Lección
26
“Probemos su existencia”
(Continuación)
EL ÁNGEL DE LA GUARDA
195.–
Los Ángeles Guardianes, es verdad que están prestos a darnos protección contra
todos los males del Alma y del cuerpo;
196.
– Pero los males y su remedio, no dependen de la sola intervención del Ángel
Custodio, sino de varios factores, incluyendo, y es muy importante, la libertad
humana que elige bienes falsos o no quiere salir de ellos.
197.
– De manera fundamental, quien da la última palabra sapientísima, es Dios a
través de su Providencia. Desde luego, no hace ni quiere el mal, pero lo
permite, respetando el libre albedrío del ser humano y sacando bienes de los
males.
198.
– No esperemos una protección del Ángel Guardián fuera de la armonía creadora y
creada, pues sí Dios, por respeto a la libertad, no puede, digámoslo así,
remediar todos los males, no pidamos, no exijamos que nuestro Ángel nos libre
de todo mal, sin esfuerzo nuestro.
199.
– El Ángel de la Guarda no es una hada madrina, no es un amuleto, ni mucho
menos un falso metafísico. El Ángel de la Guarda es un ser extraordinario, una
creatura sobrenatural, condicionada a la voluntad y al poder Divino, para guiar
al hombre a su destino eterno.
200.
– Para el Ángel Custodio, lo más importante es que su custodiado salga con
aprobación del Juez Supremo, Jesucristo, cuando se presente en la eternidad.
201.
– El dolor moral, la enfermedad, la muerte, son el efecto del pecado original,
pero el mundo, a pesar de haber sido redimido, cada vez peca más y no hace uso
de la Gracia Santificante, ni de todas las Gracias con que Dios no auxilia.
202.
– Por otro lado, todas las almas, y sobre todo, aquellas que tienen Fe, han de
saber que el dolor, el sufrimiento, es propio de los redimidos por Cristo,
quien nos redimió siendo azotado y clavado en la Cruz. ¿Qué esperamos nosotros?
203.-
- El dolor es purificador, el dolor es redentor, el dolor hace crecer a las
almas. ¡Amemos al dolor, amemos al sufrimiento!
204.
– Pidámosle a Nuestro Ángel Custodio que esté con nosotros en nuestras penas, y
que sea nuestro consuelo. “Y al llamarnos Dios de este mundo a la eternidad, él
sea nuestro gran auxilio, pues es en el momento decisivo cuando más lo
necesitamos”.
205.
– Así como un Ángel vino a asistir a Cristo en su agonía del Huerto; así nos
asistirá nuestro Ángel en la hora final.
206.
– El Ángel conducirá al alma al cielo o al purgatorio, como lo hizo con el
Mendigo Lázaro” (Los Padres de la Iglesia).
207.
– Y después de la muerte, nos consolará en el purgatorio y nos acompañará en el
cielo, cuidando, al mismo tiempo, de nuestro cuerpo en el sepulcro, hasta que,
llegada la resurrección de los muertos, juntos, otra vez, nuestras almas y
nuestros cuerpos, unidos con nuestro Ángel Guardián vayamos a alabar por
siempre, al Misterio de los Misterios: El Misterio de la Santísima Trinidad,
para cantarle por siempre: Santo, Santo, Santo…
208.
– Todo esto debe servir a nuestra Fe para identificarnos con nuestro Ángel:
Saberlo presente, comunicarnos con él, tomarlo como intercesor y, al mismo
tiempo, modificar nuestra vida venciendo las pasiones y haciendo el bien.
Sor Clotilde
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