¨HE AHÍ EL CORAZÓN QUE TANTO HA AMADO A LOS HOMBRES¨
¨Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón¨. (san Mateo, 11,29).
El corazón ha sido para todos los pueblos el símbolo del
amor, de la vida. Nuestro divino Redentor quiso también manifestarse amoroso,
promoviendo la devoción a ese órgano vital de su cuerpo humano.
En el siglo XVI, el Calvinismo y en el siglo XVII el Jansenismo
habían predicado un cristianismo desfigurado. En lugar del amor universal de
Dios que entrega su hijo para la salvación de los hombres, no había más que
miedo y angustia ante el pensamiento de la exclusión inexorable para una gran
parte de la humanidad.
A estas negaciones opuso siempre la Iglesia el amor infinito
del Salvador muerto en la cruz por todos los hombres. La institución de la
fiesta del Sagrado Corazón debía contribuir muy pronto a crear entre los fieles
una poderosa corriente de devoción, que desde entonces no ha cesado de
desarrollarse.
San Juan Eudes había compuesto ya un primer oficio con su
misa. Pero fue en el año 1675 a raíz de las apariciones de nuestro Señor a
Santa María Margarita, cuando se instituyó la fiesta. En 1856 Pío IX la
extendió a la Iglesia Universal, y en 1928 Pio XI la elevó al rango de primera
clase.
¨No podemos desconocer que, a Santa Gertrudis, a principios
del siglo XIV se le apareció el Señor acompañado de Juan Evangelista, y éste le
dijo que reclinara su cabeza sobre el pecho del maestro para oír los latidos de
su Sacratísimo Corazón como él los había sentido en la última cena; pero que no
pudo entonces hablar de ellos, pues semejante manifestación estaba reservada a
estos postreros tiempos, en que se había de enfriar en el mundo la caridad¨.
Pero la gran confidente del Sagrado Corazón fue Santa
Margarita María de Alacoque en su convento de Paray-Le-Monial, Francia; en dos
años, que dan de 1673 a 1675, apareciósele Jesús varias veces y le mostro su
Corazón radiante de resplandores, abierta la llaga, rodeado de la Corona de
Espinas y con una Cruz encima, y le hizo doce promesas, que son las siguientes:
1ª.-Para todos los devotos, en general, de su Sagrado
Corazón: ¨yo les distribuiré abundantemente las gracias y misericordias de mi
Corazón¨.
2ª.-Por el culto a la imagen del Sagrado Corazón: ¨derramaré
abundantemente los dones de mi Corazón donde quiera que sea venerada y sobre
cuantos honren la Imagen de mi Corazón¨.
3ª.- Por la fiesta del Sagrado Corazón: ¨mi corazón derramará
con abundancia los afectos de su divino amor sobre cuantos se consagren a El, y
tendré cuidado de ellos y ninguno perecerá.
4ª.- Por la consagración: ¨mi Corazón derramará con
abundancia los afectos de su divino amor sobre cuantos le rindan éste honor y
procuren le sea rendido por los demás.
5ª.- Para los celadores del culto al Sagrado Corazón:
¨aquellos que propaguen esta devoción, tendrán su nombre escrito en mi Corazón
y no será borrado jamás.
6ª.- Para las religiosas: ¨Mi Corazón esparcirá su ardiente
caridad sobre las comunidades que le honren y se pongan bajo su protección¨.
7ª.- Para los sacerdotes: tendrán el don de convertir los corazones
más endurecidos¨.
8ª.- Para los cristianos: ¨ellos encontrarán en esta devoción
todas las ayudas necesarias para su estado¨.
9ª.- Para las familias: ¨protegeré y ayudaré a toda la familia
que acuda a mi Divino Corazón¨.
10ª.- Para quienes buscan la perfección: ¨llegarán
rapidísimamente a la más alta perfección¨.
11ª.- Para los pecadores: ¨encontrarán en mi Corazón un asilo
seguro contra la divina justicia, el camino de la salvación y la vida del
alma¨.
12ª.- Para quien comulgue nueve
primeros viernes de mes consecutivos: ¨ellos no morirán en mi desgracia, ni sin
recibir los sacramentos, y sirviéndoles mi Corazón de asilo seguro en aquel
extremo momento¨.
No se crea que después de comulgar
los nueve primeros viernes de mes ya son suficientes para salvarse. Lo que el
Corazón de Jesús ofrece, es que quien haga estos nueve viernes primeros del mes
tendrán gracias especiales para luchar contra el enemigo y poder vivir una vida
cristiana. Indudablemente que el Corazón de Jesús luchará con denuedo por esa
alma.
Las apariciones y promesas que diera Nuestro Señor a Santa
Margarita María de Alacoque, no son un dogma, pero no pueden negarse, por la
sencilla razón que si la canonización de Santa Margarita María, fue una
proclamación del Papa, no podemos ni puede nadie pensar que la Santa hubiera
mentido, pues si esas apariciones y sus mensajes fueran sólo un invento de la
Santa, la Iglesia no podría haberla canonizado.
Cuando canonizan a un Santo,
dan veracidad y confirmación a sus relatos y escritos.
Advirtiendo, que la Santa Sede no procede a una canonización
sin haber hecho un estudio exhaustivo de las obras de los Santos. Las
apariciones a Margarita María de Alacoque, del Sagrado Corazón y, juntamente
sus promesas, no son un dogma pero sí una verdad respaldada por la Santa Madre
Iglesia.
Por tánto, es menester que en ésta vorágine que hará historia,
los católicos realicen sus nueve primeros viernes: hay que confesarse y
comulgar el primer viernes de cada mes. Esta saludable costumbre, por la
fervorosa devoción al Sagrado Corazón de Jesús, podrá salvar, de alguna manera,
a nuestra patria que se hunde, así como desagraviar al Sagrado Corazón de
Jesús.
Todos buscamos una imagen del Sagrado Corazón de Jesús y las
hay muy hermosas, en muchos hogares, a pesar de las miserias humanas no falta
la amante Imagen del Sagrado Corazón de Jesús.
Pero yo los invito a que ya no solamente veneremos una
imagen, sino adoremos al Corazón de carne, que es el Corazón de Cristo. Avivemos
nuestra fe, y cuando vayamos al Sagrario donde está Cristo, el Cristo que vivió
en la tierra y que ahora está a la derecha del Padre, y que en el sagrario
permanece con su Cuerpo con su sangre, con su Alma, y con su Divinidad y al
hablar de su Cuerpo hallaremos su Corazón. Reavivemos nuestra fe, penetremos el
Sagrario, y encontraremos un Corazón vivo, sano, radiante, infinitamente
amoroso y ese es el Corazón de Jesús.
Igualmente, cuando comulguemos, cerremos los ojos, penetremos
nuestro ser y encontraremos que el Corazón de Cristo Dios y Hombre, se une al
Corazón de la Creatura. Vivamos con fervor la sagrada comunión en el Corazón de
Cristo nuestro Señor.
Sor Clotilde.
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