domingo, 14 de agosto de 2016

"LOS HIJOS, TESORO RECIBIDO DE DIOS" (CASTI CONNUBII)




EL MATRIMONIO CRISTIANO.
CASTI CONNUBII
Pío XI, 31 de diciembre de 1930.


LOS HIJOS, TESORO RECIBIDO DE DIOS.

        15. – “Considerando estas cosas la madre cristiana, entenderá, sin duda, que, de ella en un sentido más profundo y consolador, dijo nuestro Redentor: “La mujer, una vez que ha dado a luz al infante, ya no se acuerda de su angustia, con el gozo de haber dado un hombre al mundo”; y superando todas las angustias, cuidados y cargas maternales, mucho más justa y santamente que aquella matrona romana, la madre de los Gracos, se gloriará en el Señor de la floridísima corona de sus hijos. Y ambos esposos, recibiendo de la mano de Dios estos hijos con gusto y diligencia, los considerarán como un tesoro que Dios les ha encomendado, no para que los empleen exclusivamente con utilidad propia o de la sociedad humana, sino que lo restituyan al Señor, con provecho, en el día de la cuenta”.


COMENTARIO

         Es urgente y necesario que la madre de familia trate de entender, sobre todo ahora en la modernidad, que para la que ha nacido para el matrimonio, su mayor realización es convertirse en el depósito de la vida humana y, posteriormente, conformar y hacer crecer en toda la plenitud del ser, al hijo de sus entrañas.

         Los padres de familia: padre y madre interiorícense en el fondo de su alma y con gran madurez, que ustedes y nadie más, han sido, no la fuente de la vida, pero si el objeto donde ha sido depositada la vida humana.

         Desde ese ángulo ha de contemplarse la paternidad y la maternidad para aceptar, no sólo el gozo de un hijo; sino el gran compromiso del tesoro que Dios les entrega, y del que han de entregar buenas cuentas. El camino es largo, pero, a través del tiempo cultivarán esa vida nueva positivamente.



DERECHO Y OBLIGACIONES DE EDUCAR A LOS HIJOS.

        16. – No acaba con la procreación el beneficio de la prole, sino que es necesario que a aquélla se añada la debida educación. Porque insuficientemente, en verdad, hubiera previsto Dios, sapientísimo, a los hijos, más aún, a todo género humano, si no hubiese encomendado el derecho y la potestad de engendrar. Porque a nadie se le oculta que la prole no se basta ni se puede proveer a sí misma, no ya en las cosas pertenecientes a la vida natural pero menos en lo que dice relacionado con el orden sobrenatural, sino que, durante muchos años, necesitan tal auxilio de la institución y de la educación de los demás. Y está bien claro, según lo que exigen Dios y la Naturaleza, que este derecho y obligación de educar a la prole pertenece, en primer lugar, a quienes, al engendrar, incoaron la obra de la Naturaleza, y, habiéndola dejado imperfecta, les está totalmente prohibido exponerla a una ruina segura. Ahora bien: en el matrimonio es donde se proveyó mejor a esta tan necesaria educación de los hijos, pues, estando los padres unidos entre sí con vínculo indisoluble, siempre se haya a mano su cooperación y mutuo auxilio.
  
COMENTARIO

        Tomar a cuestas la satisfacción de una vida humana y, con cierta pertenencia, muy personal de los padres, y no entregarla a quien no le corresponde, ni permitir que invadan los parientes, o algún otro sector de la sociedad y, menos el mal gobierno, en la formación y educación de sus propios hijos. Esto no se entienda como un poder de absorción o manipuleo sobre los hijos. Recuerden que esa vida no es de ustedes: ustedes son administradores de esas almas, para entregarlas en su tiempo, a su Creador. ¡Cuidado con el exceso de posesión, porque destruyen una vida y quizá la salvación!

        Recuerden que muchos enemigos nos acechan. No es la radio, no es la televisión, no es el internet, no son los medios de comunicación, no son los espectáculos lo que deben educar a sus hijos, ni el mismo colegio, que sí es un auxilio en la educación de los hijos mediante el conocimiento académico. Pero menos puede educar un mal gobierno, con leyes ateas que rompe “paradigmas…” tratando de unificar el lodo mundial que destruye leyes, que sí son éticas: leyes emanadas de la naturaleza misma del hombre y de la Ley Positiva proclamada por el mismo Dios, para imponer el desorden y el desajuste mundial.

        La Iglesia, respetuosa de los padres, no se introduce directamente, sino educando a los padres y enseñando a los hijos la Doctrina de Cristo Dios y Hombre Verdadero, es fuerza vital y definitiva para educar a los hijos.


Sor Clotilde


















 








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