sábado, 9 de septiembre de 2017

La Santa Misa: Los Fines de la Misa"




LA SANTA MISA

LOS FINES DE LA MISA.


 

 Es urgente y necesario que, quienes se interesen por la “La Mística de la Misa”, no olviden lo que es el Ser y la Esencia de la Santa Misa y que, la Misa, entiendan, no sólo es un Sacrificio en alabanza a Dios; sino el mejor y más grande de los Sacrificios, para que no confundamos la Misa con sus fines, frutos…; ya que hace unos días escuchaba a un fervoroso ministro de Dios, que la Misa es una cita con el hermano, una cita con el amigo… No es lo mismo que la Misa es el momento en el que se consuma el Sacrificio. ¿Qué voy a hacer, cuando me dirijo a unirme con el Sacerdote para contemplar la Santa Misa? Igualmente los fines de la Misa, son las intenciones de parte del que participa en el Sacrificio, para cumplir las condiciones que Dios ha dado.

LOS FINES SON LOS SIGUIENTES
1.   Latréutico; 2.- Expiatorio; 3.- Eucarístico; 4.- Impetratorio:

1.   Latréutico. – El fin que lleva en sí la Santa Misa y que es imprescindible es la Adoración, Gloria Gratitud y Reconocimiento al Todopoderoso; ya que es el Sacrificio que puede satisfacer al Padre Eterno, pues ofreciendo el Sacrificio, Jesús, a través del Sacerdote, que es su mismo Hijo quien en nombre de la Iglesia Militante, Purgante y Triunfante le reconoce y adora como su Dios.

“La Iglesia por medio del Cuerpo y la Sangre de Jesucristo ofrece Sacrificio de Alabanza” dice San Agustín. Y agrega San Lorenzo Justiniano: “Es cierto que Dios no puede recibir alabanza mayor que la que recibe en la Misa instituida por el Salvador a este fin”, a lo que agrega Molina: “En la Misa el Hijo de Dios ofrece a su Padre, y le tributa toda la honra, toda la Gloria que le tributaba en la tierra.”

     Así y, solamente así, es como se glorifica al Padre de una manera digna de Él y por eso recibe Dios más honor en una sola Misa, que el que le puedan procurar todos los Ángeles y Santos.

     Santa Brígida vió como los Santos y los Ángeles tomaban parte en las alabanzas tributadas por Jesucristo durante la Misa: “Un día que Santa Brígida, asistía al Santo Sacrificio del Altar; parecióle, en el momento de la Consagración, que el sol, la luna, las estrellas, los planetas, todos los cielos y sus moradores cantaban las melodías más dulces y embriagadoras.

     Mezclabansé con ellos una multitud de cantores celestiales cuyos acentos demasiado sublimes para que se puedan explicar y comparar. Los coros de Ángeles contemplaban al Sacerdote y ante él se inclinaban con el más profundo respeto, a la par que huían los demonios poseídos de espanto. Tan pronto como el Sacerdote pronunció sobre la Hostia las palabras de la Consagración, divisé un pequeño cordero que tenía el rostro de Jesús y fue reverenciado y adorado por la multitud de Ángeles.

     Un número infinito de almas de bienaventurados alababan también con los Ángeles al Altísimo y Cordero Inmaculado.”

     Almas piadosas, meditemos y, en nuestras reflexiones, habremos de descubrir que la Santa Misa nos hace vivir un ambiente sobrenatural que nada tiene que ver con el mundo.

2.   Expiatorio. – Pedirle a Dios perdón por nuestros pecados. ¡Qué misericordia de parte de Dios, por medio de Cristo, Víctima Divina, quien realiza nuevamente su Pasión! Veamos la necesidad de pedirle a Dios tenga Misericordia de nosotros a través de Jesucristo, quien ofrece el Sacrificio por todos nosotros, aprovechemos esa Gracia y arrepintámonos de nuestras miserias expresándole a Dios que nos pesa de haberle ofendido por Ser Nuestro Creador, Redentor y Santificador.

“Si alguno hubiese cometido pecado haga penitencia por él que ofrezca de los rebaños una cordera o una cabra, y el Sacerdote hará oración por dicha persona y por dicho pecado.”

Sí el Antiguo Testamento tenía sus propios Sacrificios, no podía faltarle a la Iglesia el Sacrificio Redentor.

Este sacrificio Expiatorio evidentemente es el de la Cruz, por el cual se reconcilio el mundo con la Justicia Divina. Pero para que esta reconciliación nos fuese ofrecida cada día, hasta la consumación de los tiempos, instituyó Jesucristo el Sacrificio de la Misa.

Marchat se expresa en estos términos: “Sobre Nuestro Señor Jesucristo que cargó con los pecados del mundo para limpiarlos con su sangre descarguemos nuestras faltas personales como sobre una víctima llevada a la inmolación para que los expié por nosotros.

Santiago en su liturgia exclama: “Ofrecemosté oh Señor, este Sacrificio incruento por los pecados, cometidos por ignorancia: cometemos en efecto muchos pecados de los que no nos damos cuenta somos reos.”
Habla nuevamente Marchant, y no de otro modo se expresa el Papa Alejandro I, San Cirilo y San Ambrosio: “Por medio de la oblación del Santo sacrificio, el Señor se reconcilia con nosotros y perdona la multitud de nuestros pecados que ofrecemos a Jesucristo Cordero de Dios inmolado por nuestros pecados a fin de mover al Señor a que tenga misericordia de nosotros. Jesucristo ofreciéndose como Sacerdote para que Dios perdone nuestros pecados.”

“El Sacrificio de la Misa es realmente un Sacrificio propiciatorio mediante el cual sí nos dirigimos a Dios con corazón recto y fe sincera, con temor y respeto, contritos y arrepentidos, alcanzaremos misericordia y recibiremos los auxilios de que tenemos necesidad.”

“Asistid a la Santa Misa, oídla, hacerla celebrar para estas ovejas descarriadas y llegara la hora del triunfo, de la gracia, tanto más pronto cuanto mayor sea vuestra confianza.”

Pero advirtamos que los pecados mortales cualquiera falta grave hay que recurrir al Sacramento de la penitencia. En el confesionario, el mismo Cristo da el perdón, la pena y en la Santa Misa, donde pedimos perdón de todos los pecados Dios nos abraza, nos comprende, nos consuela, nos fortalece, nos hace mejores, pero eso no implica que dejemos la confesión.
  
Sor Clotilde.
  




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