- La Familia de ambos en las relaciones Humanas del Matrimonio.


Relaciones Humanas.

¿Qué son las relaciones humanas?

Es la comunicación y convivencia de dos o más personas, así como de pequeños o grandes grupos. Esa comunicación se manifiesta con palabras, actitudes, sentimientos proyectados. Sentimientos proyectados, decimos, porque son esos estados anímicos o pensamientos animados que, indudablemente, son más elocuentes que las palabras y que hacen sentir profundamente dolor, enojo o alegría, a aquellos con quienes nos comunicamos.

En estos años se ha hablado y se habla mucho de Relaciones Humanas: se imparten conferencias lo mismo a nivel elevado que medio o bajo; sin embargo, las relaciones entre los hombres cada día son peores, tanto en el hogar como en toda clase de uniones o sociedades. ¿Por qué?

1.-- Porque al hombre, creatura humana compuesta .de cuerpo y alma que piensa, ama y decide y que trae consigo las funestas consecuencias del pecado original, no le basta una plática, sino que necesita una formación integral.

2.-- Porque el hombre, quien posee una alma, no sólo necesita alimento para la materia sino también para su espíritu, y si queremos transformar a un hombre con pláticas sin Dios, sin el Evangelio, estamos errando el camino.

No sólo conferencias, sino una educación física, fisiológica, espiritual, evangélica; no olvidando que no solo tiene derechos, sino también deberes; no sólo capacidades, sino también limitaciones; que no está solo en el mundo, sino que es un pobre hombre entre miles de millones de hombres y de otras creaturas a quienes debe respeto y consideración. Mas como el hombre elige, si prescinde de Dios, no podrá elegir lo mas difícil, sin lo más fácil y relajado, que lo llevará al desequilibrio humano.

No nos conformemos con pobres nociones sino con la formación de una vida.


Relaciones Humanas en el Matrimonio.

Para lograr unas buenas relaciones en el Matrimonio, tendremos que hablar aunque sea brevemente de los siguientes puntos:

1.- Una vida de Piedad: Nada tan bello como relacionarnos con los que queremos: sin embargo nada tan difícil, sobre todo en el Matrimonio, donde la intimidad hace que los seres descansadamente se abran y manifiesten su verdadera forma de ser, y que, además es una vida de constante trato: por lo cual, es lógico que surjan, primero leves y después serias dificultades que, incluso, llevan al rompimiento final después de miles de promesas.

¿Cómo hacer para no llegar a tales extremos? Evitar desde el principio vivir una vida de riñas e incomprensión. ¿Cómo? Ante todo con una vida de piedad, una vida relacionada con Dios para liberarse del egoísmo y de la subjetividad y mirar objetiva y generosamente la forma de ser del cónyuge y, asimismo cobrar fuerzas de la fuente de la virtud, que hace de pecadores santos. Me refiero a la participación del Santo Sacrificio de la Misa, frecuencia de los Sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía: al rezo del Santo Rosario y a todo aquello que une con Dios y da fortaleza y acierto. Así podrán decir como San Pablo: "Todo lo puedo en aquel que me conforta".

¡Imposible llegar incólume al final sin la unión con Dios!

Hoy, en los hogares se detectan pleitos y gritos, se vive con egoísmo, libertinaje, anarquía y desesperación. Quieren hallar remedio en un psicólogo materialista que ni les compone su vida y sí los conduce a la relajación y al desenfreno. La Confesión Sacramental, la Dirección espiritual, ha pasado de moda para ellos.

2.- Conocimiento:
a) No se ama lo que no se conoce: así que el amor ha de fundarse no en el ver, sino en el mirar: se ve lo físico, se mira lo interior, y, aunque no debe menospreciarse lo físico, sí, en cambio, debe situarse en su justo valor como parte integral del hombre, pero no como parte esencial. Hay que dar preponderancia a todo lo que el ser humano posee en su interior y, así se le amará con solidez y profundidad y, sobre todo para siempre.

b) El verdadero amor ama a pesar de las limitaciones, a pesar de los defectos, y siempre lleva el anhelo de perfeccionar, de elevar, de salvar al ser amado.


c) Durante el noviazgo, desgraciadamente, no suelen, conocerse. Por un lado tratan conscientemente de ocultarse sus miserias para no decepcionarse: por otra parte, no hay tiempo ni oportunidad para aflorar las miserias, menos ahora que los novios en lugar de dialogar, de platicar cosas útiles, se la pasan en caricias sucias, obscenas y culpables que rompen con toda ilusión y buen deseo. Saliendo a flote el instinto y no la persona.

Espiritualidad y convivencia en el matrimonio (cont.).

EL MATRIMONIO Y LA REDENCION.

Después del Pecado Original, toda la creación, directa o indirectamente, con el presente de entonces y en su futuro, sufrió un gran desequilibrio: un funesto desorden: fue tal la magnitud del desorden que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad hubo de bajar a la tierra para satisfacer a la Divinidad y restaurar la armonía de la creación pero, sobre todo, la del hombre.

Mas ese desagravio, esa restitución del orden la  logró Nuestro Señor Jesucristo a base de sufrir la humillación, el dolor, la incomprensión, la calumnia, el deshonor y la muerte. Y, aunque bastaba un solo dolor, una sola gota de su Sangre para satisfacer a la justicia Divina: sin embargo, quiso Dios que su Divino Hijo pasara todo un calvario… Además, fue también voluntad divina que los hombres completáramos la redención. (Ver Col. 1-24). ¡Misterio insondable!

Y, como el hombre continúa pensando, continúa diciendo: "no quiero servirte", "quiso ser como Dios" y sigue pecando, se hace necesaria la presencia indefectible de la Redención, y esto no con Cristo solo, sino llevada a cabo con nuestra indigna cooperación. Nuestros sufrimientos unidos a la Pasión de Cristo hacen una nueva redención que es actual y es aquella.

El Matrimonio Cristiano pierde todo su sentido si los esposos no se identifican entre sí y con sus hijos, así como los hijos con sus Padres. El Matrimonio es un redimirse perpetuo para el Cielo. Es una reciproca conquista para Dios.

Si hay un amor verdadero, si ese amor se funda en Dios, las cosas se arreglan sin disputas, sin fracasadas aspiraciones, sino con oración, sacrificio, dolor y amor en la absoluta convicción de que el triunfo máximo de la vida matrimonial está en la conversión y entrega a Dios del cónyuge y de los hijos. Yeso pide generosidad plena - amor incomparable - conciencia del valor de un alma. Si has de escoger certeramente tu vocación, si la consideras como Sacramento, sentirás las dulces ansias de santificarte y que, quien viva en unión contigo, se santifique y se salve, para que juntos vivan en el Cielo por toda una eternidad.

Esta Redención es permanente, porque el Sacramento del Matrimonio tiene frutos permanentes. En una sólida espiritualidad está el triunfo del Matrimonio.

Un amor que olvida a Dios, es un amor que se extingue, que no trasciende a la eternidad.


PENSAMIENTOS.

  •         El matrimonio, como Sacramento, es signo y fuente de Gracia.
  •           El amor de los cónyuges no es nada profano sino algo que ha sido profanado.
  •          El Matrimonio no ha sido sólo santificado, sino consagrado en un sentido muy hondo y rico, hecho apto para el culto divino.
  •        El Matrimonio es un Sacramento: toda la inagotable literatura de los siglos no ha sabido decir una alabanza mejor del amor.
  •          Aquél a quien todas las cosas le fuesen en uno y todas las cosas trajese a uno y todas las cosas viese en uno, podrá ser firme de corazón  permanecer pacífico en Dios. (Imitación de Cristo).
  •         El amor humano honesto reduce la dispersión de la carne a la unidad del espíritu.
  •         ¿Recordáis, cuerpos y almas, aquella violenta novela de Maxense Van der Mershch? Después de contar muchos avatares, afecciones y victorias del amor humano, acaba asegurando en emocionante síntesis final que en el fondo, tan sólo existen dos amores: el amor a uno mismo y el amor a Dios. O amas a Dios, o te amas a ti mismo. Hombre casado, mujer casada que tienes el corazón lleno del más hermoso amor de una creatura, tú también, al final, o amas a Dios o te amas a ti mismo. Cuando amas bien al ser elegido, amas a Dios; cuando lo amas mal, te amas a ti mismo.
  •          Guardaos bien de corromperos haciéndoos figura alguna tallada ni de hombre ni de mujer como ídolo. (Deut. IV-16).
  •          La carne codicia contra el espíritu y el espíritu contra la carne; y estas cosas se oponen la una a la otra. (Gál. V-l7).
  •           Serán dos que viven en uno solo uno (Gén. II - 24).
  •           A ti volverá toda carne (Ps, LXIV-3).
  •           La Humanidad de Cristo, Cuerpo y alma, ejerce su divina influencia no sólo en el alma de los hombres, sino también en sus cuerpos (Santo Tomás).
  •           La mujer casada puede ser santa no sólo en su espíritu sino también en su cuerpo. (San Agustín).
  •           Los bienes que santifican el Matrimonio son esenciales al mismo y, por consiguiente, no los precisa en calidad de elementos externos, sino en cuanto producen la santidad que al Matrimonio en sí mismo considerado corresponde: (Santo Tomás de Aquino).

Espiritualidad y convivencia en el matrimonio (cont.).

EL MATRIMONIO COMO SACRAMENTO.

¿Qué es el Matrimonio?

"Es la Alianza... por la cual el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole". (Canon 105511).

Etimológicamente viene del Latín Matris – munus oficio de Madre, ya que es a la madre a quien corresponde la parte principal en la procreación de los hijos. No olvidemos que la mujer se casa para ser Madre.

El concepto matrimonio también es equivalente a conjugium, pues los casados quedan unidos bajo el mismo yugo.

Igualmente decimos nupcias del latín Nubeo, porque las vírgenes que se iban a casar se cubrían con el velo como de nube, por pudor y en señal de obediencia.

La acción de casarse puede considerarse como un contrato cristiano; sólo que un contrato suigeneris, porque es natural - sagrado -sacramental -eclesiástico y civil.

Natural: se funda en la misma naturaleza del ser humano; ya que en el mismo ser del hombre existe la necesidad y derecho de unirse con otra persona de sexo contrario.

Sagrado: Lo instituye y bendice el Eterno Padre en el Paraíso Terrenal: "Creced y Multiplicaos" (Gen. 1-28).

Sacramental: Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, elevó esta unión legitima a Sacramento. (cf Mat. XIX-4-6; Eph. V-3l-32).

Eclesiástico: Se efectúa en orden al bien de la Iglesia. Si la Iglesia somos todos los bautizados que creemos y profesamos la Doctrina de Cristo, indudablemente que el matrimonio católico trasciende, se proyecta en gracia, armonía y testimonio a la Iglesia Católica. (Cf. Cn. 1055/2).

Civil: Porque tiende al bien de la sociedad civil, y aunque es primero el Espíritu, es voluntad divina que no despreciemos los medios humanos, de seguridad y subsistencia. El matrimonio es el núcleo de toda la sociedad humana.
Habiendo sido elevado el Matrimonio a Sacramento, hablaremos del Sacramento como Fundamento - Apoyo - Ascensor de la vida espiritual de los casados.

El Sacramento como Fundamento,
¿Qué es un Sacramento?

Es un signo sensible, instituido por Jesucristo para darnos la Gracia Santificante y aumentarla y con la Gracia los Dones y las Virtudes. (Cf. Canon 840).

Jesucristo Instituyó el Sacramento del Matrimonio para santificar la unión legitima entre el hombre y la mujer, para aumentarles la Gracia Santificante y darles gracias especiales que les ayuden a unirse santamente y a educar cristianamente a los hijos.
Habiendo sido elevado el matrimonio a la calidad de Sacramento, deben recibirlo como fundamento sólido para la espiritualidad de los cónyuges.

Todo estado trae consigo sus propias gracias, la religiosa, al consagrarse a Dios, sabe que al pronunciar sus votos, no está sola y que, en el cumplimiento de los mismos, tendrá todos los auxilios para realizar una vida pobre, casta y obediente. Así los casados, cuyo fundamento es el Sacramento del Matrimonio, todas sus obras estarán avaladas, bendecidas y sobrenaturalizadas, en la fuerza y la perseverancia que da la estructura fundamental del Sacramento.

Los esposos que invitan a Cristo a su boda para alcanzar su bendición Sacramental, reciben también la garantía de su asistencia y ayuda permanente.

El Sacramento como Apoyo.

Mas no solo es fundamento, sino a medida que se construye la vida, el Sacramento del Matrimonio va siendo también el apoyo para combatir los obstáculos, para vencer las tentaciones, para sumergirse en la oración, en una oración asidua que consista además de las plegarias, en una vida consciente del Sacramento, de lo que éste da, y de lo que él mismo exige. La Consciencia del Sacramento no ha de ser sólo un recuerdo de la realización exterior, sino la actualización de su esencia perenne y constante en derechos, gracias y deberes.
Habrá de ayudarles a realizar una sólida espiritualidad que no se reducirá a simples oraciones, sino a la presencia constante de Dios, de quien se implorará ayuda para la realización plena del Matrimonio.

El Sacramento como Ascensor.

Es de lógica que el ser humano no ha de permanecer inconmovible, pues, adelanta o retrocede; por consiguiente, el Sacramento del Matrimonio no sólo ha de ser el fundamento de la santidad, ni únicamente su apoyo sino será el ascensor que eleve a los cónyuges a las altas esferas de la espiritualidad. No rompan con las vivencias del Sacramento: ténganlo presente y saquen de él todas las gracias necesarias para escalar las cumbres en orden a la unión con Dios, quien instituyó, el Matrimonio. Enlacen la gracia específica del Sacramento del Matrimonio con las gracias específicas de la Penitencia y Eucaristía, sacramentos que procurarán recibir constantemente.
El Concilio Tridentino indica que la gracia que se da en el Sacramento del Matrimonio santifica a los cónyuges,

Es bendecida la unión sacramental, por la Liturgia de la Iglesia, y la Liturgia contribuye también al aumento de la Gracia Santificante en los esposos.

El Matrimonio no es simplemente un hermoso e inolvidable día, ni un vestido blanco, ni un banquete, ni un viaje de bodas. El Matrimonio es un Sacramento que supone de parte de quienes lo reciben una gran responsabilidad, madurez, generosidad y conciencia; así como la entrega incondicional para llevar a feliz termino el plan de Dios.


sábado, 16 de agosto de 2014

Espiritualidad y convivencia en el matrimonio.

Para que los jóvenes se libren de este fracaso en su futuro matrimonio, y para que los ya casados, logren enderezar sus pasos, les envío el presente mensaje que escribo cariñosa y respetuosamente. En este mensaje voy a exponer algunos puntos que motiven a los cónyuges a vivir una vida centrada en Dios.

Hablaré primero del aspecto sobrenatural, y luego, de lo correspondiente a lo natural.


I. - ESPIRITUALIDAD DEL MATRIMONIO.

1.- Matrimonio y Vocación.

¿Qué es la Vocación?
a) Vocación Universal.
b) Vocación Personal.
c ) Estados de vida: Religiosa - célibe - conyugal o matrimonial.
d) Vocación del Cónyuge.
e) Conclusión: Vida interior - vida responsable - vida generosa.

2.- Matrimonio y Sacramento.

a) ¿Qué es el Sacramento? Alianza, definición, conjugium (yugo); nupcias (nubeo) .
b) Acción de casarse: Natural Sagrado - Sacramental - Civil
c) La Espiritualidad del Sacramento: Fundamento - Apoyo - Ascensor.

3.- Matrimonio y Redención.

a) Pecado Original.
b) Necesidad de la Redención.
c) Redención de Cristo por el hombre.
d) Redención del hombre en Cristo para el hombre.
e) Matrimonio y Redención.
f) La Oración.

4.- Frases.


EL MATRIMONIO COMO VOCACIÓN.

VOCACIÓN del verbo latino vocare, que quiere decir llamar, invitar, significa: Llamado. Invitación.
Ningún ser humano puede dar la Vocación: sólo Dios es quien puede llamar hacia un camino, sea cual fuere; y si alguien nos llamara solo podrá hacerla en el Nombre de Dios, como cuando el Obispo llama a un joven al Sacerdocio. Cuando Dios llama a tomar un sendero, es porque antes Él nos ha dado aptitudes y gracia para seguirle; por eso es importantísimo seguir la vocación. Dios, quien jamás se equivoca ni quiere nuestro mal, al llamamos, sabe que ha escogido para nosotros lo mejor y toca al hombre, con el don de la libertad, elegir el camino al que Dios lo llama, o bien, escoger otro sendero y hacerse así plenamente responsable de su propia salvación.

Después de ver someramente lo que es la vocación vamos a clasificarla:

El hombre, todo hombre, fue creado para amar y servir a Dios en esta vida y después verle y gozarle en la otra. Persona que no cumple con esa voluntad de Dios frustra la trayectoria y el fin de su existencia.

Hemos olvidado a Dios, principio y fin de nuestra vida y con ello despreciamos nuestra auténtica vocación: la de ser llamados a la plenitud de la felicidad mediante el cumplimiento de la Voluntad de Dios, que constituye su gloria y nuestra propia santificación.

Pero para cumplir con la Vocación Universal ya advertimos que hay que identificar nuestra voluntad con la de Nuestro Señor, por consiguiente, hay que tomar en cuenta la vocación personal que corresponde a la toma de Estado; y si es verdad que no, necesariamente, nos condenamos si nos equivocamos de estado o si no queremos seguirlo, del mismo modo es cierto que se hace más dificultosa la salvación, y no realizamos el ajuste y adaptación personal que son necesariamente para la madurez humana y que nos logra la verdadera felicidad, proyectando, al mismo tiempo, la felicidad en los nuestros y en los demás.


Estados de Vida: Los Estados de Vida son tres:

a) Vocación Sacerdotal o religiosa;
b) Vocación al celibato;
c) Vocación al Matrimonio.

1.-- El Estado a la Vida Sacerdotal es un estado de entrega total a Dios y al prójimo; y aunque un sacerdote y un religioso o religiosa pudieran llegar al Infierno, sin embargo, este estado, en sí, es el más bello, el más sublime, porque depende absoluta y plenamente de Dios. Es Dogma de Fe que la Vida Religiosa constituida por los tres Votos: Pobreza, Castidad y Obediencia es el Estado más perfecto y el más amado por Dios; e incluso para aquellos religiosos que no llevaron su vida de acuerdo con los Consejos Evangélicos y no sirvieron fervorosamente a Dios habrá en el Cielo un lugar especial: "Estos siguen al Cordero a dondequiera que vaya, y han sido rescatados de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero". (Apoc. XIV-4).

2.-- El Celibato: es el estado de las personas que ni son religiosas ni son casadas, pero que viven en castidad. De este estado huyen los insensatos, y huyen por la puerta falsa olvidando que, como dejamos dicho al principio, la vocación es un llamado, un llamado al cumplimiento de la voluntad divina, que nos facilita la salvación. El mundo es cruel y comete el desatino de burlarse de los escogidos para el celibato y de ese modo los obliga, a veces, a huir de su verdadera vocación. Conozco, sin embargo, a muchos célibes que, viviendo en castidad y tomando con amor su vocación, se han entregado a causas nobles. Dios· se vale de muchos medios para invitar al celibato.

3.-- El Estado del Matrimonio es la vocación que lleva a unirse sacramentalmente con otra persona de sexo contrario, para formar un hogar, procrear hijos y así, constituir una familia Cristiana en la cual, todos unidos glorifiquen a Dios y se santifiquen.

Con esto comprenderán que el casarse no es casarse por casarse, sino que hay que estar seguro de que esa es la verdadera vocación. Hay que elegir con sabiduría el estado que Dios quiere y así realizarse en él, con entrega, abnegación y perseverancia, logrando así la plenitud personal y la de los suyos.

Muchos, desgraciadamente, van al matrimonio porque les parece que su centro y sus alrededores despiden hedor de carne y pasión. Ya no se despierta en los jóvenes otro tipo de ideales. ¡Cuántos van al matrimonio sin haber sido llamados!

Desgraciadamente, hoy, la inmensa mayoría va al matrimonio, y digo desgraciadamente, por dos motivos:

1.- Porque muchos van a él sin vocación; sólo porque todos van;

2.- Porque muchos de los que toman ese estado verdaderamente llamados, así como los equivocados, no llevan la recta intención de formar un hogar, sino esperando su unión para degenerarse en la carne. Claro que hay honrosas excepciones.

De suma importancia es que al hablar de vocación matrimonial, se tome en cuenta a quién se ha de elegir ya que eso entra indudablemente en los altos designios de Dios. No se elige porque sí o por causas secundarias; es menester convencerse de que la persona señalada para compañero o compañera de la vida, sea elegida según la voluntad de Dios, y no sea simplemente una necedad, obstinación, sentimentalismo. Estos errores se pagan con lágrimas, frustraciones, desesperanzas y, lo que es peor, pagan también los pobrecitos hijos, nuevos seres, victimas de fracasos ajenos.

¡Qué difícil parece todo esto! Mas no será difícil si se encomiendan a Dios, si como verdaderos cristianos viven sensatamente, no se integran a las masas, desarrollan su propia personalidad, no desprecian los consejos de los mayores y, por sobre todas las cosas, buscan a Dios orando, pidiéndole luces y sometiéndose al beneplácito divino.


El que no quiera lágrimas, que no se empeñe en salir con su propio plan, sino que procure llevar a cabo el Plan de Dios.

Espiritualidad y convivencia en el matrimonio.

NIHIL OBSTAT
Petrus Ma. Galván, M. J.
Censor.





IMPRIMATUR
Fr. Philipus a Jesu Cueto, O. F.M.
Episcopus Tlalnepantlanus.







A quienes han perdido la Esperanza,
ctimas de este mundo materialista;
A quienes aún conservan la Esperanza
a pesar del mundo que les rodea:
A quienes guardan el tesoro de la Esperanza Cristiana
y, mediante ella, orientan sus almas hacia Dios.


La Autora.





3a Edición.

Con licencia Eclesiástica.

© La autora se reserva todos los derechos.







ESPIRITUALIDAD Y CONVIVENCIA EN EL MATRIMONIO.


Por Sor Clotilde García Espejel, E.D.


Muy fácil es para los jóvenes pronunciar sin reflexión alguna: "si no me comprendo con mi pareja, me separo y rehago mi vida". ¡Eso es falso! ¡No saben lo que dicen!

La vida ha de ser una armónica unidad. Yo uso mucho las palabras unidad, armonía, equilibrio, etc. porque la propia experiencia, así como experiencias ajenas, me han enseñado que la felicidad, para la cual ha nacido el hombre está muy lejos de poseerse, si no reposan en el ser y en su desarrollo interno y externo, íntimo y en relación. La unidad y la armonía, de 10 cual resulta el equilibrio y del equilibrio la paz, proporciona toda felicidad. Esto, repito, 10 escribo no como una manifestación de conceptos, sino como una emanación consciente; responsable y convencida de mi propio yo. Estas ideas ocupan unos cuantos renglones, pero son. el 'trabajo de una vida que se sitúa sólidamente en su origen y apunta siempre en dirección a su único destino: el destino de la eterna felicidad.

Volviendo al principio y enlazando éste con los .conceptos de unidad, armonía y equilibrio, hago notar a todos los avocados al matrimonio, así como a los que ya lo han realizado, que no olviden las palabras de Nuestro Señor Jesucristo: "Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre"; y es que está en la naturaleza íntima del hombre, la necesidad de esa indisolubilidad, y todo aquel que rompe con sus principios naturales, siempre se desliga de la verdadera felicidad. .

No confundamos placer con felicidad; el placer, aun el lícito, no es un estado, sino un hecho aislado y movible; la felicidad, en cambio, es un estado inconmovible del alma, que no se rompe con los vaivenes de la vida. Es un estado superior que se forja, .se construye, se conquista a base de esfuerzos, veracidad, renuncia y entrega.

Los cónyuges que llegan al divorcio, son gente equivocada

a) su equivocación suele darse en la elección:
b) así como en las relaciones humanas naturales, sin Dios; egoístas y subjetivas:
c) la peor de las equivocaciones es decidirse por la separación.

Y quien se equivoca y en lugar de retractarse y buscar medios para reconstruir la vida conyugal, sigue en su equivocación a su equivocación, indudablemente va lesionando su ser: de allí el cinismo, el despecho, la amargura, la vanidad y miles de bajas pasiones que descentran al ser y lo sumergen en el torbellino de la obscuridad y el desequilibrio.

Tanto para el hombre como para la mujer, tiene que ser más placentero el lograr la estabilidad en todos sus aspectos. La estabilidad espiritual, social, económica, etc. siempre enriquece y enaltece al individuo: por otro lado, la justificada sensación de triunfo, de ser capaz de retener a un ser y de despertar en él perpetua novedad, así como de encontrarla en ese mismo ser; supone cordura, extensión, profundidad, belleza interior y un cúmulo de riquezas espirituales que dan a la vida más vida y mayor seguridad.

Todo lo contrario sucede a aquellos que necesitan la variedad para poder ir saboreando su existencia superficial. Amén de la infamia de desestabilizar a los hijos y querer obligarlos a aceptar una vida anti-natural y anti-cristiana y con eso construir la ruina de esos nuevos seres que no tienen más culpa que el haber nacido de padres irresponsables.

Asimismo, .esas separaciones van haciendo una sociedad más relajada, más inmoral y más desequilibrada Ya que este  mal es un flujo y reflujo que nace de una sociedad sin Dios, sin reflexión sin responsabilidad, sin conciencia y que regresa a introducir miembros y costumbres más desintegrados, para surgir peor otra vez.

El remedio sería volver los ojos a Dios y acatar sus Mandamientos rechazando el prurito de que: "estos son otros tiempos". Es verdad; estamos en 1996: miseria por todas partes, fruto de la increíble carestía, y justo castigo de DIOS a una humanidad sin Él y terriblemente prostituida. La tecnología avanzadísima, la cultura y el arte en decadencia, las tierras abandonadas por los campesinos, todo mundo a las universidades, aunque no aprenda: la jerarquía de valores a la inversa: pocas vocaciones sacerdotales y religiosas porque escasean las familias morales, religiosas e integradas... ¡Claro que son otros tiempos!, pero no en el equivocado sentido en que lo dice el vulgo; ya que Dios, el hombre, la Ley - en su esencia - están inconmovibles. El que el hombre no tema a Dios y se haya hecho un dios a su manera, el que pisotee la Ley divina y natural, el que haya sobrepuesto su instinto animal a su realeza de ser hecho a imagen y semejanza de Dios y se haya degenerado, eso no manifiesta que la Ley Divina-Positiva y natural haya sufrido un cambio. El mismo Dios, el mismo hombre, la misma Ley; igual premio, igual castigo. Cuando Dios cambie y cambie la esencia del hombre y de la Ley, entonces creeré que ya se puede pecar y llamar bueno a lo malo y malo a lo bueno o sernos todo indiferente; y para ese entonces, veremos un burro cantando y un gallo rebuznando pero esperemos ese cambio para empezar a vivir, como vive hoy la mayoría: su propia religión, su dios acomodado, su "verdad", su vida... y finalmente será su condenación.

Entremos en la mansión de Dios y meditemos... Así, en la paz, recobremos el concepto, el sentido único de Dios, de la Moral, de la verdad, del Amor: y así en una realidad con Dios, el Dios de siempre, nos convertiremos y viviremos por El, con El y en El.

Los novios que después de haber prostituido el noviazgo, van rugiendo por la carne, programando a los hijos y buscando en todo la materia, y se desposan, no prolongarán su unión, y en caso de prolongarla, sus frutos serán muy amargos. Piensen en el Matrimonio con la certeza de que viene de Dios, va hacia Dios y los medios son del mismo Dios. ¡Quien de Él prescinde, se pierde!