LA RIQUEZA DEL SUFRIMIENTO
“Meditemos en la Pasión de Jesús porque es el medio más
eficaz para convertir las almas más obstinadas, para extirpar los vicios destruir
la maldad y plantar la Verdadera Santidad y caminar hacia la vida y la
resurrección. Es una mina riquísima de toda virtud y de todo bien” (Pablo de la
Cruz al Sacerdote Conté Garagni).
Para lograr el Ser de verdaderos cristianos, no basta el
Bautismo y la Confirmación; sino hemos de imitar a Nuestro Señor Jesucristo en
el tomar de la Cruz hasta llegar al cielo.
Es necesario el dolor, sea físico, moral o espiritual para
alcanzar a Cristo. Es menester sufrir para logar el enriquecimiento de todo el
Ser. El que sufre con sabiduría: madura, crece, conoce la paz…
Tomemos en cuenta: que, sí el alma busca realmente a Dios,
le ama y quiere servirle, tendrá que encontrarse con Cristo Dios y Hombre
Verdadero y aprender de Él que, para ser perfecto y agradar al Padre Eterno, es
necesaria la Cruz. Las almas buenas que buscan al Dios Trinitario y permanecen a
los pies de la Cruz, son almas alimentadas en la renuncia y en la entrega a
Dios y a su prójimo.
En la actualidad el hombre no sólo busca huir del
sufrimiento, porque insensatamente dice que nació para ser feliz. No. Nació para
dar Gloria a Dios y, en consecuencia, conocer la verdadera felicidad. Pues el
Ser humano define la felicidad de formas diferentes, que nada tienen que ver
con la auténtica felicidad. El placer, el vicio, el libertinaje, el exceso de
dinero, los apegos a la tierra y otras cosas más, constituyen falsamente su
felicidad; aunque día a día después del placer y el gozo vayan quedando vacíos.
Es tal el ansia de la felicidad y el rechazo al sufrimiento,
que corre hacia las supersticiosas limpias, hacia los falsos carismas, entre ellos
a la imposición de manos. A la engañosa y falsa ruptura de su vida, de su
generación con las generaciones antiguas. Recurre a la brujería con todos sus
amuletos y, peor aún, a todas las costumbres, ideas y ritos de la demoniaca Nueva
Era etc., El caso es huir del Sufrimiento.
¡Qué equivocado está el mundo! Nada puede conseguir sin la
Oración y la Gracia. El dolor es oro molido: enriquece al hombre, lo humaniza,
le permite penetrar al fondo de la miseria espiritual y el dolor de su prójimo y
lo hace trascender hacia la unión con Cristo y su Iglesia viviendo la Inhabitación
Trinitaria.
Veamos los ejemplos de estos grandes hombres: Luis
Veuillot, de un Ozanam o de Pereyve ante la voluntad de Dios, que frustra para
nuestro bien, nuestros mejores deseos.
Considerando que para Dios sólo hay un fin, salvar nuestras
almas, recobrarlas para Él.
Veuillot con su familia hizo una Novena para que Dios le sanará a
su hija quien estaba gravemente enferma. El día en que terminaron la Novena,
murió la niña…
En lugar de revelarse, “Veuillot escribía a un amigo: debí
más bien pedir a Dios que muriera antes de pasar por el pecado; que llegase al
cielo pura, más bien que purificada… ¡No es posible, amigo mío, sufrir más!
Pero tampoco se puede sentir más manifiestamente toda la plenitud de la
resignación y de la fortaleza. Aunque no me lo diga a mí mismo, como los que me
consuelan sé que Dios me ama”.
- - -
Ozanam, sufría una tuberculosis degenerativa y el día que cumplió
cuarenta años escribió su testamento; es asombrosa la conformidad con la
Voluntad de Dios:
“Hoy cumplo cuarenta años… sé que tengo una esposa joven y
muy amada, una hija encantadora, una segunda madre, excelentes hermanos, muchos
amigos, una profesión honorable, trabajos llevados a un punto en que predirían
servir para una obra largo tiempo soñada.
Pero heme aquí presa de un mal grave, tenaz y tanto más
peligrosa cuanto oculta probablemente un agotamiento total.
¿Es necesario dejar todos esos bienes, Dios mío, que Tú
mismo me has dado?”.
En un instante le viene la idea de que quizá Nuestro Señor
no le pida un renunciamiento total.
“¿No quieres, Señor, contentarte con una parte del
sacrificio? ¿Cuál quieres que te inmole de mis afectos desordenados? ¿Aceptarías
el holocausto de mi amor propio literario, de mis ambiciones académicas de mis
proyectos de estudios en los que se mezcla quizá más orgullo que celo por la
verdad?
¿Sí vendiera la mitad de mis libros para dar su precio a
los pobres, y me limitara a cumplir los deberes en mi empleo; sí consagrara el
resto de mi vida a visitar a los pobres, a instruir a los aprendices y a los
soldados, estarías satisfecho, Señor, y me dejarías la dulzura de envejecer al
lado de mi esposa y terminar la educación de mi hija? ¿No lo quieres así Dios mío?”
Comprende sin duda que Dios le pide todo y no quiere
reusarle la totalidad de su don:
“No aceptas esas ofrendas interesadas, a mí es a quien
quieres. Está escrito al principio del libro que debo hacer Tú Voluntad.
Y he dicho: aquí
estoy, Señor, vengo porque me llamas y no tengo derecho a quejarme….
Cuando me encadenes en el lecho por los días que me falten
de vida, no sabré como agradecerte los días que he vivido.
“¡Ah si estas páginas son las últimas que escribo, que sean
un himno a tu bondad!”.
- - -
Un pobre leproso de la Isla Fidjy le dijo a un misionero
que fue a visitarlo: “Cuando te veo, Padre, es para mí como la alegría Pascual”.
Se le habían caído los dedos y ya no podía caminar.
El Sacerdote le dice: “¿Qué oraciones haces? – Padre, ya lo
ves, no tengo dedos no puedo ya rezar el Rosario. Por eso me contento con decir
diez, veinte, cincuenta, cien veces al día: ¡Dios mío, que se haga Tú Voluntad
y que no se haga la mía!”.
Ejemplos extraídos de una revista de los Misioneros del Espíritu
Santo, llamada “Pentecostés”.
¡Qué lejos estamos de la Fe, amor y confianza de aquellas
almas, con respeto a Nuestro Señor Jesucristo! La vida del hombre actual, no
obedece más que al tirano y a sus castigos. La regia Ley de los “Mandamientos
de la Ley de Dios”, dados por la misma Persona Divina, diariamente son
pisoteados, aún por los católicos que frecuentan la Misa, los Sacramentos y pertenecen
a Organizaciones de la Iglesia.
Preguntamos: ¿Cuál es la Voluntad de Dios? La Voluntad de
Dios aplicada a todo hombre, son los referidos Mandamientos, pero hay
circunstancias, hechos de la vida, que nos van sucediendo por permisión Divina,
y esa es la Voluntad de Dios. Es verdad que los países, las sociedades, las
familias y la personas en sí, son culpables de muchos sufrimientos en el mundo,
y de allí nos toca a todos el dolor, seamos culpables, o menos culpables. Dios
lo permite y es la Voluntad de Dios en nosotros, que amorosamente hemos de
aceptar.
Estos bellos ejemplos de estos tres grandes, hombres
equiparados a los santos, son ahora para algunos un recuerdo nostálgico y
lejano de las almas grandes; para otros, sólo es un conmoverse momentáneo y
para muchos la indiferencia y quizá la burla. Ojalá tú, que esto lees, entiendas
la riqueza del dolor e incorporándote a la Pasión de Cristo, como dice San
Pablo, puedas convertirte en una víctima para el desagravio a la Santísima Trinidad
y para la conversión del mundo.
“El amor es signo clarísimo de ser seguidores del
Crucificado. Sólo agradaremos a Dios, si nos amamos mutuamente. Alegrémonos de
las ocasiones que Dios nos da para ejercitarnos en obras de Caridad sobre la
Cruz de Jesús. Miremos al prójimo en el costado de Cristo. Amemos a los hermanos
en Dios” (Pablo de la Cruz).
Este es un tema de actualidad, porque ante el egocentrismo
personal y la soberbia viviente, se derrumba en todos los aspectos el Amor al Prójimo.
Se lucha contra el dolor, se quiere desterrar el sufrimiento y, en cambio es
buscado anonadadamente el placer. A Dios se le guarda en un rinconcito, sólo
para los momentos difíciles y se vive sin Él, en contradicción a sus Leyes.
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