También el que gustosamente escucha a
los detractores: "Pon a tus orejas una cerca de espinas, y no des oído a
la lengua malvada, y pon puertas a tu boca y cerraduras a tus orejas" (Ecli.
28, 28). Pues no debe el hombre oír complaciente a tales gentes: muy al
contrario, debe mostrarle al detractor un rostro triste y severo: "El
viento norte ahuyenta la lluvia, y el rostro severo la lengua detractora"
(Prov. 25,23).
También los chismosos, que cuentan
cualquier cosa que oyen: "Seis cosas aborrece el Señor. y otra más le es
detestable: el que siembra discordias entre hermanos" (Prov. 6, 16, 19).
"El murmurador y el hombre de dos
lenguas es maldito, porque perturba
a
muchos que vivían en paz; y por los muchos males que se siguen". (Ecli.
28,15).
También los halagadores, o sea, los aduladores:
"El pecador gloríase en los deseos de su alma, y el inicuo es
alabado" (Salmo 10,3), "Pueblo mío, los que te llaman bienaventurado
son los que te engañan" (Isaías 3, 12). "El justo me corregirá y reprenderá
con misericordia; pero que el bálsamo del pecador no unja mi cabeza). (Salmo
140, 5).
También los murmuradores, y éstos
abundan principalmente entre los súbditos: "Ni tampoco murmuréis" (1a.
Cor. 10, 10), "Guardáos de la murmuración, la cual de nada aprovecha"
(Sap. 1, 11). "Con la. paciencia se aplaca el príncipe, y la lengua blanda
quebranta la dureza". (Prov. 25,15).
"No hablarás contra tu prójimo
falso testimonio". Con esta prohibición prohíbese toda mentira.
"Guárdate de proferir mentira alguna; porque el acostumbrarse a eso no es
bueno". (Ecli 17, 14). Y esto por cuatro razones:
Primera: por la semejanza con el
demonio. En efecto, el mentiroso se hace hijo del demonio. Porque por sus
palabras se conoce de qué región y patria es un hombre: "Porque tu misma
habla te da a conocer", como se dice en Mt. 26, 73. Así, algunos hombres
son del linaje del diablo y son llamados hijos del diablo, a saber, los que
dicen mentiras; porque el porque el diablo es mentiroso y el padre de la
mentira, como se dice en Juan 8, 44. En efecto, él mintió: "De ningún modo
moriréis". (Génesis 3, 4). Mas otros son hijos de Dios, los que dicen la
verdad, porque Dios es la verdad.
Segunda: por la disolución de la
sociedad. En efecto, los hombres viven juntos, cosa que no podría ser si entre
sí no dijesen la verdad. Dice el Apóstol "Despojándoos de la mentira,
hable cada uno verdad con su prójimo, porque todos somos miembros unos
de otros" (Ef. 4, 25).
Tercera: por la pérdida de la fama. En
efecto,al que acostumbra mentir no se le cree. aunque diga !a verdad: ¿Qué se
puede purificar con lo que es Inmundo? ¿Y el mentiroso qué verdad puede
decir?" (Ecli. 5/34,4).
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