Padre Jerónimo Ripalda.
Después de la sabia exposición de Santo
Tomás iluminada por la palabra de Dios a través de la Sagrada Escritura,
exponemos el pensamiento del Padre Jerónimo Ripalda, explicado por el R. P.
LuisVega S. J.
"En oír una detracción hay falta
si se oye sin buenos fines, esto es: si por estar oyendo la fuerza al detractor
para que siga murmurando, ya lo alabe, ya lo anime, quien eso hace se convierte
en reo de injusticia y escándalo. San Agustín para impedir la murmuración ponía
estos versos en su comedor:
Ninguno del ausente diga males
Si alguien en esto osare desmandarse,
Procure de la mesa levantarse.
"Los detractores son dignos de
muerte, como también los que los aprueban" (Rom. 1, 30, 32). "El detractor
y el que oye, tienen el demonio en sí mismos: uno en la boca y el otro en los oídos"
(San Bernardo).
Si se escucha por gozarse peca contra
la caridad.
Gravedad de la detracción: Depende en general
del daño causado a la fama del prójimo: Quitar la fama es pecado grave, porque
entre las cosas temporales se tiene la fama como la más estimable pues
"mejor es el buen nombre que muchas riquezas" (Prov. XXII, 1).
El carecer de la fama impide al hombre
hacer muchas cosas. La detracción, ya sea que intente quitar la fama o no, de
hecho la quita: luego es pecado grave de su naturaleza. El pecado de detracción
se puede cometer también con los muertos.
FAMA
Fama es la estima que hay, mas o menos divulgada,
de alguna excelencia de alguna persona.
Estima es el conocimiento de la buena cualidad
y comprende: las virtudes, después todo aquello que se considera como
perfección del hombre, como es la sabiduría, hermosura, nobleza, riqueza.
Difama pues, quien hace se pierda esa
estima a la persona, aunque sólo fuere ante otra persona.
Todos tienen derecho a la buena fama,
por lo menos a no ser despreciados, porque la fama es necesaria al individuo.
La fama es necesaria para la prosperidad de la sociedad, pues la difamación es causa
de disturbios, odios, efusión de sangre. La difamación puede ser causa de que
los más útiles a la sociedad sean arrinconados. El derecho a la buena fama es
injusto quitarla.
"No queráis, hermanos, hablar mal los
unos de los otros", (Jac. IV, 11). "Los detractores y calumniadores
son dignos de la muerte eterna" (Rom. I,30, 32).
Los detractores y calumniadores pecan
contra la caridad puesto que hacen un acto de odio o disgusto contra su
prójimo, lo expone al desprecio y ridículo de los demás, le causa pena a la
víctima si llega a saberlo.
Peca contra la justicia, quitando la
fama ante los demás, lo expone a perdidas temporales, pérdida Estima es el
conocimiento de la buena de la reputación ...
Equivale a un triple asesinato: el del
alma del detractor o calumniador porque peca; el del alma del que escucha,
porque también peca y el de la vida civil privándolo de la buena fama.
La detracción y la calumnia son fuente de otros
muchos males: odios y venganzas, de sospechas y malas inteligencias, de
pérdidas temporales.
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