martes, 28 de junio de 2016






CORRIJAMOS EL PECADO, Y DESPUES
PIDAMOS PERDON DE HABERLO
CORREGIDO.

         La Iglesia es una Sociedad Sobrenatural, Espiritual y Visible.
Decimos Sobrenatural, porque la fundó Jesucristo con su Doctrina y Culto para elevar al hombre a una vida sobrenatural.
         Decimos Espiritual, porque se fundó para el hombre, cuya naturaleza es racional. Y es racional porque tiene un alma espiritual, unida a su cuerpo material, formando los dos una sola substancia.
         Decimos Visible, porque necesariamente, el hombre, aunque pueda con la Gracia elevarse a los sobrenatural, todo lo recibe a través de los sentidos y, todos los objetos, la Revelación Divina, los Sacramentos; aunque sean de efecto espiritual y sobrenatural, se conocen y se aplican a través de todos los sentidos, conduciéndolos a la Naturaleza Racional, que se perfecciona con la Vida de la Gracia y se eleva a lo Sobrenatural.
         Esta Iglesia Sobrenatural, Espiritual y Visible y que, fue fundada por Nuestro Señor Jesucristo, tiene como cabeza invisible al mismo Cristo y como Alma que Vitaliza a la Iglesia al Espíritu Santo; sin olvidar la Presencia Regia de la Providencia Divina con que nos cobija el Eterno Padre.
En cambio, nosotros somos el Cuerpo: los ciervos, los redimidos, los que tenemos la obligación amorosa de vivir conforme a las Leyes de Jesucristo. La Iglesia se fundó para que el hombre, habitando en ella, y tomando el dulce manjar de la Revelación Divina, llegara el Cielo.
         Por consiguiente, cada vez que decimos que la Iglesia peca, se piensa en que la Cabeza peca, el que el Alma peca y toda la Corte Celestial peca, cuando el que peca es el hombre y, como dije en el escrito anterior y lo he repetido siempre: los que pecamos somos nosotros, los humanos, el Cuerpo Místico de la Iglesia; pero esos pecados no manchan a la Santa Iglesia, nos manchan a nosotros. Repitiendo nuevamente, que lo que hacemos es deshonrar a la Santa Madre Iglesia.

NOTAS DE LA IGLESIA

         La Iglesia es una, Santa Católica y Apostólica.
         La Iglesia es una en su Fe: Todos los católicos del mundo han de creer en un sólo y único Credo, en una sola y única Doctrina. Y basta con negar una sola verdad de la Fe, para dejar de ser católico.
         Una en su Culto: Todos los católicos admiten un sólo Sacrificio, un mismo Sacerdocio, unos mismos Siete Sacramentos.
         Una en su Gobierno: Todos admiten un sólo maestro y Jefe Supremo: el Papa. Aunque él está mayormente obligado a custodiar, no sólo a creer la Doctrina de Cristo, y jamás tendrá autoridad para cambiarla.
         Efe. IV-5: “Uno el Señor, una la Fe, uno el Bautismo”
         I Cor.X-17: “Dado que uno es el pan, un cuerpo somos los muchos, pues todos participamos del mismo pan”.
         Es Santa, Santo es su fundador: Cristo, “la Verdadera e infinita Santidad”.
Es Santa en su Doctrina, en su Moral y en su Culto: que brinda medios muy eficaces de perfección.
Es Santa en sus Miembros: Porque, aunque heridos por el pecado y la concupiscencia, la finalidad es que se Santifiquen. Aunque, desgraciadamente, muchos escogen el pecado y el error; sin embargo, la Iglesia cuenta con millares y millares de sabios y santos.
         Efe.V-26,27: “Para Santificarla, purificándola con la palabra en el baño del agua, a fin de presentarla delante de sí mismo como Iglesia Gloriosa, sin mancha, ni arruga, ni nada semejante, sino Santa e Inmaculada”.
         I Tesalonicenses V: “Porque ésta es la voluntad de Dios: Vuestra santificación”.
Es Católica o Universal:
Católica por su Misión: Que es extenderse por todo el mundo.
Católica por su Extensión: Porque de hecho se ha extendido por toda la tierra.
Católica por el Número de Adeptos: Porque cuenta con mayor número que otra religión o secta.
Salmo II-8: “Pídeme y te daré en herencia todas las naciones, en posesión tuya los confines de la tierra”.
HechosII-8: “¿Cómo es, pues, que los oímos cada uno en nuestra propia lengua en que hemos nacido?”
Y Cristo es el Rey Universal.
Epístola a los Hebreos XIII-8: “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos”. Por lo mismo, la Iglesia tiene que ser universal.
Malaquías I-11: “Porque desde el oriente del sol, hasta el ocaso;
Es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre.
Incienso y ofrenda pura.
Pues grande es mi nombre entre las naciones.
Dice Yahveh de los ejércitos.
Es Apostólica: Porque viene de los Apóstoles:
Es Apostólica: En razón de su fe, que es la misma Fe de los apóstoles, mantenida con toda pureza.
Es Apostólica: En razón de su jerarquía, porque el Papa y los Obispos son los legítimos sucesores de los Apóstoles y Custodios de la riqueza espiritual y sobrenatural de la Iglesia; por tanto, nada pueden cambiar.
“Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos bautizándolos, en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”: (San Mateo XXVIII-19).
“Recibiréis, potestad, cuando venga sobre vosotros el Espíritu Santo; y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda la Judea y Samaria, y hasta los extremos de la tierra”.

                                          Conclusión.

Toda esta breve enseñanza sobre la esencia de la Iglesia, es para corregir ese gran error que hoy se propaga: “Que la Iglesia ha de pedirle perdón a todo el mundo”. Seremos nosotros, los que formamos el Cuerpo Místico de la Iglesia, los que tenemos que pedir perdón, pues imagínense ustedes al Padre Eterno, al Verbo Divino y al Espíritu Santo pidiendo perdón ¡Qué confusión! y todo por no enseñar claramente lo que es la esencia de la Iglesia.
Pensemos nosotros en las Santísima Trinidad, no sólo disculpándose, sino pidiéndole perdón a los homosexuales. Por fin, ¿Qué hacemos con los anatemas que el A. y N.T. arroja a los sodomitas? No estarán de acuerdo las Tres Personas Divinas y ahora les corresponde retractarse de la Inspiración Divina.
La homosexualidad es un pecado contra natura que brota fundamentalmente de los excesos del gozo sexual, de violaciones desde que son niños, de padres consentidores o padres tiranos; aunque en esta época eso ya no se necesita, basta la gran degeneración de criterio y de conducta, de las altas cúpulas y de toda la asquerosa propaganda sexual, para que el mundo este super corrompido en sus obras y en su criterio.
¡Cómo pedirle perdón a los que ofenden a Dios! ¿De qué les pedimos perdón? ¡Eso es inaudito! ¡Eso es apocalíptico!
Perdón debemos pedirle a Dios de todo lo que lo hemos ofendido, ¡de cómo nos hemos enfrentado a su palabra!, ¡cómo hemos pisoteado su Ley!. Todas las vidas del tiempo y del espacio, no servirían para desagraviar a Dios, de cuanto le hemos ofendido.
Las autoridades mundiales rompieron con Dios, y los efectos son los que vemos: desorden, anarquía, impunidad, injusticias, fraudes, horrendos crímenes, desaparición de la familia, rebelión y descaro de la mujer: un mundo irreconocible. Pero todos contentos y, ahora hay que pedirle perdón a los que rompen con la Ley Divina. Y quienes lo proponen que lo pidan, pero no en nombre de la Iglesia.
Católicos, acojámonos a la Barca de la Iglesia, es nuestra verdadera Patria; pero salvemos con valentía la Doctrina de Nuestro Jesucristo, de Ayer, de Hoy y de Siempre.


                                             SOR CLOTILDE






                                                

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