sábado, 20 de mayo de 2017

Casti Connubii "Sumisión a la Iglesia y Falsa autonomía"





EL MATRIMONIO CRISTIANO.
CASTI CONNUBII
Pío XI, 31 de diciembre de 1930.
 








SUMISIÓN A LA IGLESIA.

109. – Por lo cual, a fin de que ninguna ficción ni corrupción de dicha ley divina, sino el verdadero y genuino ilumine el entendimiento de los hombres y dirija sus costumbres, es menester que se junte con la devoción hacia Dios y el deseo de servirle una humilde y filial obediencia para con la Iglesia. Cristo Nuestro Señor constituyó a la Iglesia maestra de la verdad, incluso en lo que se refiere al orden y gobierno de las costumbres, aun cuando muchas de ellas estén al alcance del entendimiento humano. Porque así como Dios, vino en auxilio de la razón humana por medio de la revelación a fin de que el hombre, “aun en la actual condición en que se encuentra, pueda conocer fácilmente con plena certidumbre y sin mezcla de error alguno” las mismas verdades naturales que tienen por objeto la religión y las costumbres, así y para idéntico fin, constituyó a su Iglesia depositaria y maestra de todas las verdades religiosas y morales, por tanto, obedezcan los fieles y rindan su  inteligencia y voluntad a la Iglesia, si quieren que su entendimiento se vea inmune del error y libres de corrupción sus costumbres; obediencia que se ha de extender, para gozar plenamente del auxilio tan liberalmente ofrecido por Dios, no sólo a las definiciones solemnes de la Iglesia, sino también en la debida proporción, a las Constituciones y Decretos que reprueban y condenan algunas opiniones como peligrosas y perversas.


FALSA AUTONOMÍA DE LA RAZÓN.

110. – Tengan, por tanto, cuidado los fieles cristianos de no caer en una exagerada independencia de su propio juicio y en una falsa “autonomía” de la razón, incluso en estas cuestiones que hoy se agitan acerca del matrimonio. Es muy impropio de todo verdadero cristiano confiar con tanta osadía en el poder de su inteligencia que únicamente preste asentimiento a lo que conoce por razones internas; creer que la Iglesia, desconoce por razones internas; creer que la Iglesia, destinada por Dios para enseñar y regir a todos los pueblos, no está bien enterada de las condiciones y cosas actuales, o limitan su consentimiento y obediencia a las definiciones que arriba llamamos solemnes, como si las restantes decisiones de aquella pudieran ser falsas o no ofrecer motivos suficientes de verdad y honestidad. Por el contrario, es propio de todo verdadero discípulo de Jesucristo, sea sabio o ignorantes, dejarse gobernar y conducir en todo lo que se refiere a la fe y a las costumbres por la Santa Madre Iglesia, por su supremo Pasto el romano Pontífice, a quien rige el mismo Jesucristo Señor Nuestro.



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