NIHIL OBSTAT
Petrus Ma. Galván, M. J.
Censor.
IMPRIMATUR
Fr.
Philipus a Jesu Cueto, O. F.M.
Episcopus Tlalnepantlanus.
A quienes han perdido la
Esperanza,
víctimas de este mundo
materialista;
A quienes
aún conservan la Esperanza
a pesar
del mundo que les rodea:
A quienes
guardan el tesoro de la Esperanza Cristiana
y, mediante ella, orientan sus almas hacia Dios.
La Autora.
3a Edición.
Con licencia Eclesiástica.
© La autora se reserva todos los
derechos.
ESPIRITUALIDAD Y
CONVIVENCIA EN EL
MATRIMONIO.
Por Sor Clotilde García Espejel, E.D.
Muy
fácil es para los jóvenes pronunciar sin reflexión alguna: "si
no me comprendo con mi pareja, me separo y rehago mi vida". ¡Eso
es falso! ¡No saben lo que dicen!
La vida
ha de ser una armónica unidad. Yo uso mucho las palabras unidad, armonía, equilibrio, etc. porque
la propia experiencia, así como experiencias ajenas, me
han enseñado que la felicidad, para la cual ha nacido
el hombre está muy lejos de poseerse, si no reposan en el ser y en
su desarrollo interno y externo, íntimo y en relación. La
unidad y la armonía, de 10 cual resulta el equilibrio y del equilibrio la paz, proporciona
toda felicidad. Esto, repito, 10 escribo no como una manifestación de conceptos, sino
como una emanación consciente; responsable
y convencida de mi propio yo. Estas
ideas ocupan unos cuantos renglones, pero
son. el 'trabajo de una vida que se sitúa sólidamente
en su origen y apunta siempre en dirección a su único destino: el
destino de la eterna felicidad.
Volviendo
al principio y enlazando éste con los .conceptos
de unidad, armonía y equilibrio, hago notar
a todos los avocados al matrimonio, así
como a los que ya lo han realizado, que no olviden las palabras
de Nuestro Señor Jesucristo: "Lo que Dios ha unido
no lo separe el hombre"; y es
que está en la naturaleza íntima del hombre, la
necesidad de esa indisolubilidad, y todo aquel que rompe con sus principios naturales, siempre
se desliga de la verdadera felicidad. .
No
confundamos placer con felicidad; el placer,
aun el lícito, no es un estado, sino un hecho aislado y movible; la felicidad, en cambio, es un estado inconmovible del alma, que no se rompe
con los vaivenes de la vida. Es un estado superior que
se forja, .se construye, se conquista a base de esfuerzos, veracidad, renuncia y entrega.
Los
cónyuges que llegan al divorcio, son gente equivocada
a) su
equivocación suele darse en la elección:
b) así como
en las relaciones humanas naturales, sin
Dios; egoístas y subjetivas:
c) la
peor de las equivocaciones es decidirse por la separación.
Y quien
se equivoca y en lugar de retractarse y buscar
medios para reconstruir la vida conyugal, sigue
en su equivocación a su equivocación, indudablemente va lesionando
su ser: de allí el cinismo, el despecho, la amargura, la vanidad
y miles de bajas pasiones que descentran al ser y lo sumergen
en el torbellino de la obscuridad y el desequilibrio.
Tanto
para el hombre como para la mujer, tiene que ser más placentero el
lograr la estabilidad en todos sus aspectos. La
estabilidad espiritual, social, económica, etc. siempre enriquece y enaltece al individuo:
por otro lado, la justificada sensación de
triunfo, de ser capaz de retener a un ser y de despertar en él
perpetua novedad, así como de encontrarla en ese mismo
ser; supone cordura, extensión,
profundidad, belleza interior y un cúmulo de riquezas espirituales que dan a la vida
más vida y mayor seguridad.
Todo
lo contrario sucede a aquellos que necesitan la variedad
para poder ir saboreando su existencia superficial. Amén
de la infamia de desestabilizar a los hijos y querer obligarlos a aceptar una vida anti-natural y anti-cristiana
y con eso construir la ruina de esos nuevos seres que no tienen más culpa que
el haber nacido de padres irresponsables.
Asimismo, .esas
separaciones van haciendo una sociedad más
relajada, más inmoral y más desequilibrada Ya que este mal es un flujo y reflujo
que nace de una sociedad sin Dios, sin reflexión sin responsabilidad, sin
conciencia y que regresa a introducir miembros y costumbres
más desintegrados, para surgir peor otra vez.
El
remedio sería volver los ojos a Dios y acatar sus Mandamientos rechazando
el prurito de que: "estos son otros tiempos". Es
verdad; estamos en 1996: miseria por todas partes, fruto de la increíble carestía, y justo
castigo de DIOS a una humanidad sin Él y terriblemente prostituida. La tecnología avanzadísima, la
cultura y el arte en decadencia, las tierras
abandonadas por los campesinos, todo mundo a las universidades, aunque
no aprenda: la jerarquía de valores a la inversa: pocas vocaciones sacerdotales y religiosas porque escasean las familias
morales, religiosas e integradas... ¡Claro
que son otros tiempos!, pero no en el equivocado sentido en que lo dice el vulgo; ya que
Dios, el hombre, la Ley - en su esencia - están inconmovibles. El
que el hombre no tema a Dios y se haya
hecho un dios a su manera, el que pisotee la Ley divina
y natural, el que haya sobrepuesto su instinto animal a
su realeza de ser hecho a imagen y semejanza de
Dios y se haya degenerado, eso no manifiesta
que la Ley Divina-Positiva y natural haya sufrido
un cambio. El mismo Dios, el mismo hombre, la misma Ley; igual
premio, igual castigo. Cuando Dios cambie y cambie la esencia del hombre y de la Ley, entonces
creeré que ya se puede pecar y llamar bueno a lo malo y malo a lo bueno o
sernos todo indiferente; y para ese entonces, veremos un burro cantando y un
gallo rebuznando pero esperemos ese cambio para empezar a vivir, como vive hoy
la mayoría: su propia religión, su dios acomodado, su "verdad", su
vida... y finalmente será su condenación.
Entremos
en la mansión de Dios y meditemos... Así, en la paz, recobremos el concepto, el
sentido único de Dios, de la Moral, de la verdad, del Amor: y así en una realidad
con Dios, el Dios de siempre, nos convertiremos y viviremos por El, con El y en
El.
Los
novios que después de haber prostituido el noviazgo, van rugiendo por la carne,
programando a los hijos y buscando en todo la materia, y se desposan, no prolongarán
su unión, y en caso de prolongarla, sus frutos serán muy amargos. Piensen en el
Matrimonio con la certeza de que viene de Dios, va hacia Dios y los medios son
del mismo Dios. ¡Quien de Él prescinde, se pierde!
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