¿LIBERTAD, LIBERACIÓN O
LIBERTINAJE?
Por Sor Clotilde García EspejeL
I
Libertad... ¡Palabra mágica en
cuya acción radica el éxito, o el fracaso; la grandeza o la mediocridad! ¡Cuántos heroísmos, cuántas bondades y cuántas
infamias y crímenes se comenten, en nombre de la Libertad!
De todas las creaturas sacadas de
la nada por Dios, las que alcanzan más perfección y más bellas lucen, son los
ángeles y los hombres, y de lo más sublime que le fue dado al hombre, es su libertad.
El hombre, Creatura Racional, que
encierra en sí grandes dones: es capaz de pensar, de amar, de elegir. La capacidad
del hombre de conocer, abstraer y escoger la posee su entendimiento; concediéndole
así la dicha de saborear las verdades y sobre todo, la Verdad. La Voluntad, otra
facultad del ser humano que camina en busca de todo bien hasta llegar a su
posesión, pero más aún, del BIEN eterno, el Bien de los Bienes: Dios. Y es en
la voluntad donde hallamos la propiedad de elegir y a cuya capacidad llamamos
Libertad.
¡La Libertad, que puede damos
desde las más pequeñas, hasta las más bellas y ,sublimes satisfacciones , así
como la consecución de la felicidad terrena y luego eterna; y, también la más atroz
desgracia e infelicidad en esta vida,
para después hundimos en el Infierno!.
¿QUE ES LA LIBERTAD?
La Libertad, amoroso y generoso
don de Dios es una propiedad de la voluntad con la cual, elegimos lo que
nosotros queremos, sin que nadie deba forzar esa elección. "La Libertad se
funda en el dinamismo fundamental que la orienta hacia el Bien Supremo".
Dios nos ha dado ese regalo, y
con el nos haremos reos de castigo o dignos de premio.
Pero toca al hombre educar esa
Libertad. Aunque es verdad que la Libertad es una propiedad de la Voluntad. No
olvidemos que la voluntad es la fuerza, pero no la luz, y que la luz es el entendimiento:
"El acto Libre consiste, pues, en un cierto dominio del juicio",
"Un acto de juicio querido o un acto de querer juzgado" (Padre
Sertillanges). La voluntad sigue al entendimiento; no le precede. (Santo Tomás).
Por consiguiente, hay que educar el entendimiento formándolo en el recto juicio
de la Vida; hay que irle forjando con ideas claras, conceptos certeros, para, que
sea luz, luz radiante y no reflejo o espejismo de la luz. Si él guía a la
voluntad para que ésta determine, hemos de presentar la realidad, para que la elección
no sufra desvíos, equivocaciones. En nuestros presentes tiempos tan llenos de
error y oscuridad, empieza el fracaso en la elección, en esa falta de criterio,
de identificación con la verdad, y aun queriendo el hombre elegir lo mejor, la
concepción errada del entendimiento le entrega la mentira, la falsedad por el
bien.
Estructurado el entendimiento en
la verdad, por la Verdad y con la Verdad, ha de suponerse una voluntad firme,
fuerte, que busque y encuentre el Verdadero Bien. La sensualidad de nuestros
tiempos, la molicie y la susceptibilidad inducen a la libertad a escoger, no el
sólido bien, no lo superior, sino lo inferior; o bien, la substitución de un
aparente bien por el verdadero.
Igualmente, hay que educar al
hombre en su libertad, hay que enseñarlo no a saberse y considerarse libre;
sino, sobre todo, a ser libre, cuando los pequeños empiezan a querer caminar
sus padres los van enseñando y conduciendo: primero los detienen, luego los dejan
solos... pero los cuidan muy de cerca.
Y cuando los dejan totalmente, es
cuando comprenden que además de poseer fuerza en las extremidades, tienen el juicio
suficiente para no llegar por donde puedan tropezar y caer. De esta manera hay
que educar en el hombre la Libertad de modo que tal educación no raye en la
absorción, consentimiento o descuido y libertinaje.
Puede decirse que un hombre es perfectamente
libre, en el amplio concepto, cuando su elección ha de conducirlo al crecimiento
humano, a la felicidad y no a la desgracia, consiguiendo la armonía, el
equilibrio de su ser, y de las relaciones de su ser con los otros seres .
Aquel que pasa cerca de una
cantina y elige no entrar porque sabe que daña su salud, desequilibra su ser y
se desvía de la eternidad, es verdaderamente libre; igualmente el que, rodeado
de dinero ajeno, sabe respetarlo y no se mancha tomando lo que no es suyo, pues
conoce hasta las últimas consecuencias; el que elige la verdad y no la mentira,
lo difícil y no lo fácil; su alma antes que su cuerpo; el bien del prójimo
antes que el suyo y a Dios antes que todas las cosas, ese sabe elegir, ese sabe
ser libre porque conoce y vive la jerarquía de valores.
Advertimos que el acto, la acción
que el hombre realiza con conocimiento y libre voluntad, es libre y de una
libertad perfecta; ya que lo ejecuta con conocimiento y voluntad; sin embargo
el acto efectuado libremente, pero sin rectitud y que no conduce a la
perfección y no realiza la finalidad de la libertad, -que no consiste únicamente
en elegir, sino en saber elegir - ese es un acto libre pero imperfecto que trastorna
a la libertad. Cuando el hombre con su libertad hace no lo que debe, sino lo
que quiere, rompe su propia armonía, su equilibrio, y se desvía de su
finalidad, que es encontrarse con la verdad; abrazarse con el Bien,
glorificando a Dios, siendo feliz alcanzando la felicidad eterna.
Cuando el hombre, invocando a la
libertad, por propia voluntad, se sumerge en los peores pecados, vicios,
delitos y ha degenerado su libertad, la ha corrompido, y lógicamente puede llamársele
a él degenerado y corrompido. –A eso llamamos libertinaje el cual tiene varios grados-.
Hay otros defectos que no la
degeneran plenamente, pero sí la debilitan; y como siempre, es el ser humano el
que queda débil, no con una debilidad física, sino con algo verdaderamente
triste, una debilidad moral.
Y, ¡algo increíble!: el hombre
llega libremente a perder, porque queda esclavo de sus propias pasiones y se
destruye psicológicamente con el mal uso de su libertad y esto es lo último que
el
hombre hace.
"La Libertad humana, incluso
en las condiciones normales de su ejercicio, es, pues, una libertad limitada y
frágil; es este el signo de su encarnación, por esto no podría haber nada más
peligroso y más falso a la vez, que la idea de una libertad desencarnada,
ignorante de sus límites y de las fuerzas impersonales que colaboran con ella
en la posesión del acto humano". (R Simón)
Cuanto más se desvía el hombre de
su Fin en el uso de la Libertad, más esclavo es de sus vicios y de sus
pasiones. Aquel que elige el cigarro, siempre será esclavo del mismo; va a necesitado
con urgencia, va a depender de él; al principio fue libre su
elección, pero poco a poco se habrá convertido más en una dependencia, que en
una libre elección; y (a pesar de los daños que sabe habrá de reportarle) ya no
puede prescindir del aparente y pasajero bienestar que da a los sentidos.
¿Y qué diremos del doloroso y
trágico vicio del alcohol? Meditemos y preguntemos: ¿Serán libres o esclavos aquellos
que dependen del alcohol? Y, ¿las drogas? ¡Las drogas!... ¿Podrá ser libre,
aquel pobre ser que, perdida su fuerza, depende de algo no vivo y, además,
dañino?
Y si hablamos de pasiones y
pecados, tendremos que concluir que, o las definimos y vencemos, o nos
convertiremos en sus esclavos. La lujuria, la gula, la envidia, etc., ciegan, confunden,
limitan, trastornan al hombre y, con él, a su libertad.
Cuando el hombre es sometido por
miedo o dolor a realizar un acto, no es un acto libre; así: cuando los pecados,
las pasiones ciegan al hombre; y lo someten, ya no es libre, al principio
eligió, después se hizo esclavo, ha vendido su libertad a bajo precio. Sabemos
que los sentidos son inferiores a las facultades, y la libertad es una
propiedad de la voluntad y la voluntad es una de las facultades del ser humano;
por lo mismo, cuando los sentidos dando rienda suelta a las pasiones han
sometido a la voluntad que busca el bien, para vivir relajadamente, concluimos
que la libertad ha quedado sujeta y que la materia está dominando al espíritu,
los sentidos están aprisionando a lo superior.
El hombre es esencialmente
racional, intelectual, lo es del mismo modo, libre y su libertad estará, a
veces en potencia, muchas en acto; decimos en potencia al existir de la
libertad en el hombre y llamámosle en acto cuando se ejerce la libertad.
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