EL MATRIMONIO CRISTIANO.
CASTI CONNUBII
Pío XI, 31 de diciembre de 1930.
LOS HIJOS, TESORO RECIBIDO DE DIOS.
15. – “Considerando estas cosas la madre cristiana,
entenderá, sin duda, que, de ella en un sentido más profundo y consolador, dijo
nuestro Redentor: “La mujer, una vez que ha dado a luz al infante, ya no se
acuerda de su angustia, con el gozo de haber dado un hombre al mundo”; y
superando todas las angustias, cuidados y cargas maternales, mucho más justa y
santamente que aquella matrona romana, la madre de los Gracos, se gloriará en
el Señor de la floridísima corona de sus hijos. Y ambos esposos, recibiendo de
la mano de Dios estos hijos con gusto y diligencia, los considerarán como un
tesoro que Dios les ha encomendado, no para que los empleen exclusivamente con
utilidad propia o de la sociedad humana, sino que lo restituyan al Señor, con
provecho, en el día de la cuenta”.
COMENTARIO
Es urgente y necesario que la madre de
familia trate de entender, sobre todo ahora en la modernidad, que para la que
ha nacido para el matrimonio, su mayor realización es convertirse en el
depósito de la vida humana y, posteriormente, conformar y hacer crecer en toda
la plenitud del ser, al hijo de sus entrañas.
Los padres de familia: padre y madre interiorícense
en el fondo de su alma y con gran madurez, que ustedes y nadie más, han sido,
no la fuente de la vida, pero si el objeto donde ha sido depositada la vida
humana.
Desde ese ángulo ha de contemplarse la
paternidad y la maternidad para aceptar, no sólo el gozo de un hijo; sino el
gran compromiso del tesoro que Dios les entrega, y del que han de entregar
buenas cuentas. El camino es largo, pero, a través del tiempo cultivarán esa
vida nueva positivamente.
DERECHO Y OBLIGACIONES DE EDUCAR A LOS
HIJOS.
16.
– No acaba con la procreación el beneficio de la prole, sino que es necesario
que a aquélla se añada la debida educación. Porque insuficientemente, en
verdad, hubiera previsto Dios, sapientísimo, a los hijos, más aún, a todo
género humano, si no hubiese encomendado el derecho y la potestad de engendrar.
Porque a nadie se le oculta que la prole no se basta ni se puede proveer a sí
misma, no ya en las cosas pertenecientes a la vida natural pero menos en lo que
dice relacionado con el orden sobrenatural, sino que, durante muchos años, necesitan
tal auxilio de la institución y de la educación de los demás. Y está bien
claro, según lo que exigen Dios y la Naturaleza, que este derecho y obligación
de educar a la prole pertenece, en primer lugar, a quienes, al engendrar,
incoaron la obra de la Naturaleza, y, habiéndola dejado imperfecta, les está totalmente
prohibido exponerla a una ruina segura. Ahora bien: en el matrimonio es donde
se proveyó mejor a esta tan necesaria educación de los hijos, pues, estando los
padres unidos entre sí con vínculo indisoluble, siempre se haya a mano su
cooperación y mutuo auxilio.
COMENTARIO
Tomar a cuestas la satisfacción de una vida
humana y, con cierta pertenencia, muy personal de los padres, y no entregarla a
quien no le corresponde, ni permitir que invadan los parientes, o algún otro
sector de la sociedad y, menos el mal gobierno, en la formación y educación de
sus propios hijos. Esto no se entienda como un poder de absorción o manipuleo
sobre los hijos. Recuerden que esa vida no es de ustedes: ustedes son
administradores de esas almas, para entregarlas en su tiempo, a su Creador. ¡Cuidado
con el exceso de posesión, porque destruyen una vida y quizá la salvación!
Recuerden que muchos enemigos nos
acechan. No es la radio, no es la televisión, no es el internet, no son los
medios de comunicación, no son los espectáculos lo que deben educar a sus
hijos, ni el mismo colegio, que sí es un auxilio en la educación de los hijos
mediante el conocimiento académico. Pero menos puede educar un mal gobierno,
con leyes ateas que rompe “paradigmas…” tratando de unificar el lodo mundial
que destruye leyes, que sí son éticas: leyes emanadas de la naturaleza misma
del hombre y de la Ley Positiva proclamada por el mismo Dios, para imponer el
desorden y el desajuste mundial.
La Iglesia, respetuosa de los padres, no
se introduce directamente, sino educando a los padres y enseñando a los hijos
la Doctrina de Cristo Dios y Hombre Verdadero, es fuerza vital y definitiva
para educar a los hijos.
Sor Clotilde
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