LA
SANTA MISA
LOS FINES DE LA MISA.
LOS FINES SON LOS SIGUIENTES
1.
Latréutico; 2.- Expiatorio; 3.- Eucarístico; 4.-
Impetratorio:
CONTINUACIÓN
3.- Eucarístico. – Acción de Gracias, sí fuéramos justos tendríamos que darle
Gracias a Dios, primero de la vida, pues la vida es un don en el que tenemos
derecho a recibir otros dones aún naturales. Sin la vida nos perdemos en la
nada, con la vida, la Gracia de Dios; de la nada a la plenitud del Lumen Dei,
pasando por este valle y gozando en Cristo por Cristo y con Cristo de toda la
belleza de la creación, de sus beneficios de nuestros logros, de nuestros
sufrimientos; pues como dice San Pablo: “Para el que ama a Dios todo se
convierte en bien”.
“Hagamos Gracias al Señor Nuestro Dios. Verdaderamente cosa
justa y razonable es equitativo y saludable haceros Gracia y doquiera, Señor
Santo, Padre Todopoderoso Dios Eterno.”
“Las Gracias, dice Santo Tomás de Aquino, deben darse a su Autor
por medio de la gratitud, reconocimiento y por el mismo conducto por donde
baja.”
Por eso San Pablo escribía a los fieles de Corinto
“Continuamente estoy dando Gracias a Dios por vosotros, por la Gracia de Dios,
que se os ha dado por Jesucristo: porque por Él habéis sido enriquecidos con
toda suerte de bienes espirituales, con todo lo que pertenece a los dones de la
palabra y la ciencia, de manera que nada os falte de Gracia ninguna.”
“Mirad que tierno amor hacia nosotros ha tenido el Padre,
queriendo que nos llamemos hijos de Dios y lo seamos en efecto”, escribe el discípulo
muy amado, y San Pablo “Y siendo hijos, somos también herederos; herederos con
Dios y coherederos con Jesucristo”.
Piensa, pues católico cuanto debemos a Dios, pero, sobre
todo el haber instituido la Misa y que, sin ella, no tendríamos medio para dar
dignamente Gracias a Dios.
4.- Impetratorio. – Para pedirle Gracias tengamos siempre presente que,
“Maldito del hombre, que confía en otro hombre”, y haciendo uso de todos los
medios y personas que Dios nos señale en el camino hagámoslo fundamentados en
el abandono en Dios para pedirle y rogarle por todas nuestras necesidades. Sí
tuviéramos presentes estos fines, no nos alcanzaría la presencia en el
Sacrificio infinito para ser irreverentes y perder el tiempo en gritos y
aplausos. Digo nuevamente, lo que dije al iniciar estos pensamientos sobre la
Santa Misa: “La Misa nos conduce de la mano a una alta contemplación del Dios
Amado".
“Los Sacrificios en las Sinagogas sólo podían ser ofrecidos
con una sola intención y con un rito particular, pero la Iglesia, aunque no
tenga más que un solo Sacrificio, lo ofrece con intenciones diversas en todas
circunstancias y obtienen más Gracia que los judíos con sus múltiples ofrendas".
Los Doctores de la Iglesia están acordes en proclamar el
poder de la Misa como Sacrificio Impetratorio: “Es sumamente eficaz, dice uno
de ellos, a causa del valor de la Víctima y de la dignidad del Sumo Sacerdote
que sacrifica. No hay Gracia ni don que no pueda obtenerse por ella. Poco
importa que sean miles o dos los que pidan, todos recibirán según la medida de
su petición: Porque siendo Jesús el principal sacrificador, su ofrenda es
infinitamente agradable al Padre. Son, además, inagotables los méritos que le
son presentados".
La Pasión, la Sangre, las Llagas de Jesús, tienen un valor
infinito en el testamento de su corazón. Las últimas palabras que pronuncio
después de la Cena, dijo Nuestro Buen Maestro: “En verdad os digo cuanto pidáis
al Padre en mi nombre, os lo concederé.”
Por la ofrenda del Santo Sacrificio damos más de lo que
podemos pedir en la Santa Misa, no oramos sólo; con nosotros y por nosotros,
oran el Sacerdote, los Ángeles y el mismo Jesucristo.
Pidamos con fervor y abundancia en la Santa Misa. La Santa
Misa es el centro infinitamente superior, de la Santa Liturgia, nada es
comparable con el culto que se dé a Dios en el Santo Sacrificio de la Cruz.
Sor Clotilde.
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