martes, 19 de agosto de 2014

Espiritualidad y convivencia en el matrimonio (cont.).

EL MATRIMONIO Y LA REDENCION.

Después del Pecado Original, toda la creación, directa o indirectamente, con el presente de entonces y en su futuro, sufrió un gran desequilibrio: un funesto desorden: fue tal la magnitud del desorden que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad hubo de bajar a la tierra para satisfacer a la Divinidad y restaurar la armonía de la creación pero, sobre todo, la del hombre.

Mas ese desagravio, esa restitución del orden la  logró Nuestro Señor Jesucristo a base de sufrir la humillación, el dolor, la incomprensión, la calumnia, el deshonor y la muerte. Y, aunque bastaba un solo dolor, una sola gota de su Sangre para satisfacer a la justicia Divina: sin embargo, quiso Dios que su Divino Hijo pasara todo un calvario… Además, fue también voluntad divina que los hombres completáramos la redención. (Ver Col. 1-24). ¡Misterio insondable!

Y, como el hombre continúa pensando, continúa diciendo: "no quiero servirte", "quiso ser como Dios" y sigue pecando, se hace necesaria la presencia indefectible de la Redención, y esto no con Cristo solo, sino llevada a cabo con nuestra indigna cooperación. Nuestros sufrimientos unidos a la Pasión de Cristo hacen una nueva redención que es actual y es aquella.

El Matrimonio Cristiano pierde todo su sentido si los esposos no se identifican entre sí y con sus hijos, así como los hijos con sus Padres. El Matrimonio es un redimirse perpetuo para el Cielo. Es una reciproca conquista para Dios.

Si hay un amor verdadero, si ese amor se funda en Dios, las cosas se arreglan sin disputas, sin fracasadas aspiraciones, sino con oración, sacrificio, dolor y amor en la absoluta convicción de que el triunfo máximo de la vida matrimonial está en la conversión y entrega a Dios del cónyuge y de los hijos. Yeso pide generosidad plena - amor incomparable - conciencia del valor de un alma. Si has de escoger certeramente tu vocación, si la consideras como Sacramento, sentirás las dulces ansias de santificarte y que, quien viva en unión contigo, se santifique y se salve, para que juntos vivan en el Cielo por toda una eternidad.

Esta Redención es permanente, porque el Sacramento del Matrimonio tiene frutos permanentes. En una sólida espiritualidad está el triunfo del Matrimonio.

Un amor que olvida a Dios, es un amor que se extingue, que no trasciende a la eternidad.


PENSAMIENTOS.

  •         El matrimonio, como Sacramento, es signo y fuente de Gracia.
  •           El amor de los cónyuges no es nada profano sino algo que ha sido profanado.
  •          El Matrimonio no ha sido sólo santificado, sino consagrado en un sentido muy hondo y rico, hecho apto para el culto divino.
  •        El Matrimonio es un Sacramento: toda la inagotable literatura de los siglos no ha sabido decir una alabanza mejor del amor.
  •          Aquél a quien todas las cosas le fuesen en uno y todas las cosas trajese a uno y todas las cosas viese en uno, podrá ser firme de corazón  permanecer pacífico en Dios. (Imitación de Cristo).
  •         El amor humano honesto reduce la dispersión de la carne a la unidad del espíritu.
  •         ¿Recordáis, cuerpos y almas, aquella violenta novela de Maxense Van der Mershch? Después de contar muchos avatares, afecciones y victorias del amor humano, acaba asegurando en emocionante síntesis final que en el fondo, tan sólo existen dos amores: el amor a uno mismo y el amor a Dios. O amas a Dios, o te amas a ti mismo. Hombre casado, mujer casada que tienes el corazón lleno del más hermoso amor de una creatura, tú también, al final, o amas a Dios o te amas a ti mismo. Cuando amas bien al ser elegido, amas a Dios; cuando lo amas mal, te amas a ti mismo.
  •          Guardaos bien de corromperos haciéndoos figura alguna tallada ni de hombre ni de mujer como ídolo. (Deut. IV-16).
  •          La carne codicia contra el espíritu y el espíritu contra la carne; y estas cosas se oponen la una a la otra. (Gál. V-l7).
  •           Serán dos que viven en uno solo uno (Gén. II - 24).
  •           A ti volverá toda carne (Ps, LXIV-3).
  •           La Humanidad de Cristo, Cuerpo y alma, ejerce su divina influencia no sólo en el alma de los hombres, sino también en sus cuerpos (Santo Tomás).
  •           La mujer casada puede ser santa no sólo en su espíritu sino también en su cuerpo. (San Agustín).
  •           Los bienes que santifican el Matrimonio son esenciales al mismo y, por consiguiente, no los precisa en calidad de elementos externos, sino en cuanto producen la santidad que al Matrimonio en sí mismo considerado corresponde: (Santo Tomás de Aquino).

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