jueves, 2 de junio de 2016




 ¨HE AHÍ EL CORAZÓN QUE TANTO HA AMADO A LOS HOMBRES¨



¨Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón¨. (san Mateo, 11,29).

El corazón ha sido para todos los pueblos el símbolo del amor, de la vida. Nuestro divino Redentor quiso también manifestarse amoroso, promoviendo la devoción a ese órgano vital de su cuerpo humano.

En el siglo XVI, el Calvinismo y en el siglo XVII el Jansenismo habían predicado un cristianismo desfigurado. En lugar del amor universal de Dios que entrega su hijo para la salvación de los hombres, no había más que miedo y angustia ante el pensamiento de la exclusión inexorable para una gran parte de la humanidad.

A estas negaciones opuso siempre la Iglesia el amor infinito del Salvador muerto en la cruz por todos los hombres. La institución de la fiesta del Sagrado Corazón debía contribuir muy pronto a crear entre los fieles una poderosa corriente de devoción, que desde entonces no ha cesado de desarrollarse.

San Juan Eudes había compuesto ya un primer oficio con su misa. Pero fue en el año 1675 a raíz de las apariciones de nuestro Señor a Santa María Margarita, cuando se instituyó la fiesta. En 1856 Pío IX la extendió a la Iglesia Universal, y en 1928 Pio XI la elevó al rango de primera clase.

¨No podemos desconocer que, a Santa Gertrudis, a principios del siglo XIV se le apareció el Señor acompañado de Juan Evangelista, y éste le dijo que reclinara su cabeza sobre el pecho del maestro para oír los latidos de su Sacratísimo Corazón como él los había sentido en la última cena; pero que no pudo entonces hablar de ellos, pues semejante manifestación estaba reservada a estos postreros tiempos, en que se había de enfriar en el mundo la caridad¨.

Pero la gran confidente del Sagrado Corazón fue Santa Margarita María de Alacoque en su convento de Paray-Le-Monial, Francia; en dos años, que dan de 1673 a 1675, apareciósele Jesús varias veces y le mostro su Corazón radiante de resplandores, abierta la llaga, rodeado de la Corona de Espinas y con una Cruz encima, y le hizo doce promesas, que son las siguientes:

1ª.-Para todos los devotos, en general, de su Sagrado Corazón: ¨yo les distribuiré abundantemente las gracias y misericordias de mi Corazón¨.

2ª.-Por el culto a la imagen del Sagrado Corazón: ¨derramaré abundantemente los dones de mi Corazón donde quiera que sea venerada y sobre cuantos honren la Imagen de mi Corazón¨.

3ª.- Por la fiesta del Sagrado Corazón: ¨mi corazón derramará con abundancia los afectos de su divino amor sobre cuantos se consagren a El, y tendré cuidado de ellos y ninguno perecerá.

4ª.- Por la consagración: ¨mi Corazón derramará con abundancia los afectos de su divino amor sobre cuantos le rindan éste honor y procuren le sea rendido por los demás.

5ª.- Para los celadores del culto al Sagrado Corazón: ¨aquellos que propaguen esta devoción, tendrán su nombre escrito en mi Corazón y no será borrado jamás.

6ª.- Para las religiosas: ¨Mi Corazón esparcirá su ardiente caridad sobre las comunidades que le honren y se pongan bajo su protección¨.

7ª.- Para los sacerdotes: tendrán el don de convertir los corazones más endurecidos¨.

8ª.- Para los cristianos: ¨ellos encontrarán en esta devoción todas las ayudas necesarias para su estado¨.

9ª.- Para las familias: ¨protegeré y ayudaré a toda la familia que acuda a mi Divino Corazón¨.

10ª.- Para quienes buscan la perfección: ¨llegarán rapidísimamente a la más alta perfección¨.

11ª.- Para los pecadores: ¨encontrarán en mi Corazón un asilo seguro contra la divina justicia, el camino de la salvación y la vida del alma¨.

12ª.- Para quien comulgue nueve primeros viernes de mes consecutivos: ¨ellos no morirán en mi desgracia, ni sin recibir los sacramentos, y sirviéndoles mi Corazón de asilo seguro en aquel extremo momento¨.

No se crea que después de comulgar los nueve primeros viernes de mes ya son suficientes para salvarse. Lo que el Corazón de Jesús ofrece, es que quien haga estos nueve viernes primeros del mes tendrán gracias especiales para luchar contra el enemigo y poder vivir una vida cristiana. Indudablemente que el Corazón de Jesús luchará con denuedo por esa alma.


Las apariciones y promesas que diera Nuestro Señor a Santa Margarita María de Alacoque, no son un dogma, pero no pueden negarse, por la sencilla razón que si la canonización de Santa Margarita María, fue una proclamación del Papa, no podemos ni puede nadie pensar que la Santa hubiera mentido, pues si esas apariciones y sus mensajes fueran sólo un invento de la Santa, la Iglesia no podría haberla canonizado. 

Cuando canonizan a un Santo, dan veracidad y confirmación a sus relatos y escritos.
Advirtiendo, que la Santa Sede no procede a una canonización sin haber hecho un estudio exhaustivo de las obras de los Santos. Las apariciones a Margarita María de Alacoque, del Sagrado Corazón y, juntamente sus promesas, no son un dogma pero sí una verdad respaldada por la Santa Madre Iglesia.

Por tánto, es menester que en ésta vorágine que hará historia, los católicos realicen sus nueve primeros viernes: hay que confesarse y comulgar el primer viernes de cada mes. Esta saludable costumbre, por la fervorosa devoción al Sagrado Corazón de Jesús, podrá salvar, de alguna manera, a nuestra patria que se hunde, así como desagraviar al Sagrado Corazón de Jesús.

Todos buscamos una imagen del Sagrado Corazón de Jesús y las hay muy hermosas, en muchos hogares, a pesar de las miserias humanas no falta la amante Imagen del Sagrado Corazón de Jesús.

Pero yo los invito a que ya no solamente veneremos una imagen, sino adoremos al Corazón de carne, que es el Corazón de Cristo. Avivemos nuestra fe, y cuando vayamos al Sagrario donde está Cristo, el Cristo que vivió en la tierra y que ahora está a la derecha del Padre, y que en el sagrario permanece con su Cuerpo con su sangre, con su Alma, y con su Divinidad y al hablar de su Cuerpo hallaremos su Corazón. Reavivemos nuestra fe, penetremos el Sagrario, y encontraremos un Corazón vivo, sano, radiante, infinitamente amoroso y ese es el Corazón de Jesús.

Igualmente, cuando comulguemos, cerremos los ojos, penetremos nuestro ser y encontraremos que el Corazón de Cristo Dios y Hombre, se une al Corazón de la Creatura. Vivamos con fervor la sagrada comunión en el Corazón de Cristo nuestro Señor.



                                                        Sor Clotilde.



                                   

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