miércoles, 25 de marzo de 2015

Muerte y Castigo del Calumniador(cont.)

Santo Tomás
"Ya tiene prohibido el Señor que nadie ofenda a su prójimo de obra; ahora preceptúa que tampoco se le ofenda de palabra, o sea: 'No levantarás falso testimonio contra tu prójimo'. Ahora bien, esto puede ser de dos maneras: o en un proceso, o en la
conversación corriente".

En un proceso, de tres maneras, según lo que tres personas pueden obrar contra este precepto.

La primera persona, acusando falsamente: "No seas calumniador ni chismoso entre el pueblo". (Lev.19,6).

Y observa que así como no debes decir falsedad, tampoco debes callar la verdad. "Si tu hermano pecare contra ti, ve y repréndele" (Mat. 18, 15).

También la persona del que testifica mintiendo "El testigo falso no quedará impune". (Prov. 19,5).

En efecto, este precepto incluye todos los precedentes, porque eso tal a veces es homicida, a veces ladrón, etc. Y éstos deben ser castigados con la pena de la que se dice: "Si después de una escrupulosa investigación, averiguasen que el falso testigo ha dicho mentira contra su hermano, le harán a él lo que él pensaba que se le hiciera a su hermano ... No te compadecerás de él, sino que le exigirás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie". (Deut. 19, 18, 19). "El hombre que rinde falso testimonio contra su prójimo es un dardo, una espada y aguda saeta" (Prov. 25, 18)

También la persona del juez que sentencia injustamente; "No juzgarás injustamente. No tengas miramiento con la persona del pobre, ni honres la cara del poderoso. Juzga a tu prójimo con justicia". (Lev. 19,15).

En la conversación ordinaria suelen pecar contra este precepto cinco clases de hombres.

A saber, los detractores; "Los detractores le son odiosos a Dios" (Rom. 1,30). En efecto, dice que "le son odiosos a Dios" porque nada aprecia tanto el hombre como su reputación; ''Vale más el buen nombre que los perfumes preciosos" (Ecle. 7,2) ''Vale más el buen nombre que muchas riquezas" (Prov. 22,1).


Pues bien, eso lo arrebatan los detractores: "El que ocultamente habla mal, no hace menos daño que la serpiente que muerde sin hacer ruido"(Ecle. 1O, 11). Por lo cual si no restituyen la fama, no pueden salvarse.

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