lunes, 23 de marzo de 2015

Muerte y Castigo del Calumniador(cont.)

Aunque son varios los aspectos enunciados del Octavo Mandamiento, y varios entre ellos los que se involucran en la detracción, calumnia y falso testimonio. Hoy solo hablaremos de la mentira, la detracción, la susurración, la calumnia y el falso testimonio.

La mentira que es desviación de la verdad es muy perjudicial, tanto para el que miente, como para el o lo que pudiera salir afectado. La mentira es raíz de toda falsedad pues el mentiroso dice lo contrario de lo que piensa y siente, pues hay una inadecuación entre lo pensado y lo expresado. Por ello la malicia de la mentira es ser intrínsecamente
mala, esto quiere decir que nunca la mentira es buena.

No es buena pues es la oposición a Dios que es la misma VERDAD, y si Dios ve nuestros pensamientos y la inconformidad con nuestros términos, se ofende, pues ama la verdad y odia la mentira.

La mentira es dañina a la sociedad, a las relaciones humanas, rompe con la seguridad cobrando desconfianza.

Pero el mentiroso no sale ileso: aparte de ofender a Dios y provocar su desaprobación, no lleva buenas relaciones humanas y pierde su propia identidad. Sufre, por tanto, un desajuste psicológico que de una u otra manera lo conduce a la irrealidad.
¡Justo castigo!

Oigamos a la Sagrada Escritura: "Huye de la mentira" (Éxodo XIII-7); "No mentiréis y ninguno engañará a su prójimo" (Lev. XIX, 11); "No mintáis los unos a los otros.  
              (Colo. III, 9).
La mentira pide otras para sostener la primera, por tanto se hace un vicio.

Y es precisamente el mentiroso el que llega a la calumnia y el falso testimonio. Pues el hombre o sube o baja. De la costumbre de mentir es fácil llegar a la calumnia.

El susurrador o la susurradora son personas perversas, inspiradas de Satán que no sólo es el Padre de la mentira, sino también el maestro de la división. Dividir a base de chismes, de calumnias, picando a unos y a otros, habla de una vulgaridad sin límite y de un corazón nauseabundo, que no conoce la gracia de Dios.

Como la detracción, la calumnia y el falso testimonio atacan directamente a la fama del prójimo, hablaremos sobre la fama:

"Entendemos por fama la buena o mala opinión que se tiene de una persona. Es un derecho humano del todo pleno al reclamar su buena fama, puesto que la dignidad natural del ser racional, que fue creado a imagen y semejanza de Dios, tiene derecho a su buen nombre": "Todo hombre y toda mujer por mas insignificante que parezca tiene en sí
una nobleza inviolable, que ellos mismos y los demás deben respetar y hacer respetar sin
condiciones: que toda vida humana merece por sí misma, en cualquier circunstancia, su  
dignificación (...) a reivindicar tal dignidad nos mueve la Revelación contenida en el
mensaje y la Persona misma de Jesucristo" (III Cfr. Celam., Pue.).

Desde luego, que el que por sí mismo, por su conducta pública y escandalosa pierde su fama, no tiene derecho a reclamarla.

"Si todos tenemos derecho a defender nuestra cartera de los ladrones, cuánto más derecho nos asiste de impedir que nos lesionen la buena fama. A ese ladrón cuya lengua nos la ha robado, se le califica de "infame" Tal es su nombre. Hasta el Código penal clasifica al infamador o difamador, entre otros los delincuentes comunes" (Emma Godoy).

"La difamación es quitar la reputación a los otros, perjudicando su honor"

"El honor consiste en que otro hable o piense bien de nosotros. La reputación vale mucho más que muchos tesoros. Es uno de los talentos que Dios nos ha confiado.  Debemos respetarla en el prójimo y defenderla en nosotros. Los primeros cristianos,
acusados de imaginarios delitos: por los paganos, se defendieron con vigorosas apologías.   
El mismo Jesús se defendió contra las acusaciones de los fariseos. Sin embargo, al
defendernos hemos de hacerlo con valentía, pero sin perder el juicio, la prudencia o el
recato; y en el caso de que la defensa no sea exitosa recordar las palabras de Jesús:

"DICHOSOS SEREIS CUANDO LOS HOMBRES POR MI CAUSA OS MALDIJEREN  Y OS
PERSIGUIEREN ... PORQUE ES MUY GRANDE LA RECOMPENSA QUE OS AGUARDA EN LOS
CIELOS" (MATEO V, 11,12) Párrafo sacado del libro Religión y Moral de Julio Bonatto
(Algunas Bienaventuranzas).
Tanto la detracción o maledicencia, como la calumnia y el falso testimonio atentan contra la fama del individuo; por tanto, son pecados muy graves. Quizá para unos es peor que quitarles la misma vida, pues cuántas veces el pobre difamado, -si no tiene consistencia social- se derrumba, porque ya nadie cree en él; si no tiene aprecio familiar se queda sólo y si no es lo suficientemente valiente puede llegar al vicio o al suicidio al ver su vida deshecha por la maldad de las lenguas viperinas.

El castigo para el detractor y calumniador será muy severo en esta vida, quizá llegando a la desesperación, al vacío o a la locura y en la otra vida el infierno eterno.


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