sábado, 11 de junio de 2016








                                                        El Árbol de la Educación.

                                                                                    Por Sor Clotilde García Espejel.

La obra más olvidada, confundida y falseada, tanto en lo especulativo como en lo práctico, es la imprescindible ¨Obra de la Educación¨.
Con múltiples pretextos, entre ellos una dolosa y malsana comprensión, se ha permitido al educando desarrollar más el instinto que toda su potencialidad superior. Uno de los pretextos más sofísticos y engañosos, para no educar, es el falaz respeto a la libertad del educando.
Se ha interpretado que el adiestramiento, el tecnologismo, la instrucción escolar que, además es deficiente y limitada, es igual que la educación; cuando solo es parte de la misma. La urbanidad, elemento que matiza y embellece la educación, está sepultada, considerada como uno de tantos tabúes que obstaculizan la ¨realización¨ del hombre.
Además, a los educadores ya no les importa educar:  los padres de familia que es a quienes compete esencial y primariamente la educación, han perdido no sólo el sentido, sino el interés por el cultivo auténtico de los hijos. Es demasiado trabajo educar hijos, cuando el mundo ofrece un sinfín de placeres y satisfacciones.
Los maestros: nombre, profesión, misión, destino incomparable, pero que ya es de gran tamaño para los profesores de hoy que, o sólo se dedican a sus materias, o ni eso, sino simplemente a dejar pasar el tiempo. Amén de otros muchos que, integrados a la educación, han olvidado su deber y dejan que el mundo camine ¨libremente¨ hacia equivocada meta.
No se reflexiona que la educación es la obra más hermosa, más sublime, necesaria e imprescindible:
Es la más hermosa porque tiene como objeto al hombre que es educado por el mismo hombre. El hombre, creado a imagen y semejanza del mismo Dios, constituye lo más bello de la creación: ¨lo hiciste poco menor que los Angeles¨ (SalmoVIII,6).
 Es lo más sublime, porque su fin no se entierra en el tiempo, sino trasciende a la eternidad. Al hombre ha de transformarse, mediante la educación, para que camine en derechura al Cielo.
Es imprescindible, pues el hombre, creatura de Dios, ha de llegar a su Creador realizando la voluntad divina, que quiere que, con la gracia alcance su perfección y esa perfección ha de realizarse con el auxilio de la educación humana y cristiana. El hombre tiene mucho que vencer, pues está herido de la concupiscencia por el pecado original. El ser humano tiene, necesariamente, que sufrir modificaciones, aprendiendo, corrigiéndose, enderezándose y, esto lo logra la educación.
Es Necesaria: imposible una sociedad justa, armónica, en paz, sin una verdadera y esencial educación.
Es Universal, ya que es para todo hombre y de todo el hombre, desde el principio del tiempo, hasta el fin del mismo.
¨Educar es sanar, desenvolver, dignificar, redimir, salvar. Siendo esto así, ¿Dónde habrá cosa que más valga? ¿Qué oficio, que profesión, que servicio más grato a Dios y más útil para los hombres puede haber que el del educador, y sobre todo si es cristiano? Salvar almas y cuerpos, hombres y pueblos, ¿Dónde cabe una misión más alta? ¿No será la educación la obra de caridad y humanidad más sublime, el pensamiento más elevado que puede germinar en un cerebro, el sentimiento más noble y benéfico de un corazón humano, la obra más trascendental de política que cabe en un estadista honrado y la preocupación más santa de un padre, de un sacerdote y de un maestro? La educación, tomada en el más amplio, noble y levantado sentido de la palabra es como una segunda creación, en cuanto completa y perfecciona la obra de la creación primera, deteriorada por el pecado. (Andrés Manjón ¨Hojas del Ave María¨)
¡Ay…Ay de aquellos que tuercen la educación y la falsifican con fines perversos! ¡Pobres de aquellos que en lugar de conducir a los educandos por el camino excelso, los corrompen, los escandalizan y los pierden! Ya hablaremos a su tiempo, en los próximos artículos, de estos criminales de la educación.
¨Educar es dar al cuerpo y al alma la belleza de que son susceptibles¨ (Platón) Con la seguridad de que en el próximo articulo expondremos, con amplitud, qué es la educación, quisiera analizar someramente esta preciosa definición del gran Filósofo griego:
¨Educar es dar al cuerpo y al alma¨ el hombre no es solo materia, ni únicamente espíritu, es un ser en quien la materia y el espíritu unidos substancialmente conforman a la creatura racional, cuya vida no es sólo como la de los vegetales, vegetativa, ni exclusivamente sensitiva, como la de los animales; no; el hombre tiene una vida racional en la cual se integran armónicamente, la vida vegetativa y la vida sensitiva; pero indudablemente que si hablamos de armonía, es porque cada una guarda su lugar y siempre en dependencia de la vida racional, que ha de conservarlas bajo su propio control y dominio para que sea ejemplar unidad. El cuerpo con sus instintos ha de estar sujeto a la razón. Pero ese ser racional, cuya alma está hecha a imagen y semejanza de Dios, no solo tiene una vida natural, pues el alma posee un destino superior a la razón, que es la vida sobrenatural de la gracia, vida divina que es fundamento de perfección y, al mismo tiempo, conformación y matiz del hombre. Vida que lo hace vivir en el tiempo adecuadamente y lo encamina hacia la única y verdadera vida que es el Cielo.
¨La belleza de que son susceptibles¨: en lo particular, conducir a los educandos en su formación y respetando al mismo tiempo, su propio temperamento, sus peculiaridades, su íntima forma de ser y sentir; así como la vocación especial que Dios le ha designado en esta vida, como medio para la vida eterna. Pero, decir respetar, quiere decir, no destruir, no romper; pero no indica aceptación, disimulo y adecuación a los defectos y limitaciones del educando, pues eso ya no es educar. En lo universal, tomar en cuenta que no estamos educando a seres puramente racionales, sino a creaturas de Dios, que tienen un destino universal en el más allá, que son los Cielos Eternos.
Formemos, no deformemos, y formemos no solo hombres de bien; sino caballeros cristianos, cuya mirada se proyecte a horizontes infinitos, sin olvidar que se vive en el destierro.

Estos artículos se continuarán. Procuraré resumir mi ¨Libro¨: ¨El Árbol de la Educación¨. Advirtiéndoles, que entre este escrito y el siguiente, me permitiré exponer algo sobre el ¨Homosexualismo¨.

                                                 Sor Clotilde García Espejel.






No hay comentarios:

Publicar un comentario