Falso
Testimonio
Contiene una triple culpabilidad: De
mentira testificando contra la verdad; de perjurio quebrantando el juramento de
decir verdad; por esto siempre es pecado grave; de injusticia por el daño que
causa al acusado por lo menos en su reputación.
Contiene una triple ofensa, ultraje a
Dios a cuya presencia deshonra poniéndolo por testigo de lo falso; engaña al
juez o testigo, al acusado le arruina la vida y a la sociedad la engaña injustamente.
Lo esencial del falso testimonio es
testificar con mentira. La injusticia al individuo y a la sociedad siempre la
hay.
Por todo esto es especialmente odiado
por Dios: "un calumniador testimonial no quedará sin castigo" (Prov.
XIX). "El que levanta falso testimonio perecerá" (Prov. XXI, 28)
"No tendrás ninguna compasión del falso testimoniador; le quitarás alma por
alma, ojo por ojo, diente por diente" (Deut. XIX, 18).
Las leyes humanas han castigado siempre
con severidad el falso testimonio
EJEMPLOS:
SECRETO
El Secreto de Wilkins. -
Wilkins, caballero Inglés que cayó en desgracia del Rey, fue desterrado a la
isla de Jersey. Desamparado y sin amigos se consumía de tristeza. Antes de
marchar al destierro había confiado la educación de su hijo único a uno de sus
amigos, y la muerte de este le determino a volver secretamente a Londres, a fin
de arreglar sus negocios, recoger sus fondos y retirarse con su hijo. Lord
Tharley le ofreció su casa; y Wilkins, disfrazado, se hospedó allí; redondeó
sus asuntos y dispuso su partida para el día siguiente. Se felicitaba del buen éxito,
cuando entre en la casa el joven Cercey, quien al ver a Wilkins, luego lo
reconoció. Este confiesa que se halla de incógnito en Londres, a donde ha venido
con el objeto de recoger los restos de su fortuna. Le recomienda el secreto y
el duque de Cercey le da su palabra de guardarlo. Luego que Cercey sale de la
casa, encuentra a uno de sus amigos a quien le cuenta todo.
RESTRICCIÓN MENTAL
Huida de S. Atanasio. Este santo era
muy perseguido por los Arrianos. Una vez iba huyendo de los que lo perseguían
navegando por un río. Habiendo llegado a cierto paraje del río, dio orden al piloto
para que se volviese y saliese al encuentro de los perseguidores. Al acercarse
a ellos, éstos preguntaron si habían visto al Obispo Atanasio. A lo cual
respondió el mismo Atanasio: hace poco tiempo él pasó precisamente por este
mismo sitio yendo río abajo. Lo que era verdad. Así se salvó de los que lo perseguían.
SOSPECHA TEMERARIA
Luis el Severo.- Hacia el año 1255,
estando este duque de Bavaria en una de las provincias del Rhin, recibió por
equivocación una carta de su esposa dirigida a uno de los oficiales. Como la
carta contenía alguna muestra de aprecio, el duque supuso que su esposa le
había traicionado. Unos sombríos celos se apoderaron de su corazón. Se apresuró
a volverse a su casa, al entrar en su castillo lleno de ira mató a una persona.
Después mandó encarcelar a su mujer, y al día siguiente, sin tener en cuenta la
justicia, la mandó decapitar. El miserable llegó después a enterarse de que su
esposa era inocente, pero era ya tarde. Se afligió tanto que una noche se le
puso toda la cabeza blanca.
JUICIO TEMERARIO
El platero y su aprendiz. Un platero
tenía un aprendiz, muchacho honrado y activo. Cierta vez descubrió el amo unas
gemas en una pequeña hendidura de la ventana del muchacho. Lo tuvo por ladrón y
lo echó de su casa, a pesar de los lloros y protestas del muchacho. Andando el
tiempo, otras gemas fueron encontradas en la misma ventana. Indagaron la causa
de eso y llegaron a ver que una urraca había llevado esas gemas a la ventana,
pues solía ir el pájaro al muchacho que la estaba amansando. Quedó muy apenado
el platero, pero ya era tarde. La sospecha es como el veneno que hiere al malo,
pero también al bueno.
MURMURACIÓN
El Prior y los Solitarios. Este era un
santo severo consigo mismo y muy caritativo con los demás. Un día que se halló
presente a una asamblea de solitarios del desierto, después de tratar de varias
materias de piedad, algunos de los monjes empezaron a hablar de ciertas faltas
graves de un hermano ausente. El prior al principio guardó silencio; pero
viendo que ellos continuaban esa plática dejó la asamblea. Ya afuera cogió un
saco y lo llenó de arena y luego una canasta donde echó poca arena. Se echó el
saco a la espalda y con la canasta en la mano entró de nuevo en la asamblea, que
admirada al verlo en esas fachas le preguntó que significaba aquello. - Ay,
dijo suspirando, este saco de arena representa mis innumerables pecados y
faltas; pero tengo cuidado de echármelo a la espalda para no verlos; y este
canasto que contiene poca arena; representa los pecados de los demás, que tengo
delante de los ojos para juzgarlos y condenarlos. Estas palabras tan ingeniosas
y verdaderas, movieron a los solitarios y no volvieron a hablar de las faltas
ajenas.
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