lunes, 6 de octubre de 2014

Algo sobre la educación sexual (cont.)

III- CÓMO HA DE IMPARTIRSE LA EDUCACIÓN SEXUAL.

A) Específica y directa. - aquí ya no se concreta el educador a informar la mente de conceptos, ni a presentar dibujos o láminas; ahora hay que aplicar:

1.- primero a la generalidad de la humanidad.
2.- a la persona interesada. Es el momento de conducir, de convencer, de la necesidad de llevar una vida sexual no prematura, centrada, ordenada y condicionada, así como de comprender las ventajas psíquicas, psicológicas, somáticas, sociales y económicas que se obtienen con la sobriedad sexual. En una palabra, en conseguir la felicidad presente y la eterna, así como evitar los grandes peligros del desenfreno sexual para sí y para la sociedad.

Esta información va incluida en la instrucción, sobre todo de los adolescentes y de los jóvenes.

Si realmente somos maestros, ya no haciendo elogios a la moral sino examinando al sujeto en sí, reflexionemos: ¿quién de los lectores podría negar que en esencia los seres de hace dos siglos son iguales a los de hoy? ¿Qué pedagogo o psicólogo, profundo conocedor de su materia, podría aseverar, sin quedar en ridículo, que los niños, adolescentes y jóvenes de hoy no son en la esencia de su ser, los de ayer? Lo que ha cambiado son las circunstancias, sin embargo, hoy, bajo el pretexto de que todo ha cambiado son los mismos adultos quienes de una u otra manera fomentan la relajación de principios morales diciendo "que hoy no es como antaño".

Si los niños, si los adolescentes se destorrentan a esa edad están ya deformando su personalidad presente y futura y de no ponerles un dique frustrarán su vida y en ella su capacidad volitiva, intelectual, afectiva y así caerán en caóticas degeneraciones. El joven que ha llegado a una edad propicia, sea hombre o mujer, tendrá que esperarse al matrimonio y sujetarse a él.

Decíamos que el hombre en su esencia, en su ser, es el mismo; por lo tanto las leyes divinas y naturales siguen en vigencia: Dios que nunca se equivoca no tiene por qué cambiar las leyes cuando al hombre no lo ha cambiado, lo que fue pecado ayer lo será hasta el fin del mundo.

Es posible, y más bien seguro, que de estos conceptos habrán de reírse, pues ya le han abierto a la presa todas las compuertas, y no será fácil detener la inundación; yo, en cambio no me río, ni me burlo; me duelo y compadezco de la humanidad que cayó, y contemplo sus rostros plenos de amargura, su personalidad deformada, su capacidad anulada y su alma sumergida en el vacío y la soledad. ¿Dónde estás hoy, verdadera alegría, si todo el frágil entusiasmo humano se ha empleado en la vanidad, el sexo y el dinero? Se acabó la capacidad de volcar ese amor universal que abraza a todos nuestros hermanos, para objetar que el sexo es el amor y que se aman...

¡Nada tan contrario al verdadero amor como el desenfreno sexual!


B.- General e indirecta.- Esto es lo más efectivo en la educación del hombre y, del mismo modo, en la educación sexual.

Deben los padres de familia modelar el ser del hombre teniendo como base y fundamento los principios cristianos, no inclinándolos a una vida de convencionalismos hipócritas que hacen del cristianismo una farsa y del cristiano un hombre con máscara; sino un cristianismo de conocimientos, convicciones y de prácticas.

Esto ha de empezar no en la gestación; sino mucho antes: en la formación de los mismos padres. Si durante la gestación la madre se llena de pensamientos puros amorosos y de piedad y los trasmite a la vida que lleva en su seno, está educando, porque en ese maravilloso misterio de la vida, como en todo, la madre juega el papel preponderante, sin que, de ninguna manera, el padre quede sin responsabilidades.

Cuando el niño ha surgido a la vida ha de llenársele de amor y de cuidados. Con el amor, el cuidado e interés, ha de ir la disciplina, aunque suave y dulce, pero debe empezar a aplicarse. Ya lo capta y explica preciosamente en sus "Confesiones" el gran San Agustín.


En el curso de la vida, sobre todo en las etapas preliminares, deben enseñarse a los hijos cómo sentarse, cómo estar de pie, el recto uso del lenguaje, los movimientos al caminar, la mímica, la gesticulación, el uso de todos los objetos que le rodean, el modo de desvestirse, la forma de comer... esto que parece exagerado y ridículo tiene profunda trascendencia en la conducta del hombre y, sobre todo en su proceder sexual, y si no, ¿qué dan a entender los jóvenes de hoy con sus posturas y movimientos, sus expresiones mímicas y verbales tan corrientes como procaces?

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